miércoles, 23 de octubre de 2013
Entró de pronto Emma en la cocina, encendida y muy enfadada, mirando a su madre retadora y furiosa
-¡¿Qué estupideces estás diciendo?! ¡¡No tiene nada de malo!! ¡¡Tiene buena posición y es muy trabajador!!- le señalaba incisiva con el dedo, muy nerviosa- ¡¡Pero sobre todo es maravilloso, bueno, amable, divertido y muy, muy cariñoso!!
-¡¿Entonces por qué tanta necedad?! ¡¡Tráelo a la cena!!- insistía desafiante su madre a gritos también enfurecida
-¡¡Me quiere con locura y lo amo con desesperación!!
-¡¡Pues preséntanoslo ya, luego!!- la retó decidida
-¡¡No quiero, no me da la gana!!
-¡¡Porque no es tan fantástico en el fondo!!- la pinchó su madre. Sonó el teléfono en ese momento, contestó Alberto; era Miguel
-Alberto ¿tienes esos documentos preparados que me hablaste el otro día…?- pero se quedó asombrado al oír aquellos gritos a través del teléfono- ¡Ey, ¿qué pasa ahí?!- preguntó alarmado
-Nada, las gatas están a la cresta nuevamente… últimamente es el pan nuestro de cada día…
-¿Pero qué ocurre?- estaba alerta
-Nada, tu princesa tiene un noviete hace tiempo y su madre insiste en conocerlo… Hasta ahora se contuvo pero creo que de esta vez está a punto de soltar quien es… ¡Cuando mi Cecil se empeña…!- se reía divertido pero a Miguel no le hacia gracia, ¡Así no, Emma, así no! Repetía para sí nervioso y temeroso de que dijera algo imprudente, esa no era la manera.
-¡Detenlas!- repuso efusivo
-¡No, ¿Por qué?!- preguntó extrañado Alberto
-Porque… Alberto, sabes cómo es Emma, si se lo sonsaca así, de malas maneras, se enfadaran mutuamente y Emma no se lo perdonará nunca a Cecil ¡Alberto, por favor, detenlas por el bien de las dos!- Alberto meditó brevemente
-Tienes razón, espera- Miguel quedó a la expectativa, ansioso, nervioso ¿por qué no estaría más cerca para detener esa locura?
-¡¡Es el hombre más maravilloso del mundo!! ¿No lo puedes entender?- lloraba desesperada Emma
-¡¡A tus ojos de enamorada, nena!! ¡¡Pero tu subconsciente algo teme cuando no lo presentas!! ¡¡A ver, dime al menos su nombre y lo dejo estar por ahora, prometido!!
-¡¡No!!
-¡¡Basta ya!!- intervino rotundo Alberto pero no sirvió de nada
-¡¿Cómo es?! ¡¿De dónde es?! ¡¡Dime al menos algo, Emma!!- insistía Cecilia
-¡¡No me da la gana y cuanto más insistas, menos diré!!- decía ansiosa Emma entre lágrimas desesperadas
-¡Deja a la niña ya, Cecil! Nos lo presentará cuando vea conveniente- Miguel se desesperaba oyendo al teléfono
-¡¡ ¿Por qué no?!! ¿Qué no puedes decir de él? ¡¿Qué tiene de malo, Emma?!
-¡¡Nada… no tiene nada de malo…Es perfecto en todo!!- Miguel notaba en la voz de Emma que se estaba rindiendo. “No preciosa, así no… ¡No lo digas!”, rogaba desesperado
-¡¿Por qué no puedes decir luego quién es?! ¡Dime al menos su nombre! ¡Solo su nombre!- la estocada final, Miguel sabía que se acababa allí
-¡¡Porque es Mi…!!- se calló de repente y a su madre se le paralizó el corazón; todos estaban expectantes, Miguel angustiado sujetaba desesperado el teléfono.
-¡No Emma, así no!- gritó angustiado Miguel cerrando abatido los ojos.
-¡¿Es Mi… qué?!- instó apremiante Cecilia mirando ansiosa a su hija. Pero Emma, de pronto, miró a sus padres y una serenidad increíble la saltó, no sabía porqué ni cómo, pero se había calmado y su cabeza se enfriara. Se secó las lágrimas con el reverso de su mano
-Porque es mi vida mamá… y, aunque él también insiste en presentarse ante vosotros, sé que aún no debo hacerlo ¡No es que él no quiera formalizar nuestra relación, mamá; sois vosotros los que no estáis preparados para conocerlo!- declaró contundente dejando a su madre boquiabierta
-¡¿Qué nosotros no estamos…?! ¡¿Por qué dices eso?!- instó aún más nerviosa su madre
-Os prometo presentarlo pronto… muy pronto; pero aun no es el momento- habló templada aunque sus ojos estaban llenos de lágrimas. Recogió su carpeta con intención de irse
-¡¡Ni se te ocurra irte ahora Emma!! ¡¡Sin explicar eso de que “no estamos preparados”!! ¡¿Quién es Emma?!- gritó enfurecida pero Emma no atendió a nada y salió de la cocina- ¡¡Emma, vuelve aquí!! ¡¡Emma!!- pero solo el breve ruido de la puerta de la calle al cerrarse llego a ellos
Miguel respiró tranquilo, la mano le dolía del nervioso férreo amarre con el que sujetaba el auricular pero estaba orgulloso y satisfecho de ella.
Sus padres quedaran atónitos mirándose entre sí
-Pero… ¿Tú la has oído Alberto?- preguntó asombrada su madre
-La he oído Cecilia… ¡La he oído tan claramente como tú! ¿Y sabes lo que te digo? Que he comprendido más que nunca que vas a conseguir que acabe odiándote Cecil… Por todos los demonios ¡¡déjala por la paz!!- le recriminó enfadado Alberto, salió de la cocina y retomó la llamada- ¿Miguel?- nombró animado pero Miguel había colgado ya.
Llamaba a Emma, ella le descolgó
-Ahora no, cielo- lloraba angustiosa
-Corazón, lo oí todo por teléfono ¿Te encuentras bien?
-Sí
-¿Dónde estás? ¿En casa?
-No, en la calle…
-¿Vas a clase?
-No… No estoy de humor…- musitó apagada
-¿Por dónde estás? ¡Voy a buscarte ahora mismo!
-No, tú sigue en tu trabajo, yo estoy bien…- lo detuvo amorosa- Ahora estoy en…- desorientada observó a si alrededor asombrándose- ¡Vaya!
-¿Qué ocurre mi ángel?- se intranquilizó al oírla exclamar atónita
-Sin darme cuenta estoy caminando hacia tu casa…- musitó divertida, ambos sonrieron tiernos
-Ahora te recojo mi vida; te quiero
-¡No Miguel, no abandones tu…!- pero él ya cortara la comunicación.
-¿Va a salir doctor?- le preguntó Sonia así pasó colocándose la cazadora por junto de ella
-Tengo algo muy urgente que hacer Sonia, nos vemos mañana- expuso saliendo del despacho
-¡Pero ¿cómo mañana?! ¡¿No va a regresar?! ¡¡Dentro de una hora tiene reunión con el director y…!!- lo detuvo afanosa
-Pues avísalo, me ha salido una urgencia familiar y debo irme de inmediato- y sin decir nada más, se fue con paso presuroso al ascensor.
Emma caminaba lentamente mientras en su cabeza daba vueltas a cómo decirles a sus padres que era Miguel, pero de todas las maneras posibles, todos eran resultados nefastos. Un coche negro paró a su lado clavando los frenos potentemente de tal manera que la hizo sobresaltarse
-Mi ángel- expresó Miguel bajándose apresurado del coche, al reconocerlo, Emma echó a correr a él y se abrazaron ansiosos, Emma rompió a llorar de nuevo
-¡Ey! ¡Ya pasó, mi vida!- la besaba cariñoso en el pelo mientras ella se abrazaba a él desesperada- ¿Por qué no me dijiste que tenías problemas en casa por mi culpa? Hubiéramos arreglado esto de inmediato cielo… Y creo que ahora es el mejor momento…
-¡¡No!!- gritó angustiada mirándolo aterrada
-¿Por qué no amor mío? En caliente es lo mejor
-No por favor Miguel, ahora no; no podría soportar otra discusión de nuevo- suplicó con los ojos llenos de lágrimas de nuevo
-Está bien cielo… Está bien…- musitó meloso oprimiéndola contra él y besándola de nuevo en pelo tiernamente, ella se abrazó a su torso- entonces, nos vamos a casa y esta noche cuando te traiga, se lo diremos
-No Miguel, por favor…
-¡¿Cómo que no Emma?! ¡Esta noche hablo con ellos sin falta!
-¡No, por favor! ¡Aún no!
-¿Por qué? ¡Nosotros lo tenemos claro!...- respondió rotundo pero de inmediato su voz cambió inquieta- ¿o no, cielo?
-Sí, claro que sí… Pero déjame buscar la manera de prepararlos, de allanar el camino, será un impacto muy fuerte para ellos cielo… no me presiones tú también, por favor- hablaba angustiada nuevamente
-De acuerdo, tranquila; si así lo quieres, lo haremos… iremos a casa, hablamos tranquilos y buscaremos la mejor forma de comunicárselo- repuso guiándola entre sus brazos hacia el coche
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