martes, 24 de septiembre de 2013

Cuando estaba a punto de alcanzar las escalinatas que bajaban a la pista, observó desilusionado que Emma salía de ella siguiendo a sus amigos. No lograría alcanzarla ya… Pero la suerte quiso que, esquivando a la multitud, pasara junto a él y la sujetó suavemente del brazo deteniéndola -¿Qué haces aquí? Te suponía en casa- le murmuró al oído -¡¡Suéltame imbécil, que a mí no me conoces de nada!!- replicó fieramente mirándolo rabiosa; pero al verlo a la cara y reconocerlo, su rostro cambió de inmediato iluminándose y sus ojos brillaron entusiasmados. Miguel rió divertido- ¡¡Tío Miguel!! ¡¿Qué haces tú aquí?!- exclamó dichosa de verlo abalanzándose entusiasmada a su cuello y lo besó en la mejilla. Miguel la rodeó encantado con sus brazos oprimiéndola suavemente contra su cuerpo -Perdona, creía que sí te conocía- bromeó burlón y ella, retirándose levemente colocando sus manos en sus hombros aunque Miguel siguió sujetándola por la cintura, lo miró entretenida -Aquí hay mucho listo ¿sabías?- explicó resuelta -Pues menos mal que solo te sujeté del brazo, si llego a hacer cualquier otra cosa…- expresó prevenido -De la bofetada no te salvaba nadie- respondió rotunda y ambos rieron explayados -Pero no me contestaste, ¿qué haces aquí? ¿No se supone que tendrías que estar en casa haciendo el trabajo?- indagó pícaro y ella sonrió maliciosa indicándole con la mano que no oía- ¡Ah! ¿No te interesa oír, no?- le murmuró al oído y Emma soltó una alegre carcajada -¡¡Emma!!- la llamaron fuertemente a espaldas de Miguel, ella observó quien la llamaba y sonrió amena; también Miguel inspeccionó disimuladamente, era Mark a cierta distancia -¿Qué?- respondió resuelta por encima del hombro de Miguel -¡Esto es de locos! ¡Nos vamos al Michu! ¡¿Te vienes?!- le propuso animado el muchacho -¡Os alcanzo más tarde!- resolvió despreocupada y el muchacho asintió con la cabeza alejándose de ellos. Emma volvió a mirarlo a los ojos sonriendo alegre -Ve con ellos cielo, no te quedes atrás; yo solo vine a saludarte- le expuso amable aunque rezaba para que no lo hiciera -¡No, qué va! Además están aquí a lado, no van lejos- contestó despreocupada y Miguel sonrió complacido- ¿Te apetece bailar?- le propuso animada -¡¿Cómo un epiléptico en pleno ataque?! ¡¡No, gracias!!- contestó chistoso y ella rió divertida; un grupo saliendo de la pista empujó sin querer a Emma que salió disparada hacia sus brazos, Miguel la recogió tierno entre ellos -¡Joder! ¡Más cuidado animal!- protestó ella molesta pero los muchachos ni se enteraron y siguieron su camino -¿Te has hecho daño cielo?- se interesó al instante acariciándole dulcemente la mejilla con una mano mientras seguía rodeándola con el otro brazo por su cintura, ella le sonrió amena negando con la cabeza- La verdad es que esto está insoportable- indicó incómodo -Sí, parece que hoy se le dieron a todos por venir aquí…- declaró también fastidiada por la multitud- Pero podemos ir a otro lugar si quieres- propuso animada y él aceptó gustoso -Ven, avisaré a mis compañeros- indicó tomándola de la mano y guiándola entre la gente hasta el grupo que seguía charlando animado- Voy a dar una vuelta, esto es insoportable- les habló decidido aunque ellos observaban descarados a Emma- no creo que tarde pero si no, iros sin mí; yo tengo mi coche -Tranquilo, no te apures por nosotros; tú disfruta- respondió malicioso Darío -No seas imbécil, hombre- le reprochó fastidiado y se llevó a Emma fuera del pub Se pararon en la puerta sin saber para donde coger -¿A dónde?- le preguntó ameno Miguel -A mí me da igual- repuso ella despreocupada. Echaron a andar sin rumbo. Pasearon, agarrados de la mano aún, por las calles del pueblo llenas de gente que ni los miraban. Emma entrelazó más cómodamente sus dedos a los de Miguel, pasando a ser una tierna sujeción de ambos; Emma se detuvo ante la puerta de otro pub- este está muy bien y es mucho más tranquilo- expresó animada -¿Es el Michu ese dónde te esperan tus amigos?- indagó curioso -No, este es La Luna… bueno, realmente se llama: el lado oscuro de la luna; pero todos acabamos llamándolo La Luna a secas- explicó resuelta y se rieron amenos -¿Por qué ese nombre tan curioso? La verdad es que es algo largo -Ya lo verás- respondió sonriendo alegre llevándolo dentro. Era un lugar también bastante falto de luz, aunque se distinguía todo algo mejor por la intensa luz azul cobalto que predominaba por todas partes y como una neblina los rodeaba pero sin llegar a ser molesta -Qué tenebroso ¿no?- le musitó bromista al oído y ella rió divertida caminado entre la gente hasta alcanzar el medio del local donde se detuvo. Miguel lo observó curioso. Una barra un poco más iluminada pero siempre de azul quedaba a sus espaldas; delante, la pista donde la gente se movía alegre al ritmo de la estridente música; y en medio de ambas, donde ellos estaban detenidos, había diseminadas pequeñas mesas redondas a la altura de sus cinturas pero sin taburetes donde la clientela tomaba sus consumiciones de pie. -Bueno ¿qué te apetece? Porque bailar no, ya me lo has dicho- lo animó resuelta Emma. Él iba a contestar, cuando la música cambió de ritmo volviéndose suave y melosa -Esto ya es otra cosa- respondió complacido- ¿bailas?- la invitó mostrándole galante su mano, ella rió de nuevo divertida y posó su mano gustosa sobre la de él yéndose hacia la pista. Miguel la tomó suavemente entre sus brazos y comenzaron a bailar al ritmo de la dulce música mientras no dejaban de verse a los ojos y sonreírse divertidos -Te suponía en casa, ¿qué haces en este pueblecito? -Aquí viven Luí y Mark y vengo muchas veces a pasar el fin de semana con ellos; pero hoy fue más bien para hacer el trabajo- él la miró burlonamente -¡Ah! ¿Y así trabajáis?- ella rió encantada -Estuvimos toda la tarde con ello y ya lo hemos acabado; además es sábado, tío Miguel ¡También hay que divertirse ¿no?!- repuso entretenida, él también se rió complacido- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? -Me invitaron aquellos amigos a pasar el fin de semana en una casa rural aquí cerca -¡Ah, seguro que en la Buzaca; es preciosa!- declaró complacida y volvieron a sonreírse. La canción acabó pero comenzó de inmediato otra melódica- ¡Me encanta esta canción!- exclamó melosa abrazándose más al cuello de Miguel y reposando la cabeza sobre su pecho. El aroma de Miguel estaba en su jersey de lana negro, cerró los ojos encandilada y aspiró despacio su aroma. Miguel la abrazó más contra él, sentirla tan cerca lo enloquecía. Apoyó su mejilla en su sien, su pelo olía a limones frescos como siempre. La suave música los envolvía, y ellos se ceñían más el uno al otro sin darse cuenta. No les importaba nada más a su alrededor, solo ellos, cuerpo contra cuerpo percibiendo su aroma y su calor. Miguel acarició amoroso su espalda por encima de la camisola granate que llevaba puesta sobre los vaqueros oprimiéndola aún más contra su cuerpo y ella estrechó más sus brazos a su cuello, estaba embobada entre sus brazos. Oía muy claramente como el corazón de Miguel latía desbocado como el de ella hacía, parecían quererse salir de sus pechos. Sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor, bailaron dos piezas más aferrados con pasión el uno al otro. La música cambió de repente y comenzó a sonar estruendosa de nuevo desconcertándolos. Se quedaron mirándose confundidos sin poder moverse y sin poder dejar de mirarse encandilados. El resto de personas que los rodeaban se movían frenéticas al ritmo de la vertiginosa música tropezando con ellos una y otra vez haciéndolos reaccionar al fin y dándose cuenta que estorbaban allí parados en medio. Se rieron divertidos -¿Vamos a tomar algo?- le preguntó él al oído, ella sintió un escalofrío de pasión que le puso la piel erizada, afirmó con la cabeza. Salieron de la pista agarrados de la mano, él la guiaba hacia la barra. -No ven, hay un sitio mejor para charlar más tranquilos- indicó tomándolo de la mano y lo guío por unas escaleras que él ni se había dado cuenta que estaban por la escasa luz llevándolo a la parte superior donde Miguel descubrió que estaba dispuesta para estar relajadamente la clientela dejando la parte de abajo para el baile.

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