martes, 5 de noviembre de 2013

Pasó otra semana más sin noticias. Emma ahora se pasaba casi todo el día dormida, despertando a breves instantes que apenas les daban tiempo a sonreírse felices antes de volverse a dormir. Miguel seguía sin moverse de su lado, sujetándole eternamente su mano con total pasión y besándola de vez en cuando con gran amor y dulzura en la mejilla mientras los murmullos de los demás charlando les rodeaban. -Tío Miki…- le susurró inquieta Lidia junto a él -Dime cielo- repuso sin apartar la mirada del rostro de su amada Emma -¿No duerme demasiado últimamente?- indagó preocupada. Miguel levantó la vista y los descubrió a todos mirándolo con rostro intranquilo, estaban todos expectantes y nerviosos de su respuesta; él les sonrió tranquilizador -No pasa nada, tranquilos; solo le aumentaron el calmante para mantenerla sedada y que su organismo no trabaje tanto y se agote aún más- todos respiraron tranquilos aunque Miguel solo les contó la mitad. Sabía que Emma estaba en las últimas, el tiempo se había acabado hacía días; aunque por fin apareciera un corazón, su organismo ya no podría soportar la dura operación. Pero no podía decírselo, no podía destruirles las pocas esperanzas que aún les sostenían en pie. Solo Charlie se había dado cuenta. Hacía dos días, estando frente a él observando ensimismado a Emma dormida, sus miradas se cruzaron unos instantes. Eran tan profundas y terriblemente abrumadas que se dieron cuenta de inmediato que ambos sabían que el final ya estaba allí… A la preciosa Emma, como Charlie le llamaba cariñosamente, le quedaban apenas unos días o, tal vez, apenas horas… solo lo que su ya acabado corazón aguantara seguir latiendo. -Miguel- murmuró apagadamente mirándolo apasionada al despertar -Dime amor- se apresuró a acercarle el rostro al de ella para oírla mejor y que no se esforzara a elevar la voz -Tienes mala cara mi vida… Estás muy demacrado y ojeroso- expuso amorosa acariciándole la mejilla, él sonrió tierno y, tomándole su mano, se la besó apasionado -Yo estoy bien mi ángel, no te preocupes por eso- respondió dulcemente y se sonrieron mimosos -Miguel…- repitió apretándole su suave mano que siempre le sujetaba con tanta ternura con las pocas fuerzas que aún le quedaban -Dime vida mía- repuso besándosela con pasión -Llévame a ver amanecer mi amor- pidió tranquila con los ojos llorosos -¿Quieres que te acerque la cama a la ventana mi vida?- le preguntó amoroso acariciándole tiernamente su mejilla con el revés de su mano, ella negó con la cabeza sonriéndole dulcemente -No… Llévame a nuestra playa… a nuestro rinconcito -Pero mi ángel… -Por favor Miguel- suplicó llorosa y él la miró angustiado entendiendo. Emma sabía que su final ya llegara. Miguel apretó fuertemente los labios conteniendo las lágrimas que acudían irremediablemente a sus ojos -De acuerdo, nos vamos ahora mismo ángel mío- comentó rotundo, la besó en la frente y llamó a las enfermeras con el timbre de la cama ante la mirada asombrada de todos menos de Charlie al que se le inundaron los ojos de lágrimas. Ellas aparecieron inmediatamente- Quítenle todo esto, me la llevo de aquí- ordenó tajante, ellas lo miraron sorprendidas pero no dijeron nada y comenzaron a desconectarle los aparatos y la toma del suero. -¿Qué haces Miguel?- le recriminó nerviosa Cecilia sujetándolo del brazo -Quiere ir a ver amanecer Cecil y no se lo voy a negar- repuso decidido, sus ojos se encontraron con la mirada inquisitiva de Alberto que no necesitó más explicaciones, se volvió y rompió a llorar silenciosamente. Lidia los vio comprendiéndolo también -Oh Dios mío- murmuró angustiada echándose aterrada las manos a la boca -¡Lidia!- le recriminó crudamente Miguel mirándola duramente con aquellos ojos negros profundamente abatidos y llenos de dolor que les hizo comprender a todos lo que realmente ocurría -Mi niña- susurró débilmente Cecilia rompiendo a llorar también, Miguel la abrazó fuertemente contra su pecho y la besó en el pelo escapándosele unas lágrimas rebeldes que no pudo controlar. Se recompuso de inmediato limpiándoselas rápidamente y regresó a lado de Emma -¿Preparada mi ángel bello?- habló animado y ella asintió sonriendo dichosa, la envolvió con extrema ternura en la manta y la recogió en brazos, casi no pesaba nada. Ella se sujetaba amorosa a su cuello aunque con apenas fuerzas, reposando complacida la cabeza en su pecho. Todos los seguían sin decir nada, Cecilia no cesaba de llorar abrazándose con desesperación a Alberto que la recogió con fuerza contra su cuerpo. Se cruzaron con Alonso que no dijo nada, solo bajó la cabeza afligido. -Os llevo yo, nosotros también queremos ir- indicó entre lágrimas Alberto al llegar al aparcamiento del hospital, Miguel asintió con la cabeza -Claro- solo expuso compasivo -Vamos todos tío Miki- repuso Lidia mientras los jóvenes afirmaban con la cabeza sonriendo levemente, Miguel también les dedicó una leve sonrisa agradecido Llegaron a la playa del pueblo. Miguel se acercó a la orilla y se sentó en la arena con Emma recostada contra su pecho como había ido todo el camino, Cecilia le acomodó con ternura la manta para que no cogiera frío antes de sentarse junto a Miguel tomando amorosa la mano de su hija entre las de ella. Emma se la sujetó con apenas fuerzas pero Cecilia pudo percibir su miedo en aquella sujeción. Miedo como el que sentía de niña cuando iban por un lugar muy concurrido y ella se aferraba con fuerza a su mano por miedo a perderse -Estoy aquí cielito, estoy aquí- le dijo melosa besándole la mano como entonces hacía también y Emma se calmaba Todos tomaron asiento a su lado esperando el amanecer. Emma miraba amorosa a su amado Miguel sonriendo dichosa, él le dedicaba emocionado su mejor sonrisa mientras la besaba por todo su rostro con amor. Amaneció un día más y Emma lo miraba ilusionada, suspiró profundo -Mi último amanecer- repuso quedamente, triste, apagada; Miguel la besó fuertemente en la frente -No digas eso, amor… No te rindas- ella lo miró a los ojos con pasión -No me he rendido ni en un solo momento, cielo… Pero se acabó y lo sabes como yo- le sonrió triste -No me dejes solo, Emma- rogó desesperado apretándola contra su pecho ansiosamente; Emma cerró los ojos, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas- No puedes dejarme amor mío -Me has hecho la mujer más feliz del mundo ¡me llevo tanto amor conmigo Miguel!- habló llena de pasión. -¡No, Emma…no! ¡No digas eso! ¡Sin ti yo no puedo seguir viviendo, vida mía!- gritaba desesperado -Sí lo harás… promete algo, mi vida- su voz se apagaba -Lo que quieras ángel mío- contestó abatido besándola en la frente- pero no te rindas ¡por Dios te lo pido! - No te rindas tú, amor… hazlo por mí... No hagas ninguna tontería y vive por los dos vida mía- lo besó apasionada y cerró los ojos. -Emma…. Emma, vida mía….- la llamó lleno de angustia y ella volvió a abrir sus ojos aunque ya estaban vidriosos -Júramelo Miguel- murmuró casi en un hilo de voz- Júrame que lo superarás y vivirás por los dos- insistió rotunda, Miguel lloraba sin poder contenerse y ella posó amorosa su mano en la mejilla de Miguel- Júramelo mi amor… -Te lo juro ángel mío- respondió entre sollozos y ella sonrió feliz cerrando de nuevo los ojos y su brazo cayó inerte de su mejilla -¡Emma no…! ¡¡Despierta vida mía!! ¡¡Emma!! ¡¡Nooo, Emma!!- chilló desesperado llorando desamparado apretándola fuertemente contra su cuerpo mientras la acunaba con tanta ternura que conmovía, pero ella ya no despertó Todos lloraban desconsolados. Alberto abrazaba a Cecilia que no tenía ya consuelo posible mientras sujetaba la mano inerte de su pequeña con desesperación.

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