miércoles, 1 de enero de 2014

-¡¡Dios!! ¡¡Por eso te bloqueas y pierdes completamente el norte cuando estás cerca de ella!!- esclareció sobrecogida, él se detuvo pero no se volvió -¡¡Por todos los santos!! ¿Quieres dejarlo ya?- masculló muy pausadamente apretando fuertemente sus ojos -¡¡No, porque eres muy estúpido y no ves más allá de tus narices!! ¡¡Dejas que te puedan los sentimientos y eres incapaz de razonar coherentemente Diego!! ¡¿No te das cuenta que así te pones en peligro tú solo?! - le increpó furiosa -¡¿Quieres déjame en paz de una puta vez?!- le gritó encrespado girándose y Fran descubrió gran dolor en sus ojos, aquella tortura en su mirada impactó terriblemente en ella- de verdad que sabes cómo sacarme de quicio, mejor me voy o te juro que acabaré haciendo una estupidez- volvió a decir y siguió su camino hacia la puerta -¿Y a dónde vas?- inquirió nerviosa -¡¡A casa de Estela!!- bramó déspota y tomó aire profundamente- a ver si encuentro ese dichoso pen drive- añadió más comedido aunque su voz sonó muy abatida -¡¿Tú solo?! ¡¿Ves cómo estás idiota?!- saltó asombrada- ¡¿Eres imbécil o es qué quieres que te maten ya?!- él se volvió de nuevo y la miró enfurecido -¡¿Quieres dejar de insultarme de una puta vez?!- gritó furioso- ¡¡No me extraña que Arthur quiera borrarte del mapa!! ¡¡Puedes llegar a ser peor que un dolor de huevos joder!! -¿Por qué digo verdades?- contestó crispada acercándose a él- ¡¿Ves cómo no razonas y pierdes la poca sesera que tienes cuando es referente a ella Diego?!- añadió profundamente dolida y abatida, sus ojos se llenaron de lágrimas pero no se permitió llorar delante de él. Tragó saliva varias veces para contenerse y serenarse pero el dolor tan fuerte que le oprimía el corazón era tan intenso que no le permitía respirar- Voy contigo y no hay cabida para negativas- añadió rotunda cogiendo su cazadora del sofá -¿Y va a quedar sola Estela?- preguntó angustiado -¡Aquí no te la va a comer nadie, tranquilo!- le increpó rabiosa, él apretó impaciente sus labios -¡Cuando se te mete algo en esa dura cabezota, eres peor que un grano en el culo ¿lo sabías?!!- espetó furibundo y ella movió desafiante sus cejas indicándole que no iba a cambiar de opinión, salió del apartamento y se dirigió hacia el ascensor; él resopló derrotado y la siguió- Está bien; pero si vienes conmigo llevarás esto- le sujetó la mano con la palma hacia arriba y le entregó el revólver que llevaba en su cintura a la espalda, ella denegó pero él no se lo permitió cerrándole con firmeza su mano alrededor del revólver- ¡Quiero que estés preparada por si algo ocurre!- ella lo miró acongojada- ¡No quiero estar preocupándome de ti además de por mí!- añadió severo y ella recogió finalmente la pistola guardándosela en la parte delantera de los vaqueros tapándola con el grueso jersey. Él sonrió guasón al mirárselo hacer -¿Qué pasa?- le preguntó extrañada al verlo sonreír así -Nada- expuso entrando en el ascensor- Solo que ese es un sitio algo peliagudo para guardar un arma, asegúrate de que lleva puesto el seguro- comentó burlón pulsando con el nudillo de su dedo índice el botón del garaje -No te preocupes que yo no tengo testículos que volarme ¿O acaso no te dieras cuenta aún?- repuso dolida. Él no contestó, solo se limitó a mirarla de reojo y salió del ascensor dirigiéndose hacia el coche de Fran Iban callados durante el trayecto a la casa de Estela -Referente a lo que dijiste en el piso…- comenzó a hablar despacio Diego -No me importa lo que hagas o sientas por nadie, ese no es mi problema- le cortó rápida y secamente, volvió a sentir el nudo en la garganta y tragó saliva insistentemente para deshacerlo- Ahora, intenta aplacarte y pensar con “tu otra cabeza” cuando estés cerca de ella o vas a durarle menos que su marido- expuso hiriente y dura, no hubiera querido hablarle así pero le salió sin querer. Lo miró de refilón, sus facciones se endurecieran; apretaba los dientes enfurecido provocándole de nuevo aquel frenético movimiento en las mandíbulas Dejaron el coche lejos de la casa, observaron si había algún movimiento extraño pero no descubrieron nada -Tú queda vigilando; si ves algo extraño, me das dos llamadas seguidas en el móvil…- le dijo severo Diego abriendo ya la portezuela del coche -No; entraré yo- exclamó rotunda, él la miró enfurecido batiendo nuevamente las mandíbulas- ¡No seas…!- se calló antes de volverle a insultarlo y respiró profundamente- Diego razona, si me descubren a mí dentro, es normal que venga a por algo de Estela ¡¿no crees?!- expuso resuelta, él sopesó su idea y pareció calmarse -Pues entonces vamos los dos, no te dejaré entrar sola- dijo más calmado. Fran recogió la linterna de la guantera de su coche y se dirigieron a la casa. Dentro comenzaron a buscar en el revuelto piso sin decir palabra. Diego rebuscaba por la zona de la sala mientras Fran se ocupaba del dormitorio. No obtuvieron resultado ninguno. Diego pasó a la cocina y Fran al cuarto de los niños. Procuraban no hacer ruido. Al poco rato, Diego le apareció en la puerta del cuarto mientras ella inspeccionaba detenidamente los peluches de los niños. Él le hizo un movimiento de cabeza indagando si encontrara algo y ella negó. Frunció el ceño mirándola extrañado revisar los muñecos de los pequeños, ella cogió la libreta que aún llevaba en el bolsillo trasero de sus vaqueros -“Mi padre escondía cosas en mis muñecas”- escribió rauda, él sonrió entrañable -“Voy al garaje, yo lo escondo en la caja de herramientas”- escribió guiñándole un ojo, se sonrieron amenos y él se fue. Al rato se volvieron a encontrar en la sala, se negaron desilusionados con la cabeza -“Solo queda un lugar por buscar… Su mesa en la oficina”- escribió ella, él levantó las cejas exasperado y le hizo un movimiento con la cabeza para que se fueran. -Vamos a la comisaría- dijo Fran ya en el coche -No, nos vamos a casa; eso lo haremos mañana- repuso cansadamente -Ahora es el momento perfecto, Diego- aseveró terca- Son las dos de la madrugada, el turno de noche estará haciendo la ronda y en la comisaría solo estará el retén del teléfono -Mañana Franchute, mañana; estoy demasiado cansado- expuso agotado y entristecido, ella no insistió. Él dejó el coche en su plaza de aparcamiento del edificio y se bajaron del coche- Hasta mañana- le dijo dirigiéndose al portalón del garaje -¡Diego!- lo llamó, él se detuvo y la miró a los ojos, se le veía realmente cansado y muy deprimido- ¿Qué te ocurre? -Nada, cosas mías- se volvió para irse pero ella echó a correr y lo detuvo sujetándole por el brazo -¿Qué te pasa? Perdona si te lastimé antes pero sabes que puedes contármelo- le dijo cariñosa -No me pasa nada, solo que lo que dijiste me abrió los ojos en cosas en las cuales tienes mucha razón- comentó sereno -¿Cómo qué?- insistió curiosa -Cómo qué sería de mi hijo si algo me pasara… ¡Tengo que tener más cuidado!- dijo rotundo- ¡Tengo que aprender a controlar mis sentimientos en el trabajo!- añadió apenado y dolido, Fran sintió una gran pena además de una rabia muy profunda; estaba enamorado de Estela aunque no lo dijera claro -Solo hasta que esto acabe- comentó sintiendo un gran peso en el corazón- Después puedes intentarlo con ella -¡No vuelvas a tus tonterías, Fran!- repuso despavorido mirándola asombrado- ¡Nunca en la vida se me pasaría tal cosa por la cabeza! ¡No sabes cómo se amaban, era maravilloso mirarlos!- se calló durante un breve instante y sonrió sarcástico- ¡Creo que yo me casé solo por envidia de verlos a ellos!- se burló guasón y se sonrieron entrañables -No digo ahora… Espera un tiempo prudencial e inténtalo… ¡El no ya lo tienes!- le aconsejó cariñosa y él le sonrió tierno -A veces eres tan torpe como tan lista petit suisse- murmuró enternecido, ella lo miró confundida- ¿Puede saberse por qué rayos sigues aún en la 16?- preguntó guasón cambiando de tema descaradamente -Me gusta ser policía, estar en contacto con la calle y con la gente- comentó entrañable -Eso puedes seguir haciéndolo de inspectora o detective- explicó resuelto, ella sonrió dulcemente -No es lo mismo… me gusta llevar el uniforme- musitó apagadamente, él sonrió tierno y la tomó suavemente por el mentón elevándole el rostro para verle a los ojos -No te aferres a eso Fran, a tu padre no le dieron tiempo a ascender mi dulce petit suisse; ahora probablemente sería un magnífico capitán o teniente- le dijo cariñoso acariciándole dulcemente la mejilla con el reverso de su mano, ella lo miró a los ojos -Tampoco es que se me presentara alguna oportunidad aún…- se excusó huidiza, él elevó una ceja incrédulo -¿A no? ¿Y la propuesta para inspectora de la 21 o la solicitud que te enviaron para comisionada en narcóticos?- expuso involuntariamente, ella abrió sus ojos mirándolo boquiabierta- Me voy a casa- resolvió presuroso dejando de acariciarla de repente y volviéndose raudo hacia el portalón del garaje; pero ella lo retuvo sujetándolo por el brazo -¡Fuiste tú! ¡Tú me enviaste eses ofrecimientos!- exclamó atónita -¡¿Yo?! ¡¿Qué rayos iba a saber yo de ti?! ¡¿O acaso crees que todos estos años estuve preocupándome de dónde ibas o qué hacías?!- expuso esquivo, aunque tan aclaratorio que no dejaba dudas de que así fuera; Fran sonrió tierna y prefirió no seguir insistiendo- Salían en tu expediente, nada más; bueno, abre que me voy- zanjó finalmente echando a andar de nuevo hacia el portalón -Diego…- volvió a detenerlo, él se volvió mirándola intrigado- toma, no vuelvas a forzar el ascensor o acabarás estropeándolo y me pasarán una derrama de tres pares de narices- expuso chistosa pasándole una llave de su llavero, él rió divertido- ¿Dónde tienes el coche?- le preguntó cariñosa -A dos calles de aquí… Hasta mañana franchute- se despidió besándola tierno en la mejilla, ella sintió que la piel le ardía al contacto de sus dulces labios; le abrió de nuevo con el mando a distancia y él lo cruzó al tener el hueco suficiente. -Diego…- volvió a llamarlo -¿Qué cansina?- exclamó chistoso volviéndose de nuevo y ambos rieron amenos -Mañana deja la placa de inspector en casa ¿sí?- avisó entrañable, él sonrió divertido- ¡O mejor aún, dónde no te la puedan encontrar; por si acaso se les ocurren registrar tu casa!- Diego movió la mano despidiéndose y desapareció en la calle. Fran volvió a cerrar el portalón. En el ascensor iba pensativa, era el mejor momento para acudir a la comisaría y ella no estaba cansada… La verdad, últimamente pocas veces se sentía agotada, como si su nivel de adrenalina nunca descendiera en su cuerpo… ¿por qué esperar a mañana si era el momento idóneo? Detuvo el ascensor entre plantas y bajó a la entrada del edificio. Se fue caminando y al poco tiempo entraba en la comisaría -¿No es muy tarde Fran?- le preguntó la recepcionista sorprendida de verla allí -No podía dormir, Sheila… Voy a arreglar algunos papeles o hacer un poco de tiro, aún no lo tengo decidido -¡Allá tú!- respondió la muchacha desganada- ¡Yo sí que me estaría en mi cama con mi chico!- añadió deseosa -¡Claro, así cualquiera… prueba a dormir sola!- bromeó entrañable y se sonrieron divertidas- Sheila ¿quién está de guardia hoy? -Déjame ver…- leyó la tablilla- Adrian y Peter; de retén están Albert, John y Philips ¿por? -Por nada, solo para saber a quién no debo dispararle- bromeó chistosa y se volvieron a reír divertidas. En la zona de las oficinas no había nadie. Fran se dirigió a la mesa de Ben, que estaba frente a la de ella y abrió el primer cajón. Se sorprendió al verlo. Siempre había sido metódico y demasiado ordenado, colocaba las cosas como si siguiera una estrategia, otra cosa que le había llamado mucho la atención de él; sin embargo hoy sus cosas estaban ordenadas pero no como él las hubiera puesto… ¡Nunca dejaría bolígrafos, correctores y recargas sobre expedientes! ¡Por si se descargaban y chafaban los informes! Eso solo tenía una explicación:¡¡alguien ya estuviera rebuscando allí!! -Ahora te voy comprendiendo mucho mejor amigo mío- musitó enternecida sonriendo complacida, al instante recordó la noche anterior cuando se encontró a Diego en aquella mesa- puede que fuera él… el orden nunca fue su fuerte- resolvió más tranquila y se dispuso a rebuscar en ellos. Sacó los cajones y los inspeccionó por debajo y por el fondo, no había nada. Los volvió a colocar decepcionada en su sitio. Se sentó en la silla y, suspirando derrotada, observó la pantalla del ordenador. Lo encendió y esperó desanimada a que se prendiera. La imagen de un hermoso río que apareció de fondo de pantalla la hizo sonreír entrañable al tiempo que se entristecía profundamente y recordó enternecida una de sus tantas conversaciones que mantenían mientras hacían sus rondas… Iban en el coche patrulla recorriendo tranquilamente las calles, estaba siendo una tarde de lo más calmada. Ben conducía como siempre mientras ella observaba distraída las gentes caminando por las aceras -¿Cuáles son tus hobbies Fran?- le preguntó animoso después de un buen rato que ambos habían estado muy callados -Leer, me encanta sobre todo leer- respondió sonriéndole complacida y él le correspondió -¡Cómo a mi Estelita!- expresó lleno de amor, siempre se henchía de pasión al nombrarla y Fran sonrió enternecida- A mí me chifla la pesca… ¿probaste alguna vez?- le comentara entusiasmado -Sí y, la verdad, me gustaba; mi padre me llevaba a menudo y es uno de los mejores recuerdos que tengo de él- respondió animosa y él le sonriera emocionado -¡Eso quiero hacer yo con mis peques! ¡Llevarlos conmigo y pasarnos la tarde juntos! Es una manera de estrechar lazos de una manera entretenida sin que se sientan forzados- comentara ilusionado- Este fin de semana lo haré con Willy y luego llevaremos a Richi con nosotros- la mirara orgulloso de sus hijos y ella sonriera dulcemente- ¿Te apuntas algún día? A Estela no le gusta mucho y no suele acompañarme, a lo mejor si vienes tú se anima -Iré encantada- respondiera entusiasmada Las lágrimas incontrolables corrían ya por sus mejillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario