martes, 14 de enero de 2014

Estaban hablando desenfadados en la sala cuando llegó Alexander, traía un sobre en la mano que se guardó sutilmente en el bolsillo de su chaqueta al encontrarse a Diego. Pero él percibió al instante su leve inquietud al verlo allí -¡Caray menuda sorpresa! ¡Contaba con la nena pero no os esperaba a vosotros!- se sorprendió encantado recogiendo al pequeño del suelo que jugaba con una pelota de goma besándolo en las mejillas cariñosamente- ¡Hola pequeño, eres un muñeco precioso! ¿Cómo te llamas pequeñín?- le hablaba amoroso y entusiasmado -Andy Vázquez- contestó claro y decidido nuevamente sonriendo feliz -Muy bien, claro y conciso para que no haya equívocos- bromeó entusiasmado, todos rieron divertidos; volvió a besarlo y lo dejó nuevamente en el suelo- Voy a mudarme, ahora vengo- besó en la frente a su esposa y se dirigió al cuarto. Fran sintió desasosiego al verlo besar a su madrina, un escalofrío le recorrió el cuerpo; seguro que venía de besar y revolcarse con la otra y ahora besaba tranquilamente a su madrina, pensaba aborrecida y sintió asco. Diego la observaba apesadumbrado porque sabía lo que pensaba pero a él le intranquilizaba más el sobre y su forma de reaccionar cuando se lo encontró en la sala. Aunque disimulara muy bien, notó su leve nerviosismo al verlo y su ansía por esconder aquel sobre. Volvió a la sala ya mudado con una camisa a cuadros de franela y unos vaqueros viejos, sonreía encantado -¿Está la comida ya, cielo?- preguntó amoroso a su mujer -Le falta un nada- contestó ella sonriendo dichosa -¡Pues vamos a disfrutar del sol mientras! ¡Hoy hace un día maravilloso!- repuso entusiasmado recogiendo nuevamente a Andy y llevándoselo al jardín trasero por la puerta de la cocina. Todos le seguían distraídamente -¿Quieres tomar algo Diego?- le ofreció amable Miriam -¡Vente Diego, vamos a jugar con Andy!- le reclamaba entrañable Alexander ya desde el jardín al mismo tiempo -Ve, yo os llevo unas cervezas- le comentó cariñosa Fran sonriendo tierna, él le correspondió amoroso y acudió a la llamada de Alexander. Fran recogió las cervezas del frigorífico y las abrió sobre la mesa de cocina, se las llevó a los hombres que jugaban con el pequeño y la pelota. Diego se lo agradeció y la miró amoroso sonriendo radiante. Volvió a la cocina y cogió otra -¿Quieres tú, mami?- le preguntó cariñosa -No cielo, ahora no- respondió agradecida, Fran le pegó un sorbo a la botella observando encandilada por la ventana a Diego jugando con su hijo. Su madrina la observaba amorosa- Es muy guapo cielo, no le hacías honor cuando me lo describías- aclaró tierna, Fran le sonrió complacida -¿Verdad qué sí? Pero aún es más maravilloso por dentro mami- aclaró enamorada, su madrina sonrió encandilada -¿Aún sientes algo por él?- le preguntó dulcemente, ella la miró sorprendida y la mujer sonrió dichosa- él sí por ti cielito, puedo asegurarlo- aclaró decidida y encantada -¡¡Ja!! ¿Y cómo lo sabes? Si apenas lo has tratado cinco minutos- repuso recelosa -¡Ay, hija ¿no ves o no quieres ver?!- contestó recreada- ¡Solo hay que ver con que ojitos te mira! ¡Te come con los ojos mi reinita! ¡¡Igualito que tú a él hace solo unos instantes!!- resolvió satisfecha siguiendo con su tarea de picar verduras -¡¡Mami!!- protestó incomoda alejándose de la ventana, la mujer rió entrañable -¡¡No me engañas mi niña, te crié y te conozco!!- repuso deleitada, miró pícara a su ahijada- ¿Ya hay algo nuevamente entre vosotros? -¡¿Por qué no lo dejas ya?!- reclamó molesta, la mujer suspiró profundo poniendo cara de resignación. -Está bien- comentó apesadumbrada volviendo su atención a las verduras, se quedaron calladas un buen rato- ¿Lleva mucho separado? Andy parece muy pequeño… ¿dos añitos tendrá, verdad?- peguntó observándolos por la ventana -Sí, tiene dos - respondió impasible, la miró intrigada- ¿cómo sabes qué está separado?- ella rió divertida -Sé ve que es un hombre serio y leal hija- aclaró concisa y segura -¿Tienes muy buen ojo para ese tipo hombres, verdad?- repuso irónica, su madrina la miró sorprendida -¿A qué viene ese comentario?- inquirió alarmada -A nada- respondió esquiva, Miriam la miraba intrigada y alerta pero Fran evitaba su mirada -¡Lo sabes!- repuso de pronto ella sorprendida - ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo te has enterado?- inquiría ansiosa -Después de ocho años iba siendo horas ¿no crees?- respondió cínica y salió al jardín, se sentó en el escalón del porche mirando entretenida como jugaban con el pequeño. Su madrina la siguió y se sentó a su lado, Fran ni la miró -Hay cosas que pasan y no lo puedes remediar, hija- comentó serena. Fran la miró extrañada y ella le sonrió levemente, parecía conformada con aquella situación- La vida te pone pruebas en las que no sabes cómo actuar y piensas mucho… muchísimo, y encuentras la contestación: sí, puede que encontrara en otros brazos lo que yo no sé darle; pero siempre regresa a mi lado y el amor que me entrega y me demuestra siempre no es comparable a nada mi niña; me ama a mí aunque encuentre satisfacción entre los brazos de la otra, y acabas mirando a otro lado y perdonándolo todo- explicó resignada, se miraron a los ojos y Miriam le sonrió dulcemente- Cuando ames a Diego intensamente como yo amo a tu padrino, me comprenderás- le dio suaves golpecillos en la pierna -¡¡No mami!! ¡¡Nunca!!- negó ella rotunda- ¡¿Él así lo tiene todo y tú te conformas con solo la mitad?! ¡¡No, yo nunca me conformaré, por mucho que ame a Diego o a cualquier otro, con las migajas que desee compartir conmigo!! ¡¡O él entrega todo, como yo hago, o nada!! ¡¡Yo soy así y así me conoció; no voy a cambiar, ni por él, ni por nadie!! ¡¡Era muy pequeña pero eso me lo dejó muy claro mi padre siempre: sé siempre tú misma pequeña, sete leal a ti misma; no dejes que nada ni nadie intente cambiarte!!- se levantó del escalón, la miró herida y apenada- ¡¡Y a eso madrina se le llama traición, no es amor ni gaitas: es traición!!- aclaró tajante y rotunda entrando en la cocina, su madrina la miró dolida. Los hombres observaban sorprendidos la escena; se oyó cerrarse de golpe la puerta de la calle y ellos miraron extrañados a Miriam que les sonrió entrañable y les movió la mano aclarando que no pasaba nada. Pero se acercaron preocupados -¿Qué ocurre cielo?- le preguntó cariñoso su esposo -No ocurre nada, corazón; solo hemos discutido- contestó serena sonriendo dulcemente -¡¿Tú y ella mi ángel?!- se sorprendió atónito- ¡¡Si fuera conmigo lo entendería pero… ¿Contigo?!!- Alexander estaba estupefacto, no podía creerlo -¿Tengo algo que ver en ello? Me pareció oír mi nombre- indagó intranquilo Diego, ella le sonrió dulcemente -No hijo, no te preocupes… Fue conmigo, no me entiende; nada más- repuso abatida, se levantó del escalón despacio y entró en la casa- La comida está… Alex, pon la mesa por favor- pidió amable -Claro cielo, ahora voy- le contestó el marido cariñoso -Yo será mejor que vaya a buscarla- comentó decidido Diego- ¡Ven Andy, vamos a buscar a Fran!- llamó al niño que corrió obediente hacia su padre sonriendo feliz, lo tomó en los brazos y entró en la cocina camino de la calle -Cerca de aquí hay un barranco desde donde se ve la ciudad, siempre se refugia allí cuando está disgustada- le explicó la mujer cariñosa, él asintió con la cabeza- toma el camino de la derecha, no tiene pérdida -Está bien Miriam, gracias- salió en su busca. La encontró donde ella le indicara, sentada al borde del precipicio con los pies colgando en el profundo desnivel, él se acercó lentamente- ¡Caray, menuda pendiente!- comentó asombrado observándolo a distancia, ella lo miró dulcemente- Si vas a saltar, ni pienses que te voy a detener; lo siento, te quiero mucho, pero primero es Andy- bromeó entrañable abrazando más fuertemente al niño entre sus brazos y ella sonrió cariñosa -No pienso hacerlo… ¡No sabes que hacer para alejarme de la comisaría ¿verdad?!- bromeó burlona mirándolo retadora y se rieron divertidos -¡Menuda solución! ¡Para que no te maten, dejo que te tires por un precipicio!- comentó recreado, le ofreció la mano y ella la sujetó levantándose, la apartó del borde- ¿Aún no comprendes cuanto te amo, verdad?- repuso apasionado, ella sonrió entusiasmada -Lo dices tan convincente que acabaré creyéndolo realmente- respondió mimosa, lo abrazó amorosa por el cuello y se besaron ardorosos -¡Yo, yo, beso yo!- clamaba Andy insistente tirando del brazo de Fran que tenía por delante de él, ellos se sonrieron entrañables -A ver, guapísimo; un besó para ti- contestó amorosa Fran y lo besó suavemente en los labios, el niño rió efusivo chocando sus palmas entusiasmado. Ellos rieron a carcajadas observando divertidos su impetuosidad -¡Vamos bien, la competencia me empieza pronto y dentro de casa!- bromeó burlón Diego y se volvieron a reír animados Él le acarició amoroso la mejilla -¿Estás bien? -Sí, solo perdí los estribos oyendo a la irracional de mi madrina- contestó alterándose nuevamente- ¡¿Puedes creer qué se culpa de lo de mi padrino?! ¡¡Que ella no sabe darle lo que la otra sí!! ¡¿Puedes creerlo?!- añadió irritada -Te dije que la dejaras Fran, ella ya estará pasando lo suyo- le reclamó cariñoso pero radical -¡¿Echándose las culpas por no poder “satisfacerlo” como él desea?!- le reprochó indignada- ¡¡Yo no lo perdonó!! ¿Acaso él sí es todo lo que ella esperaba? ¡¡No, pues mi madrina siempre quiso tener hijos y él es estéril!! ¡¡Nadie es perfecto Diego!! ¡¡Y respaldarse en el amor que le tiene para defenderlo no es suficiente para mí!!- él la abrazó amoroso y la besó dulcemente en la sien -Sí, corazón, lo comprendo… pero no todos pensamos igual- la volvió a besar amoroso en la frente- ¿Y si ella realmente lo ama tanto que es capaz de perdonarlo todo?- añadió tiernamente, ella lo miró comprensiva- Así a todo, aquí la culpa no la tiene nadie más que él: si una mujer te ama como ella lo hace, tu deber es respetarla y amarla como ella se merece ¿no crees?… no vayas contra tu madrina, amor- le rogó amoroso, a Fran se le llenaron los ojos de lágrimas -No llores Fran; estás fea- dijo de pronto el pequeño que no había perdido detalle de la conversación poniendo gesto de desagrado y la miraba dulcemente con sus grandes ojillos melosos. Ella le sonrió agradecida y amorosa -¡Eres un embaucador delicioso como tu papi ¿sabías?! ¡Y cómo sabes mi nombre cuando quieres ¿eh?!- le reprochó divertida- Creo que tiene razón tu mamá ¡Te pareces demasiado a tu padre!- se burló guasona y ellos rieron felices -¡Este es mi campeón!- repuso orgulloso Diego mostrándole la palma de la mano y el niño se la chocó desenvuelto y feliz. Se volvieron a reír. Diego besó a Fran dulcemente sobre los labios- ¿Vamos a comer? Se le está pasando la hora a este diablillo -Sí, claro- repuso azorada y volvieron a la casa. Alexander acomodaba varios cojines a una de las sillas para sentar al pequeño -Lo arreglé para que llegara a la mesa ¿come solo ya, verdad?- comentó entrañable -Sí, pero no era necesario que te molestaras; puede comer en mi regazo- agradeció Diego amablemente -¡No es molestia, hombre!- repuso ilusionado por su buena idea- ¡Vamos mami, que ya están aquí!- le gritó a la mujer que estaba en la cocina -¡Voy!- respondió ella entrañable -Vamos a lavarnos las manos, campeón- comentó amoroso Diego al pequeño entrando en la cocina, se encontró con la mirada interrogante de Miriam, él le sonrió cariñoso- Ya le pasó y todo está bien; no se preocupe- le dijo amoroso, ella respiró tranquila y salió de la cocina con la fuente de comida. Comieron tranquilamente y amenos, aunque Fran hacía esfuerzos imposibles para no explotar contra su padrino. Miriam no se merecía otro disgusto por su parte; con ella era muy tierna y dulce, avergonzada de su comportamiento anterior. Ella se lo agradecía amorosa en cada gesto o mirada llorosa sin llegar a dejar caer las lágrimas. Diego sintió una gran ternura por aquella mujer y una honda pena por lo que estaba sufriendo aunque intentara disimularlo. -Cocina de miedo Miriam, podría enseñarle a Fran… si mal no recuerdo, en la academia era una absoluta negada ¿o ya lo has hecho franchute?- bromeó chistoso y Fran le echó burlona la lengua, a Diego los ojos le echaron chispas de deseo por atrapársela provocando una sonrisa vanidosa en Fran -¡¡Que va hijo!! Pero ya me he dado por vencida, mi niña es imposible- respondió serena Miriam -Pues puede que pronto me interese aprender- aclaró Fran resuelta y su madrina la miró incrédula -¡Sí, y yo me lo creeré cuando lo vea!- repuso su padrino guasón y todos rieron divertidos- Parece que habéis hecho buenas migas ¿no?- exclamó despreocupado siguiendo calmadamente con su comida, Diego percibió cómo Fran se ponía tensa aunque no comprendía la razón -El conocernos ya de la academia ayudó bastante, aunque no es fácil congeniar con esta fierecilla ¡¡Se me hacen las horas eternas y estoy deseando perderla de vista cuando está de mal humor; que es casi siempre!- respondió chistoso Diego y todos rieron amenos. Andy comenzó a restregarse sus ojillos -Tiene sueño el pobrecillo- comentó conmovido Alexander observándolo tierno -Sí, será mejor acostarlo un rato; está acostumbrado a dormir su siesta- aclaró Diego limpiándole tierno la carita con su servilleta -Ven, llevémoslo a mi cuarto- le ofreció Fran levantándose de su silla, él tomó al pequeño en brazos -No, cielo; acostarlo en nuestra cama; la tuya es pequeña y puede caerse de ella- aclaró dulcemente. Fran le sonrió complacida asintiendo con la cabeza. Ya en el cuarto, Diego lo dejó sobre la cama pero el niño miraba extrañado toda la habitación. -Será mejor que me quede con él hasta que se duerma, está extrañando el cuarto- le comentó dulcemente Diego a Fran -Claro, no hay problema- contestó delicada, se besaron tiernos y él le acarició amoroso la mejilla -Voy en seguida, está a punto de caer -No hay prisa, te esperamos para el café- volvieron a besarse y ella salió del cuarto cerrando la puerta -¿Y Diego?- preguntó inquieto Alexander al verla regresar sola -Se queda con Andy hasta que se duerma, el pobrecillo extraña el cuarto- explicó Fran serena mientras ayudaba a recoger a su madrina; Alexander se sentó en el sofá de la salita y prendió el televisor, encendió un cigarrillo- ¿Te traigo un café o esperas por Diego? -Espero, no hay problema- contestó tranquilo y ellas continuaron recogiendo la mesa de la comida. -Ve para la sala cielo, yo prepararé el café- le comentó Miriam en la cocina acabado de recoger todo -No, vamos las dos; yo prepararé el café después cuando Diego regrese- repuso ella amorosa, Miriam le sonrió dulcemente y ambas se dirigieron a la sala.

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