viernes, 20 de septiembre de 2013

La llevó en coche, allí Emma notó nuevamente su aroma intenso y delicioso. Una bruma extraña comenzó a envolverla que la hacía sentir cómoda, muy bien y a gusto. Desapareció de pronto cuando él frenó suavemente frente a su casa. Se sonrieron nuevamente y abrió la portezuela -¿No entras hoy?- le preguntó intrigada -No, tengo que trabajar en esos expedientes que no pueden esperar más y si entro tu madre me volverá a liar como ayer- se rieron divertidos- ¿O quieres que vaya por si tienes problemas por llegar tarde?- se ofreció amable, ella lo miró ofendida -¡Tío Miguel, tengo 23 años! ¡Ya no soy aquella niñita que todos os empeñáis en recordar!- repuso fastidiada, él sonrió dichoso; para su desgracia sabía ya muy bien que no era aquella niña. Salió del coche pero lo miró antes de cerrar la puerta del coche- ¿vendrás el domingo a comer verdad?- propuso esperanzada mientras le sonreía cariñosa -Sí claro- contestó correspondiéndole a la sonrisa, ella cerró la puerta del coche y se dirigió a la casa; él, mirándola deleitado, esperó a que entrara. Se despidieron de nuevo con la mano antes de que Emma cerrara la puerta y él arrancó de nuevo hacia su casa enojándose consigo mismo a medida que iba alejándose. Cuando entró en casa, estaba ya enfurecido totalmente consigo mismo, ¡era un estúpido, un rematado idiota! ¡Tenía claro que debía alejarse y cada vez se acercaba más a ella! -¡¡A punto estuviste de besarla, serás imbécil!!- Se repetía una y otra vez; subió las escaleras de dos en dos y se metió en el baño, se duchó dejando que el agua corriera por su cuerpo sin moverse durante mucho tiempo para sacar toda aquella tensión y rabia que lo dominaba. Tenía todo el cuerpo tensionado por su gran esfuerzo por dominarse y una rabia infinita por no haberla besado como tanto ansiaba... ¿Qué estaba haciendo? ¡Estaba loco! ¡Tenía que frenar todo lo que estaba sintiendo! ¡Y frenarlo ya! ¡Inmediatamente! Emma se quitaba la cazadora muy despacio en el recibidor, pensaba en lo a gusto que se había sentido toda la tarde; se le habían pasado las horas volando y la compañía de Miguel le gustaba mucho, aunque aquellas ganas terribles de besarlo y su decepción por no haberlo conseguido la desconcertaban. Nunca había sentido tantas ansias por besar a alguien. Parecía que sus labios seguían inflamados de deseo. Se los acarició suavemente imaginándose besando aquellos labios finos y saboreando aquella boca que debía saber tan bien… y una deliciosa sacudida le recorrió el cuerpo entero erizándole la piel de tal manera que le hizo suspirar intensamente mientras cerraba los ojos. -¿Emma? ¿Eres tú?- preguntó su madre desde la puerta de la cocina sobresaltándola y reaccionando al instante -Sí, soy yo mamá- respondió intentando calmarse, estaba perturbada por aquellos pensamientos tan intensos que le hacían latir el corazón precipitadamente. Su madre apareció a su lado -¿Cómo has tardado tanto? Nos empezábamos a preocupar hija- le regañó cariñosa pero la miró intensamente a los ojos- ¿estás bien? -Sí muy bien ¿por?- respondió precipitada mirando inquieta a su madre -Estás muy colorada… estás como… sofocada, pareces alterada ¿te encuentras bien?- indicó preocupada posando su mano en la frente de Emma, ella se la esquivó suavemente -Sí, estoy bien mamá; no empieces- respondió fastidiada esquivando su mano de su frente- Fui a casa de tío Miguel que me prestó un libro para un trabajo ¿ves?- le sonrió mostrándoselo- se nos fue el santo al cielo entretenidos él en su trabajo y yo estudiándolo… Ah, y me ves sonrojada y sofocada porque estaba sentada muy cerca de la chimenea encendida y ahora traía la calefacción puesta en el coche a pesar de que le molesta muchísimo; ya sabes cómo me cuida también, creo que nunca os vais a dar cuenta de que ya no soy una niña- explicó resuelta y su madre le sonrió más tranquila -Ah bueno; pero la próxima vez que vayas a retrasarte, avísanos cielo... O mantén el teléfono cerca, te estuvimos llamando y no lo cogiste -Oh, perdona… La próxima vez lo haré, no te preocupes- dijo besándola tierna en la mejilla- ¿Vamos a cenar? Tengo hambre- expresó desenvuelta y se fue dirección a la cocina seguida de su madre. Su padre ya estaba cenando, ella le besó tierna la mejilla y ocupó su sitio a la mesa -¿Dónde andabas mi princesa?- se interesó preocupado -Estaba en casa de Miguel, cielo- le contestó Cecilia mientras se sentaba en su silla -Ah, entonces perfecto- exclamó satisfecho sonriendo tranquilo y continuaron cenando -Por cierto, me dijo que vendría a comer domingo; hoy tenía trabajo y no quiso parar- expuso Emma sirviéndose de la fuente y ellos le sonrieron cariñosos -Ha llamado Luisa preguntando por ti- comentó su madre y Emma la miró sorprendida- Estaba también preocupada pues estuvo llamándote al móvil como nosotros y tampoco le has cogido -¡¡Oh, Dios!! Es que dejé el bolso en el diván de la entrada y nosotros estábamos enfrascados trabajando arriba en el estudio- recordó Emma- Ni me acordé del teléfono… ¿Y te dijo qué quería? -No, no me dijo nada- respondió despreocupado su padre -Voy a llamarla ahora entonces- se levantó de la mesa y fue a su bolso a recoger su móvil, tenía cuatro llamadas perdidas de su amiga y dos de sus padres. Marcó a Luisa -¿Dónde andabas? Me estaba empezando a preocupar- le repuso solo descolgar -Buscando material para el trabajo ¿a ti que te parece?- le contestó desenfadada- ¿Qué pasó? ¿Tú y Mark estáis bien? -No, no pasó nada; solo quería hablar contigo -¿Y para eso insistes tanto?- exclamó abrumada -Bueno, ya sabes como soy ¿no? Cuando quiero hablar de algo tiene que ser en el momento…- se calló, la oyó tomar aire profundamente - ¿y lograste conseguir algo mejor de lo que tenemos? -Sí, y muy bueno… ¡Nos va salir un trabajo redondo!- estaba ilusionada -¿En dónde?- también se emocionó -En casa de mi tío Miguel, me prestó un libro perfecto… -Ah, tu tío Miguel- le interrumpió con voz maliciosa -¿Te pasa algo con él?- Emma estaba intrigada por aquel tono de voz -Nada, mujer… Es que ese tío tuyo tienes que reconocer que está… -“Está” ¿cómo Lui?- preguntó mosqueada -¡Ay chica! ¡No seas boba amiga! ¡Es guapísimo! ¡Qué bomboncito, mi madre!- hablaba fascinada, Emma se sintió inexplicablemente irritada por su comentario- ¿está casado o tiene novia? -¡¡No, ¿contenta?!! ¡Por Dios Luisa! ¿Qué rayos te pasa? ¿A qué viene esto ahora?- le gritó irritada -A nada mujer, solo decirte que está para mojar pan tu tío: madurito pero muy resultón… ¡Ay, quien lo pillara aunque fuera por un momentito!- expresó maliciosa y rió pícara -¡¡Luí, por favor!! ¿Quieres callarte? ¡¡Si pudieras escucharte, hasta tú te asombrarías!! ¿Y me llamas a estas horas para esta soberana tontería?- estaba realmente furiosa por todos sus comentarios, aunque no se explicaba por qué… -¡¡Ey!! ¿Qué bicho te picó ahora? tranquilita ¿eh?- repuso ofendida- Y recuerda que me llamaste tú a estas horas, yo te llamé a las siete de la tarde… -¡¡Y estaba trabajando para las dos!! ¡¡No perdiendo el tiempo en memeces y gilipolladas como tú!!- bramó enfurecida -¡No sé qué rayos te pasa Emma! Hoy no se puede hablar contigo chica… -¡¡A mí no me pasa nada imbécil!! ¡¡Y se puede hablar conmigo, pero no de estupideces!!- expresó enfurecida -¡Mira, será mejor dejarlo o a acabaremos discutiendo y paso!- y sin más le colgó -¡¿Pero esta tía es idiota o que rayos le pasa?!- repuso desconcertada Emma mirando pasmada su móvil -¿Qué sucede corazón?- preguntó curiosa su madre desde la puerta de la cocina que la observaba intrigada por sus gritos -¡Nada!- gritó exasperada- ¡Esta mujer no debe estar en sus cabales! -Ni tú, por lo que parece- le contestó su madre mirándola desconcertada, Emma la miró atónita -¡¿Yo?!- bramó incrédula- Mira, mejor me voy a la cama; hoy parece que estáis todos un poquito… raritos- expuso aturdida levantando desdeñosa las manos -¡¿Nosotros raritos?!- repitió su madre mirándola boquiabierta- tú sí que estás rara… -¡¡Mira déjalo ¿sí?!! Hasta mañana- repuso irritada dirigiéndose a su cuarto -¡¿Y la cena?! ¡¿No decías que tenías hambre?!- le reclamó su madre estupefacta -¡Se me quitó el apetito al oír la cantidad de sandeces que dijo Luisa!- respondió enfadada y se fue a su cuarto. Se apoyó de espaldas en su puerta cerrada y se encontró reflejada en el espejo del armario; se quedó pasmada de sí misma: ¿por qué estaba tan enfurecida de pronto con Luí? ¿Por qué le molestara tanto sus comentarios sobre Miguel? ¡Era una locura y no lograba entenderlo!... -¿O no quieres entenderlo Emma? Te has puesto celosa- se reprochó mirándose fijamente a los ojos a través del espejo- De eso nada estúpida, solo estoy cansada; una ducha y se me pasará- le increpó a su reflejo en el espejo y se fue a duchar

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