miércoles, 13 de noviembre de 2013

Aparcó la moto delante como siempre y estaba buscando las llaves en sus bolsillos cuando se detuvo un coche junto a su moto, miró extrañado y se sorprendió al verla dentro -¡¿Me estás siguiendo?!- le preguntó intrigado, ella se rió divertida -No…- respondió entrañable- ¿vives aquí? -¡No, que va!- bromeó- vengo a robar… ¡pero no encuentro las puñeteras llaves!- se rieron explayados mientras él seguía buscando, al final las encontró en el bolsillo trasero de su pantalón y se las mostró- ¿Y tú a dónde vas por aquí? -A mi casa, vivo un poco más adelante- se sonrieron amigables -¡Así que casi vecinos ¿eh?!- bromeó Miguel -¡Eso parece!- se volvieron a reír- Bueno, pues me voy… a ver si nos vemos más a menudo luego, ya que somos casi vecinos- se despidieron con la mano y se alejó mientras Miguel entró en la casa. Se hizo café fresco, se sirvió un tazón grande y salió a su hamaca. La mujer de todos los días apareció a lo lejos, se recostó en la hamaca para verla pasar. Pero esta vez no iba cabizbaja y ensimismada como siempre, sino que, para sorpresa de Miguel, lo miraba a él. Se sorprendió aún más cuando lo saludó con la mano y la vio acercarse. Cuando estuvo a una distancia más o menos próxima, la reconoció perfectamente: era ella. -¿Tampoco te acuestas al llegar a casa, eh?- le preguntó alegre al llegar junto a la valla -¡Eres tú!- repuso Miguel sorprendido y ella lo miró confundida- ¡Te veo pasear todas las noches!- le explicó divertido -¿Ah sí? Nunca me había dado cuenta -Vas demasiado ensimismada- expuso ameno y se sonrieron -O supongo que todo el mundo duerme a estas horas- bromeó chistosa y se volvieron a reír- Me gusta dar un paseo antes de acostarme para relajarme -¡Claro, como andas poco durante el día!- repuso guasón y ella se rió entrañable, tenía una bonita sonrisa pensó Miguel- Te invito a un café- dijo de pronto amable y ella aceptó. Entró en la terraza mientras él se levantaba de la hamaca, observó asombrada todas las botellas de cerveza y colillas tiradas por el suelo -¿Hiciste una fiesta esta noche?- preguntó intrigada, él sonrió levemente -No, son todas mías -¡¿Te has bebido y fumado todo esto esta noche?!- repuso impresionada y Miguel rió divertido -No, de muchas noches anteriores- aclaró entrañable -¡Lo tuyo no es recoger ¿eh?!- se burló afectuosa y se sonrieron. Al entrar en casa, ella se quedó estática mirando atónita el enorme desorden que había por todas partes- ¡¿Te han asaltado o lo tuyo es alergia a la limpieza?!- él observó la casa, fue la primera vez que se dio cuenta de lo asquerosa que estaba -Pues parece que la tengo algo descuidada, sí- se avergonzó -¡¿Descuidada?!- se sorprendió ella divertida- ¡Aquí debe haber hasta gente perdida entre todo este desorden!- bromeó y se rieron entrañables -Tuve una mala temporada- comentó entrando en la cocina, cogió un tazón y se lo lavó en el fregadero- Te lo lavo delante tuya para que veas que está limpio- bromeó y le sirvió el café en la barra de la cocina donde ella se sentara en uno de los taburetes, él se apoyó en el mesado frente a ella -Pues ya te dura mucho esa mala temporada- comentó ella cariñosa- Porque la pinta que traías cuando llegaste a la ciudad era terrible… Ahora sí se te ve limpio y aseado, pero no muy mejorado físicamente, la verdad -¡Muchas gracias ¿eh?!- dijo burlón y ella sonrió sincera -Lo siento pero es la verdad- bebió del café y puso mala cara- ¡Puff! ¡No tiene azúcar! -¡Ah, no… lo siento!- se lamentó él- no uso azúcar ni leche- añadió apenado -Ya, ya: solo y sin azúcar, lo recuerdo… Así tienes esa cara de amargado- bromeó ella amable- ¡Hay que ponerle algo de azúcar a la vida hombre! -El azúcar que endulzaba mi vida se marchó y no volveré a encontrarla- comentó triste y apagado, se quedó mirando su café ensimismado. Eva lo miró entristecida, se le veía hundido; dolorido y demasiada tristeza en aquellos grandes ojos negros. -¿Tienes whisky?- le preguntó para sacarlo de su mundo, él la miró sorprendido -¿Whisky?- repitió extrañado- Sí, debe haber alguno por ahí- se fue a la salita y buscó entre la ropa que había por todo el sofá encontrando media botella, se la entregó y ella se sirvió un chorrito en el café ante la atenta mirada de él -Así se tomará mejor- le sonrió amistosa y él le correspondió; era atractivo y cuando sonreía aún más- ¿No tendrás algo de comer? Me muero de hambre -Pues… lo siento pero no- contestó apesadumbrado -¡¡Vaya ruina de vida llevas chico!!- repuso chistosa y él sonrió de nuevo- Bueno, nos presentaremos ¿no? me llamo Eva- le ofreció la mano alegre, él se la estrechó sonriendo entrañable -Lo sé; yo Miguel- se sonrieron divertidos y ahora fue ella la que quedó unos segundos callada mirando su taza de café -No te di las gracias por lo que has hecho- declaró apocada, sin levantar la mirada de su café -No tienes de qué, cualquiera otro en mi lugar lo hubiera hecho- habló despreocupado, ella lo miró a los ojos y se sonrieron amistosos- Ahora, no entiendo por qué cierras tú sola ¿y el camarero? -¿Fran?- expuso y él asintió con la cabeza- pobre, bastante tiene ya con lo suyo; lo obligo a irse así se empieza a calmar la cosa- explicó tierna y Miguel, sin entender que quería decir, solo asintió con la cabeza -¿Quién era?- indagó bebiendo un sorbo de su café -¿Quién? ¿Ben?- indagó curiosa y Miguel asintió- Solo un capullo redomado, nadie que importe -No, de eso ya me diera cuenta, pensé que lo conocías más…- volvió a bromear y ella lo miró divertida sonriendo entretenida -Fuimos pareja una temporada pero no debe entender las palabras:”se acabó” -Mándalo a la mierda, a lo mejor, así lo capta- expuso socarrón y ella soltó una alegre carcajada, él también sonrió -Te aseguro que tampoco, ya probé también- declaró chistosa y ambos rieron animados- pero no hablemos más de él… Cuéntame ¿Y a qué has venido a la ciudad, si puede saberse? -A nada, simple casualidad… Un día cogí la moto, eché a andar y acabé aquí- bebió de su café- Me gustó mucho la ciudad, descubrí que se alquilaba esta casa y me quedé -¡¿Así, sin más?!- preguntó asombrada -Sí, así sin más… ¿por qué? -¿No trabajas en nada? Pensé que trabajabas por aquí -No, lo abandoné todo y eché a andar… -¡¿Y tu familia?!- se asombró ella -Les dejé una nota donde les decía que, cuando estuviera preparado, les llamaría- ella lo miraba pasmada -¡¿Y ya está?!- expuso atónita, él la miró confundido -Sí… solo son mis hermanos y mis sobrinos y están bastante liados con su vida para preocuparse de mí -¡Eso te crees tú!- le recriminó seria, Miguel calló- A una pareja lo puedes llegar a olvidar y acabas superándolo tarde o temprano, pero ¡¿A un hermano?! Es tu sangre y siempre te estás preocupando por él y duele perderlo… Al menos los habrás llamado ya ¿no?- él negó con la cabeza, ella abrió asombrada sus ojos- ¡¡Eres un desconsiderado tío!! ¡¡Estarán preocupadísimos!!- le regañó amorosa -No estoy tan seguro como tú- repuso tristemente -¡¿Qué no estarán preocupados?!- repuso tajante y sorprendida -No, que se supere fácilmente un amor -Mira guapito de cara… sé de que te hablo- expuso resuelta y él sonrió divertido por su expresión- Hazme caso, yo estuve en ambos casos y te aseguro que sé muy bien de eso- dijo rotunda y apenada- Perder un amor lo superas… tardarás más o menos, dolerá mucho o algo menos, pero acabarás superándolo… ¡No digo olvidarlo ¿eh?! ¡Nunca se olvidan! Ni si acaban en mal rollo- aclaró cariñosa- pero un hermano… ¡No puedes imaginar lo que duele!- sus ojos se llenaron de lágrimas y Miguel se sintió conmovido por ella, realmente sabía por desgracia de lo que estaba hablando; ella suspiró profundamente y bebió el café- Por favor, hazme caso, llámalos y diles simplemente que te encuentras bien… Será mentirles, pero un poquito solo- se burló divertida y se sonrieron entrañables- Ahora me voy, debo dormir algo o la noche se me hará eterna- explicó amistosa, él la acompañó hasta la puerta cristalera- ¿Me prometes que lo harás? -Te lo prometo- respondió sincero y ella sonrió satisfecha -¿Me prometes otra cosa?- preguntó cariñosa -¡No te pases que no tenemos aún tanta confianza!- bromeó divertido pero ella quedó cohibida- Está bien ¿qué otra cosa? -Recoge algo, solo un poco… ¡Seguro que debajo de todo eso encontrarás más de una sorpresa! ¿No has visto como se ha movido ese jersey solo?- bromeó entrañable señalando un jersey de sobre el sofá, se rieron amenos -¿Algo más?- preguntó divertido -Pues ya que lo dices…- él resopló abatido y ella rió explayada- ¿Vendrás esta noche por el pub?- le preguntó cariñosa -No sé la verdad… ¡Por lo que parece tengo mucho que hacer!- bromeó señalando la casa -¡Eso es cierto, aunque lo digas de broma!- se rieron nuevamente y se fue a su casa corriendo por la playa. Miguel se quedó observándola, sonreía encantado y se sorprendió al darse cuenta de ello.

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