domingo, 5 de enero de 2014

El domingo lo pasó limpiando animada su apartamento; se sentía enérgica, feliz y muy dichosa. Volver a hacer el amor con Diego la había llenado de dicha e ilusiones. Después de recalentar y comerse hambrienta una de las comidas de su madrina en el microondas, se sentó en el sofá acompañada de un libro y un tazón de café. No sabía si era la música que estaba sonando o el rostro de Diego enclavado en su mente, pero no podía concentrarse en la lectura. Recogió el tazón de sobre la mesita y lo bebió despacio, mirando la bella vista de la ciudad ante ella, cuando le sonó el móvil; era Diego. Sonrió feliz -Dime- contestó alentada -¿Ya has vuelto de casa de tus padrinos?- le preguntó animado -No fui al final ¿por qué? -Dos chicos guapos nos vamos a pasear al parque central… ¿te animas?- la invitó entusiasmado, ella sonrió alentada -Nos vemos allí dentro de un cuarto de hora- contestó alegre -¡Genial, allí nos vemos!- repuso ilusionado y colgó. Se duchó rápida y se vistió con entusiasmo escogiendo su vestuario con dedicación. Como hacía un día estupendo, eligió un vestido estampado de cuerpo ceñido y falda avuelada, de escote cuadrado y mangas flojas que le cubrían hasta medio brazo. Unas medias de cristal y unos zapatos de tacón fino no muy altos. Se maquilló suavemente y se dejó su melena lisa suelta. Cuando llegaba andando por la acera lo vio bajando al pequeño Andy del coche, lo besó amoroso en las mejillas y sus miradas se encontraron, se sonrieron alegres -¡Mira quién viene allí Andy!- le dijo entusiasmado al niño señalándola, Andy la descubrió y le rió feliz mientras ella se acercaba sonriéndole dichosa -¡Hola chiquitín!- le dijo radiante ofreciéndole sus brazos, el niño se lanzó a ellos de inmediato agarrándose cariñoso a su cuello- ¡Te vas con cualquiera por lo que veo!- comentó encantada besándolo tierna en la mejilla, Diego sonrió dichoso besándola levemente en los labios antes de volverse para recoger la bolsa del niño de junto su sillita de coche; la encandiló aquel detalle, pero le dejó una gran desazón por ser tan breve. Entraron en el parque paseando despacio, Andy le hablaba a Fran aún en sus brazos, señalaba los árboles y las flores manteniendo una conversación medio comprensible dónde Diego traducía entrañable algunas cosas -Aquí ya puedes soltarlo- le comentó cariñoso Diego- ¡A ver si se cansa lo suficiente para dormir toda la noche que se tiró una siesta terrible!- se sonrieron divertidos y ella lo dejó en el suelo, el pequeño echó a correr tras los pájaros inmediatamente mientras ellos le seguían paseando despacio, atentos a él mientras hablaban entretenidos. El pequeño regresó corriendo hacia ellos -Güagüa papi- le pedía a Diego, él cogió un botellín de agua de la bolsa que llevaba sobre el hombro y le dio con mucha delicadeza y ternura de beber por la botella agachado delante de él. Fran los observaba sonriendo encandilada, Diego era tan cariñoso y dulce que se embelesaba mirándolo. El amor por él crecía inmensamente a cada gesto o movimiento suyo. Andy echó a correr de nuevo, esta vez hacia las flores. Diego recobró su posición junto a ella, sonriendo alegre -Vamos a sentarnos allí- le comentó cariñoso señalando un banco cerca del niño -De acuerdo- aceptó ella dirigiéndose al banco. Cuando se hubieron sentado, el pequeño acudió raudo a su lado, traía una flor en la mano media aplastada al intentar cortarla con sus manitas -Para Tute- resolvió ofreciéndole la flor y sonriéndole feliz, el padre rió socarrón y ella sonrió dichosa recogiéndole la flor -¿Para mí?- preguntó y el niño afirmó con la cabeza- ¡Muchas gracias corazón; con este detalle, te permito llamarme como tú quieras!- añadió encantada -¡Ah vale, esa es la cuestión entonces… está bien saberlo!- comentó guasón Diego- Solo tengo que darte una flor cada vez que te llame franchute… es fácil- bromeó burlón -¡Tú no, solo se lo permito a él!- repuso divertida golpeándolo dulcemente en el brazo y se rieron recreados. Diego la atrapó por la nuca y, atrayéndola hacia él, se besaron ardientes y deleitados -Dios, llevaba con deseos de hacerlo desde que te vi acercarte- musitó complacido retirándose lentamente como si no fuera capaz de soltarla y volvieron a sonreírse alegres. Se relajó en el banco y encendió un cigarrillo ofreciéndole a Fran que aceptó, observaban como el pequeño se entretenía intentando atrapar a los pájaros y reía feliz cuando salían volando escapando de él -¿Cómo es su madre?- le preguntó curiosa, él sonrió entrañable -¿Sandy? Es muy dulce y cariñosa… Una gran mujer- respondió entrañable y cariñoso, Fran lo miró sorprendida -¿Por qué os separasteis luego?- se interesó sorprendida -Cosas…- respondió moviendo desenfadado los hombros, pero Fran lo miraba insistente- La verdad es que no nos conocíamos de nada cuando nos casamos y somos muy diferentes, así que la convivencia fue un desastre desde el primer momento; eso, unido a otras cosas que fueron apareciendo, llegamos ambos a la conclusión de que aquella relación no iba a ningún lado y solo acabaríamos haciéndonos daño- explicó resuelto, Fran lo miraba confundida -¿Cómo que no os conocíais cuando os casasteis?- interpeló socarrona -Pues no ya que fue una cosa sin pensar; un ramalazo para entendernos- comentó bonachón y ella abrió sus ojos aún más enredada- Nos conocimos, salimos un par de veces y a las dos semanas de conocernos, nos estábamos casando en el juez de paz con Ben y Estela de testigos… ¡Así, sin más!- ella lo miró incrédula y él se rió divertido- ¡De verdad que fue así! ¡No te miento!- aseguró firmemente- a escasos diez meses nació Andy… ¡La cosa más hermosa del mundo y que nunca sabré cómo agradecerle a Sandy este bendito regalo que me dio!- añadió apasionado y orgulloso, ella sonrió conmovida por el gran amor que exhalaba al hablar de su hijo -¿Y ni así lograsteis entenderos? ¿No hicisteis un esfuerzo aunque fuera por él?- preguntó consternada, él le sonrió tierno -Claro que sí petit suisse, claro que lo intentamos…- aseveró rotundo dándole una calada a su cigarrillo- cuando ya teníamos decidido separarnos, nos enteramos que venía de sorpresa, no contábamos con él para nada- expuso sobrecogido y ambos se sonrieron amenos- y decidimos darnos otra oportunidad; le pusimos ganas ilusionados con su llegada y todo fue increíblemente maravilloso mi petit suisse ¡Todo aquel proceso desde que te dicen que viene hasta que lo ves nacer, es algo increíble, Fran! ¡Es algo que debería vivirlo todo el mundo por lo menos una vez en la vida!- aclaró maravillado- ¡¡Y lo vuestro es asombroso!!… Vuestra pasión y esfuerzo, acabando en el nacimiento de una personita… Creo que la cosa más bella de la naturaleza es ver nacer una criatura- hablaba apasionado y radiante, le dio la última calada a su cigarrillo y lo tiró al suelo- pero aquello solo duró un par de meses; lo nuestro no tenía remedio y, como te dije, lo único que íbamos a conseguir es hacernos daño y hacérselo a él; nos llevamos muy bien, somos grandes amigos, pero no había nada más y seguir sería destruir ese gran cariño que nos tenemos -Una pena porque eres un gran papá- declaró tierna -Lo sigo siendo petit suisse, una cosa no tiene que ver con la otra y es algo que me encanta- contestó resuelto y se sonrieron cariñosos- La verdad es que siempre quise serlo, siempre soñé con tener un hijo y por eso creo que quiero tanto a Sandy: por habérmelo cumplido, pero nada más- declaró lleno de pasión y la miró interesado- ¿Y tú? ¿Nunca pensaste en tener hijos? -La verdad es que estaba en mis planes hace años; pero como una cosa probable, un “a lo mejor”, nunca como un deseo irrefrenable… pero ya no- respondió sincera y contundente -Entonces ¿No quieres tener hijos?- le preguntó intrigado -No lo sé, a lo mejor más adelante; pero estoy segura que por ahora no… ¡Mi reloj no se disparó aún aunque tú lo oigas!- bromeó socarrona y se rieron divertidos- Creo que me gusta demasiado mi trabajo para pensar en eso- habló franca y serena apagando el cigarrillo en el suelo, recogió su colilla y la de Diego y las llevó a la papelera cerca de Andy, se puso a jugar con él mientras Diego la observaba sugestionado- ¡Arriba papi vago, vamos a los columpios!- le inquirió divertida a Diego sujetando la manita del pequeño y dirigiéndose hacia la zona de juegos. Diego sonrió cordial y los siguió Fran sentaba al niño en el sube y baja sujetándolo amorosa, intentaba balancearlo y el niño reía divertido. -Sube con él que yo os elevo- se ofreció entrañable y ella obedeció. Diego hacía contrafuerte del otro lado; al estar en lo más arriba, el niño reía feliz, pero al bajarlo, como Diego los dejaba caer rápido, él gritaba arrebatado. Fran gozosa, no podía parar de besarlo cariñosa cada vez que el pequeño gritaba entusiasmado. Diego la observaba admirado, era la mujer más bonita, cariñosa y dulce que conociera ¿cómo diablos pudiera acabar aquello tan bello que tuvieran si era la mujer de su vida y la amaba con pasión? Su corazón se oprimió de pena, pero decidió que no volvería a dejarla escapar. El amor que creía apagado prendiera de inmediato con solo verla de nuevo haciéndose aún más inmenso al observarla tumbada en aquella camilla de hospital tan vulnerable, sedada e inconsciente; ella era su gran amor y tenía que recuperarla a como diera lugar. -¡Caray que sorpresa!- le sorprendió una voz conocida a la espalda de Fran, era Marti -Hola Marti- lo saludó amable, Diego detuvo el balancín acercándose a ellos -¡Hacéis una bonita familia!- bromeó entrañable y ellos le sonrieron afables- ¿Es tuyo Diego?- le preguntó cogiendo la manita del pequeño que le sonreía alegre -Pues mío no es y robar, no lo robamos, aunque apetece ¿a qué sí?- bromeó burlona Fran besando la mejilla del pequeño, Marti le sonrió divertido- ¿Qué haces tú aquí? -Vine a dar un paseo ¡Me apetecía y hay que aprovechar el buen tiempo!- expuso deleitado y se sonrieron cordiales -Ya pronto tendremos buen tiempo siempre- comentó sereno Diego -¡Según!- refutó Marti receloso- ¡el año pasado llovió más que durante el invierno! -Eso es cierto- arguyó Diego -Bueno, me voy que me esperan unos amigos, solo me acerqué a saludar- dijo Marti haciéndole un gesto cariñoso al pequeño aún en brazos de Fran- Que sigáis divirtiéndoos pequeñín- expuso tierno y se alejó. -Que casualidad que siempre me lo encuentre a donde quiera que vaya- comentó recelosa Fran observándolo alejarse -Sí, mucha casualidad- murmuró desconfiado Diego sin apartar tampoco la vista del hombre que se alejaba. Siguieron observándolo en silencio unos segundos más- Fran ¿Ibais en serio tú y Richard?- preguntó de pronto desconcertándola -¿A qué viene ahora hablar de él?- interrogó mirándolo extrañada, él solo movió despreocupado los hombros -No ni nunca nos planteamos serlo, o al menos yo… éramos muy buenos amigos, pero nada más; nos divertíamos juntos, nos contábamos nuestras cosas, pero nada más- respondió sincera, él la miró a los ojos -¿Nunca os acostasteis?- indagó curioso mirándola desconcertado -¿A qué viene eso?- protestó sonrojada y él esbozó una sonrisa pícara- sí, un par de veces las últimas semanas, pero ya te digo, nada serio- respondió acelerada esquivando avergonzada su mirada, él aún rió más divertido ante su bochorno, era como una niña inocente que se sonrojaba al hablar de aquellos temas -¡Y dónde eran esos encuentros? ¿En tu casa?- siguió indagando y ella lo miró fastidiada a los ojos -¡¿Ya está bien, no?!- protestó molesta y él volvió a reírse entretenido- ¡¡No!! ¡Ya te dije que a mi casa no llevo a nadie! Fue en la suya ¡¡Y basta ya ¿vale?!!- reclamó incómoda alejándose de él y empezó a jugar con Andy; Diego se quedó pensativo con el rostro muy serio- ¿Un helado papi?- lo invitó de pronto Fran de nuevo animada sacándolo de sus pensamientos; él la miró entrañable, se sonrieron alegres y se acercaron al puesto de helados Recogieron sus helados y se acercaron a la barandilla de piedra que rodeaba el lago, sentaron al niño en ella mirando a los patos y cisnes mientras los comían. Reían divertidos con la cháchara entretenida del pequeño. Andy comenzó a frotarse los ojos -Será mejor irnos, está cansado- indicó cariñoso Diego. Bajaron al niño de la barandilla y comenzaron a andar hacia la salida. El pequeño le pidió a Fran que lo cogiera en brazos y, aunque su padre insistió en cogerlo él, el pequeño terqueó que tenía que ser Fran y se le abrazó al cuello en el mismo momento que ella lo tomó en brazos- Pues tú dirás lo que quieras petit suisse, pero Andy también escucha ese reloj- bromeó picajoso y ella le echó la lengua burlona rompiendo a reír ambos.

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