domingo, 12 de enero de 2014

- Tenemos que irnos cielo; este pillastre ya debería estar en la cama hace un par de horas- le dijo amoroso a Fran que reía entrañable mirándolos embelesada. Recogieron el lápiz informático, cerraron el portátil y, apagando todas las luces menos la de la entrada, salieron al rellano. -¡Que te dejas encendida la luz del pasillo!- avisó impetuosa Fran deteniéndolo cuando Diego ya cerraba la casa con una llave de su llavero, se echó a reír guasón -Sandy no es mi hija amor- se burló gracioso- Se asusta hasta de su propia sombra- añadió animado y sonrieron amenos. Diego tomó camino de su casa. -¡Diego! ¡Déjame cerca de casa ¿no recuerdas que me recogiste a dos manzanas y no llevé mi coche?!- lo avisó al instante, él sonrió pícaro -Ven con nosotros a casa amor- la invitó cariñoso- ¿Qué prisa tienes? Además, hoy no apareció Marti por ningún lado, así que no te están siguiendo… ¿por qué no aprovecharlo?- añadió animoso, ella sonrió derrotada Bañaron divertidos al niño, salpicándose unos a otros felices. Fran se quedó vistiéndolo mientras Diego se encargaba de una cena rápida. Regresaron a la cocina -¡Qué bien hueles bandido!- le decía apasionada resoplándole en el cuello al pequeño que reía alegre. Dejó al niño en el suelo que salió raudo hacia la sala y ayudó a Diego a poner la mesa -¡Andy, a cenar!- le avisó amoroso y el pequeño corrió obediente a la mesa, Fran lo sentó en su sillita. Cenaron entretenidos con las ocurrencias del pequeño, cogía trozos de tortilla con la mano y la clavaba en su tenedor para llevarla luego a la boca satisfecho de su hazaña. Diego intentaba introducirle pequeños pedazos de tomate en la boca pero sin éxito, se lo escupía en seguida negando con la cabeza rotundamente. -¿No ves que no le gusta Diego? ¿Por qué le insistes?- lo defendió amorosa Fran -¡Hay tantas cosas que no gustan y hay que tragar!- se lamentó atormentado, ella lo miró desafiante -No me voy a ir así que tampoco insistas en eso- aclaró rotunda y él sonrió derrotado. Diego fue a acostar al pequeño aunque se negaba y protestaba enrabietado. Fran recogió y lavó la loza de la cena. Cuando acabó, él aún no regresara del cuarto de Andy; lo oía regañarle rotundo que estuviera quieto y se durmiera de una vez, pero parecía que Andy no estaba por la labor. Ella se acercó y se apoyó en el marco de la puerta sonriendo divertida mirándolos. -¡Estate quieto ya joder!- le reprendió irritado mientras lo cubría con la manta -¡Joder!- repitió riéndose divertido mientras volvía a patear destapándose de nuevo -La madre que te… eso que bien lo pronuncias siempre cabrito- masculló fastidiado, Fran sonrió explayada y él pequeño la descubrió arrimada al dintel de la puerta y le sonrió feliz- ¡Pues duermes destapado ¿eh?!- repuso casi derrotado cuando el pequeño se sentó raudo en la cama mostrándole los bracitos a Fran pidiendo que le cogiera. Diego miró en la dirección a la que su hijo estiraba sus bracitos y descubrió a una Fran que sonreía dichosa mientras se aproximaba a ellos y recogía al niño de la cuna que se abrazó a su cuello suspirando satisfecho -¡Fran!- le regañó mirándola reprochador -Un poquito más solo, anda papi- suplicó mimosa acariciando la mejilla de Diego, él sonrió sometido y Fran se llevó en brazos al pequeño a la sala sentándose en el sofá. Diego, que los seguía, encendió el televisor y se sentó junto a ellos; encendió dos cigarrillos y le pasó uno a Fran que se lo quedó mirando unos instantes entre sus dedos. -¿Qué pasa?- indagó curioso al verla observarlo tan detenidamente -Creo que voy a dejar de fumar- respondió despreocupada, él la miró sorprendido -¿Y eso?- repuso intrigado, ella movió los hombros desenfadada -No sé, últimamente no me apetece y apenas me acuerdo de él- declaró sincera y él rió divertido -¿Escucha cielo? ¿No oyes eso? Tic tac, tic tac…- expuso burlón y ella le golpeó suavemente en el antebrazo -¡Idiota, pues ahora me lo fumo!- exclamó resuelta y se rieron amenos; él se descalzó y posó los pies sobre la mesa, Fran sonrió deleitada al vérselo hacer. Se relajaron en el sofá, el pequeño recostado sobre el pecho de Fran, miraba sonriente y triunfador a su padre -Ganaste una batalla pero no la guerra, muchachito- bromeó cariñoso a su hijo besándole la naricilla, que seguía sonriendo victorioso. Después de apagar los cigarrillos, Diego le pasó el brazo por los hombros a Fran y la atrajo a él mientras ella se recostó sobre su pecho y se dispusieron a ver tranquilos la película que echaban por el televisor. Diego le acariciaba amoroso el brazo de Fran y ella se enardecía a su contacto. No sabía cómo lo hacía, pero un simple roce de él siempre la encendía al instante. Observó al pequeño entre sus brazos, dormía plácidamente sobre su pecho con su dedito pulgar en la boca -Ya se durmió- le comentó cariñosa a Diego que le sonrió dichoso. Ella se levantó y lo acostó en su cuna no sin antes besarlo amorosa en la frente. Diego la esperaba en la puerta del cuarto- Me tengo que ir ya- comentó sonriéndole dulcemente mientras se aproximaba a él saliendo del cuarto de Andy, él la rodeó con sus brazos y la oprimió ansioso contra su cuerpo besándola ardiente en la boca, ella también se entregó apasionada -No te vayas… por favor- rogó con voz alterada y volvió a besarla impetuoso, devorando con deseo su boca. Ella sintió como su cuerpo ya se encendía fogosamente. Se abrazó arrebatada a su cuerpo y también se entregó voraz a aquella boca ardorosa. Su cuerpo ya apremiante, se adhería codicioso al de Diego que la oprimía ansioso también contra el suyo. La elevó suavemente entre sus brazos y se la llevó a su dormitorio. Se desnudaron mutuamente muy despacio, besándose ardientes cada rincón de sus cuerpos que iba quedando descubierto al retirarse la ropa, encendiendo cada vez más aquella pasión ardiente que los quemaba por dentro hasta convertirse en una llama abrasadora que los devoraba poderosamente haciendo que se olvidaran de todo y solo ansiaran apagar con premura. Diego la tumbó sobre la cama sin dejar de recorrer su cuerpo con aquella ferviente boca que la trastornaba e impacientaba anhelando cada vez más impetuosa que la penetrara al fin. Entre aquella locura desatada y rabiosa de deseo y desesperación Diego regresó a su boca sin detener su caminar provocador y ardiente por su cuerpo atrapándola ávido y, sin esperárselo Fran, muy despacio pero contundente ensambló su miembro poderosamente dentro de ella provocándole un gemido placentero que se le escapó de las mismísimas entrañas. Se entregaron plena y totalmente, sin prisas, prodigándose todo su ardor y amor incondicional que se sentían. Fue tierno, delicado; pero tan intenso y delirantemente apasionado que los llevó a un éxtasis extraordinario y un goce descomunal, como siempre. Diego se derrumbó exhausto a su lado, pero feliz y complacido al máximo. Ella se abrazó amorosa a su cuerpo, también se sentía plena y dichosa; recostó su cabeza sobre su pecho velloso escuchando deleitada el latir frenético de su corazón y acarició mimosa su vientre musculoso mientras él la rodeaba tierno por los hombros; la miró extasiado y se sonrieron radiantes. -Hacemos un buen equipo ¿eh?- dijo apasionado apartándole amoroso un mechón del pelo que le caía sobre su mejilla -¿En dónde? ¿En el trabajo o en la cama?- bromeó pícara, él sonrió alegre y la abrazó fuertemente contra su cuerpo mientras la besaba apasionado en la frente -En ambas partes mi dulce petit suisse- contestó dichoso y se besaron prodigados, deleitándose en saborearse gustosos. Al despertarse, buscó atientas el cuerpo de Diego y se sobresaltó al no encontrarlo. Al abrir los ojos se encontró con Andy acodado al borde de la cama mirándola fijamente -¡Tute!- sonrió feliz y ella también sonrió -Hola cielo ¿y papi?- le habló melosa -No tá- respondió resuelto subiéndose a la cama y metiéndose raudo con ella bajo las sábanas, lo abrazó amorosa contra ella mientras ambos reían solazados. Fran se sobresaltó alertada al oír cerrarse la puerta de la calle muy despacio, sin apenas hacer ruido. Puso atención pero no oyó nada más. Buscó debajo de la almohada y encontró la camiseta de rugbi que Diego usaba para dormir, sonrió deleitada recordando sus palabras no hacía mucho: había cosas que no cambiaban nunca. Se la vistió y se levantó; el pequeño la miraba curioso -Quieto ahí ¿vale?- le susurró posando su dedo sobre sus labios indicándole que guardara silencio, él pequeño la imitó provocándole una sonrisa amena en ella y salió del cuarto -¿Diego?- llamó cautelosa por el pasillo caminando despacio hacia la sala prevenida a cualquier encuentro indeseado -Ya te has despertado petit suisse- respondió él asomándose a la puerta de la cocina sonriendo feliz, ella respiró tranquila -Ahora mismo- repuso entrando en ella, él ya se había vuelto y preparaba la cafetera- ¿De donde vienes? -De la central de entregar el lápiz- contestó radiante besándola dulcemente en los labios, ella sonrió deleitada; siempre tenía aquellos pequeños detalles tan nimios pero hermosos que la encandilaban- Allí lo estudiarán a fondo para ver que sacan en claro… Toma- le lanzó una bolsa de viaje que ella recogió sorprendida, era su bolsa de viaje; él le sonreía dichoso- Fui por tu casa y te traje algo de ropa- ella no salía de su asombro y él rió divertido -¿Me estás secuestrando o algo así?- bromeó burlona, él rió explayado -Algo así- contestó satisfecho y volvió a besarla pero esta vez se besaron entregados y apasionados- Hoy, por lo menos, pasaremos el día juntos… Mañana ya veremos- repuso entusiasmado, la besó fugazmente en los labios de nuevo y volvió a atender el desayuno -Pero yo hoy tengo que ir a casa de mis padrinos- comentó turbada -Pues tendrás que llamarlos y dejarlo para otro día, hoy no te separas de mí…- la miró seriamente- Y no hay opción a protestas- añadió categórico señalándola con el cuchillo que tenía en la mano de partir las naranjas. -Ok, de acuerdo- aclaró serenamente levantando sus manos vencida y se sonrieron entrañables- ¿Me puedo duchar? -No- respondió rotundo, ella lo miró sorprendida y él rió divertido- Ahora no que he traído bollos para desayunar y aún están calentitos, después de desayunar mejor- añadió animado, ella sonrió deleitada- Además, así estás increíble; siempre te quedaron muy bien mis camisetas- comentó sagaz mirándola pícaro, ella rió complacida -Te ayudo luego- se acercó a él -Eso sí… toma, haz tú el zumo mientras yo le preparo el desayuno a Andy que está a punto de despertar- la besó amoroso en el cuello y comenzó a calentar leche en un cazo. -Ya está despierto, estábamos juntos metidos en tu cama- le comentó animosa y él sonrió ameno -Es puntual como su padre- declaró orgulloso, la besó nuevamente en el cuello y se fue a buscarlo. Entraron en la cocina riendo y enredando felices, Diego lo sentó en su sillita y le sirvió medio vaso de zumo que él bebió ávido soltado un satisfecho ¡Ahhh! Al acabar, ellos rieron divertidos. -¿Qué hacía esto encima de la barra de la cocina?- le preguntó gravemente en medio del desayuno dejando sobre la mesa el revólver que él le diera, ella la miró pasmada -Allí estaba bien… a mano- expuso esquiva bebiendo de su café -¡Ya, a mano!- repuso él sarcástico- Te me vienes a registrar la casa de Estela desarmada estando las cosas como están; y yo tranquilo pensando que la llevabas encima- le regañó irritado, ella no contestó- ¡Eres más terca que una mula!- exclamó enojado- ¿Cómo voy a estar tranquilo así? ¡Tengo que vigilar de mis espaldas más de las tuyas! ¡¡Menuda ayuda estás resultando ser!! -Total ya lo vas a hacer vaya armada o no- aseveró despreocupada, él la miró reprochador- ¡Vale, está bien! ¡Mira, ya está; siempre conmigo!- repuso derrotada agarrando el arma -¡¡No, Tute, caca!! ¡¡Hace pupa!!- gritó horripilado Andy sobresaltando a Fran que lo miró desconcertada. -¿Qué pasó mi cielito?- indagó sobrecogida acariciando dulcemente su mejilla, Diego reía divertido -Tú no cielo, pero ella sí puede cogerla: Tute es poli como papi- lo tranquilizó amoroso besándolo en la frente- Le tengo terminante prohibido tocarla, por eso se asustó al ver que la cogías- le explicó cariñoso a Fran -¡Hasta él sabe mejor que tú que son peligrosas tenerlas cerca!- comentó ella apartándola desdeñosa hacia el mesado a su espalda. El rebuscó algo en el bolsillo trasero de sus pantalones y sacó un papel que entregó a Fran- Memoriza este número y destruye el papel, es importante- le explicó cariñoso -¿Qué es?- indagó curiosa examinándolo -Es el número al que debes llamar si algo me pasara o te ves en peligro; llamas inmediatamente a este número, a nadie más ¿me oyes?- remarcó tajante mirándola fijamente a los ojos, ella lo miró aterrada- no te preocupes, es de mi equipo y confío plenamente en él; en cinco minutos estarán recogiéndote dónde sea… Ya están prevenidos. -No es eso Diego… Pero… ¡¡Eso no lo digas jamás ¿vale?!!- exclamó angustiada mirándolo desesperada, él la abrazó amoroso por el cuello con un brazo y la atrajo hacia sí besándola apasionado en la frente -Está bien, tranquilízate… Nada me va a pasar, cielo; ni a ti tampoco- la tranquilizó cariñoso- pero memorízalo ¿vale? Para yo estar tranquilo- ella asintió con la cabeza y se besaron entregados; cálida y dulcemente Andy comenzó a reír pícaro y aplaudía entusiasmado, ellos lo miraron divertidos -Buena señal, nos da su consentimiento- bromeó burlón Diego y se rieron explayados.

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