domingo, 1 de diciembre de 2013

Ya a solas en el cuarto, deshacían las maletas en silencio. Miguel, de pronto, la sujetó amoroso por la cintura y la tiró sobre la cama; reían jubilosos -¿Sabes qué te quiero con locura?- inquirió apasionado besándola ardiente -No más que yo- repuso ella. Se subió sobre él y comenzó a besarlo fogosa por el cuello, le subió la camiseta mientras le besaba el pecho y recorría el cuerpo con su boca ardiente, él suspiraba profundamente a cada contacto de sus labios. Ella le quitó lentamente los pantalones mientras seguía besándolo ansiosa por el cuerpo. Él excitado, le retiró las finas tiras de su vestido, besándola deseoso por el hombro y su escote. Su boca se detuvo en los pechos descubiertos y los lamió juguetón, despacio pero efusivamente. Ella gemía deseosa al contacto de su lengua. Se retiró las minúsculas braguitas y se montó rauda sobre su miembro erecto, los dos gimieron complacidos al sentir la penetración rotunda y precisa. Sus cuerpos se movían rítmicamente buscando el máximo placer entre caricias y gemidos apasionados. Eva se movía lenta, precisa, disfrutando y mirándolo amorosa. El sonreía dichoso mientras sentía como ella gozaba. Giraron por la cama y Miguel tomó las riendas del juego, le sujetó las manos por encima de la cabeza inmovilizándola, la besó desesperado el cuello y jugueteó ansioso con su oreja -Me vuelves loco, amor- susurraba arrebatado al oído de Eva -Tú si que sabes volverme loca a mí, mi vida- respondió ella exacerbada y excitada. Eva estaba a punto de nuevo de sufrir otra descarga de pasión cuando él apuró sus embestidas enérgicamente -¡Dios, cuanto te amo Eva!- repuso sublevado él de pronto en el momento álgido de placer. Ella se sintió radiante y entusiasmada al oír decírselo con tanta pasión que le venía de lo más profundo. La sobreexcitó de tal manera que fue el orgasmo más potente que sintió y acabaron juntos envueltos en encantador gusto, complaciente gozo y satisfacción plena. -Yo también te amo, mi amor- le susurró satisfecha en medio de los gemidos placenteros de la culminación final mientras se agarraba exasperada por el placer a su cuerpo y se sonreían radiantes. La miró fijamente a los ojos -¡¿Qué me has hecho mi encantadora brujita?!- le dijo apasionado, ella sonrió divertida pero él seguía mirándola ardiente- pensé que nunca volvería a amar así y apareciste tú- le dijo de corazón, ella se sintió embargada de amor -También yo te amo con pasión, mi vida- le respondió apasionada mientras le acariciaba amorosa el pelo. Se sonrieron ilusionados y se besaron entregándose en cuerpo y alma- Miguel, tengo que decirte algo, yo…- empezó a hablar pero se contuvo, él la miró curioso -¿Tú qué mi brujita hermosa?- instó animoso, ella apretó nerviosa sus labios -Nada, una tontería- resolvió finalmente y se apartó de él sonriéndole dulcemente- ¿Nos vamos a duchar? nos están esperando para cenar- comentó despreocupada tirando de su mano suavemente, él se dejó llevar al baño sonriendo ameno. Se metieron en la ducha juguetones entre caricias y bromas. Reían deleitados cuando Miguel la abrazó por detrás y, apasionado, la besó en el cuello mientras se deleitaba en acariciarle su cuerpo, ella sonreía complacida reclinada sobre su cuerpo. Cuando Miguel llegó a su vientre, Eva se la sujetó amorosa deteniéndosela sobre él cerrando embelesada los ojos; Miguel estaba acariciando sin saberlo a su hijo… ¿cuándo tendría el valor de decírselo? -Ya sé porqué dejaste la cerveza- le murmuró pícaro al oído, ella lo miró sobresaltada- estás echando tripita, mi brujita presumida- añadió burlón, ella se enderezó presurosa apartándole de inmediato su mano dejándolo confundido- ¿qué rayos te ha pasado ahora?- indagó atónito por su déspota reacción -Nada, solo que se hace tarde Mikel- expuso esquiva abriendo la mampara del baño intentado huir descaradamente pero él la sujetó del brazo -¿Qué cojones te pasa últimamente Eva?- explotó irritado ya no soportando más sus continuos altibajos -¡Tío Miki!- los interrumpió la voz de Lidia, Eva se sobresaltó ocultándose contra el cuerpo de Miguel mientras él reía divertido recogiéndola amoroso entre sus brazos -¡Nos estamos duchando, preciosa!- respondió despreocupado -¡¿Aún?! ¿Qué narices estuvisteis…?- contestó asombrada pero se calló de repente- ¡Mira, mejor no quiero saberlo! ¡¡Os estamos esperando para cenar, acabar pronto tortolitos!! -Ahora vamos, ya acabamos- aclaró resuelto cerrando el grifo de la ducha, Eva aprovechó aquel instante de descuido de Miguel para salir de la ducha envolviéndose rápida en una toalla y huyendo presurosa al cuarto escapando de más posibles preguntas de Miguel. Él apretó hastiado sus mandíbulas ante aquella descarada huida de ella También salió del baño y empezó a vestirse sentado a los pies de la cama mientras observaba desconcertado a Eva que no decía nada, se vestía en absoluto silencio procurando siempre darle la espalda; últimamente estaba de lo más rara, sus cambios de humor lo confundían y no sabía comprender que rayos le ocurría, ni ella le hablaba. -¿Te pasa algo cielo? ¿Te he molestado con mi comentario de antes? Solo estaba bromeando vida mía- indagó inquieto no soportando más su silencio, ella giró solamente su cabeza mirándolo tierna -No que va, todo está bien ¿estás ya?- resolvió despreocupada, se agitó sus hermosos rizos con sus manos peinándoselo como siempre hacía y caminó resuelta hacia la puerta evitando mirarlo; él, desconcertado, tomó aire profundamente y la siguió sin decir nada más. Bajaron al comedor y ella siguió sin decir nada. Al entrar en el salón comedor, los miraban todos sonriendo entrañables ya sentados a la mesa menos Julia que llegó entrando de la cocina con una gran fuente de pescado asado -¡Por fin, creía que ya no bajabais!- comentó cariñosa dejándola en medio de la mesa -Es que ya deshicimos las maletas- respondió despreocupado Miguel conduciendo a Eva de la mano y se sentaron a lado del marido de Julia, Eva entre ellos. -Ya- soltó malicioso Diego, Eva se sonrojó y todos rompieron a reír divertidos. Entró en la casa los futuros esposos. Ella era bonita, alta y elegante, con una hermosa melena rubia. -¡Caray, ya estáis todos a la mesa!- expuso entrañable el novio -¡Aquí no se espera a nadie, ya lo sabes!- bromeó jocoso Miguel y todos rieron de nuevo -¡Que cara tienes, seguro que han estado esperando por ti como siempre!- respondió él animado- Mira tío Miki, Eva; os presento a Salomé- añadió entusiasmado, Miguel se levantó y saludó entrañable a la muchacha, también Eva la saludó con un beso en la mejilla. Axel se sentó a lado de su tío y ella a continuación. Comenzaron a cenar. Charlaban todos con todos animados. Se encontró con la mirada de Diego, el hermano de Miguel, que le sonrió entrañable. Su mirada era tierna, muy cariñosa, casi agradecida y ella se sintió reconfortada. Le correspondió con una sonrisa franca y animada. La sobremesa la tomaron en la sala y se empezó a hablar de los últimos preparativos sobre la boda. Eva tenía enfrente a Axel, el futuro esposo. Más de cerca se parecía muchísimo a Miguel. Aunque era más moreno, los rasgos faciales eran iguales. No tenía parecido con el padre, todo era Miguel. -¿Qué tanto miras a mi sobrino?- le preguntó guasón Miguel que la observaba a su lado- Te recuerdo que se casa pasado mañana- bromeó burlón, ella se sonrojó y todos se rieron -¡No seas bobo!- repuso ella abochornada, Axel la miraba divertido- Estaba observando que se parece muchísimo a ti -¡Ay Eva preciosa! En ese tema vete haciéndote a la idea para tu futura maternidad de que a los de fuera no nos permiten aportar nada- comentó desenfadado el cuñado de Miguel pero ella dio un pequeño respingo sobresaltada- ¿verdad querida Carla?- siguió conversando cariñoso mientras Eva examinaba inquieta al resto que seguían riéndose amenos sin que pareciera que apreciaran su desasosiego, solo Diego la miraba fijamente. Ella tragó nerviosa saliva mirándolo inquieta, pero él le sonrió resuelto y ella respiró más tranquila -Yo aún tengo esperanzas con la pequeña Sarah- bromeó Andrea siguiendo la conversación y todas las miradas se dirigieron a la muchacha más joven -Pues olvídalo, primita…¡¡Se parece a mí!!- comentó decidida Lidia y todos se rieron animados. Realmente era cierto, tenía más con Julia y Lidia que con su madre- ¡tía Eva! ¡Tienes que enseñarme el vestido que te has comprado!- comentó entusiasmada, Eva sonrió amena al oírla llamarle tía con tanto desparpajo -Aún no me he comprado nada cielo- contestó despreocupada -¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! ¡¡Pasado mañana es la boda!!- se alarmó Julia y todos la miraron desconcertados, Eva se sintió intimidada -La verdad… no tuve mucho tiempo… entre la mudanza, el trabajo…- murmuró acobardada -La culpa es mía hermanita, apenas lo decidí hace unos días- la defendió Miguel rodeándola tierno con su brazo por los hombros reconfortándola al verla tan confundida- además, allá no hay mucho dónde elegir; es una ciudad pequeña que apenas empieza a despuntar y no hay un comercio decente donde encontrar algo especial para una ocasión así -¡No importa tía Eva, no te preocupes!- resolvió desenvuelta Lidia- mañana iremos a la ciudad y te llevaré a un lugar precioso que tienen monerías y con ese cuerpo, encontrarás enseguida- se sonrieron complacidas -¿Y tú cielo? ¿Has resuelto tu dilema?- le preguntó tierna a la muchacha -¡Sí, tengo una cuñadita maravillosa!!- respondió entusiasmada besando efusiva a Salomé en la mejilla, todos rieron divertidos- como a mí me quedaba horrible ese color verde, escogió otro color y otro diseño; vamos de rosa fuerte y sin tanto volante y perifollo como quería la anticuada de mi madre… estoy preciosa ¡¡Ya lo verás!!- todos rieron animados -Hombre, mi cuñada preferida tiene que estar feliz ese día- indicó cariñosa Salomé -¡Ja, tu cuñada favorita!- repitió burlona Lidia- ¡Porque soy tú única cuñada, so petarda!- añadió guasona y volvieron a reírse todos Se fueron a la cama bastante tarde, eran las dos; aunque para Miguel y Eva, acostumbrados a dormirse después de las siete de la mañana, les era temprano. Miguel se fue al balcón a fumar un cigarrillo y Eva lo siguió. Se acodaron en la barandilla de piedra uno junto al otro. Eva observó el hermoso jardín que estaba bajo ellos. -Tienes una familia maravillosa, Mikel- le comentó encantada, Miguel la rodeó con su brazo por la cintura y la atrajo a él, la besó amoroso en la frente y sonrió entrañable -Lo sé- resolvió serenamente- por eso no entiendo esa inquietud tuya durante todo la noche- añadió intrigado y ella lo miró confundida -No estoy inquieta amor- declaró sorprendida -Pues no fue eso lo que percibí, hubo varias veces que te pusiste muy tensa ¿puedo saber qué te pasa?- declaró conciso, ella se removió incómoda pero le sonrió conciliadora besándolo dulcemente en los labios -Estoy cansada del viaje, nada más- resolvió despreocupada pero él la miraba nada convencido; volvió a besarlo en los labios- por eso voy a disponerme para ir a la cama- y se escurrió dentro del cuarto huyendo de más preguntas. Recogió su neceser y se metió en el baño. Miguel acabó su cigarrillo y lo lanzó con precisión a la laguna en medio del jardín. Entró en el dormitorio y se desnudó lentamente quedándose solo con los boxers. Se metió en la cama y se recostó cómodamente contra la cabecera acolchada en piel blanca, encendió otro cigarrillo esperando a que Eva regresara. Eva se desmaquilló despacio, estaba inquieta; pensara que nadie percibiera su nerviosismo cada vez que alguien hacia algún comentario sobre un posible embarazo pero no lo consiguiera… al menos con Miguel no. Se miró su reflejo en el amplio espejo que tenía delante, se ladeó y observó detenidamente su cuerpo entero ciñéndose levemente su vestido blanco a su vientre asombrándose de lo que descubría ¡¡Sí, allí estaba ya!! Se pasmó nerviosa y se lo quitó presurosa quedándose frente al espejo con su cuerpo desnudo con solo sus braguitas. Se observó atónita, no podía creer lo que estaba mirando, pero sí, allí estaba, apenas estaría de dos meses pero… ¡¡allí estaba ya!! Su vientre ya estaba abultado formándole una significante y delatora barriguita. -Dios santo, mi chiquitín- murmuró maravillada acariciándosela enternecida mientras sonreía feliz Miguel se acabó el cigarrillo que apagó en el cenicero de sobre la mesilla y Eva aún no regresara. Hoy tardaba más de lo habitual, pensó inquieto y se levantó dirigiéndose al baño. -¿Por qué tardas tanto cielo? ¿Te encuentras bien?- preguntó abriendo la puerta sin llamar. Eva se sobresaltó y, soltando un grito ahogado, se volvió rauda dándole la espalda vistiéndose presurosa su camisón blanco de satén. Aquella reacción tan alterada y atropellada de ella desconcertó a Miguel- ¿qué hacías?- indagó sorprendido -Nada- respondió nerviosa recogiendo sus cosas de desmaquillarse dentro del neceser ganando unos segundos para apaciguarse antes de enfrentarlo; se volvió a él y, sonriéndole dulcemente, pasó a su lado besándolo amorosa en los labios mientras apagaba la luz del baño-Vámonos a la cama, estoy realmente agotada- declaró tierna y se metió en la cama ante la mirada perpleja de Miguel que cada día la estaba entendiendo menos. Se metió junto a ella pero, para su sorpresa, ella siguió recostada sobre su lado derecho dándole la espalda y no se acomodó entre sus brazos como siempre. Observó intrigado su linda cabellera pelirroja sobre la almohada ¿qué rayos le pasaba últimamente? -Eva, cielo…- le habló meloso posando tierno su mano sobre el hombro de Eva -Por favor Mikel, estoy muy cansada, de verdad- respondió esquiva sin volverse a mirarlo siquiera. -Pero, mi vida; solo dime por qué estás molesta…- insistió acariciándole amoroso el brazo desnudo, solo deseaba que le hablara… -¡Por favor Miguel! No estoy molesta caray, solo agotada del viaje ¿tan difícil te es de entender?- replicó irritada retirándose bruscamente de su caricia. Miguel resopló fastidiado y se recostó boca arriba colocando su brazo bajo su cabeza; no sabía por qué ni comprendía aquel proceder de los últimos días de Eva. Ni sus continuos cambios de humor… ni por qué estaba tan esquiva unas veces y otras, tan ardiente y acelerada que lo desconcertaba… y sobre todo por qué no le hablaba ¿por qué no le decía que rayos le ocurría? Eva respiraba profundamente ya, se había quedado dormida. Encrespado por tantas preguntas sin respuestas, se levantó de la cama y, colocándose un pantalón corto de algodón, salió del dormitorio y bajó a la sala, se sirvió un whisky del mueble bar y salió al porche de la casa. Encendió un cigarrillo y bebió a pequeños sorbos de su whisky. Caminando desganado se aproximó al borde del lago. Las cigarras silbaban animadas y la noche era agradable. Se sentó al borde del pequeño embarcadero.

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