martes, 31 de diciembre de 2013

-¡¡Basta Arthur!!- intercedió Charlie sujetándolo fuertemente de la muñeca evitándoselo al tiempo que Diego rodeaba con sus brazos a Fran protegiéndola contra su cuerpo del golpe que Arthur se proponía darle. -¡¡Ni se te ocurra hacerlo desgraciado!!- le increpó furioso y ambos se miraron desafiantes a los ojos -¡¡Si le tienes aprecio a la vida, yo que tú me cuidaría; todo el que se acerca a esta hija de la gran puta acaba bajo tierra!- le increpó hiriente Arthur a Diego que lo miró sobrecogido -¡¡Maldito bastardo!! ¡¡Igual que tú desgraciado que si estuvieras dónde tenías que estar, mi padre probablemente no estaría muerto!!- bramó enfurecida Fran hacia Arthur que volvió a sonreír cínicamente -No te equivoques niñata de mierda, yo estaba dónde tenía que estar; era él el que no lo estaba… si estuviera en su puesto en vez de preocuparse tanto por su estúpida niña mimada no le habría pasado nada- escupió irónico Arthur mirándola enfurecido, aquellas palabras le dolieron terriblemente a Fran- Eres como un mal agüero, llevas la muerte a quien se te acerca… Seguramente Ben seguiría vivo si no te tuviera de compañera… ¡Y con él van tres!- añadió satírico mirándola cínicamente -¡¡No estaba con Richard cuando sufrió el accidente mal nacido!!- gritó enfurecida Fran abalanzándose furiosa sobre él pero Diego la sujetó fuertemente por la cintura contra su cuerpo deteniéndola -¡Pero te revolcabas con él en su cama y lo impregnaste con tu mal fario!- escupió mordaz -¡¡Ya está bien, Arthur!! ¡¡Cierra esa puta bocaza de una vez!!- repuso firme Charlie sujetándole el brazo fuertemente y apartándolo de Fran- ¡¿Qué rayos te pasa?! ¡Déjala en paz!- le reclamó duramente- ¡Siempre pierdes los estribos cuando ella está cerca y un día te va a costar caro! ¿Quieres tranquilizarte de una puta vez?- le susurró pero todos pudieron oírlo -¡¿A mí?!- repuso encolerizado- ¡¡Esta niñata de mierda siempre me está sacando de mis casillas!! ¡¡Se cree más lista que nadie y no es más que una niñata consentida del capitán!!- la señalaba inquisidor con su dedo índice- ¡¡Un día vas a llevar lo que te mereces y todos temen hacer!!- la amenazó rabioso, Charlie se esforzaba en acallarlo exasperado -¡¿Y acaso lo vas a hacer tú cobarde de mierda?!- le retó ella desafiante y enfurecida -¡No me provoques niñata, no me provoques o puedo hacerlo ahora mismo!!- crispó entre dientes Arthur dando decidido dos pasos hacia ella echándole peligrosamente la mano a su arma pero Charlie lo detuvo -Ni se te ocurra hacerlo o te reventaré la tapa de los sesos antes de que llegues a desenfundarla- lo amenazó contundente Diego también echando su mano a la parte trasera de su pantalón y ambos se miraron crispados a los ojos- ¡¡Y tú, ya está bien!!- le increpó a Fran sujetándola del brazo y sacándola de la casa casi en volantas- ¿Te has vuelto loca o qué cojones te pasa?- le susurró angustiado y nervioso ya en el porche pero ella no dijo nada, solo respiraba atropelladamente; la soltó y la volteó poniéndola frente a él- ¿Qué significa todo esto Fran? ¿Qué coño os pasa a vosotros dos? -Nada- gritó furiosa pero la mirada inquisitiva de Diego la desarmó y rompió a llorar- ¿Acaso no lo has oído Diego? Me está echando la culpa de la muerte de mi padre y de Ben… ¡Hasta de la de Richard!- clamó llorosa y lo miró con un terror increíble en los ojos- ¿Y si es cierto Diego? ¿Y si yo soy la culpable de todas estas muertes?- rompió a llorar desesperada, Diego la abrazó cariñoso cobijándola con ternura contra su pecho -No digas tonterías mi ángel, tú no tienes la culpa de nada- la consoló tierno oprimiéndola dulcemente entre sus brazos y la besó cariñoso en el pelo- ¿Quién era ese Richard?- indagó curioso -Un médico forense con el que salí un par de veces… murió en un accidente de tráfico- farfulló entre lágrimas, Diego no dijo nada, solo acarició tierno la cabeza de Fran sobre su pecho -¿A tu padre lo mataron también?- preguntó abrumada Estela que estaba a su lado, Fran asintió con la cabeza mientras seguía abrazada a Diego desesperada -Siempre me culpé por ello- añadió atormentada- ¡Oh, Dios! ¿Por qué no le obedecí?... ¿Por qué no le obedecí Diego?- se preguntaba desesperada, Diego la abrazó aún más fuerte contra él mientras Estela le acariciaba cariñosa la cabeza -No fue tu culpa cielo ¿cómo quieres que te lo diga?- le murmuró meloso besándola tierno en el pelo. Charlie salió tras ellos -Vamos a precintar la casa hasta que lleguen los de la científica- comentó despacio, con la voz entrecortada por la pena de ver tan deshecha a Fran- No te preocupes mi morenita... Deja las cosas ya en el pasado- le dijo cariñoso acariciándole el brazo- Atormentándote no resuelves nada, pasó hace veinte años… Olvídalo ya pequeña- comentó amable, ella lo miró acongojada y él le acarició la mejilla con el reverso de su mano- No linches más a Arthur, él no estaba allí para ayudarlo -Pero tenía que estar y no estaba, Charlie- comentó ella derrumbada -Ni tu padre debía estar en la gasolinera, ni tú dentro del local…- le respondió sereno y cariñoso- Nadie puede saber lo que va a ocurrir a la vuelta de la esquina, y menos a nosotros, que estamos con la diana dibujada en el pecho, pequeña- le sonrió dulcemente- Vete a casa y olvida el pasado, ya bastante tenemos con el presente ¿no crees?- repuso mirando a Estela apenado; Fran comprendió lo que quería decir y se calmó levemente -¿Quieres coger alguna ropa antes de que precinten, Estela?- le preguntó Diego a la mujer, ella negó enérgica con la cabeza -No ¡Me da mucho asco ponerme algo que ha estado manoseando un desconocido!- dijo asqueada -De acuerdo, nos vamos luego- repuso él mirando a Charlie- Ya nos veremos- él le afirmó levemente con la cabeza y Diego llevó a las mujeres al coche- ¿Puedes conducir?- le preguntó a Fran ya junto al coche -Sí, ¿por qué? ¿Tú a dónde vas?- le preguntó inquieta secándose las lágrimas de su rostro con su mano -Me quedo hasta que lleguen los de la científica… No quiero dejarlos solos ahí dentro- repuso preocupado -Está bien- dijo ella más tranquila- ¿vendrás por casa luego, verdad?- preguntó agobiada, él afirmó con la cabeza volviendo a besarla cariñoso en la frente y lo mismo hizo con Estela. Ellas se fueron y él regresó a la casa. -¿Ya se calmó la loca esa?- le preguntó Arthur aún enfurecido -Más o menos- respondió desganado -¿Cómo no fuiste con ellas?- le preguntó Charlie intentando disimular su ansia sin lograrlo -Se las arreglarán bien solas; además Fran no quiere que sepa dónde vive- comentó divertido- ¡Quiso disimularlo pero no lo logró!- bromeó guasón y ellos se rieron amenos -¡Que perra tiene en que no se sepa dónde vive! ¡Ni que a alguien le importara, vamos!- repuso Arthur irónico -¿En dónde estabais luego cuándo os llamó Estela?- preguntó Charlie intentando parecer desinteresado -Tomando algo en el Irish Club- respondió sereno- Nos liamos hablando de los viejos tiempos, fuimos compañeros en la academia de policía- añadió distraídamente. Arthur y Charlie se cruzaron una mirada ávida que duró un segundo -Pensé qué teníais algo- comentó Charlie, Diego le sonrió entrañable -Bueno ¡Dónde hubo fuego, puede quedar rescoldo… ¿eso dicen no?!- bromeó esperanzado y ellos rieron divertidos -¡Pues suerte, chaval!- comentó optimista Arthur- Porque no sabes a quién estás intentando arrimarte… ¡Ella está cómo una chota y como su padrino se entere, la llevas clara!- dijo satírico -¡Quieres callarte bocazas!- le increpó irritado Charlie, le sonrió nervioso a Diego- la quiere muchísimo y la protege de manera sobrehumana, como se quedó sola tan chiquita y él la crío… es como su hija- lo excusaba enternecido -Claro, lo comprendo…- musitó Diego despreocupado- ¿Qué os pasa a vosotros dos? Me refiero a Fran y a ti- preguntó intrigado a Arthur -A mí nada, es esa loca que me tiene enfilado- expuso asqueado, Diego lo miró intrigado- en aquella época, yo era el compañero de su padre y no me perdona que no estuviera con él cuando pasó lo que pasó- expuso más calmado- la iba a recoger cada día a la escuela y no estaba tranquilo hasta que la dejaba en casa… su princesita era especial, no podía ir en el bus escolar como las demás niñas de su edad- aclaró asqueado- yo ya estaba harto de andar de chofer de una niñata consentida y últimamente ya no lo acompañaba…- añadió aburrido- ¡Yo no tengo la culpa de que solo viviera para esa mocosa y quisiera complacerle todos sus caprichitos!- acabó con odio y desagradablemente antipático. -¿No tienes hijos verdad?- le reprochó hiriente Diego y se alejó de él; sentía unas ganas tremendas de darle un puñetazo y romperle la cara a aquel imbécil pero se contuvo a duras penas. Ellas lo esperaban sentadas en el sofá, calladas e intranquilas. A las doce y cuarto las sobresaltó el timbre de la puerta, se miraron intrigadas y temerosas -Soy yo, franchute- le oyeron decir y Fran corrió a abrir la puerta- ¿Está bien Estela?- fue lo primero que le preguntó angustiado al entrar en la casa -Sí, las dos estamos bien… gracias por preguntar- respondió ofuscada pero él ya estaba junto a Estela y la besaba cariñoso en la frente -¿Estás más tranquila preciosa?- le preguntaba dulcemente y ella le sonreía cariñosa -Sí, estoy mucho mejor, gracias- Fran los observaba mientras se dirigía al sofá frente a ellos. Estela lo miraba amistosa pero los ojos de Diego brillaban mirándola con ternura- ¿Dónde estuviste hasta ahora? -En tu casa con los demás, luego estuve dando unas vueltas por la ciudad para despistar por si acaso- le sujetó la mano a Estela y se la besó amoroso. A Fran aquello le pareció muy extraño, algo en cada gesto de Diego a Estela le provocaba desconfianza y nerviosismo. -¿Cómo entraste en el edificio sin que te detuviera el portero?- le preguntó Fran extrañada -Por el garaje… Aproveché la salida de un coche- mostró pícaro una ganzúa en su mano- ¿ves cómo no es tan difícil colarse?- contestó pícaro -¡¿Has forzado el ascensor?!- increpó atónita mirándolo incrédula -No, jabeé por la fachada a lo Spiderman, no te jode- exclamó desenfadado, Estela sonrió divertida- esta mujer tiene cada cosa… ¿verdad cielo?- le habló meloso acariciándole tierno las mejillas, Estela sonreía amena- ¿Por qué no te acuestas ya preciosa? Pareces cansada- añadió cariñoso - Sí, ya me voy… Solo esperaba tu llegada- comentó dulcemente y él le sonrió dichoso volviéndole a besar la mano que sujetaba aún entre las de él. Ella se levantó del sofá -Este, una pregunta… ¿Ben te dio algo para que lo escondieras o le viste algo que ocultara en algún lugar?- le preguntó intrigado -No, cielo; ya te lo dije cuando viniste a vernos- respondió serenamente- ni me contó nunca nada; solo puedo decirte que las últimas semanas estaba demasiado tenso y no hacía más que repetirme que si algo sucedía acudiera a ti rápidamente o, en caso de no contactar contigo, a Fran; solo en vosotros dos debía confiar- los tres guardaron silencio y se miraban desconcertados los unos a los otros- espera…- dijo de pronto recordando algo- Su pen drive Diego -¡¿Un pen drive?!- repuso ansioso Diego acercándose a Estela mirándola fijo a los ojos- ¿Le has visto un pen drive? ¿Y lo tienes Estelita? ¿Sabes dónde pudo haberlo guardado?- le preguntó interesado pero ella negó con la cabeza -Ni me lo devolvieron junto a sus pertenencias en el hospital…- recordó extrañada- y es muy raro Diego, porque siempre la llevaba con él; era una simple estilográfica si no la sabes desenroscar bien- explicó desconcertada -¡¡Me acuerdo de ella Estela, siempre la llevaba en el bolsillo de la camisa!!- expuso de pronto Fran recordándola y ambas mujeres se sonrieron amenas- pero aquella mañana no la llevaba con él Estela- explicó decidida y ambos la miraron extrañados- lo recuerdo perfectamente porque me extrañó mucho no vérsela ya que me había comentado hacía tiempo que tú se la regalaras y nunca se separaba de ella pues era su talismán de la suerte -Sí, se lo regalara hace unos años cuando entró en asuntos internos; lo viéramos en una tienda de cosas de espionaje y nos causara mucha gracia la broma… ¡Cómo se iba a dedicar a espiar a sus compañeros!- comentó triste pero sonriendo amorosa recordando a su esposo- Y realmente debía ser su amuleto si aquel día no lo llevaba consigo- añadió abatida mirándose llorosa las manos. Diego la besó cariñoso en la frente -Ve a descansar cielo; mañana te recojo a las dos y cuarto para llevarte al parque- repuso entrañable -Vale, hasta mañana entonces- lo besó en la mejilla y él cerró deleitado los ojos al contacto de Estela en su mejilla. Aquel pequeño y simple gesto suyo junto a aquellas muestras de cariño, fue de lo más revelador e hizo que Fran sintiera una punzada dolorosa en el corazón ¡¡Diego estaba enamorado de Estela!! Sus ojos se abrieron desmesuradamente del asombro y se quedó mirándolo atónita. Así la descubrió Diego cuando abrió los suyos y frunció el ceño extrañado por aquella mirada incongruente en ella pero no dijo nada hasta que Estela se fue a acostar -¿Te ocurre algo?- se apresuró a indagar al oír cerrarse la puerta del cuarto de Estela -Estás enamorado de ella- anunció abrumada mirándolo incrédula y él abrió sorprendido sus ojos -¡¿Qué estupidez es esa?!- exclamó desconcertado -Ninguna estupidez… tus muestras de extrema ternura, tu forma de besarla, como cerraste los ojos deleitado cuando ella te besó…¡¡Estás enamorado de Estela Diego!!- declaró contundente -¡¡No digas tonterías Fran!!- repuso irritado acercándose al ventanal y dándole la espalda, Fran se acercó a él y le obligó a mirarla tirándole del hombro -¡¡Sí que lo estás!! ¿Por qué me lo niegas?- exigió intransigente y abatida del dolor -¡No digas sandeces, yo no estoy enamorado de ella!!- le replicó iracundo pero se negó a mirarla. Fran se sintió morir de angustia -¡¡Sí lo estás!! Por eso eres incapaz de decírmelo a la cara…- resolvió rotunda y él apretó sus mandíbulas fuertemente haciéndolas batirse exasperadas como recordaba muy bien de la academia, se estaba enfureciendo y mucho; pero no se dio por vencida, tenía que oírselo decir o aquella angustia la consumiría- ¡¿por qué intentas negarlo?! ¡Mírame a la cara y repítelo a ver si eres capaz!- le insistió tirando de nuevo de su brazo -¡¡No intento negar nada cansina y estás muy equivocada!!- insistió tercamente y esta vez sí la miró fijamente a los ojos -¡¡Es no es lo que quiero que me digas Diego!! ¡¡Mírame a la cara y dime que no la amas!!- le increpó desafiante, él volvió a apretar sus mandíbulas que se batían frenética mirándola con ojos rabiosos -¡¡Eres tan lista como mentecata!! ¡¿De verdad quieres saberlo?! ¡¡Está bien!! ¡¡Estoy enamorado de…!!- masculló furioso entre dientes pero no fue capaz de continuar, ella lo miraba expectante y Diego movió exasperado la cabeza resoplando enérgico- Será mejor que me vaya antes de que diga o haga alguna estupidez- resolvió soltándose de un potente tirón de su amarre y dirigiéndose hacia la puerta de la calle -¡¿Qué clase de estupidez Diego?! ¡¿Acaso escapársete que la amas como hace unos segundos?!- lo instigó maliciosa; inesperadamente, él la sujetó fuertemente con una mano por la barbilla sorprendiéndola y aproximó su cara a la de ella a tal extremo que casi sus bocas se rozaban -¿Qué es lo que quieres que diga Fran? ¿La verdad…? ¿O lo que tú quieres escuchar?- farfulló mordaz, ella lo miraba asustada por aquella inesperada reacción suya y tragó nerviosa saliva, él sonrió mortificado- Mira ¿sabes qué? ¡Piensa lo que te dé la gana!- resolvió desdeñoso soltándola y se volvió a encaminar hacia la puerta.

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