viernes, 20 de diciembre de 2013

El sacerdote leía el salmo rodeado de un silencio demoledor pese a las cientos de personas que lo rodeaban, solo roto por los leves sollozos de la joven viuda a lado del féretro abrazando con desesperación a sus dos pequeños sujetos aterrados a sus piernas. Françoise estaba desorientada e incrédula. Observaba la escena pero todo parecía tan ridículo e irreal que quería irse; quería largarse de allí. Aquello no era cierto, aquello era solo un mal sueño y debía despertarse ya ¡Ya!… Pero se sentía envuelta en una espesa bruma que la retenía sin poder moverse como espectador obligado de aquella macabra escena y sus ojos no podían apartarse de aquella caja de madera cubierta con la bandera en la que se suponía estaba aquel hombre fantástico que era su gran compañero y un verdadero amigo; siempre con su buen humor cuando hacían las rondas entre bromas y chistes… un hombre arrebatadoramente enamorado de su esposa que aún podía ver sus ojos llenos de amor hablándole de su maravillosa, preciosa y adorada Estela… aquel orgulloso padre que adoraba a sus hijos y apenas hacía unas horas le estaba contando lleno de felicidad la última travesura de su Richi y lo ilusionado que estaba Willy con ir de pesca de nuevo juntos … Y ahora estaba allí metido… eso no se lo creía nadie, eso era imposible. Logró esquivar la mirada y se encontró enfrente de ella a Estela, con aquel tétrico vestido negro aún parecía más pálida de lo que ya estaba, no cesaba de llorar sujetando a sus dos pequeños de pie a su lado contra su cuerpo mientras ellos se sujetaban a su madre con caritas de miedo y de no comprender nada de lo que estaba pasando… La marcha fúnebre de la policía empezó a sonar. A su alrededor se formó al unísono un leve movimiento de todos sus compañeros seguido al instante de un sonoro y hueco taconeo cuadrándose ante el féretro que la hizo estremecerse, se le erizó la piel y su corazón empezó a latir presuroso al tiempo que parecía quedarse sin aire… Aquel leve pero tremendo repique de tacones la llevó a su pasado de golpe haciendo desaparecer todo a su alrededor. Ya no estaba frente a Estela, ni Willy, ni Richi… Era ella la que ocupaba su lugar con apenas seis años, vestida con aquel horrible vestidito negro que la asfixiaba y las cientos de miradas clavadas en ella. Regresó aquella sensación de tremenda soledad y abandono. Sintió de nuevo el terror al verse rodeada por aquellas todas personas desconocidas que la besaban y abrazaban sin ella comprender por qué y repitiendo todas siempre lo mismo… Pobre niña… Pobre chiquilla… Pobrecilla… Que va a ser de esta criatura ahora… Mientras ella se preguntaba por qué su papá no venía a buscarla de una vez, por qué no venía a sacarla de allí, de entre toda aquella gente a la que no conocía de nada, y la llevaba a casa con él…Y aquella tremenda angustia le oprimió el pecho de nuevo impidiéndole respirar al mismo tiempo que las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Se estaba ahogando, se asfixiaba… Ahora sí tenía que despertar, tenía que salir de aquella pesadilla inmediatamente… un apagado grito acompañado de escalofriantes sollozos la volvió a la realidad de súbito: le estaban entregado la bandera debidamente plegada que cubría el féretro de Ben a la joven viuda que no aguantó más y se derrumbó afligida del dolor abrazando con ansia la bandera contra su pecho mientras una pareja algo mayor que ella intentaban sujetarla pues parecía que iba a desvanecerse en cualquier instante… Y volvió a oír el silbido de balas pasando muy cerca de ella, el intenso dolor de su hombro como si le estuviera ardiendo por dentro y el rostro desencajado de Ben con aquel agujero en medio y medio de su frente y el hilillo de sangre brotando de él… Tampoco ella pudo aguantar más y rompió a llorar mientras observaba como cubrían el féretro de tierra hasta quedar completamente sepultado. Todos se iban retirando poco a poco entre murmullos y lágrimas pero ella no se movió. Miraba la tierra revuelta a sus pies cubierta de miles de flores, allí debajo estaba el cuerpo de su compañero Ben y ella no había hecho nada por evitarlo. El capitán se detuvo a su lado y la rodeó cariñoso con un brazo por los hombros. Ella se limpió las lágrimas en un rápido movimiento y lo miró entristecida -Fran… Cálmate- le dijo tierno -¿Por qué capitán? ¿Por qué él? Yo debí… yo…- balbuceó sin remedio y volvió a llorar desamparada -No te culpes Fran, era policía y sabemos a lo que nos enfrentamos día a día- le habló sereno -Pero no así, capitán… - repuso ella enojada- yo debí estar más atenta, yo debía cubrirlo bien… yo… -Y lo hiciste, Fran, hiciste todo lo que pudiste; como él también lo intentó- repuso tajante- respondisteis al cuerpo a cuerpo e intentasteis abatir a los asaltantes… En un tiroteo no se puede predecir dónde acabarán las balas del fuego cruzado cielo, y mucho menos si son de dos adolescentes nerviosos e incontrolados… Tuvimos suerte de que no os estemos llorando a los dos- le tocó alentador el brazo en cabestrillo que llevaba -No capi, algo no encaja… no encaja…- expuso concluyente mirándolo fijamente a los ojos -¡¡No empieces Fran!!- le increpó rotundo, ella lo miró confundida- fue un tiroteo en donde el pobre Ben tuvo menos suerte que tú; ahora deja que se investigue el caso y deja de sacar conclusiones precipitadas -No capi- lo atajó mirándolo desafiante- ese disparo preciso y exacto en la cabeza no lo realiza un niñato sin experiencia -¡Basta Fran! ¡Fue mala suerte, nada más!- bramó irritado, ella lo miró desconcertada- Anda, no le des más vueltas mi niña- habló más calmado besándola tierno en la frente- pronto daremos con esos dos y todo esto se aclarará… ahora, debes volver a casa y recupérate pronto; te necesitamos al cien por cien. -¡Pero capi…!- siguió hablando sin hacerle caso al capitán -¡Fran, por favor basta!- le repuso tajante- Deja a la científica y a tus compañeros que hagan su trabajo; tú descansa, recupérate y vuelve pronto- ella asintió con la cabeza, no comprendía la terquedad de su padrino ¡si estaba más que claro! Aquel disparo era más bien una ejecución, no un tiro fortuito… Pero no dijo nada, él la besó dulcemente en la frente de nuevo- Anda, vamos; te acompaño a casa -Déjame cinco minutos, padrino; por favor- solicitó serena, él asintió con la cabeza y se alejó- Voy a descubrir lo que pasó compañero, esto no se quedará así… Van a pagar por esto Ben, te doy mi palabra- recogió un puñado de tierra, lo besó con mucho cariño y lo volvió a dejar en su sitio. Se alejó cojeando bastante hacia el coche del capitán que la esperaba con él ya encendido. -¿Quieres venir al bar? Los muchachos le hacen una despedida- comentó entrañable -No a casa… me está doliendo mucho la pierna- contestó serena acariciándose dolorida el muslo, él la miró preocupado -No estás recuperada como para estar sola Fran, no seas terca mi niña ¿por qué no te llevo con la madrina mejor?- se ofreció inquieto -Estoy bien, solo que estuve mucho tiempo de pie y la pierna se resiente… quiero ir a mi casa padrino, no tengo ganas de ver a nadie -Está bien- murmuró desalentado y obedeció. Tras cruzar la ciudad, detuvo el coche delante de su portal en un edificio céntrico y moderno de espléndido recibidor que se traslucía a través de las grandes cristaleras del portal; un elegante portero tras su gran mostrador observó detenidamente el coche hasta descubrir a Fran, entonces se relajó y siguió con su lectura- déjame acompañarte arriba mi cielo- propuso cariñoso -No- respondió tajante, él la miró dolido- padrino, estoy bien; ve con los muchachos que seguro te están esperando- dijo más dulcemente -No sé qué rayos tendrás en ese piso que nunca me dejas subir- protestó fastidiado y ella sonrió amena -Es mi Bat cueva padrino, sabes que siempre me gustó estar sola y que nadie invada mi intimidad- bromeó cariñosa antes de abrir la puerta del coche -Fran, cielo- la llamó antes de que descendiera del coche, ella lo miró dulcemente- No te pases las noches en vela rompiéndote la cabeza inútilmente; tómate las pastillas, descansa y recupérate pronto… Sabes que te necesito a mi lado y al cien por cien, eres la mejor del cuerpo- aclaró dulcemente sonriéndole con ternura, ella también sonrió cariñosa -¿Habla el capitán o mi padrino?- bromeó cariñosa, él sonrió entrañable- Estate tranquilo, te prometo cuidarme y me recuperaré muy pronto capi- le contestó amable y descendió del vehículo -Te llamaré esta noche para saber como vas cielo- indicó paternal, ella movió desenfadada los hombros al tiempo que se despedía con la mano mientras se alejaba. Entró en su piso y dejó las llaves en el cuenco que había sobre el mueble de la entrada. Al cruzar el arco que demarcaba el pequeño recibidor te encontrabas ya con el resto de la casa que era un loft hermoso y amueblado elegantemente. Era una gran estancia completamente abierta y enmoquetada en negro donde se encontraba la sala con sofás de piel blanca junto a una mesita de café de cristal, a continuación el comedor con su mesa también de cristal rodeada de diez sillas de alto respaldo muy modernas y una isla de mármol negro separaba todo aquello de la cocina, moderna y funcional toda en acero inoxidable. Pero lo más fantástico era todo el frente de cristalera que daba unas maravillosas vistas de la ciudad. A la izquierda había unas escaleras junto a la pared que poseían como pasamanos unas barras de acero que iban del techo al suelo que llevaban al piso superior donde se encontraban los tres dormitorios y un baño. Debajo del sobresalido del segundo piso y junto a las barras que hacían de pasamanos, había una puerta de cristal velado que daba a otro baño, semi oculta por el gran y único armario de toda la estancia que ocupaba el resto de pared hasta el arco del recibidor. Era un mueble modular lacado en blanco con solo dos puertas en la zona inferior. Sus estanterías estaban repletas de libros bien ordenados aunque ya empezaban a amontonarse unos encima de otros debido a su falta de espacio. Entró en la cocina, sacó del congelador la botella de vodka; cogió un vaso de un mueble y se sirvió tres dedos del líquido. Se lo bebió de un trago y se sirvió otro. Se fue al sofá y se sentó en él, se retiró el cabestrillo; recogió el bote de pastillas que estaban sobre la mesa y se quedó mirándolo unos segundos. Bebió un trago del vodka y lanzó con una precisión increíble el bote de pastillas a la papelera de mimbre que había frente a ella al otro lado de la mesita de café. Recogió un cigarrillo del paquete de tabaco que estaba también sobre la mesita y lo encendió, se quedó mirando pensativa la ciudad ante ella que empezaba a encenderse con la llegada de la noche mientras se fumaba el cigarrillo intercalándolo con pequeños sorbos de vodka. Caminaba despacio por el callejón, observaba detenidamente el suelo; buscando algo. Llegó a la mancha oscura en el empedrado donde había caído su compañero y lo miró fijamente, tomó aire profundamente y siguió su búsqueda hasta el lugar donde recordaba estaba el coche aparcado que habían utilizado los asaltantes para huir. Buscaba atenta y concentrada cualquier indicio que pudiera habérsele escapado a sus compañeros… El coche… Había visto algo en el coche que le llamara la atención pero ¿qué era?... -¿Qué haces aquí, Fran?- le dijo una voz a su espalda que la sobresaltó. Instintivamente echó la mano a su cadera pero no encontró la pistola que buscaba- ¡¡Ey, ey, tranquila!!- repuso el policía levantando las manos hacia ella deteniéndola -¡¿Eres idiota Marti?!- le gritó enfurecida- ¡¿No sabes acercarte como es debido?! Pude haberte volado la cabeza -Pero por suerte para mí, no vas armada aún; tranquila, no pasó nada- le hablaba sereno y le sonreía divertido- ¿Qué haces aquí? La científica ya lo repasó todo minuciosamente -No hago nada… pasaba por aquí de casualidad y solo quería volver a ver el lugar -¿Qué tal vas?- le miraba el cabestrillo -Bien, pronto regresaré a la brigada- se sonrieron amistosos -No has venido a la despedida, se te echó de menos- repuso entristecido -No pude, me dolía la pierna de estar tanto tiempo de pie en el funeral- se miraron y se sonrieron nuevamente- Me tengo que ir, tengo consulta con el médico- comenzaron a andar hacia la salida del callejón -¿Ya has empezado con el psicólogo?- le preguntó sereno, ella lo miró sorprendida -¿Qué psicólogo? ¡No pienso ir a ningún psicólogo!- repuso enojada -Pues no podrás volver hasta que uno te evalúe… ¡Y lo sabes!- recalcó amistoso -¡Bah, eso son tonterías! Estoy perfectamente- siguió andando hasta llegar a la acera -¡Sí sí, tonterías… pero no volverás sino te ve uno! Son las reglas- añadió él tajante, ella no contestó- Venga, te invito a un café- propuso entrañable -No puedo Marti, te he dicho que tengo vez en el médico- recalcó serena -¡Ah, es cierto, se me olvidara… perdona!- disimuló amable y ella lo miró burlona -No disimules, lo has hecho a propósito- se sonrieron amistosos- Te prometo que estoy bien Marti, y no te miento, tengo cita en el médico dentro de diez minutos: me quitan los puntos de la pierna hoy si todo está bien -Eso es bueno, pronto estarás perfectamente y regresarás al trabajo- se alegró su compañero, ella le sonrió amistosa -Me voy ya- lo besó cariñosa en la mejilla y se alejó de él calle abajo -¡Cuídate, y no olvides lo que te dije…! ¡O vas a ver al loquero o no te permitirán volver!- ella le hizo un gesto con la mano despreocupadamente sin volverse. Al cruzar las puertas de la comisaría ya se sintió mucho mejor, aquella era su casa realmente. -¡Eh, Fran, que bien se te ve!- la saludó animada la policía del mostrador de entrada -Hola Paige, así me encuentro- se sonrieron amigables- ¿Qué tal todo? -Por aquí bien, ¿ya te reincorporas? -A eso vengo, a ver si me lo permiten- bromeó graciosa y se rieron. Fran subió al segundo piso por la escalera de piedra y entró en la sala empujando las dobles puertas abatibles de cristal velado -¡Ey, Fran!- repuso entusiasmado el primero que miró a la puerta al abrirse- ¡Chicos, es Fran! -¡Bienvenida!- todos la saludaban entusiasmados -¡¡Qué hay chicos!!- los saludó alegre mientras les sonreía cariñosa -¿Ya vuelves, peque?- le preguntó uno de los más mayores -A ver si me lo permite capi, Mike -Si por él fuera, no te lo permitía ya nunca más- bromeó él y se sonrieron alegres- Allí lo tienes, en su despacho- le señaló la oficina acristalada del fondo, se le veía concentrado en el trabajo- Lleva ahí toda la mañana encerrado, no salió ni para tomar un café -¿Parece preocupado, no?- comentó extrañada -Eso lo está desde hace días, hoy solo está más callado de lo habitual- expuso despreocupado, ella le palmeó suavemente el hombro y se dirigió hacia el despacho

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