viernes, 15 de noviembre de 2013

-¿Otra mientras limpio?- preguntó incorporándose y sin preguntar sobre aquel comentario que él había dicho -No, ya está bien así- le sonrió franco y ella le correspondió amable, le quiso pagar la cerveza pero ella no aceptó -Te hago un trato- dijo ante su insistencia- No te cobro si tú me esperas a que salga ¿va el trato?- le ofreció la mano para sellar el acuerdo, Miguel sonrió divertido y le estrechó la mano conforme; tenía una piel suave y cálida- ¡Acabo en un momento!- se fue a recoger la escoba al trastero y comenzó a recoger las sillas y banquetas colocándolas sobre las mesas. Miguel la ayudó entretenido, mientras ella aprovechó para comenzar a barrer. Miguel se sintió bien en su compañía, divertida y entretenida, bromeaba de todo haciéndolo reír. Acabaron demasiado pronto para gusto de Miguel y salieron del bar, la acompañó hasta el coche -¿Te invito a un café en casa? ¡Ya tengo azúcar y leche!- declaró satisfecho y ella sonrió divertida- Y algo de comer ya hay también- añadió socarrón -De acuerdo, si ya hay algo de comer…- respondió animada y se metió en el coche, la oyó arrancar mientras él se dirigía a su moto. La siguió todo el camino y aparcaron delante del jardín de la casa de Miguel. Sin perder ni un momento la sonrisa entraron en la casa- ¡Caray chico, vaya cambio!- se sorprendió ella al ver la casa limpia y recogida, él sonrió encantado- ¡Mira tú! ¡Había un televisor y todo!- bromeó burlona y se rieron entrañables- ¡Venga, va! ¡Dímelo! ¿Cuánto te cobró?- preguntó siguiendo a Miguel a la cocina, él la miró sorprendido- ¡La asistenta que hizo este buen trabajo ¿cuánto te cobró?!- dijo burlona -¡Ey, que mi madre enseñó bien a sus hijos!- repuso divertido pero sincero -¡Caray, un hombre que sabe hacer las tareas domésticas! ¿Quién lo diría ayer, no?- se burló chistosa y se volvieron a reír- ¡Sorprendente, también había un aparato de música debajo de la mierda!- dijo burlona acercándose al aparato- ¿Puedo poner algo de música?- pidió amable y él asistió preparando la cafetera eléctrica; la suave música comenzó a sonar por la casa mientras Eva se retiraba las altas sandalias y regresaba a su lado moviéndose rítmicamente al son de la música y soltándose el cabello que llevaba prisionero en un pasador. Su melena pelirroja cayó como una cascada sobre sus hombros. Él la observaba entretenido al tiempo que servía el café en los tazones -¿No estás cansada después de estar toda la noche de un lado a otro?- preguntó intrigado -No… por eso paseo por la playa al llegar a casa, llego tan cargada de energía que necesito desconectar antes de irme a la cama o no podré cerrar los ojos- se sonrieron divertidos, Miguel le entregó su tazón y le puso el azucarero con la leche cerca del tazón. Ella sonrió entrañable y se sirvió dos cucharillas de azúcar, cortó el café con un chorrito de leche- ¡Umm..., este sí que está bueno!- repuso agradecida y dichosa. -Gracias- contestó Miguel satisfecho- ¿Quieres algo para acompañarlo? ¿Galletas, bizcochos,… algo más consistente? Hay de todo- invitó amable y ella le sonrió alegre -¡Caray, todo un cambio de ayer a hoy! De no haber nada a tener de todo- bromeó amena y él sonrió divertido- No gracias, esta noche pudimos cenar algo pues, como ya te comenté, no hubo mucha gente -Está bien- bebieron de sus respectivos cafés- ¿Y qué? ¿Eres de aquí? -No… tampoco- contestó serena -¿Y cómo viniste a dar tú a este paraje?- ella lo miró divertida y sonrió alegre, Miguel observó que tenía una bonita sonrisa y pudo apreciar mucho mejor aquellos maravillosos ojos que también sonreían brillosos y llenos de vida… Era linda, muy linda -Un día cogí mi mochila y eché andar acabando en Santa Marta de casualidad- expuso recreada -¡Venga ya! ¿Te estás burlando?- exclamó Miguel fastidiado y ella soltó una carcajada alegre -¡No, de verdad! No me burlo, nunca lo hago- declaró sincera sin dejar de reír- Vivía en el interior junto a mi familia, un día…- se calló y su rostro se ensombreció, Miguel la observó intrigado pero ella volvió a sonreír iluminándose de nuevo su dulce y pecoso rostro- un día pasó algo y ya no soportaba más estar allí, así que, recogí mis cosas en mi mochila y me eché al camino; haciendo autostop llegué a aquí y vi el cartel de que necesitaban camarera en el pub… Me dije ¿y por qué no? y aquí sigo desde hace tres años -¿Así que una fugitiva también?- bromeó entrañable y ella sonrió divertida -Más o menos- repuso apacible -¡¡Mira tú quién me fue a dar clases de civismo!!- se burló cariñoso -¡¡Ey, yo hablo todas las semanas con mi madre, chaval!! Y ella siempre supo por donde andaba- protestó eufórica y se rieron amenos -¿Y de quien huyes tú?- indagó curioso, aquellos ojillos chispearon levemente intensificando su verdor, aunque fue apenas una fracción de segundo y Miguel no pudo captar si fuera dolor o rabia- ¿Acaso de Ben? -Ben me importa bien poco- expuso resuelta y guardó silencio unos segundos, aquella sombra regresó y Miguel comprobó que eran ambas cosas: lo que estaba pensando le causaba dolor pero gran rabia también; suspiró profundamente y le sonrió suavemente- mi hermano acababa de morir y tenía que alejarme de mi padre, un capullo integral que no merece vivir- aclaró serena, Miguel la miró impresionado, hablaba con tanta serenidad a pesar que sus ojos se cargaron de una rabia infinita volviéndose casi verdes- Bueno, me tengo que ir- repuso decidida levantándose del taburete, Miguel sintió una desazón extraña al oírla; Eva se dirigió al sofá, recogió sus sandalias y su bolso abriendo seguidamente la puerta corredera para sorpresa de Miguel -¿Vas a ir paseando por la playa?- indagó curioso -Sí claro- respondió resuelta descolocándolo -¿Y el coche?- expuso confundido y ella rió amena -Qué más da que duerma ahí o un poco más arriba, mañana lo recojo- expresó desenvuelta- hasta mañana Mikel- se volvió a despedir saliendo por la puerta corredera -¡Espera!- la detuvo raudo, no quería que se fuera aún; ella lo miró intrigada- déjame acompañarte, me apetece andar también- expuso decidido y, sonriéndose alegres, salieron a la terraza. Caminaron sobre la arena húmeda en dirección a las viviendas altas que se divisaban al fondo de la playa. Iban caminando en silencio, uno junto al otro -Bueno ¿Y qué te dijeron?- preguntó ella de pronto mirándolo interesada -¿Quién?- expresó confundido -Pues quien va a ser Mikel ¡¡tus hermanos!!- repuso solazada y ambos rieron amenos -¡¡Aahh!! Solo hablé con mi hermana y estaba muy preocupada… ¡¡No me había dado cuenta de que llevaba tanto tiempo fuera de casa ya!!- comentó asombrado -¿Y de cuánto hablamos? -¡¡Cinco meses!! -¡¡Jolín, estarían desesperados!!- repuso pasmada- Pero ahora estarán tranquilos… ¿Los llamarás más a menudo, no? -Sí, además ahora Julia ya tiene mi teléfono y, si me despisto, ella llamará en seguida- se volvieron a sonreír -¿Cuántos hermanos sois?- curioseó animada de nuevo -Tres, Diego que es el mayor; Julia y yo- ella movió la cabeza amena sonriendo con ternura -¿Y os lleváis todos bien?- curioseó interesada -Sí- declaró franco y sincero- Bueno, con la que me trato más es con Julia pero nos llevamos muy bien los tres -Como debe ser- remarcó decidida y se sonrieron amenos -¿Y tú? ¿Cuántos tienes? -Solo a Dani- habló resuelta sonriendo feliz pero, de inmediato, su rostro ensombreció y sus ojos se llenaron de tristeza; esquivó la mirada intrigada de Miguel y se detuvo observando el cielo enrojecido que anunciaba el amanecer- Me encanta este momento- murmuró deleitada, él también lo observó- me encanta ver el cielo enrojecido del fragor de la ardua batalla que mantiene la noche y el día para ver quien sale victorioso- explicó complacida y él sonrió seducido por aquella curiosa explicación -¿Y quién gana?- expuso embelesado mirándola tierno, Eva era descarada y resuelta pero al tiempo con la inocencia de una niña cálida y dulce -Una veces la noche, otras el día… pero sospecho que hoy será el día quien saldrá victoriosa- respondió resuelta y ambos se sonrieron alegres quedándose observando cómo el día ganaba aquella batalla aunque parecía costarle tremendamente pues fue un amanecer lento pero realmente precioso -Bueno, he acertado- exclamó así el azul dominó ya casi todo el cielo y se dirigió al edificio de tres plantas tras ellos cruzando el patio que llevaba a la entrada trasera, él le sujetó galante el portal para que entrara -¿Y te vas a ir sin contarme por qué te peleaste con tu padre o de qué murió tu hermano?- preguntó intrigado y ansioso de retenerla, no quería que se fuera aún. Ella lo miró fijamente, pícara y divertida -Yo ya conté bastante ¿no crees? ¿Me vas a contar tú por qué huiste de tu casa o a qué es debida tanta tristeza que te embarga?- él bajó su mirada- ¡Cuando estés preparado tú, te contaré yo más!- sonrió entrañable y lo besó cariñosa en la mejilla; Miguel sintió un agradable placer al sentir aquel dulce roce de sus labios sobre su mejilla- ¡Hasta mañana, Mikel! ¡Duerme algo, se te ve cansado!- dijo entrando en el portal y subió las escaleras desapareciendo de la visión de Miguel que sintió una desazón y una soledad inexplicable al instante y deseó tremendamente correr tras ella… pero regresó a casa paseando nuevamente por la playa. Al llegar se metió, por primera vez desde que vivía allí, en la cama. Se acostó sobre el colchón desnudo ya que no tenía sábanas y, cubriéndose con el edredón, se durmió al instante sin poder dejar de sonreír al recordar el dulce rostro de Eva explicándole lo que para ella significaba un amanecer o un atardecer; como algo tan normal para unos, ella le encontrara una explicación tan inocentemente hermosa.

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