jueves, 21 de noviembre de 2013

Ella se acercó a él por la espalda y le acarició apasionada los imponentes brazos y el velloso pecho -Tienes un cuerpo excitante y provocador- dijo deseosa quedándose abrazada a él reposando su cabeza en su espalda- solo verte deseaba rabiosamente acariciarte, tocarte… ¡Diablos, me ponías a cien coño!- declaró ardiente y se rieron alegres -Pues este cuerpo no da más hasta desayunar algo consistente- bromeó complacido por los halagos, ella sonrió pícara -Eso había que verlo- añadió retadora y vanidosa bajando insinuante su mano hasta la abertura del pantalón -¡Quieta fiera! ¿Quieres acabar conmigo o qué?- replicó solazado apartándole la mano, se rieron solazados y se besaron deleitados - ¡Te salva que también tengo hambre!- repuso de pronto divertida alejándose hacia el frigorífico y prepararon el desayuno -¿Qué vamos a hacer hoy?- preguntó interesado mientras desayunaban -Yo tengo que ir a hacer la compra de la semana ¿Te apetece venir?- le propuso animosa y él asintió con la cabeza pues tenía tortilla en la boca -También tengo que comprar algunas cosas; tengo que reponer bien el frigorífico porque Lidia no tiene fondo; aunque no sé dónde lo mete, la verdad- explicó tranquilo al tragar. Eva se quedó mirándolo sorprendida- ¿Acaso no te dije qué venía?- preguntó desconcertado al verle el rostro sorpresivo -¡Pues no!- repuso enojada -Perdona, se me pasó; llega pasado mañana… Por cierto ¿me prestas el coche? La iba a buscar en la moto pero seguro que viene con una docena de maletas- explicó divertido -¿No pensabas decírmelo?- preguntó extrañada -¡No mi cielo! ¿Cómo crees? Solo que se me olvidó, pero tampoco importa demasiado… ya la verías al llegar- siguió hablando mientras acababa la comida -Y la pobre llega así…- la miró intrigado-… ¡ni un triste recibimiento! -¡Es Lidia, ya está acostumbrada!- repuso entrañable -¡Contigo no me extraña!- comentó tranquila y siguió comiendo -¿A qué te refieres?- preguntó mosqueado y ella sonrió divertida -¡A qué eres un poco raro, Mikel! Llega tu sobrina preferida a la que no ves desde hace meses y estás deseando volver a ver y como si llegara la vecina del cuarto- explicó entrañable y él sonrió divertido- No solo te dejo el coche sino que te acompaño… ¡Si puedo, claro!- bromeó burlona -¡No seas boba! ¡Claro que puedes venir!- se sorprendió él -Daba igual aunque dijeras que no ¡Iba a ir de todos modos!- explicó divertida y se rieron explayados.- ¿A qué hora llega? -El jueves a las siete de la mañana tengo que estar en el aeropuerto -¡Umm… Tendremos que ir directos desde el pub!- él afirmó con la cabeza- Está bien ¿qué hora es? -Las seis y diez -Me voy a casa y vuelvo para ir a la compra- recogió su plato y lo dejó en el fregadero- ¿Recoges tú el resto?- le preguntó besándolo cariñosa en la mejilla, él afirmó- me voy luego- recogió su ropa que seguía ciscada por toda la casa, se la echó sobre el hombro y recogió sus zapatos dirigiéndose a la puerta de cristal -¡¿Vas a ir así?!- le preguntó asombrado, ella se miró de arriba abajo -¿Qué tiene?- lo miró extrañada- Así me da el sol en las piernas y, de paso, me ventilo- repuso pícara subiéndose levemente la camiseta mostrando sus diminutas braguitas, él sonrió divertido- ¡Espabila, que vengo en seguida!- avisó autoritaria y se marchó. Cuando regresó, Miguel ya la esperaba preparado. La miró complacido, llevaba un vestido muy parecido al de la noche anterior; muy vaporoso de finos tirantes ajustado a su esplendoroso cuerpo y muy cortito, apenas le cubrían hasta medio muslo, mostrando sus esbeltas piernas -¿Qué me miras así? -¿Sabes que tienes unas piernas muy bonitas?- comentó pícaro deleitándose en recorrer su mirada por aquellas rellenas y morenas piernas bien formadas -¡Ya lo sé!- repuso divertida- Dí mejor que tú no te fijaras- le reprochó coqueta, él le lanzó una mirada maliciosa al tiempo que la atrapaba entre sus brazos, ella rió deleitada -Sí que me fijara mi brujita, hace tiempo que lo hice… pero aún no te lo dijera- declaró y se besaron deleitados Hicieron la compra entretenidos. Miguel empujaba desganado el carro mientras ella recorría una y otra vez los pasillos escogiendo los productos, como una pareja normal. Eva intentó coger un bote de mermelada que estaba en el último estante, se estiró para cogerlo y el vestido se le subió dejándole los muslos completamente a la vista, apenas rozaba el empiece de los glúteos; Miguel la miraba encandilado mientras sonreía pícaro -¿Quieres dejar de mirar y echarme una mano?- replicó ella alterada, Miguel sonrió burlón y se le acercó por la espalda, la sujetó por la cintura y adhirió apasionado su cuerpo al de ella- ¿Dónde quieres que te eche la mano mi gatita?- le susurró meloso al oído, subió la mano y atrapó suavemente un pecho- ¿Aquí?- preguntó malicioso bajando despacio la otra acariciando el cuerpo de Eva mientras ella sonreía encandilada, la deslizó descarado entre sus muslos- ¿O aquí?- la besó en el cuello ardoroso -Allí- murmuró zalamera señalando el bote pero con los ojos entrecerrados, extasiada por aquellas excitantes caricias; él lo recogió con la mano que sostenía su pecho pero siguió atrapando su entrepierna y besándola ardiente por el cuello, Eva se volvió y se besaron dulcemente deleitados. Adhiriendo sus cuerpos hambrientos. Ella miró por el rabillo del ojo que una mujer los observaba desde la nevera de los lácteos- Mikel, nos están mirando- susurró divertida sobre los labios de Miguel -Pues que no se ponga tonta porque mis besos solo son para ti- bromeó chistoso, se sonrieron divertidos y se separaron desganadamente. Siguieron dirección la mujer y Eva se detuvo a escoger también yogures -Hola Eva- saludó la mujer entrañable mientras les sonreía amena -Hola Marta ¿cómo le va?- respondió ella amable -No tan bien como a ti por lo que veo- bromeó maliciosa alejándose. Ellos se rieron divertidos y se fueron a caja. -Hola Miguel- le saludó coqueta la cajera deleitándose en observarlo de arriba abajo descaradamente, él le sonrió amistoso; miró déspota a Eva- Hola a ti también Eva- añadió desganada -Hola- respondió amable pero distante colocando las cosas sobre la cinta sin apenas mirar a la muchacha, Miguel detectó la tirantez entre ellas -Ya me enteré que Fran se fue- comentó mientras pasaba los productos por el lector de barras -Ya, lo suponía- remarcó mordaz pero la muchacha hizo caso omiso al tono satírico de Eva -¿Volvió con sus suegros, no?- siguió indagando despreocupada -¿Preguntas o afirmas?- respondió sarcástica, se miraron mordaces pero nada más se dijeron, Miguel las observaba desconcertado -Entonces… ¿Ahora estás sola en el pub?- siguió indagando pero la mirada maliciosa que le lanzó a Miguel indicaba que sabía la respuesta, Eva la miró fastidiada -¿Para qué preguntas si ya sabes que está allí Mikel, Iria?- respondió encrespada, la muchacha la miró sonrojada- ¿Qué es lo que realmente quieres saber?- le preguntó directa y duramente -¡Nada, mujer! ¡Que humor traes hoy!- repuso díscola, Miguel ahogó una risa guasona pero observó que Eva ya estaba furiosa e iba a saltarle como una fiera -Mi vida, nos olvidamos el helado y Lidia lo devora a todas horas- intercedió amoroso besándola en la sien para aplacarla- ¿vas tú a buscarlo mientras yo pago?- ella le sonrió feliz por su intervención tan mimosa dejando claro que estaban juntos -Claro cielo ¿algo en especial?- preguntó tierna -No, devora cualquier cosa con tal de que sea helado y de chocolate- aclaró resuelto y se rieron alegres, Eva se alejaba pero él la detuvo sujetándole suavemente del antebrazo- ¡Ey ¿qué?!- protestó juguetón, ella sonrió gustosa y lo besó amorosa en los labios -¿Todo junto?- interrumpió la muchacha -Sí, claro; todo junto- respondió Miguel sonriendo ameno y Eva se alejó a por el helado. Regresó con dos vasos grandes de litro. Miguel le dio la tarjeta a la muchacha que la pasó por la máquina y se la devolvió sonriendo halagadora. -Ya nos veremos- repuso melosa la muchacha cuando salían del súper -¡Seguro!- respondió fastidiada Eva, Miguel sonreía ameno -¿Se puede saber qué te hizo la pobre muchacha?- preguntó cariñoso abriendo el maletero -¡¡No la soporto!! ¡¡Es una cotilla irremediable!! Sabe la vida de todo cristo- declaró molesta metiendo una de las bolsas dentro del maletero- Además de descarada y resbalosa… ¡”Hola Miguel”!- repitió cínicamente poniendo una voz cursi, Miguel se echó a reír recreado- ¡No te rías ¿eh?!- repuso indignada -¿Estás celosa mi brujita linda?- bromeó burlón riéndose gustoso, ella lo miró incomodada -No- respondió tajante pero sus ojillos ya verdosos de la rabia indicaban lo contrario, él volvió a reírse divertido- pero ¡¿No has visto que manera más descarada de insinuársete?! ¡¡No tiene vergüenza!!- declaró mortificada -La verdad es que no cielo- le contestó sincero, ella lo miró desconcertada y él sonrió franco- no me interesa para nada ni me preocupa lo que esa pueda querer mi brujita linda- añadió tranquilo retirándole de sus manos las últimas bolsas besándola dulcemente en los labios- Mira si me importa algo que no sé ni como se llama, ni siquiera me fijé como es… ¡Si la vuelvo a ver fuera de aquí ni la reconoceré! -¡Pues no te preocupes, que la verás muy a menudo a partir de ahora!- declaró furiosa cerrando de golpe el maletero, él la miró intrigado- Verás como no va a faltar ni una sola noche al pub ¿qué me apuestas?- comentó fastidiada, Miguel se rió de nuevo y la abrazó apasionado besándola tierno en la frente -No me estés celosa y guarda esas uñas mi gatita pelirroja, si yo solo tengo ojos para ti mi brujita preciosa- declaró enamorado, ella sonrió encantada y se besaron apasionados.

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