miércoles, 25 de septiembre de 2013

También la iluminación allí era muy escasa, apenas dejaban distinguir a los demás clientes que se encontraban metidos en los independientes e íntimos cubículos que formaban pequeños muros que separaban unas mesas de otras. Emma se sacó el móvil del bolsillo trasero de su pantalón y se deslizó en uno de ellos sentándose en su cómodo sofá al tiempo que dejaba el teléfono sobre la mesa de cristal -¿Qué clase de obsesión tiene la gente de este pueblo con la oscuridad y la intimidad?- preguntó sorprendido Miguel sentándose en frente de ella, Emma se rió divertida -Creí que veníamos a charlar más cómodos…- expresó burlona elevando la voz pues la música sonaba alta, él la miró confundido- ¡Que no muerdo, caray!- repuso resuelta palmeando el sitio vacío a su lado, Miguel rió entretenido cambiando de sitio- Mucho mejor ¿no lo crees? si no tendríamos que desgañitarnos vivos para entendernos- comentó más complacida y ambos se rieron amenos. Un camarero se aproximó a ellos -Vodka con limón- pidió Emma y Miguel la miró boquiabierto- ¡No empieces como el otro día ¿eh?! ¡Ya no soy una niña, no sé cómo os lo voy a hacer entender!- repuso chistosa y él sonrió guasón pidiendo un whisky con hielo para él. Miguel se recostó contra el respaldo y ella lo imitó. Se quedaron callados. Ambos pensaban en el baile, en aquella sensación de placer de estar tan juntos, sintiéndose uno tan pegado al otro; sus corazones latiéndoles frenéticos y aquellas ganas inmensas de besarse cuando se miraron a los ojos… Miguel la observó de soslayo. Allí estaban, apetitosos, jugosos y tan cerca… Apenas tenía que moverse levemente y los podría estar saboreando al fin. En ese instante, Emma se pasó la lengua por los labios distraídamente provocando en Miguel un deseo incontrolable de atraparlos además de aquella intensa punción en su bajo vientre. Se removió inquieto en su sofá apartando raudo sus ojos de la boca de Emma -¿Os sirvió el libro?- se decidió a preguntar Miguel para intentar apagar aquella obsesiva idea de su cabeza -Sí mucho, gracias; nos va a salir un trabajo redondo- respondió animada y se sonrieron complacidos. Sin poder evitarlo, Miguel volvía a tener sus ojos clavados en su boca; aquellos labios jugosos y tan cerca lo estaban atrayendo con terca ansiedad. También Emma deseaba rabiosamente saborear aquella boca que le sonreía tan próxima, ansiosa se mojó ligeramente los labios de nuevo; él se puso serio y sus ojos echaron chispas de pronto. El camarero regresó a dejarles las bebidas rompiendo aquel momento. Ambos recogieron raudos sus copas bebiendo de ellas intentando aplacar aquel inmenso deseo que se les hacía tan difícil controlar. Pero Emma volvió a pasarse la lengua por los labios saboreando su bebida -¡No vuelvas a hacer eso Emma, por favor te lo pido!- expreso de pronto ansioso Miguel tragando inquieto saliva -¿Lo qué?- preguntó sorprendida mirándolo confundida; él la miraba fijamente a los ojos, respiraba agitado y sus ojos chispeaban ansiosos desconcertándola- ¿Te refieres a esto?- añadió y repitió el inocente gesto -¡Dios Emma!- exclamó exasperado y la besó raudo tomándola suavemente por la nuca. Su inesperada reacción sorprendió a la muchacha que se quedó paralizada mientras su corazón comenzó a latirle extremadamente fuerte. Miguel se apartó tan rápidamente como la había asaltado y la miró abochornado- ¡Santo Dios Emma; perdóname!- musitó asustado esquivando humillado su mirada- ¡No debí… no sé por qué…! ¡¡Joder, está mal; muy mal!- murmuró angustiado, recostándose en el respaldo sofá mientras se mesaba los cabellos. Ella lo miró ansiosa acercándose a él; Miguel la miraba abrumado -Sí, que está mal…- le dijo ella con voz afanosa mientras él la miraba acobardado- No me creo que no puedas hacerlo mucho mejor- y lo besó apasionada. Miguel sorprendido, no sabía cómo reaccionar mientras ella separaba hábilmente sus labios con su lengua e introduciéndosela dentro de la de él empezó a enredar con la suya con una intensidad y un ardor que lo enloqueció y, tomándola entre sus brazos, le devolvió la pasión y la intensidad que ella le demandaba ambiciosa. Fue el beso más intenso, erótico y a la vez romántico que nunca había recibido ninguno de los dos. Lo prolongaron entregados deleitándose gustosos El teléfono de Emma empezó a vibrar sobre el cristal de la mesa. Lo escuchaban perfectamente pero no podían detenerse, sus bocas deseaban más y no había forma de separarlas; Miguel se retiró levemente muy despacio, desganado, mirándose a los ojos impresionados pero felices -Puede ser importante cielo- le susurró sobre sus labios, ella atrapó de nuevo su boca al tiempo que recogía el teléfono y, rodeándole el cuello con sus brazos, revisó la pantalla sin dejar de saborearse deleitados -Solo es Luí- musitó despreocupada y continuó besándolo apasionada, pero él volvió a retirarse levemente -Contesta cielo, puede estarle pasando algo- expresó meloso acariciándole dulcemente la mejilla; ella resopló molesta aunque descolgó - ¿Qué quieres Luí?- exclamó fastidiada, Miguel sonrió divertido recogiendo su vaso y le dio un pequeño sorbo -¿Dónde estás?- le preguntó inquieta su amiga elevando tanto la voz que Miguel la oyó perfectamente -Por ahí tomando algo ¿qué quieres Luí?- insistió exasperada -¡Nada mujer! ¡No te cabrees!- contestó Luisa molesta por su reclamo- Estamos preocupados por ti, por si no lo sabes; te quedaste en el pub diciéndole a Mark que te unías a nosotros pronto y no das aparecido, Mark dice que hablabas con un tipo… ¿Está todo bien?... ¡Mira que en el pueblo hay gente muy viva y aprovechada!- explicó preocupada, Emma apretó los labios consternada por haberle contestado así cuando la pobre Luí solo estaba preocupada por ella -Estoy bien, tranquilos…- le contestó más cariñosa y miró apasionada a Miguel- ¡Estoy muy, muy bien! ¡Te lo prometo!- repuso entusiasmada besándolo suavemente en los labios y Miguel sonrió satisfecho acariciándole tierno la espalda -Ah, de acuerdo entonces… Cuando nos vayamos te aviso ¿vale? -Sí; además sé dónde encontraros, no te preocupes- le colgó y, dejando de nuevo el teléfono sobre la mesa, lo miró pícara- ¿Dónde íbamos?- musitó melosa e, impaciente, retomó la boca de Miguel que la recibió entusiasmado al tiempo que subió sus piernas sobre las de él quedando sentada sobre sus rodillas y lo sujetó cariñosa por su nuca aprisionándolo contra su boca mientras Miguel la oprimía amoroso contra su cuerpo. Era de tal magnitud su entrega mutua y su deseo de más que, sin darse cuenta, pronto se oprimían uno contra el otro exacerbados y muy excitados. Sentir sus suaves manos por debajo del jersey acariciando ardiente su espalda internándose en la parte delantera buscando su vientre, hizo reaccionar a Miguel -¡Ey quieta! Estás demasiado acelerada- habló mientras detuvo raudo su mano quitándola de debajo de su jersey justo en el momento que casi rozaba el cinturón de sus vaqueros -Vámonos de aquí Miguel- le murmuró impaciente y deseosa besándolo apasionada en el cuello -No chiquita, debemos serenarnos; alguien debe tener un poquito de cordura ¿no crees?- contestó cariñoso tomándola suavemente por la nuca apartándola de su cuello, se miraron a los ojos; ambos estaban igual de deseosos y excitados pero se sonrieron apaciguados y Emma se recostó sobre su pecho, él la envolvió entre sus brazos mientras ella se abrazaba a su cuerpo y la besó tierno en la frente, ella le sonrió feliz. -Esto es una locura, pequeña ¿lo sabes verdad?- le susurró desconsolado retirándole amoroso un mechón de su cara al tiempo que le acariciaba dulcemente el rostro con el dorso de su mano. Ella le cubrió los labios con la yema de sus dedos acariciándoselos suavemente -Chisss… Mañana lo pensaremos Miguel- musitó melosa, se sonrieron dichosos y se abrazaron de nuevo quedándose así muy quietos, relajados y embelesados, regalándose tiernos besos en los labios a cada instante. Emma, de pronto, la miró sobresaltada -¡¿Y tus amigos?!- repuso alertada pero él sonrió divertido y movió indiferente los hombros. -Andarán por ahí, no se pierden- le contestó despreocupado, ella le sonrió divertida -¿Y no será mejor buscarlos y avisarles que estás bien?- recomendó juiciosa -No creo que estén preocupados y mucho menos por mí cielo- se mofó gracioso acariciando su mejilla nuevamente, Emma sonrió recreada- Pero podemos ir a ver por si acaso- decidió resuelto; se recompusieron en el sofá y acabaron las copas. Volvieron al otro pub abrazados amorosos por las cinturas. Miguel se detuvo de pronto a la puerta del pub, frenándola a ella que lo miró sorprendida -Ya se fueron- exclamó regodeado, Emma miró en la dirección que él observaba y encontró el deportivo de Miguel con un hueco dejado por otro coche delante. Se rieron divertidos. -¿Y ahora?- preguntó ella animada. El miró su reloj y le sonrió entusiasmado -¿Has visto alguna vez amanecer desde la playa?- le preguntó alentado mientras la besaba amoroso frente -Me tiene cogido muchos amaneceres en la playa… pero nunca me paré a observarlos la verdad- comentó animada -¡Alocada juventud!- repuso él recreado oprimiéndola tierno contra su cuerpo besándola de nuevo en el pelo, ella rió divertida- os perdéis lo mejor de la vida por vuestras prisas por crecer -¡Habló el abuelito!- bromeó burlona, él le dio una suave cachetada en el trasero y se rieron alegres echando a andar resueltos calle abajo; ella se dejó llevar entre sus brazos, tranquila y animada. Recostada sobre se pecho se sentía tan bien

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