martes, 7 de enero de 2014

Fran le mantuvo desafiante la mirada pero siguió sin contestar, finalmente, Alex tomó aire profundamente -Está bien, te irás de inmediato a verla y Diego que ponga al día papeleo atrasado ¿alguna objeción?- indagó mirándola inquisitivo -Por mí no- respondió serena y se dirigía ya hacia la puerta del despacho -¡Fran, espera!- la detuvo su padrino- ¿A dónde fuiste ayer?- le preguntó interesado, Fran lo miró confundida -A ningún lado ¿por qué?- respondió intrigada, su padrino la miró fijamente a los ojos -¿Estuviste en casa… toda la tarde?- instó mordaz, ella se sentía como en un interrogatorio y recordó a Marti… ¿acaso le comentara que la había visto? -No, toda la tarde no; fui a pasear al parque Central ¿por?- respondió serena -¿Sola?- inquirió mirándola inquisitivo -¡¿Y a ti que te importa?! ¡¿Acaso en mi día libre no puedo hacer lo que me da la gana?!- exclamó irritada ya abriendo la puerta para irse, su padrino la miró imperturbable -Cierra esa puerta Fran…- habló muy pausadamente masticando las palabras, también se estaba enfadando -¡¡No!! ¡Esta conversación se acaba aquí!!- clamó furiosa- Estoy harta de decirte que dejes de meterte en mi vida Alex, ya no soy aquella niña que debías proteger, me sé cuidar solita; y si me fui de tu casa fue exactamente por eso y lo sabes: para que dejaras de controlarme mis entradas y salidas, con quien iba o venía- aclaró tajante mirándolo desafiante a los ojos- Y para tu información: no, no fui sola; fui con Diego y su hijito pequeño ¿satisfecho?- respondió molesta saliendo de la oficina al instante -Te estás llevando muy bien con él ¿no? Parece que conectasteis…- expuso con segundas antes de que Fran abandonara su despacho, ella se volvió y ambos se miraron intensamente a los ojos -Como con Ben, Charlie o cualquier otro compañero; ni más ni menos- respondió inalterable manteniéndole la mirada desafiante unos segundos antes de irse a su mesa donde se sentó en su silla resoplando molesta. Diego la observó intrigado desde la mesa de Ben, frente a ella -¿Pasa algo?- le preguntó inquieto al verla tan sulfurada de pronto -No- respondió tajante mientras ordenaba crispada el papeleo sobre su mesa; él solo movió impasible las cejas y encendió el ordenador, para su sorpresa, estaba completamente borrado -¡Ahí va, la hostia!- murmuró asombrado mirando pasmado la pantalla azul -¿Qué pasa?- indagó ella ya levantándose -¡No te muevas de ahí, Fran!- la detuvo radical observando que Alexander no les quitaba ojo desde su despacho- este no es el ordenador de Ben… pero no muevas ni un músculo que tu padrino no nos quita ojo de encima -Seguro van a formatear el disco duro por si había borrado algo Diego- indicó inquieta mirándolo a los ojos -Probablemente, pero ahora no llamemos más la atención; tu padrino no deja de mirarnos- le indicó amable y ella le pasó unos informes- ¿De verdad estás bien cielo?- se interesó amoroso al recogerlos por encima de la mesa de ambos, ella le sonrió dulcemente -Sí, solo que debo ir a encontrarme con la psiquiatra- le comentó y él asintió con la cabeza -Está bien, ve luego; nos vemos después- repuso tierno y ella se fue al despacho de la psicóloga La salita estaba vacía, llamó con los nudillos en el cristal de la puerta -Pase- se oyó la voz de la doctora desde dentro, Fran la abrió y se asomó levemente- ¡Hola Fran, pasa!- la saludó amistosa con una gran sonrisa amena; Fran le correspondió entrando y sentándose ante ella- ¿Qué tal te va? -¡Muy bien, muy feliz y tranquila! ¡Tanto que se me olvidara nuestra cita!- respondió muy resuelta sin perder aquella preciosa sonrisa, la doctora sonrió más complacida -Ya lo veo, ya- resolvió animosa y se sonrieron alegres- ¿Y puedo saber el motivo de esa alegría y felicidad? -Pues a que estoy muy bien, no tengo problemas ni para dormir ni para realizar perfectamente mí trabajo; a que he ido a la sala de tiro varias veces y no me molesta nada la herida de mi brazo ni tengo problemas con disparar; a que ayer di un maravilloso paseo tomando el sol y a que…- la doctora percibió aquel hermoso brillo en sus ojos que había aparecido de pronto junto a aquella gran y dichosa sonrisa- y a que hoy ha vuelto a salir el sol y vuelve a hacer un día espectacular ¿le parece poco?- resolvió feliz y la doctora rió alegre -No, no me parece poco la verdad, y tienes mucha razón: hoy hace un día espléndido; tanto que…- habló satisfecha y la doctora la miró fijamente a los ojos- ¿Has desayunado Fran?- le preguntó animosa confundiéndola -Yo sí- respondió descolocada -Pues yo no; así que me voy ahora mismo ¿te apetece acompañarme?- expuso levantándose de su sillón y recogiendo su chaqueta colgada del perchero, Fran la miraba atónita -Pero ¿no se supone que debe atenderme en su consulta?- indicó incrédula, la doctora sonrió deleitada y regresó a su mesa -Duermes bien, y se ve y se detecta perfectamente; has vuelto a retomar tu puesto y no hubo incidentes de ningún tipo; has realizado las pruebas de tiro sin ningún problema…- enunciaba mientras escribía en un informe- apta para la alta completa- resolvió finalmente firmando el informe y lo mostró ante Fran- la doctora Reynolds ya te ha consultado y valorado positivamente…- expuso entregándoselo, Fran lo recogió sin dar crédito- ahora Sarah, la amiga, te invita a un café ¿te apetece?- propuso sonriendo animada, Fran le correspondió y ambas salieron del consultorio. Sentadas en la terraza del café frente a la comisaria, bajo los agradables rayos del sol, charlaban entretenidas. Aunque al principio Fran estaba reticente y algo previsora, pronto se relajó con la cháchara amena y despreocupada de Sarah. Era una mujer alegre y divertida. -Al entrar en la consulta te encontré realmente relajada y feliz Fran ¿puedo saber a dónde has ido a pasear ayer? Lo digo para saber dónde ir yo cuando me encuentro baja de moral- repuso despreocupada, Fran sonrió alegre -No fue dónde, sino con quién- respondió desenvuelta- conocí al hijo de mi compañero y ayer nos fuimos a pasear juntos; es un niño precioso, bueno todos los niños pequeños lo son; pero este es tan lindo, alegre y cariñoso que me ganó el corazón al instante el muy pillastre- declaró entusiasmada, Sarah sonrió entrañable -Claro, tu nuevo compañero… ¿cómo te llevas con él?- preguntó desinteresada bebiendo de su café pero sin perder detalle de su reacción y entonces lo vio: le regresó aquel brillo a los ojos de Fran y su sonrisa se volvió más abierta y deleitada -¿Con Diego? Es un hombre formidable y un compañero estupendo, aunque no se le puede calificar de nuevo… como compañero sí, pero ya nos conocíamos de la academia: estudiamos juntos y ya éramos… muy buenos amigos- explicó resuelta pero aquel brillo de sus ojos negros se intensificó poderosamente y su rostro se iluminó radiante. Sarah lo detectó al instante, Fran estaba enamorada de Diego y no era cosa de ahora. Recordó su conversación mientras ella seguía hablando entusiasmada de él: desde la academia no he vuelto a tener una relación estable ni quiero tenerla… -¿Puedo hacerte una pregunta personal? Como amigas, claro está- indicó amena, Fran la miró retraída -¿Tengo que contestar o puedo no hacerlo?- interrogó prevenida, Sarah rió entrañable -Puedes hacer lo que mejor te parezca, te digo que es cómo amiga- respondió resuelta, Fran le sonrió más relajada -Dispara- exclamó decidida -¿Es este Diego aquella relación que tuviste en la academia?- instó curiosa, Fran se quedó reflexiva mordiéndose el labio inferior y mirándola prevenida pero Sarah tenía rostro desinteresado sin dar muestras de quien preguntaba: la amiga o la doctora… -Sí, es el mismo- contestó al fin y sus ojos volvieron a brillar enamorados, Sarah sonrió complacida. -¿Y es casado?- se interesó amistosa -No, separado; se divorciaron hará dos años- explicó despreocupada, Sarah movió la cabeza asintiendo levemente. Seguía enamorada de aquel antiguo amor y él había regresado en el momento más oportuno para ella. Se percató de que estaba mucho más serena y tranquila que hacía semanas. -Y así que tiene un niño…- expuso serena y a Fran volvieron a brillarle los ojitos -Y es precioso Sarah, tiene unos mofletes y es tan rico…- siguió hablando animada del pequeño mientras sonreía alegre; Sarah sonreía deleitada escuchándola hablar tan entusiasmada de Diego y su hijo. Se la veía realmente relajada y feliz. -¡Por qué lo dejasteis en la academia?- curioseó amena, Fran suspiró profundamente y su sonrisa se borró de repente -Yo no estaba en sus planes de futuro…- contestó abatida bajando su mirada triste a su taza de café -¿Te lo dijo él?- preguntó sobrecogida -No, pero yo lo oí sin querer hablando con unos compañeros… hablaba de llegar a ser un alto cargo, a poder ser en investigación o asalto; ansiaba alcanzar pronto un puesto importante y ser un gran policía… pero nunca me mencionó a mí en ninguno de esos sueños y anhelos que él tenía…- explicó apesadumbrada, -¿Y tú? ¿Tú sí veías un futuro a su lado?- se interesó cariñosa, Fran sonrió apagadamente -Yo solo soñaba con seguir a su lado y seguir siendo felices; no me importaba gran cosa mi carrera policial en aquellos momentos- expuso melancólica, la miró tristemente a los ojos mostrando una sonrisa agónica- ¿Qué estupidez, no? -No, ninguna estupidez Fran; solamente estabas enamorada- expuso tierna Sarah tomándole la mano cariñosa -Pero eso pasó ya hace mucho tiempo y todo está superado- se repuso rápidamente soltándose de su mano y acabó su café- ahora soy muy feliz con mi trabajo y espero llegar muy lejos en mi carrera; esas son mis metas más importantes en estos momentos- resolvió radical -¿Estás segura?- instó mirándola interesada -Total y plenamente- contestó decidida y ambas se sonrieron amistosas -¿Tienes un cigarrillo? Me quedó el tabaco en el cajón de la mesa- le pidió amistosa y Fran la miró desconcertada -¿Fumas?- repuso con asombró y Sarah sonrió amena asintiendo con la cabeza- ¡Vaya, no me lo hubiera imaginado! Claro que tengo…- resolvió servicial y empezó a rebuscar en su bolso pero su cara era de desconcierto cuando se dio cuenta de que, desde el cigarrillo que Diego le invitara en el parque la tarde anterior… ¡¡no había vuelto a fumar!! ¡Ni siquiera su eterno cigarrillo de la mañana después del desayuno! Sarah no perdía detalle de cada gesto de su rostro, ni lo encontraba ni lo echaba en falta: muy buena señal- Pues lo siento, me quedó en casa…- repuso al no encontrarlo, Sarah le sonrió agradada -No importa, es igual; hasta nos viene bien y todo ¿no lo crees así?- resolvió amena pidiendo otros cafés y se sonrieron alegres- Fran…- la nombró muy pausadamente, ella la miró intrigada- Una pregunta y esta sí es cómo doctora…- indicó amable, Fran le sonrió agradecida de que fuera sincera con ella- ¿aún sigues teniendo esa sensación de que te observan y te siguen qué tanta inquietud y malestar te provocan?- interrogó mirándola expectante -No, ya no- contestó sincera sin retirarle la mirada y sin dejar de sonreír pues no mentía, ya no tenía esa sensación: ahora sabía a ciencia cierta que así era. -Estupendo- resolvió satisfecha y ambas se rieron amenas. El camarero les sirvió los nuevos cafés y siguieron charlando amistosas- No me contestaste a la última pregunta que te hice el otro día antes de que te fueras de mi despacho- expuso Sarah en cierto momento interrumpiendo la amena conversación, Fran se removió incómoda en su silla -¿Cuál?- expuso despreocupada aunque su inquieto movimiento la delatara ya ante Sarah -¿Estabas presente cuando mataron a tu padre verdad?- Fran guardó silencio unos segundos- te sigue hablando la amiga, no la doctora- avisó amistosa, Fran le sonrió dulcemente -Sí- respondió rotunda y se miraron a los ojos- pero no me preguntes más porque solo recuerdo los ojos vacíos de mi padre en el suelo y aquella mirada fría y heladora del asaltante mirándome antes de desaparecer de la gasolinera… esos ojos nunca los olvidaré en mi vida- expuso apagadamente, Sarah sonrío conmovida y no preguntó más sobre aquel día. Sin darse cuenta les pasó la mañana hablando animadas y amistosas de cosas sin importancia; o eso creía Fran, porque Sarah si había sacado varias conclusiones muy aclaratorias de ella y su forma de ser y sentir. Fran regresó a casa sin ir a comisaria. Iba muy satisfecha durante el paseo hasta su apartamento; haber estado hablando tan animada con Sarah la había relajado muchísimo y se sentía realmente bien Apenas llegara a casa cuando le llamaron al timbre -Fran, soy yo- le habló Diego a través de la puerta. Sonrió dichosa y corrió a abrirle -¿Qué haces aquí?- instó mientras él entraba en el apartamento -No regresaste a comisaría y me tenías preocupado ¿estás bien?- se interesó inquieto mirándola a los ojos -Sí, muy bien; estuve con la doctora Reynolds hasta ahora y ya no regresé al ser mi hora de salida- expuso serenamente entrando en el salón -¿Hasta ahora? ¿Le has contado toda tu vida o qué?- bromeó chistoso aunque la miraba atónito, ella rió divertida -Pues no, apenas hablamos de mi vida; nos fuimos a tomar café como dos buenas amigas y charlamos de todo un poco yéndosenos la mañana en un suspiro- explicó resuelta y alegre -¡Ingrata!- exclamó dolido, Fran lo miró desconcertada- tú de café con una amiguita y yo muriéndome por no verte y no sabiendo de ti- expuso bonachón sonriendo tierno, ella rió alegre. Diego la rodeó raudo por la cintura con sus brazos atrayéndola hacia su cuerpo- me tienes que compensar, y muy bien, este mal trago que me has hecho pasar- le murmuró meloso enredando juguetón con sus labios en los de ella -¿Así? ¿Y cómo?- repuso melosa siguiéndole el provocador juego de sus bocas al tiempo que le rodeaba amorosa el cuello con sus brazos -Por ahora así, luego ya iremos viendo cómo se van dando la cosa- resolvió decidido y atrapó ambicioso su boca; se besaron apasionados deleitándose en saborearse gustosos. Fran escurrió su mano por debajo de su jersey y acarició ardiente el suave vello de su pecho. Él, sin dejar de saborear aquella boca deliciosa, posó su mano sobre la de ella y la fue llevando muy lentamente hasta introducírsela dentro de sus pantalones y posarla sobre su miembro caliente y ya erecto que Fran acarició gustosa, él gimió deleitado de la suave caricia y ella sonrió complacida; pero no se detuvo, sin dejar de acariciar aquel miembro maravilloso, se fue deslizando hasta rodear con sus manos sus testículos y se los oprimió suavemente provocándole aún un gemido mayor al tiempo que la miraba ardiente- ¿Qué te propones?- expuso socarrón -Nada, solo acelerar un poco el “a ver cómo se dan las cosas”- declaró pícara, él sonrió deleitado -Mi gatita revoltosa- murmuró acelerado y, tomándola en brazos, se la llevó escaleras arriba hacia el dormitorio de Fran, sin dejarse de devorar ansiosos de deseo.

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