martes, 12 de noviembre de 2013

La camarera se acercó a su mesa para servirles a unos hombres de a lado que ya estaban algo bebidos. Uno sujetó a la mujer por la cintura y la apretó contra él intentando besarla pero ella se apartaba asqueada -¡Dame un besito Eva, anda se buena!- el nombre también le sonaba a Miguel -Estate quieto de una vez- le decía tajante, lo empujó y logró alejarlo, él volvió a intentar agarrarla pero ella le dio una fuerte palmada en la mano- ¡las manos quietas, que después van al pan!- le dijo cortante -¡No seas así…Solo un besito mujer!- la volvió a coger e insistió en besarla, ella parecía realmente incómoda mientras los compañeros del descarado reían burlones -¿Por qué no la dejas en paz de una puta vez?- repuso tajante y serio Miguel, ellos lo miraron desafiantes pero Miguel no se acobardó- Esto es un pub, el bar que buscas estás más adelante -¿Alguien te dio vela en este entierro, tío?- le contestó provocador el hombre que insistía con la camarera. Miguel encendió otro cigarrillo sereno y le mostró al hombre su botella de cerveza vacía -Mientras la estás molestando y manoseando, yo estoy sin bebida colega… ¡Y cómo yo, muchos otros clientes!- señaló al personal con la botella que los observaba alertados -¡¿Pasa algo ahí Eva?!- preguntó inquieto el camarero desde la barra elevando la cabeza para ver que ocurría -No Fran, todo está bien- le contestó serena- ¿verdad Héctor?- instó al hombre con mirada incisiva, el tío soltó a la camarera por fin. -Tienes muchos defensores aquí, sería mejor quedar algún día fuera ¿no crees?- le dijo sarcástico el hombre mientras se reían guasones todos los del grupo -¡Claro hombre! Espera aquí, que ahora mismo te traigo mi dirección- contestó sarcástica y se alejó de ellos -¿A qué te espero a la salida un día de estos?- la amenazó pero ella no repuso nada. El grupito rió divertido Le trajo otra cerveza a Miguel -Gracias- le susurró sonriéndole agradecida- Pero te aviso que esta es la última por hoy- le dijo tajante sin dejar de sonreír -¿Qué? ¿Ahora eres mi madre acaso?- le preguntó burlón -No, después de la cuarta consumición procuro ser vuestra conciencia- repuso divertida y se sonrieron- A esta invito yo De pronto la recordó… ¡¡era la chica de la cafetería!! -¡A ti te debo una comida!- dijo de pronto divertido -¡Por todos los diablos! Estáis todos pesaditos hoy ¿eh?- repuso fastidiada -No en serio, no me quisiste cobrar el día que llegué y comí en tu cafetería… que por cierto, regresé como prometí pero la habíais cerrado- ella le observó fijamente y sonrió franca y alegre -¡Ah, ya me acuerdo de ti: el perrillo abandonado!- dijo entrañable, él la miró confundido y ella rió divertida- perdona, perdóname… pero estabas tan sucio y famélico que me recordabas a un perrito callejero- ambos se sonrieron amenos- La verdad es que realmente has mejorado algo… no mucho, no te vamos a hacerte la ola ni nada de eso, pero algo sí- bromeó y se rieron cordiales -Volví para agradecértelo pero ya nunca nos encontramos -Es que solo fui a limpiar, mi sitio es este… ¿Te has quedado o vuelves a estar de paso? -Me quedé un tiempo, no sé por cuánto -Me alegro- se sonrieron nuevamente- Espero vernos más a menudo- dijo amistosa y se alejó a seguir su trabajo. Miguel se quedó observándola trabajar. Su pelirroja melena rizada la llevaba en una alta coleta que se bamboleaba al ritmo de su caminar, se movía ágil y rauda con la bandeja cargada entre la multitud sin perder nunca aquella bonita sonrisa y sabía torear muy bien las bromas pícaras de algunos clientes aunque no se le pasó por alto que el camarero no la perdía de vista tampoco a pesar de estar atendiendo con precisión la atestada barra -¡Por todos los demonios! Hoy es el día de los gilipollas y todos acabaron aquí- la oyó decir sarcástica detrás de él y miró curioso de soslayo. Le hablaba a un hombre sentado solo a una de las mesas que sonreía dolido -Yo también me alegro de verte Eva- repuso irónico y ella hizo una mueca de desagrado -¿Qué haces aquí Ben?-reclamó fastidiada -¿Esto es un pub, no? Vengo a tomar algo- respondió esquivo -Pues pide o vete; no quiero problemas- habló seria y duramente -Creí que no tendría que recordarte lo que bebo… antes tenías mejor memoria- seguía hablándole sarcásticamente -Procuro olvidar lo que me desagrada y no me importa- declaró burlona y él esbozó una leve sonrisa -Un vodka con hielo- pidió sencillamente y ella se alejó en dirección a la barra. Miguel aún lo observó unos minutos más. Era un hombre más o menos de su edad, entre los 40 y los 45; moreno, tanto de tez como de cabello; fuerte, su ancho pecho y sus musculosos brazos se percibían a través de la camisa roja que llevaba. Miraba fijamente a Eva, no le sacaba ojo de encima. Miguel también la buscó, ella había pasado dentro de la barra y le estaba hablando al oído al camarero mientras éste no perdía de vista con gesto molesto al hombre que se sentaba detrás de Miguel. Pudo detectar, por el gesto de la muchacha sujetándole firme el brazo al camarero, que intentaba calmarlo. Miguel lo vio servir el vodka en un vaso ancho muy lleno de hielo picado y acercarse -Aquí tienes tu vodka con hielo- le habló duramente el camarero- tómatelo rapidito y lárgate… No quiero problemas aquí dentro Ben, no me obligues a echarte -Vale hombre, tranquilo; me lo tomo y me voy- respondió déspota el hombre sorbiendo de su vaso- así no sé como vas a mantener la clientela… -Clientela como tú por aquí, sobra- declaró tajante y regresó a la barra. Desde aquel momento, Eva se quedó detrás de la barra y el camarero servía las mesas. Miguel acabó su cerveza y pidió otra agitando la botella en el aire, el camarero asintió con la cabeza -¡A esa mesa no se sirve más, Fran!- gritó ella desde la barra sorprendiendo a ambos que la miraron desconcertados, ella sonrió alegre- ¡ya te lo he dicho motero, era la última o vuelves a casa andando!- aclaró tajante -¿Y un café?- le preguntó asombrado y ella sonrió entrañable -Solo y sin azúcar ¿verdad?- repuso divertida volviéndose hacia la cafetera -Es increíble ¿verdad?- repuso cariñoso Fran y se sonrieron los dos El camarero le trajo el café en un vaso de llevar que Miguel se tomó en apenas dos tragos, miró su reloj que marcaba las tres y se fue del pub despidiéndose de ella agitando ambos sus manos Se fue en la moto hasta otro bar de carretera. No estaba tan concurrido pero le llegaba bien también. Miguel pidió una cerveza y allí se entretuvo durante un rato. Pero el café que Eva le sirviera le había chafado el subidón. A pesar de que se tomó tres cervezas más no hubo manera. Anunciaron el cierre y Miguel se fue a casa. Al pasar ante el pub donde trabajaba Eva, observó que estaba todo ya apagado. También cerrara. Siguió camino pero al pasar junto al aparcamiento la vio que intentaba dirigirse hacia un coche amarillo allí aparcado pero un hombre insistía en detenerla sujetándole por el brazo aunque ella braceaba para desasirse de él. Desaceleró la moto sin perderla de vista vigilando la escena y de pronto el hombre la sujetó por ambos brazos y la zarandeaba bruscamente delante de él. Miguel, sin pensárselo, le dio la vuelta a la moto derrapando y se acercó a ellos -¡¿Qué pasa aquí?!- gritó levantando la visera del casco, la muchacha lo miró angustiada y el hombre sorprendido -¿Qué cojones pintas aquí? ¡Lárgate que esto no va contigo!- le bramó furioso pero él observaba la mirada de Eva que le suplicaba ayuda con sus ojos -Suéltala inmediatamente- reclamó tajante quitándose el casco y descendiendo de la moto -¿Por qué no te largas imbécil?- expuso asqueado- aquí no pintas nada, esto es entre ella y yo -Eso dices tú- respondió rotundo y miró a la muchacha- ¿Eva?- le preguntó únicamente mirándola a los ojos y ella le clavó una mirada completamente aterrada indicándole que no se fuera- Pues, lo siento, pero parece que no va a ser así amigo; Eva no está por la labor de hablar contigo y no voy a dejarla sola- aclaró rotundo interponiéndose entre ellos, aquel tipo le miraba con los ojos cargados de ira; Miguel le sujetó fuertemente la mano que seguía aferrada al brazo de Eva y lo obligó a soltarla. Le costó bastante, el tipo estaba fuerte, pero al final cedió. Así ella se vio libre del apretón, se acarició dolorida el antebrazo cobijándose tras el cuerpo de Miguel, se veía que le tenía realmente miedo a aquel tipejo- ¿Estás bien?- ella asintió con la cabeza- pues vete, yo me quedo charlando con este tipo un ratito- el hombre sonrió cínicamente clavándole una mirada entre satisfacción y furia contenida -¡No!- gritó aterrada ella sujetándose a la cazadora de Miguel que la miró desconcertado- Vente conmigo, por favor… es mejor déjalo- le suplicó atemorizada -Pero…- intentó protestar Miguel pero su mirada aterrorizada lo acalló -Por favor- remarcó llorosa- déjalo estar, vámonos -Está bien, como tú quieras- expuso Miguel confundido- ¿Este es tu coche?- le preguntó amistoso, ella asintió con la cabeza- Pues vale, yo te sigo Salió del aparcamiento tras su coche en dirección a la ciudad mientras aquel hombre los observaba parado sin moverse en el aparcamiento. Ya llegados al centro de la ciudad, ella paró en el arcén y Miguel detuvo la moto a su lado -Ya está, gracias; ahora puedo continuar sola- le habló calmada esbozando una agradecida sonrisa -Como quieras, pero no me cuesta nada acompañarte a casa- declaró cordial y ella le sonrió más abiertamente -De verdad que ya no es necesario, a partir de aquí puedo seguir ya sola -De acuerdo, tú misma- repuso tranquilamente; se bajó la visera del casco, la saludó con la mano y apretó la velocidad hasta casa.

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