martes, 10 de diciembre de 2013

Después de cenar y recoger, salieron a dar su diario paseo nocturno por la playa desierta acompañados de Bárbara que estaba encantada con el lugar. Al regresar a casa, Bárbara estaba muy cansada y decidió irse a la cama, ellos también decidieron retirarse ya. Cuando Eva salió de alistarse del baño, Miguel leía un libro ya acostado. La miró encandilado con aquel fino camisón rosa dirigiéndose a la cama, cerró el libro y la acogió entre sus brazos así se acostó a su lado, ella se recostó gustosa contra su pecho al tiempo que soltaba un profundo suspiro -¿Estás cansada mi brujita linda?- le preguntó amoroso mientras la besaba tierno en el pelo -No ¿por?- expuso mirándolo a los ojos -Por ese suspiro tan profundo cariño mío, te salió del alma- indicó cariñoso, ella sonrió levemente y se volvió a recostar sobre su pecho -Estaba pensando- murmuró desalentada, él la tomó suave del mentón y la obligó a mirarle a sus ojos- En mi padre… -Ah- expuso levemente y volvió a dejarla recostarse sobre su pecho besándola de nuevo en el pelo -¿Está tan mal Mikel?- indagó pesarosa al cabo de unos minutos de silencio -Sí, se va definitivamente- ella lo volvió a mirar a los ojos, Miguel se encontró con su mirada triste y apagada- su corazón se está quedando poco a poco, apenas puede que llegue a pasado mañana -¿Y… tiene dolor?- indagó inquieta, él le sonrió dulcemente -No mi vida, no sufre nada de nada- respondió besándola tierno en la frente -Mejor, no me gustaría que mamá lo viera sufrir- repuso serena recostándose de nuevo sobe el pecho desnudo de Miguel que besó amorosa -¿Solo por eso cielo mío?- preguntó interesado, Eva suspiró de nuevo profundamente -No- murmuró sin moverse- no creí que me dolería como me duele cuando realmente llegara este momento- declaró apesadumbrada, Miguel la besó de nuevo en el pelo -Es normal mi vida, a pesar de todo le quieres porque es tu padre- volvieron a quedarse callados- Quiere verte amor mío- expuso muy calmosamente esperando su reacción pero no hubo ninguna, ni se movió- desea tanto verte y más ahora con tu pancita, que le prometí llevarle una foto…- siguió hablando pero tampoco obtuvo respuesta- le llevo mañana la que te saqué la semana pasada para mi despacho…- se quedó callado esperando alguna respuesta pero no la obtuvo- ¿Te importa cielo mío?- indagó inquieto pero ella siguió sin responder- ¿Eva?- instó nervioso por su silencio -No, no me importa- contestó finalmente muy serena y sin moverse; tomó aire profundamente y levantó su mirada hasta encontrarse con los hermosos ojos negros de Miguel que le sonrió con amor, también le sonrió dulcemente- ¿Te importa apagar? Quiero dormir -No, claro que no ángel mío; hasta mañana- expuso besándola tierno en los labios que ella correspondió amorosa y apagó la luz. Se quedaron inmóviles, abrazados con gran amor el uno al otro. A los pocos segundos, Miguel notó la humedad de sus lágrimas en su pecho. La oprimió tierno entre sus brazos y la besó comprensivo en el pelo, ella rompió a llorar más cómoda y él la dejó desahogarse en silencio meciéndola dulcemente entre sus brazos. Después de un rato de oírla sollozar, sus lágrimas se detuvieron y su respiración se calmó; se quedara dormida. La besó amoroso en el pelo -Mikel- susurró sorprendiéndolo -Creí que te quedaras dormida mi amor- expuso estupefacto y la sintió sonreír- ¿Qué mi vida? ¿No puedes dormir? ¿Te encuentras bien? -Podría dormirme más pronto y encontrarnos tu hijo y yo mucho mejor ¿sabías?- murmuró melosa y escurrió su mano dentro del pantalón del pijama empezando a acariciar provocadoramente su pene, Miguel sonrió complacido sintiendo como su cuerpo ya reaccionaba ávido al delicado y excitante masaje de su suave mano. -Serás enredante- musitó apasionado atrapando aquellos labios que lo volvían loco -Y a ti como te gusta- murmuró pícara entregándose ardiente a aquel beso Se atraparon las bocas apasionados deleitándose en saborearse ambiciosos al tiempo que ella se subía sobre él. Miguel sin soltar aquella deliciosa boca le quitó el camisón y sus manos ardientes comenzaron a recorrer aquel hermoso cuerpo que ya ellas conocían tan bien a pesar de la oscuridad y lo enloquecía. Eva se cabalgó sobre su miembro ya totalmente dispuesto y ambos gimieron al unísono al sentirse ensamblados al fin el uno en el otro. Se movía delicadamente, sin prisas pero sin pausa; buscando aquel máximo y maravilloso placer que sus cuerpos deseaban alcanzar. Aquel delicado pero ambicioso baile les llevo hasta las puertas del goce supremo y un anhelo desesperante por cruzarlo los invadió, Miguel le sujetó suavemente por los glúteos y comenzó a guiarla más preciso y raudo al tiempo que ella se movía afanosa y gemían avariciosos por traspasarlas al fin. Una gran y extraordinaria descarga los arremetió a ambos recorriéndoles todo su cuerpo invadiéndolos de un placer enorme que los estremeció entre gemidos de complacencia absoluta dejándolos complacidos y llenos de goce extremo. Eva se recostó a su lado, agotada y respirando entrecortadamente como él hacía. -¿Todo bien?- se interesó amoroso acariciando dulcemente su ya pronunciaba panza -Siempre perfecto- musitó melosa y se besaron entregándose toda esa gran pasión que aún les quedaba dentro; se durmieron abrazados deleitados. Apenas el despertador dio dos suaves toques, Miguel lo apagó rápidamente para no despertarla que seguía aún entre sus brazos aferrada a él. La besó amoroso en la frente y se deslizó despacio de la cama para no despertarla; sin encender la luz, recogió su ropa que ya dejaba preparada la noche anterior sobre la butaca del cuarto y entró en el baño. Eva se despertara y sonreía divertida escuchándolo canturrear feliz y muy bajito mientras se afeitaba y se duchaba para irse al trabajo. Iba a levantarse para darle la sorpresa de tenerle el desayuno preparado cuando le sonó el móvil sobre el lavabo aunque lo descolgó rápidamente para que ella no lo escuchara. Ella examinó extrañada el despertador eléctrico sobre la mesita, aún no eran las siete y media, quién le llamaría tan temprano, se preguntó intrigada y atendió a la conversación -Doctor Hernández- respondió raudo -Doctor, soy Marta, la enfermera de la UVI; está aquí anotado que lo avisáramos de inmediato si había algún cambio en el paciente Arturo Hurtado… -Sí, es mi suegro ¿qué le ocurre? ¿A empeorado?- al oír aquello a Eva le dio un vuelco el corazón y las lágrimas acudieron de nuevo a sus ojos -Doctor, sus constantes ya son muy débiles… -Se está yendo ya- aclaró apenado Miguel y la muchacha guardó silencio; Eva ya no pudo sujetar las lágrimas y rompió a llorar silenciosamente- ¿Tiene dolor? ¿Le habéis aumentado su dosis de morfina? -Sí doctor; no tiene dolor ninguno, aún sigue dormido y tranquilito -Mejor, a la mínima muestra del más mínimo malestar, aumentarle la dosis; para lo que le queda no debe sufrir más ese pobre hombre ¿Cuánto puede quedarle? -Apenas unas horas… Si su esposa desea estar con él en estos últimos momentos será mejor que se de prisa -Está bien, gracias por avisar Marta; ahora mismo voy para allá con mi suegra- cortó la llamada y miró apesadumbrado su reflejo en el espejo. Salió del baño y, sin hacer ruido observando afligido el bulto del cuerpo de Eva en la cama aún, la besó cariñoso en la frente y salió del dormitorio. Ella no se movió, seguía llorando refugiada en la oscuridad del cuarto. Se encontró a Bárbara con una bata rosa ya en la cocina con el desayuno preparado: zumo, tostadas y café recién hecho que olía a gloria -Buenos días hijo- lo saludó sonriéndole animada -Buenos días ¿cómo ya está a pie? ¿No durmió bien?- preguntó intrigado, ella le sonrió más abiertamente -Dormí en la gloria cariño, esa cama es comodísima; me levanté para preparar el desayuno- declaró entusiasmada -¡Vaya, gracias! Pero no tenía por qué molestarse suegrita- agradeció complacido, la mujer sonrió dichosa -No es molestia hijo, lo hago con gusto- declaró dichosa entregándole un vaso de zumo, Miguel tomó aire profundamente mirándola pesaroso al tiempo que recogía el zumo que ella le ofrecía; la mujer lo miró desconfiada ante aquella mirada de tristeza -Me acaban de llamar del hospital Bárbara… -¡Oh Dios santo!- murmuró angustiada- ¿Murió solito?- indagó afligida -No, no se inquiete; aún vive, pero será mejor que se prepare porque no tardará en expirar -¡Ahora mismo estoy lista!- aclaró rotunda dirigiéndose rápidamente a su cuarto mientras Miguel se servía café Apenas acabara el segundo café cuando apareció recién duchada y vestida ya en la cocina de vuelta rebuscando nerviosa en su bolso -¿Ya está lista?- expuso sorprendido -Sí, estoy; cuando quieras…- la puerta del dormitorio principal los interrumpió apareciendo Eva también ya preparada con una camisa blanca de mangas largas y un peto vaquero, ambos la miraron sorprendidos -Yo también voy, quiero verlo- declaró llorosa y ambos le sonrieron complacidos -Claro vida mía- dijo tierno Miguel y ella le sonrió cariñosa -¿Quieres desayunar antes cielito?- indicó maternal y dulce Bárbara intentando sonreírle aunque su rostro se veía muy triste, Eva sintió más pena aún al percibir como sufría su madre; a pesar de todo lo pasado junto a aquel hombre, lo amaba mucho. -Solo un café, no tengo hambre- respondió acercándose a ellos, Miguel se lo sirvió y, al entregárselo, le murmuró un te quiero lleno de amor besándola en los labios; se dedicaron una hermosa sonrisa dichosa mirándose complacidos- gracias amor… mamita ¿llevo los zapatos iguales? Hace un mes que no me veo los pies- bromeó burlona intentando animar a su madre que sonrió amorosa -No seas boba cielito, ya sabrás muy pronto lo que es no verse los pies- también bromeó más animada y los tres rieron divertidos- pero estás preciosa angelito… no sabes la alegría que le vas a dar mi niña y lo feliz que me estás haciendo a mí con esto porque significa que al final lo has perdonado- expuso emocionada y ambas se sonrieron tiernas Cuando llegaron al hospital, a Arturo lo habían traslado a una habitación acristalada e individual. Dormía aunque apenas su pecho se movía de su respiración tan débil y las máquinas apenas daban pequeñas señales; estaba en total fase final. Bárbara corrió a su lado y lo acarició con suma ternura el rostro -Arturo cielo… Cariño, estoy aquí ya amor- le susurró melosa, él tomó aire profundamente como si se tranquilizara al escucharla- cariño, tienes visita amor… Haz un esfuerzo cielo, te va a encantar… -Dani… perdóname hijo- murmuró apenas con un aliento, Eva sintió que las lágrimas corrían por sus mejillas y también se acercó a su lado -Papá, soy yo- le dijo con ternura sujetándole suavemente la mano pero él se la aferró fuertemente -¿Eva?- alentó esperanzado -Sí papi, soy Eva; tu nenita- repitió besándolo en la frente, el hombre abrió sus ojos mirándola entre sorprendido y suplicante -¡Eva, mi niña!- expuso emocionado y las lágrimas corrieron por sus pálidas mejillas- Perdóname mi niña… perdóname… -No hay nada que perdonar papá, tranquilo- expuso dulcemente besándolo en la frente, su mirada se volvió perdida y sonrió complacido -Juntos de nuevo los dos, cuanto desee volver a veros así hijos míos- dijo emocionado, Eva sintió un estremecimiento y miró atónita a su madre que sonrió dulcemente -Últimamente desvaría mucho debido a la medicación cielo, dice hablar con Dani- le musitó enternecida, Eva le sonrió conmovida -Papi, mira… Siente a tu nieto, también vino a verte papito- le murmuró cariñosa llevándole su flaca mano a su vientre, él sonrió complacido mirándola con gran amor -Estás preciosa mi chiquita, te pareces tanto a tu madre… gracias a Dios- añadió satisfecho y se sonrieron amenos- vas a ser una madre estupenda cielito, tu corazón es muy grande mi niña linda y tu fuerza desmesurada; no te arrugas ante nada mi pequeña estrella -En eso me parezco a ti papi- comentó amena y él volvió a sonreír -¡No hija, no! En eso también sales a tu madre; de mí solo heredaste esta tozudez y mal genio… y esos preciosos ojos verdosos- bromeó animado y todos rieron divertidos, besó con pasión la mano de su hija- cuídate mucho mi niña, y sé muy feliz que te lo mereces- expuso emocionado- Mi chica linda…- pronunció buscando la mano de su esposa -Estoy aquí mi vida- le dijo tomándosela y besándosela con ternura -Sigues tan hermosa como a tus dieciséis cuando te conocí- declaró amoroso y ella le sonrió dulcemente- se feliz cariño mío, ahora te toca vivir a ti pues siempre estuviste pendiente de mí dejando a un lado tu propia vida… hasta en eso fui egoísta… -Lo hice con gusto Arturo, porque te quiero mucho- declaró apasionada y Eva sintió como el corazón se le encogía de pena; en aquel momento comprendía cuanto había hecho sufrir a su madre también con su déspota comportamiento hacia su padre. -Mi chica linda…- murmuró amoroso besándole apasionado la mano- ¿Cómo pudiste seguir queriéndome después de haberte hecho sufrir así? -Porque me diste lo más grande de este mundo cielo: mis dos maravillosos hijos- declaró llena de amor y él tomó aire profundamente volviendo a correrle las lágrimas por las mejillas, ella se las secó con ternura- y tú no me has hecho sufrir, cielo mío; fue esa maldita mierda quien me lo arrebató, no tú- aclaró serena -¿Sabes mi princesa? Él siempre me dice lo mismo que tú cuando le pido perdón- declaró conmoviéndolas y clavó sus ojos casi vacíos en Miguel- Miguel…- murmuró complacido y él le sonrió amistoso- Gracias por todo lo que has hecho por nosotros y cuida mucho de mi chica linda… porque de mi niña no es necesario que te lo diga pues veo que la amas de verdad, pero mi princesa… Por favor, no me la dejes desamparada -Nunca Arturo, la quiero como a la madre que se me fue- declaró sincero, él le sonrió agradecido y sonriendo plácidamente cerró sus ojos. Las máquinas dejaron de producir aquellos pequeños y débiles saltitos marcando al instante una recta y angustiosa línea. Ambas mujeres se miraron inquietas -¿Papá?- pronunció inquieta Eva apretándole nerviosa su flaca mano aún entre las de ella, Miguel pasó amoroso su brazo por los hombros de Eva acogiéndola contra su pecho -Se acabó mi vida- expuso apesadumbrado besando amoroso la sien de Eva y las mujeres lo miraron recelosas pero la entrada apresurada de los médicos y enfermeras tomándole el pulso y examinando las máquinas que apagaron después se lo confirmó -Papá- sollozó Eva refugiándose en el pecho de Miguel que la rodeó tierno con sus brazos -Adiós Arturo, por fin dejas de sufrir amor mío- expresó amorosa Bárbara muy serena besando los labios de su esposo con mucha ternura

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