martes, 26 de noviembre de 2013

Lidia hablaba animada y orgullosa con el resto de chicos, por la dirección de sus miradas, Miguel sabía que hablaban de él. Se acercaron todos a la barra, felices -Ey Doc, Richi está ya bien; nos acaba de llamar su hermana- le dijo uno de los chicos alegre -Me alegro- contestó amable -Gracias tío, eres un tío genial- repuso otro ofreciéndole su puño en forma de saludo, Miguel se lo chocó animado -Tío Miki, me quieren llevar a un sitio que dicen que está genial antes de irme ¿puedo ir?- preguntó Lidia animada, él la miró sorprendido -¿Desde cuando pides tú permiso?- bromeó extrañado y todos se rieron -Es que es algo lejos- comentó una de las chicas- puede que no lleguemos antes del mediodía -¡Y más bien!- añadió otro muchacho -Sabes que a las cinco sale tu avión ¿verdad?- le recordó cariñoso y ella asistió con la cabeza -Lo tengo todo listo ya tío Miki- le aseguró animada -Y estaremos de vuelta a tiempo Doc, te lo prometo- aseguró otro de los muchachos -Pues yo que voy a decir… ¡Ir con cuidado!- se rieron encantados y se alejaron hacia la salida- ¡Te cuidas, preciosa!- le gritó y ella se volvió sonriendo dichosa -¡Siempre!- salió con el grupo del pub. -Ponme dos cervezas y tres whiskys- le pidió Eva que se acercara a la barra, él le sonrió cariñoso- ¿A dónde van?- le preguntó sonriendo también aunque más levemente -No sé, no lo dijo- le contestó sirviendo las bebidas -¿Saben algo de Richi? Se les veían más animados -Ya está mejorando, les llamó su hermana- se sonrieron complacidos y ella se fue a servir la mesa. La clientela se fue marchando. A las cuatro y media no quedaba nadie y Eva echó el cierre. Se sentó en un taburete a la barra, Miguel notó que estaba cansada -¿Quieres una cerveza?- le preguntó cariñoso -No, hoy no…Dame mejor un poco de whisky- él la miró extrañado y se lo sirvió, ella le dio un buen trago- ¡Me estaba haciendo falta! ¿Me invitas a un cigarrillo?- repuso y él la miró sorprendido -¿Pero tú fumas?- indagó extrañado, ella lo miró fijamente -Fumaba… Todos guardamos algún secreto ¿no?- replicó sarcástica, él esquivo su mirada sin decir nada y le entregó la cajetilla Ella prendió un cigarrillo con una profunda calada y exhaló el humo con precisión- Menuda noche ¿no? ¡Qué susto con el pobre Richi!- añadió preocupada -No fue más que eso, un susto- dijo evasivo y siguió recogiendo la loza -¿Por qué no me dijiste que eras médico Mikel?- preguntó resentida -Ya no soy médico- respondió cortante -¡Ah, claro, eso se toma y se deja como el tabaco ¿no?!- dijo irónica y bebió otro trago del whisky- ¡Pues menos mal que el “ya no médico” estaba aquí hoy o Richi estaría muerto! -Eso lo atendía cualquiera- respondió desganado -¡También, claro! ¡¡Cómo no!!- seguía sarcástica- ¿Cuántos éramos esta noche aquí? ¿20, 30 personas? ¡Nadie hacía nada, Mikel! -¡¿A dónde quieres llegar Eva?!- repuso enojado enfrentándola con la mirada -¡¡ ¿Por qué reniegas de lo que eres?!!- le gritó indignada -¿Y qué soy?- preguntó desalentado -¡¡Eres un magnífico médico, amor!!- contestó orgullosa y apasionada -Eso no es cierto… Solo es un título en la pared que no sirve para nada- dijo desalentado y se fue al reservado a buscar una caja de cervezas para rellenar la nevera. Ella se quedó desalentada, sabía que estaba refiriéndose a Emma. Lo siguió rápida y lo intercedió en la puerta del reservado pues ya regresaba cargando una caja. Él la miró atormentado, ella orgullosa -¡Mi vida, acabas de salvarle la vida a un chico!- le dijo llena de pasión, él no le contestó. Se acercó a él y le sujetó amorosa la cara entre sus manos- Y el mes pasado a Paquillo solo con oírlo toser… Corazón, eres un buen médico; un magnifico médico mi vida… salvas vidas amor mío ¿qué cosa más maravillosa hay? -¡¡No sirvió de nada que yo fuera médico!! ¡¡No pude salvar a la mujer que amo!!- repuso lleno de ira mirándola con ojos cargados de dolor. Eva sintió una punzada en el corazón al oírlo hablar con tanto sentimiento, Emma seguía entre ellos y ella no podría luchar contra aquello… No dudaba que Miguel la quería… pero seguía amándola a ella. Tomó aire profundamente reponiéndose del tremendo golpe que acaba de sufrir. -¡¡No podías hacer nada, Miguel!! ¡¡Déjalo ya!! ¡¡No sigas fustigándote mi amor!!- le gritó crispada, él se quedó frío al oírla llamarle por su nombre- ¡¡Nadie podía ¿Acaso eras tú solo el qué estabas allí?!!- preguntó irónica- ¿No, verdad? ¡Había muchos más y nadie podía hacer nada!... ¡Échale la culpa a lo que quieras: a la vida, la suerte, el karma, a Dios…! pero no a ti cielo mío ¡¡reacciona de una vez Miguel!! -¡Guau! ¿Desde cuándo ya no soy Mikel?- bromeó él entrañable -¡Eres… idiota!- le respondió dulcemente sonriendo divertida. Lo besó amorosa en los labios y él le correspondió de igual manera -¿Y qué quieres que haga luego mi brujita bella?- le preguntó serenamente -Que retomes tu puesto, mi vida- declaró esperanzada -¡De eso ni hablar!- contestó rotundo -Mikel… -¡He dicho que no Eva!- remarcó categórico y la apartó suavemente con la caja que aún sostenía en las manos, se fue a la barra comenzando a rellenar las neveras. Ella lo siguió contrariada -¿Por qué no?- le preguntó intrigada, él la miró sorprendido -¡No pienso alejarme de ti!- respondió tajante, ella sonrió plácida -Me iré contigo, nada me retiene aquí- resolvió despreocupada -¡No!- bramó rotundo, Eva volvió a sentir otra opresión en el pecho por aquel rechazo -¿No quieres… que vaya contigo?- balbuceó sobrecogida -¡No, por Dios Eva! ¡¿Cómo se te ocurre tal cosa cielo mío?!- la tomó entre sus brazos y la besó apasionado en el pelo mientras ella recostó amorosa su cabeza sobre su pecho- si te quiero con locura mi vida, y te estoy diciendo que no soportaría estar lejos de ti… Pero no me pidas regresar- la volvió a besar en el pelo y regresó a su trabajo -Pero ¿por qué?- insistió tozuda -¡¡Eva, por favor te lo pido!!- repuso dolido, disgustado; sus manos se aferraban fuertemente a los bordes de la nevera. Ella le acarició amorosa el pelo, lo miraba desconcertada- No puedo volver a allí, a dónde ocurrió todo… no puedo volver a ese hospital donde sufrió tanto para nada… ¿Es que no lo entiendes?- ella lo miró abrumada comprendiéndolo todo -Claro mi amor, te entiendo perfectamente; perdóname- respondió melancólica- No volveremos por allí nunca jamás… ¡Jamás de los jamases!- bromeó rotunda, se sonrieron entrañables y se besaron amorosos- Que envidia me da Emma- le dijo acariciándole los labios con los suyos- Solo deseo que algún día me ames a mí la mitad que a ella- él le sonrió dichoso -Vas por buen camino, sigue así- bromeó jocoso, la abrazó apasionado y se besaron entregados. Las semanas pasaron tranquilas, no volvieron a hablar del tema de volver a la medicina; aunque la clientela ahora le llamaba Doc en vez de Mikel como solían hacerlo. La boda del sobrino de Miguel se aproximaba, se lo recordaban diariamente Lidia y Julia pero no insistían en que fuera; tampoco Eva le decía nada. Como muchos martes, sobre todo a primeros de mes, Eva iba a encontrarse con su madre. Pero aquel día él la acompañó; quedaron en un restaurante y comieron juntos. A Miguel le pareció una mujer maravillosa; era cariñosa, dulce y muy agradable. Eva se parecía a ella aunque Bárbara, su madre, no tenía aquellos ojos castaños claros con vetas verdosas sino grises claro. La encontró delgada de más y su vista apagada -¿Se ha hecho alguna revisión últimamente Bárbara?- indagó despreocupado pero Eva lo miró alarmada -¿Qué pasa Mikel?- preguntó inquieta tomándole la mano de sobre la mesa -Nada cielo, solo que está muy delgada y sus ojos apagados: tiene anemia, nada más; tranquila- habló sereno besándole amoroso la mano, ella sonrió más calmada -Pues sí, ya estoy tomando hierro pero gracias Mikel- agradeció complacida la mujer -Bien, muy bien, no olvide de tomarlo- repuso desenfadado y siguieron comiendo- ¿y cómo va su esposo?- se arriesgó a preguntar. Eva se levantó de la mesa de un impulso sobresaltándolos y, sin decir nada, se fue al baño ante la mirada desconcertada de Miguel aunque su madre bajó la cabeza a su plato. Miguel observó el rostro abatido de la mujer- Lo siento- se disculpó oprimiéndole suavemente la mano sobre la mesa, Bárbara le sonrió resignada -No pasa nada, ya estoy acostumbrada- repuso serenamente, tomó aire profundamente- Tiene cáncer de hígado, hijo… le queda poco ya… Lo bueno es que ya no tiene dolor- le comentó la mujer serena y afectuosa -¿Morfina ya?- indagó y ella asintió con la cabeza- ¿En parches?- siguió indagando, Bárbara negó con la cabeza- Ya… ¿No hay nada que hacer, verdad? -No, ya está muy extendido…- añadió cordial, le sonrió cariñosa- como ya sabrás, ese no da señales -Sí, cuando se detecta ya es tarde en la mayoría de los casos -Pues luego para qué más hablar, hijo- suspiró calmada, Miguel le agarró cariñoso la mano y ella le sonrió dulcemente. -¿Está en casa?- preguntó mirándola enternecido, ella asintió con la cabeza- ¿Tiene usted alguna ayuda?- denegó de nuevo- ¿Quedó solo? ¿No hizo preguntas? -Quitando la hora escasa que a los viernes voy al cementerio aprovechando su siesta, únicamente lo dejo solo una vez a la semana y sabe que es para encontrarme con mi pequeña… Ni pregunta ni comenta nada a mi vuelta; son tan parecidos, Miguel… tan… padre e hija- explicó desenfadada y ambos se sonrieron amenos -Si necesita algo, cualquier cosa, no dude en pedirla ¿de acuerdo? -Claro hijo, gracias- respondió la mujer agradecida dándole suaves palmadas a la mano de Miguel. Eva regresó a la mesa y los observó detenidamente -¿Acabasteis?- indagó pero ellos no contestaron- estupendo- resolvió y se sentó de nuevo en su asiento. Siguieron charlando tranquilamente. -Mamá, he hecho algo…- musitó acobardada así Miguel las dejó solas mientras iba a pagar, su madre la miró intrigada a los ojos- he dejado los anticonceptivos… -¡¡Eso es maravilloso cariño mío…!!- explosionó su madre entusiasmada -¡Chisss, por Dios!! ¡¡Baja la voz!!- le recriminó rauda observando muy nerviosa a Miguel que seguía en la barra sin al parecer haberse dado cuenta -¿Qué pasa hija? ¿Acaso él no lo…?- pero solo con la mirada inquieta de su hija ya entendió todo- ¡¡Santo Dios hija!! ¡¿A sus espaldas?! ¡¿No le has consultado antes de hacerlo?!- Eva no contestó, solo bajó la mirada abochornada- Pero cielito…- su hija la miró inquieta mordiéndose nerviosa la mejilla por dentro- bueno, tú sabrás mejor que yo en qué punto está vuestra relación cielo… si crees que es el momento y él quiere dar ese paso…- hablaba animosa -Yo sí quiero y es el momento para mí- repuso contundente, su madre la miró descolocada- estoy a punto de cumplir los 38 años mamá, se me está haciendo tarde para ser madre por primera vez y quiero serlo; deseo serlo- remarcó dichosa, su madre sonrió deleitada- no puedo esperar más… -Pero sabes al menos que a él le gusta la idea ¿verdad?- Eva la miró desconfiada comprendiendo que no tenía ni idea de lo que él opinaba al respecto- ¡¡Eva!! ¿Y si él no quiere tener hijos? -Pues ahí se queda mamá, el hijo será mío y punto- exclamó decidida dejando boquiabierta a su madre- yo quiero ser madre y voy a serlo, aunque eso signifique que nos dejemos Miguel y yo -Pero hija…- Miguel regresaba a la mesa- solo espero que no estés cometiendo un grave error y acabe pesándote cielo mío- murmuró preocupada y la conversación quedó zanjada

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