sábado, 28 de diciembre de 2013

-¿De qué te ríes?- indagó curioso al verla sonreír, ella lo miró socarrona -De eso de que aún me tienes cariño- se burló guasona, él también sonrió ameno -Bueno, he de reconocer que al principio te odié, te odié a muerte porque ni aún hoy sé bien qué nos pasó para romper así- explicó desenfadado, Fran apretó inquieta los labios ¿cómo podía ser tan cínico? ¡Él se fuera, no ella!- pero después se fue borrando ese odio y quedó mucho cariño… ¿acaso tú no me quieres ni un poquito así?- bromeó chistoso apretando su dedo pulgar con el índice, ella rió divertida -¡Anda! Sigue contando que te vas por las ramas- esquivó contestar -Pues bien, entró finalmente Ben e intentó acercarse a ellos, se estaba aproximando bastante y hace unos meses nos avisó de que sospechaba que le estaban siguiendo- se quedaron callados, entristecidos y dolidos- ¡No sé cómo rayos lo descubrieron Fran, era muy bueno en su trabajo joder! ¡De los mejores que conozco!- repuso de pronto enfurecido levantándose, empezó a caminar por la casa desesperado, pensativo. Fran lo observaba conmovida, su rostro estaba ensombrecido de dolor- Ahí fue cuando empezamos a desconfiar de ti- la miró inquieto, ella se quedó confundida- pero él insistía e insistía en que tú estabas fuera, que eras completamente inocente de lo que pasaba y estabas del todo ignorante… ¿es cierto, Fran? ¡Dímelo por Dios te lo pido!- le preguntó inquisitivo -Claro que sí, Diego… ¡Yo no tenía idea de nada! ¿Cómo puedes dudar de mí?- contestó sincera, él le acarició dulcemente la mejilla con el dorso de su mano y sonrió satisfecho- Pero no lo entiendo Diego… últimamente estaba muy distante y protector; no me dejaba hacer mi trabajo tranquila, siempre pegado a mi como una lapa, más preocupado de lo que me rodeaba a mí de lo que le pudiera pasar a él… ¡Me desesperaba! Le pregunté que le pasaba varias veces pero nunca me contestó nada - comentó consternada- Luego, empezó a hacer cosas extrañas: me daba miles de excusas cuando le decía que quería visitar a Estela, siempre tenían que ir a un sitio u otro y luego estaban las vueltas, los rodeos inexplicables a la ciudad antes de irse a casa…- se quedó callada y dolida- ¡Creí que tenía problemas con Estela! por eso insistía en ir a verla pero, debido a sus interminables excusas ¡se lo pregunté directamente!- sus ojos se llenaron de lágrimas y él volvió a acariciarla con el dorso de su mano- ¡Él me contestó que sí Diego!- repuso estupefacta mirando a Diego, las lágrimas ya corrían por sus mejillas- ¡¿Por qué no confió en mí, Diego?! ¡¿Por qué?! Si realmente confiaba en mí ¡¿Por qué no me habló?!- gritó llorosa, Diego la miró consternado y se volvió a sentar en el sofá tomándola tiernamente entre sus brazos, ella reposó la cabeza sobre su pecho- ¿Por qué Diego? ¿Por qué no me contó nada?- repetía angustiada sin dejar de llorar sobre su pecho mientras él acariciaba enternecido su cabeza -Chisss, mi bello petit suisse- murmuró meloso acunándola suavemente, la besó en el pelo -Podría aún estar vivo si se abriera a mí Diego- murmuró afligida -Eso no lo podemos saber corazón, no te angusties con esa idea; además, no podía contarte nada cielo, se encontraba en una situación muy difícil- habló sereno, ella levantó la cabeza y lo miró a los ojos- Fran… ¡No podía arriesgarse a confiar en ti y ponerte en peligro también mi dulce petit suisse!- aclaró tierno secándole en una dulce caricia con sus pulgares las lágrimas- ni tampoco apoyarse en Alexander; de aquella estábamos empezando a desconfiar de él -¡¿De capi?! ¡¡Eso es una soberana tontería!!- aseguró rotunda limpiándose con firmeza las lágrimas con sus manos -Ni tanto, franchute…- comentó sosegado y Fran lo miró desorientada, él le sonrió entrañable pero ofuscado- ¿Crees realmente conocerlo tanto cómo supones?- le comentó satírico y ella lo observó confundida- Entonces sabrás ya que tiene una “amiguita” a pocos kilómetros de aquí ¿no?- expuso burlón, ella abrió los ojos desmesuradamente sorprendida- Me lo imaginaba- añadió calmado -¡¿Cómo que mi padrino tiene una amante?!- preguntó aturdida -Lo descubrimos aún hace poco, la tiene desde hace ocho años… ¡Ocho!- remarcó rotundo -¡No puede ser! ¡¿Ocho años?!- comentó ella abrumada- ¡¿Cómo no me di cuenta de nada?! Y mi madrina… ¿Cómo no se pudo dar cuenta en tanto tiempo?- le preguntó turbada, él le sonrió cínicamente y la descolocó -¿Quién te dijo que no sabe nada?- le explicó con sorna y ella abrió los ojos desmesuradamente, desconcertada y profundamente entristecida, comenzó a llorar silenciosamente, abrumada por tantas noticias. Diego la abrazó de nuevo y ella recostó agradecida su cabeza en su pecho; él le acariciaba el pelo amoroso intentando calmarla- Son cosas que pasan mi chiquita- decía cariñoso -Pero que creas que tu familia confía en ti y descubras que no es cierto, duele Diego… ¡Duele mucho!- comentó abatida -A lo mejor no es que no confíen en ti corazón…- repuso intentando confortarla- A lo mejor es para no hacerte daño o para que no los juzgues… ¡El ser humano es muy extraño y sorpresivo, mi dulce petit suisse!- aclaró besándola tierno en la cabeza. -Pero mi madrina… ¿Por qué no me contó nada? ¿Por qué lo permite? ¿Por qué no se separa? ¡Eso es dejarse burlar!- la sujetó cariñoso por el mentón y la miró a los ojos dulcemente - ¿Sabes lo qué pudo haber sufrido tu madrina probablemente?- añadió cariñoso- ¿Enterarte de que la persona que amas quiere a otra? Debe ser horrible… No la juzgues, Fran- la volvió a abrazar dulcemente contra él- Ella otorga, sufre y calla, no eres tú quién para juzgarla- lo miró de pronto extrañada -¿Cómo mantiene dos casas?- preguntó intrigada- Puedo asegurar que a mi madrina no le falta de nada y el sueldo de mi padrino no es una fortuna que digamos -No sabemos muy bien como lo hace, pero la otra mujer tiene algunos ingresos de un par de pisos alquilados… A lo mejor ella se mantiene sola- repuso sereno -¡Capi nunca lo permitiría!- comentó tajante- Es de los de antigua escuela: el hombre debe mantener a su mujer. -No lo puedes asegurar tan tajante franchute, una cosa es hablar y otra obrar- se miraron desconcertados- La verdad, si lo está haciendo, se lo está currando; aunque le damos mil vueltas y no dejamos nada al azar, no hay ni rastro de algo fuera de orden referente a Alexander- le sonrió amable y divertido- ¿Tienes algo de comer? ¡Me muero de hambre!- dijo campechano -Sí, claro- comentó entrañable, se levantó y sacó uno de los plásticos de su madrina del congelador que calentó en el microondas. A los pocos segundos un rico aroma inundaba la casa. Diego observó la esquina de una carpeta amarilla que sobresalía de entre los libros que había en el estante de debajo de la mesita de café; la extrajo un poco más descubriendo que era un informe policial… Suspiró profundamente, no necesitaba ni abrirlo para saber lo que era, lo retiró quedándose con él en la mano. Fran mientras en la cocina, repartió la comida en dos platos y los llevó al sofá. Le entregó uno a Diego que no recogió. La miró fijamente a los ojos mostrándole el informe -¿Aún sigues dándole vueltas Fran?- le regañó serio pero muy tiernamente; ella se mordió incómoda el labio inferior pero no dijo nada- No fue culpa tuya cielo ¿cuándo vas a superarlo?- expuso conmovido -Cuando las respuestas me seas convincentes, hasta ahora todo lo que sé y me dicen sobre la muerte de mi padre no me convence Diego- respondió sincera pero rotunda, él la miró entristecido -Nunca hallarás lo que buscas aquí y lo sabes ¿verdad?- expuso muy serenamente dejando la carpeta sobre la mesita y se miraron unos segundos a los ojos fijamente; él sonrió abiertamente de nuevo- ¡Bueno, trae acá que eso huele que alimenta!- comentó resuelto recogiendo el plato que Fran le ofrecía y empezó a comer ávido- ¡Umm, está muy bueno! ¡No me digas que por fin aprendiste a cocinar!- expuso gratamente sorprendido, ella se rió divertida -Es lo que me prepara mi madrina para la semana… Aún no sé cocinar ni creo que aprenda nunca- comentó deleitada -¡Una pena!- se lamentó solemne, ella lo miró intrigada- ¡Casi me tenías enamorado de nuevo petit suisse!- bromeó guasón sin dejar de comer y se rieron entrañables. Acabó de comer rápidamente y empezó a picotear animado del plato de Fran, ella sonreía explayada dejándolo comer de su parte- ¡Tener una maestra así y no aprovecharla debe ser un pecado franchute!- repuso apenado- ¡Casi me dan ganas de ir a que me enseñe a mí!- resolvió chistoso y se volvieron a reír. -Cuando quieras, seguro que estará encantada de hacerlo; le encanta la cocina y se muere de ganas de enseñarme, pero yo no estoy por la labor- comentó cariñosa y él sonrió dulcemente- Vente el domingo, como con ellos todos los domingos y no les importará que me acompañes- repuso ella animada -El domingo no puedo- dijo entrañable- ¡Tengo a mi chiquitín conmigo!- añadió entusiasmado. Acabó también lo del plato de Fran- ¿Me ofreces un café ahora? Haz el favor completo ya ¿no?- bromeó divertido y se sonrieron amenos. Ella recogió los platos que metió en el lavavajillas y sirvió dos tazones de café -¿Con dos de azúcar como siempre?- le preguntó cariñosa y él asintió sonriéndole encantado de que aún se acordara. Se volvió al sofá y se tomaron el café en silencio- Tráelo también- comentó ella animada. Él la miró intrigado, no sabía de qué le hablaba- A tu niño, tráelo también; estarán encantados de tener un bebé por la casa- comentó entrañable -¡Un niño de dos años no es ya un bebé, franchute!- se burló guasón- Andan ¿lo sabías? Y nada para en su sitio ni ellos están quietos… ¿Ahora lo ves? ¡Puff, pues ya no está!- comentó gracioso y entusiasmado, se le veía realmente encantador cuando hablaba de su hijo y Fran sintió ese gran y profundo amor por él que creía apagado. Se puso nerviosa al percibirlo, no quería que él se lo notara, ni su nerviosismo ni el gran amor que aún tenía por él; Diego había decidido acabar con aquello y ella no iba a mostrarle cuánto le había dolido su marcha. Se levantó y se dirigió al baño escapando de Diego. Se miró al espejo del baño, se reprochó ser tan débil y tonta: él decidiera marcharse de su lado, se había ido dejándola desolada y no podía olvidar eso nunca o caería en una depresión de nuevo porque lo seguía amando tanto… ¿cómo disimular tanto amor y tanta desolación estando tan juntos todos los días? -¡Pues tienes que hacerlo, Fran!- le dijo tajante a su reflejo en el espejo- ¡Qué no vea que aún te importa!- se lavó la cara y volvió al salón, él fumaba tranquilo observando la ciudad. Fran sintió un acelerón de nuevo en su corazón, aquel perfil perfecto y tan atractivo la desarmó, su nariz recta y perfecta, los labios suaves y jugosos, el mentón suave pero divinamente cuadrado y masculino. El pelo muy cortado, casi rasurado y ni un ápice de barba en aquella piel suave de su cara. Él la miró de pronto con sus ojos grandes y claros del color de la miel con pequeñas muestras de verde oliva, le sonrió con su sonrisa encantadora mostrando sus blancos dientes perfectos. Fran se desarmó y deseo profundamente besarlo, acariciar nuevamente su cuerpo desnudo y fornido… un deseo irrefrenable de sentirse poseída por él, de hacer el amor apasionadamente de nuevo como en la academia, le mordió en el bajo vientre- Perdona de nuevo- dijo alterada y volvió a encerrarse en el baño. Se mojó la cara, el cuello y el escote; tenía que apagar aquel sofoco que la invadiera. Diego llamó a la puerta suavemente y la sobresaltó -¿Estás bien, franchute?- le preguntó cariñoso, ella dejó que el agua corriera mientras se veía al espejo buscando algún rastro de su turbación- Fran ¿te encuentras bien?- insistió preocupado -Sí estoy bien- intentó parecer serena, respiró hondamente y cerró el grifo del agua. Volvió a respirar hondo de nuevo y abrió la puerta. Lo encontró delante de ella, apoyado al marco con las manos y mirándola con rostro preocupado -¿Tienes algún problema?- preguntó intranquilo, la observaba fijamente, inquieto -No, noté un sofoco de ansiedad y me fui a refrescar antes de que fuera a más- no le mintió del todo pues le ocurría a menudo, él la miraba intrigado y dudoso- ¡De verdad, Diego, estoy bien! ¿A qué viene esa cara?- le sonrió entrañable y él pareció relajarse un poco -¿Te pasa mucho eso?- preguntó preocupado -Desde el tiroteo a veces… -Pensé que… ¿No estarás embarazada?- preguntó cariñoso -Pero… ¡¿Qué dices?!- repuso asombrada- ¡¡ ¿Estás loco o qué rayos te pasa?!!- añadió pasmada colándose por debajo de su brazo para poder pasar- A veces me entra ansiedad que acaba en angustia… Sobre todo cuando me quedó mucho tiempo pensando en lo sucedido y acabó enfadada al no conseguir respuestas… ¡Solo me refresqué para apagar esa desazón antes de acabar angustiada! ¡Nada más!- lo miró a los ojos, él seguía preocupado y nada convencido- ¡Además, lo del embarazo es imposible!- añadió tajante- ¡Ya no me acuerdo ni cómo se hace!... Que yo sepa solo hubo un caso así y le echaron la culpa a un tal Espíritu Santo- bromeó guasona y él se rió divertido -¿Se lo comentaste a la psicóloga?- preguntó sentándose de nuevo en el sofá a lado de ella -¡¿Qué no hago el amor hace tiempo?! ¡¡Que le importa a ella Diego!!- bromeó ella aparentando sorpresa, él volvió a reír jovial- No, en serio; no es necesario, ahora ya voy a tener respuestas… ¿verdad?- habló serena y dulce -No hay mucho más que te pueda contar- comentó él tristemente- He repasado tu declaración mil veces y tampoco nos aclaras mucho… - añadió abatido recogiendo la botella de vodka y sirviendo un buen chorro en ambos vasos pasándole uno a ella- Fran…- musitó mirándola muy interesado, ella también lo miró a los ojos- ¿Estás segura de que no viste algo más? ¿No habrá algo, algún detalle, que se te haya podido pasar al principio y ahora recuerdes?- interrogó esperanzado -No, todo está en el informe; lo siento- respondió abatida, él tomó aire profundamente -No pasa nada preciosa… entonces estamos en el punto de partida nuevamente- musitó derrotado y se recostaron nuevamente en el sofá.

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