jueves, 10 de octubre de 2013

Miguel guiaba la moto raudo pero con precaución mientras Emma se sujetaba a él abrazándose fuertemente a su cuerpo. Sentir el calor de sus manos sobre su pecho y a ella recostada sobre su espalda, le encantaba y lo estaba excitando tremendamente. Al fin llegaron a casa. A Miguel nunca se le había hecho el camino tan largo, estaba ansioso por llegar. -¡Ay, que gustito! ¡Creí que me iba a helar!- expuso Emma al entrar en casa estremeciéndose del frío frotándose las mangas del jersey de Miguel que aún llevaba puesto -Ven aquí mi ángel- repuso tierno cobijándola entre sus brazos para darle calor -Así aún mejor- murmuró melosa oprimiéndose gustosa contra su cuerpo. Se sonrieron encandilados y se besaron amorosos. Aquella inmensa pasión que habían tenido que reprimirse en la playa, renació de nuevo en sus entrañas a una velocidad increíble y aún con más virulencia sulfurándolos. Se empezaron a besar ansiosos al tiempo que se oprimían uno contra el otro sublevados. Emma buscó el cálido contacto de la piel de Miguel deslizando sus manos debajo de su camiseta acariciándole deleitada su espalda excitándolo aún más. La besó ardiente por su cuello recorriéndolo ambicioso de arriba abajo mientras sus manos se deleitaban en comprobar que aquellos hermosos muslos eran tan firmes y suaves como le habían parecido. Emma, en un movimiento rápido casi exasperado, se quitó el jersey de Miguel que aún llevaba puesto y se desabrochó urgente la botonadura delantera de su vestido dejando al descubierto aquellos hermosos pechos que a Miguel lo traía enloquecido por acariciar de nuevo desde aquel día en casa de Luisa quitándole a él la camiseta seguidamente. Sin esperar un segundo, los atrapó con ansia con su boca saboreándolos complacido. Emma hundió sus manos en el pelo de Miguel guiándolo y oprimiéndole su boca aún más en ellos gimiendo gustosa de sentir su cálida boca al fin devorándolos exacerbando aún más a Miguel cuyas manos, que acariciaban por debajo del vestido aquellos redondos y prietos glúteos, se agarraron a ellos con desesperación apretándola ansioso contra su entrepierna y ambos se empezaron a refregar uno contra el otro con ambición extrema. Emma se retiró el vestido y sus bocas regresaron a devorarse presurosas mientras Miguel seguía estrujando con exasperación sus glúteos contra él. Ardían por dentro, querían con impaciencia apagar aquel fuego tortuoso que les devoraba las entrañas y aquello solo los encendía más y más. Arrebatado, la elevó por los glúteos mientras ella lo rodeó por las caderas con sus piernas llevándola escaleras arriba dirigiéndose a su dormitorio. Sin dejar de besarse impetuosos, la depositó sobre la cama y regresó ansioso a aquellos pechos que ambicionaba con desesperación, los besaba y acariciaba con obsesión mientras se deshizo presuroso de sus pantalones. Emma gemía y movía su cuerpo descomedida hacia él mientras sus manos se aferraban a su espalda indicando que la poseyera de una vez, y él no la hizo esperar. Complació su petición angustiosa de deseo penetrándola preciso e implacable hundiéndose en ella poderosamente. Emma clavó crispada sus uñas en su espalda y ambos gimieron de placer al unísono soliviantándolos más aún. Embriagados por complacerse y rabiosos por apagar todo aquel fuego interno, se entregaron desenfrenadamente. Sus caricias eran arrebatadoramente maravillosas, sentirse uno dentro del otro los enloquecía y los llenaba de delicioso deleite; pero no daba apagado todo aquel fuego y los enloquecía aún más. Perdieron el control totalmente y se vieron envueltos en un acto salvaje cargado de lujuria y encanto en donde batallaban desenfrenados rodando impetuosos sobre la cama envueltos en jadeos arrebatados buscando alcanzar aquella grandeza descomunal que rabiaba por reventar dentro de ellos. Impaciente ya, Miguel se volvió a colocar sobre ella y la sujetó por las manos inmovilizándola al tiempo que la embestía inclemente con poderosas y precisas acometidas, Emma chillaba exaltada mientras movía impetuosa y frenética sus caderas alcanzando delirantes al fin la tan ambicionada explosión final que los llevó a unos espasmos rabiosos cargados de una pasión inmensa que les recorrió todo su cuerpo obligándolos a soltar briosos gemidos de placer al tiempo que sus manos se aferraban una a la otra con una fuerza infinita; quedando extasiados por aquella esplendorosa grandeza que los sacudía tan poderosamente por todo su cuerpo. Miguel, exhausto, se dejó caer vencido junto a ella y se quedaron ambos tirados boca arriba sin moverse, sin decir nada. Extasiados de tanta efusión. Se oían respirar acelerados, jadeantes, uno junto al otro sintiendo aún sus manos sujetas una a la otra. -¡¡Dios!! No me esperaba esto- exclamó asombrado al rato Miguel, ella le sonrió apasionada mirándolo embriagada aún de frenesí -¿Y qué te esperabas?- preguntó curiosa, él le sonrió tímidamente -Algo menos… ¡asombrosamente salvaje!- declaró admirado, ella rió ilusionada y se abrazó a él mientras Miguel la recogió amoroso entre sus brazos besándola encandilado en el pelo -Pues yo sí- musitó complacida besándolo amorosa en el pecho- sabía que me harías enloquecer de placer- añadió mirándolo embelesada, se sonrieron complacidos y se besaron deleitados, saboreando gustosos los restos aún de aquella formidable pasión que acababan de disfrutar. Sin darse cuenta, se quedaron dormidos abrazados embelesados. El persistente sonido del teléfono sobre su mesilla lo despertó. -Un día de estos voy a arrancar este puñetero cacharro- murmuró molesto por ser importunado de aquella manera, se frotó la frente y los ojos, le costaba enormemente abrirlos- como sea una urgencia, va a ir su padre- habló irritado descolgando- ¡¿Sí?!- bramó fastidiado -¿Miguel?- no reconocía la voz -Sí soy yo ¿quién es? - ¿Se puede poner Emma?- el corazón se le paralizó. Miró aterrado a Emma completamente desnuda junto a él, durmiendo plácidamente sobre su pecho, abrazada complacida a su cuerpo ¿quién rayos era el que llamaba y cómo sabía que estaba allí? -¿Quién es?- insistió inquieto y ya despejado totalmente -¿Quién voy a ser…? ¡Luisa! -¡Joder Luisa! ¡Qué susto me acabas de dar!- la oyó reír divertida a través del auricular- ¿Es importante? Porque está dormida -Creo que sí- habló seria -Vale, espera que la despierto- besó amoroso los labios de Emma- Emma cielo… mi niña, despierta -¿Qué?- musitó remolona -Es Luisa, mi ángel; pregunta por ti y dice que es importante- le dijo meloso pasándole el teléfono que recogió recostada sobre su pecho sin abrir los ojos -¿Qué?- farfulló dormida -Cielito, se te olvidó tu teléfono aquí- declaró amena Luisa -¡¿Y para eso me despiertas?! ¡¡Me lo traes mañana con mis cosas Lui!! ¡¿Qué problema hay?!- bramó irritada, Miguel sonrió divertido besándola tranquilizador en la frente -¡¡Me encanta el humor que tienes a veces!!- repuso sarcástica Luisa- ¡No te llamo por eso idiota! ¡Tu madre te llamó, quiere hablar contigo! ¡Dios! ¡No sabía que decirle! al final le dije que estabas en la ducha… ¡¡Te llamará más tarde!! -¡¿Mi madre?!- se sobresaltó Emma sentándose al instante sobre la cama mirando aterrada a Miguel que también la miraba inquieto- ¿Y por qué llamó Lui? ¿Pasó algo en casa?- se alertó asustada -Dijo que todo estaba bien, que solo quería hablar contigo… -¡¿Hablar conmigo?! ¡¿Para qué o qué?! ¡¡Si nunca me llama cuando estoy fuera!!- Miguel y ella se cruzaron una mirada nerviosa -¡No lo sé Emma! No sabes el apuro que llevé, me sometió a un tercer grado: Dónde estabas, con quién estabas, si habías comido bien, sí habías dormido bien, si habías bebido… Para mí que está preocupada por ti -¿Por mí? ¿Por qué?- musitó desconcertada -¡No lo sé! ¡Y te digo que está a punto de llamar de nuevo Emma y no sé qué decirle! porque de eso hace un buen rato, pero no sabía cómo localizarte… hasta que Mark se le ocurrió revisar tu teléfono y encontramos este número -Tranquila, ahora la llamo desde aquí y me invento algo para que no vuelva a llamar, y gracias Lui, perdóname por ser tan burra- se arrepintió cariñosa Miguel volvió a reír divertido -De nada, ya te conozco y no me afecta… Oye… ¿y qué tal con Miguel, eh?- curioseó picarona, Miguel le echó una mirada maliciosa de soslayo -¡¡Adiós Lui, voy a llamar a mi madre!!- le colgó rauda- ¡¡Será chismosa!!- protestó amena mirándose amorosa con Miguel, se rieron divertidos. El la atrapó entre sus brazos y se besaron ardientes- espera, voy a llamar a mi madre antes -¿Desde aquí?- se inquietó él viéndola marcar -Sí, al teléfono de casa, que no tiene identificador de llamadas…- comentó despreocupada y lo miró maliciosa- pero te aviso que papá va a poner uno y muy pronto- añadió guasona -¿Y qué me dices a mí?- repuso confundido -Para que dejes de andar llamando y colgando como hiciste el jueves que lo volviste loco- explicó resuelta esperando tono, Miguel la miró atónito -¡¿Cómo sabes tú…?!- la risa jocosa de ella lo acalló- ¡Serás resabida! ¡Loco sí que me tienes tú a mí!- exclamó complacido mordisqueándole tierno el hombro desnudo, ella rió gozosa intentando esquivarlo pero él la sujetó tierno por la nuca y la besó ardiente en los labios -¿Diga?- se oyó la voz de Cecilia y él se apartó recostándose contra el cabecero de la cama para que hablara tranquila

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