martes, 11 de marzo de 2014

A las tres semanas, un jueves, Irene trabajaba en su ordenador cuando llegó un repartidor -¿Irene Salvatierra? Me dijeron en recepción que la encontraría aquí- preguntó afable, ella le sonrió cordial mientras asentía con la cabeza- Este paquete es para usted- le entregó una caja cuadrada de paquetería y firmó el albarán. Examinó la caja de envío: no tenía ninguna referencia del mandatario, solo su nombre. La abrió y quedó asombrada al encontrarse con una bella orquídea en su cajita de celofán. Buscó alguna tarjeta o algo que le explicara el motivo o el remitente pero no había nada. -Ya puedes archivar esto Irene…- habló Rodrigo saliendo de su despacho y se quedó mirándola observando atónita la preciosa flor- ¿Qué es eso? -Me la acaban de mandar, pero no sé quién ni por qué- indicó intrigada mostrándosela, él la miró extrañado -¿No trae tarjeta?- preguntó intrigado -No- respondió ella calmosamente observando deleitada la hermosa flor, él rió socarrón de nuevo -¡¡Alguno que te echó el ojo!!- bromeó divertido, se sonrieron y él regresó a su despacho Desde aquel día, todos los jueves empezó a recibir una preciosa orquídea sin remitente. Intrigada se preguntaba de quien sería; luego pasó a preocuparse, no traer remitente la inquietaba pero, al final de varios días, la esperaba ilusionada y la recibía entusiasmada. Las semanas se convirtieron rápidamente en meses y se acercaron los parciales. Estudiaba todas las noches entre café y cigarrillos. Aprovechaba también la hora de comer en la oficina, Teresa le subía algo de la cafetería animándola como una gran amiga que era. También hablaba y se veía a menudo con Carla algunos fines de semana. Gonzalo también se sentía cada vez más ilusionado y dichoso, interrogaba sutilmente a su hija sobre la vida de Irene y ella le contaba que estaban solitas, que dormía con mami todas las noches y estudiaba mucho. Eso le hacía muy feliz: Irene estaba sola, no se había ido a vivir con él ni siquiera pasaba por la casa de vez en cuando según le sonsacara a Pati. Aquel mediodía estaba enfrascada en sus apuntes cuando regresó antes de la hora Rodrigo, se sorprendieron al verse en la oficina tan temprano -¿Qué haces ya de vuelta? ¿No tenías una cita para las tres?- le preguntó ella intrigada -Se me olvidaron unos documentos… ¿Y tú qué haces aquí? ¿No has salido a comer? -No, tengo que repasar que para la semana tengo los parciales- expuso animada, él se acercó y examinó los apuntes de ella -¡¿Estás estudiando derecho?!- preguntó asombrado, ella asintió y él le sonrió agradado- Me parece muy bien; si te puedo ayudar en algo no dudes en pedírmelo, lo haré gustoso- se ofreció acariciándole tierno la mejilla con su pulgar, se sonrieron amistosos- Sabía que valías para mucho más que una simple secretaría, preciosa- le habló cariñoso y asombró a Irene- De verdad, no dudes en pedirme ayuda -Lo haré, gracias- agradeció emocionada por su amabilidad y muestra de cariño. Aquel domingo se presentara hermoso y Gonzalo llevó a Pati al zoo. Se divertían y lo pasaban realmente bien cuando se encontraron con una compañera de trabajo, Elena. Animosamente la invitaron a seguir el recorrido con ellos pues estaba sola. Fue un día ameno y feliz; Pati se puso feliz cuando Elena le regaló el oso panda de peluche que tanto le gustaba. Mientras, Irene se peleaba con el tema constitucional. Había cosas que no lograba comprender y, entonces no podía continuar; iba a perder el domingo por una tontería y se desesperaba. Pensó en pedirle ayuda a Rodrigo. No, no podía; no quería volver a tener un enfrentamiento con él al presentarse en su piso. Miró su teléfono sobre el sofá ¿y llamarlo? Podía llamarlo… Una llamada no podía molestarle, además le dijera que la ayudaría con gusto… Marcó decidida. -¿Sabes qué siempre eres encantadoramente inoportuna, preciosa?- le respondió ameno y divertido -¿Me lo dices a mí?- preguntó extrañada y lo oyó reírse explayado -Sí, te lo digo a ti ¿a quién si no?- expuso cordial- ¿Ocurre algo? ¿Estás bien? -Tengo un problema con unos temas…- calló aturdida- y como me dijiste que te pidiera ayuda- añadió cohibida, él rió nuevamente divertido- ¿Podrías venir a mi casa? -¿Puedes esperar un poco?- indagó amable -¡Sí, claro; sin problema!- comentó entusiasmada -Pues dentro de un rato estaré ahí ¿de acuerdo?- ella asintió- pero prométeme que no volverás a llamar ¿sí?- bromeó socarrón y se dio cuenta de que le había chafado de nuevo una cita; Irene rió divertida -¡Prometido, te dejaré acabar tranquilo!- respondió burlona y lo oyó reír divertido mientras colgaban. Había pasado más de una hora cuando lo oyó aparcar en la entrada del jardín, salió a recibirlo y, cual fue su sorpresa, al verlo acompañado de Carla que le sonreía animadamente amistosa -¡Hola Carla!- la saludó animada -Hola cielo- le respondió cariñosa -¡Se empeñó en venir!- expuso Rodrigo mirándolas intrigado- No sé que os traéis vosotras dos ¿se puede saber desde cuando os lleváis tan bien?- preguntó interesado pero ellas rieron divertidas y entraron en la casa. Estaban en la sala, Rodrigo le explicaba ameno y con paciencia lo que no entendía. Carla, con la desenvoltura que le caracterizaba, se levantó y se fue a la cocina donde preparó un gin tonic llevándoles a ellos un par de whiskys. Rodrigo la miró asombrado y extrañado -¿Tú vienes mucho por aquí, verdad?- indagó intrigado recogiendo el vaso que ella le ofrecía, ellas rieron entrañables -Algo- respondió Carla serenamente sentándose nuevamente junto a él, él la miraba curioso pero ella no le dio más explicaciones. Hablaban animados cuando Irene oyó llegar el coche de Gonzalo, salió a recibirlos alegre. La pequeña corrió dentro de la casa después de besarla mientras Gonzalo se acercaba mirándola dulcemente; se sonrieron cariñosos al tiempo que él subía los escalones aproximándose a ella… -¡Hola tío Rodrigo!- escuchó saludar animada a la niña en la sala, Gonzalo se frenó de repente y su semblante se enrareció -Hola princesa ¿qué tal te va?- escuchó saludarla cariñoso, Irene notó como el rostro de Gonzalo se endurecía y su sonrisa se borraba de repente mirándola fríamente -Vino a ayudarme con…- intentó explicarle cariñosa -¡No tienes que darme explicaciones de lo que haces!- le gruñó irritado, le entregó de malas maneras la mochila de Pati y se fue sin despedirse siquiera de su hija. Irene se quedó confundida, no comprendía la reacción de Gonzalo. Regresó a la sala. -¡¡Mira mami!!- le mostraba ilusionada su osito nuevo, Rodrigo y Carla miraban a la pequeña sonriendo recreados -¡Que bonito! ¿Te lo compró papi? -No, Elena- respondió tranquilamente, Irene sintió una punzada en el pecho -¿Elena? ¿Quién es Elena?- indagó curiosa, Rodrigo la observaba curioso -Una amiga de papi que vino con nosotros al zoo- expuso tranquilamente la pequeña sentándose en la alfombra a jugar con su nuevo peluche, Irene se puso inquieta, nerviosa, alerta. Carla y Rodrigo la examinaban intrigados -¿Y…? ¿Es muy amiga de papi, cielo?- preguntó intranquila -¿Por qué no lo llamas y le preguntas a él?- indicó burlón Rodrigo, Irene lo miró alterada -No me importa nada de lo que haga- repuso esquiva haciéndose la indiferente -¡¡Ya!!- clamó sarcástico- ¿Por qué eres tan hipócrita, Irene?- le dijo malicioso -¡¡No soy hipócrita!!- se defendió ella irritada pero Rodrigo rió burlón levantándose tranquilamente del sofá- Vámonos Carla, la nena tiene muchas cosas en las que pensar- se burló cínico, Carla lo acompañó despidiéndose de Irene en la puerta -Sí te importa cielo- le dijo amorosa acariciándola tiernamente- Cómo no espabiles lo vas a perder. Aquella semana estuvo inquieta y no podía concentrarse pensando en Gonzalo con otra mujer, le dolía, la desesperaba y la enfurecía. -¿Qué tal el examen?- le preguntó animoso Rodrigo recostándose en su sillón cuando regresó al trabajo a las cinco aquel jueves después de presentarse a la prueba en la Universidad -Más o menos- expuso desganada, él la miró y sonrió entrañable -Sigues rumiando sobre la otra ¿verdad?- preguntó socarrón -Déjame en paz- expuso impasible, lo miró a los ojos y sintió unos deseos tremendos de entregársele. Sin más lo besó ardorosa, él le correspondió gustoso. Pronto se devoraban anhelosos e impetuosos. Irene, irracional, se deshizo de sus bragas y, levantándose la falda, se sentó sobre la mesa. Se desabrochó la camisa y se mostró total y atrevida ante él que la miraba sonriendo divertido sentado en su sillón- ¿Vas a quedarte ahí mirando o vas a hacer algo?- repuso retadora colocando sus pies en cada uno de los reposabrazos del sillón mostrándole su sexo resuelta y decidida ante su cara. Rodrigo se abalanzó sobre ella y la besó apetitoso en el cuello bajando por el escote y atrapando impaciente sus pechos. Ella gemía gustosa mientras él se deshacía de los pantalones y la penetró profundamente, ella gimió más placidamente y se entregaron deseosos, violentos, alocados; intensamente desesperados y rabiosamente impulsivos. Gemían fogosos y acabaron en una culminación impetuosa, virulenta y enfurecida que los hizo gemir frenéticos dejándolos sosegados y satisfechos. Como siempre, Rodrigo se retiró tranquilamente y se recompuso la ropa como si nada hubiera pasado. Ella hizo igual, sin miramientos ni reproches, se vistió nuevamente. -Te recomiendo hacerlo antes del examen, no después; irás más relajada a la prueba- expuso burlón y ella sonrió recreada -Lo tendré en cuenta para la próxima- bromeó socarrona y salió del despacho- No le cuentes esto a Carla- repuso amable desde la puerta, él la miró sorprendido e intrigado- ella te quiere ¿sabías? Y no merece sufrir tanto por tu culpa, no deberías contarle tus aventuras- él le sonrió entrañable- Y tú la quieres a ella ¿por qué te haces tanto el duro y no se lo dices de una vez? -¿Y tú por qué no hablas de una puta vez con tu marido? ¡Estás deseando volver con él!- ella desapareció tras la puerta mientras se reían complacidos. El sábado, Gonzalo le leía el cuento de todas las noches a la pequeña metida en su cama -Papi ¿qué es un hipo…hiprocrita?- le preguntó de repente a su padre que la miró sorprendido -¿Hipócrita?- le corrigió cariñoso y ella asintió sonriéndole alegre- Es una persona que dice una cosa y piensa otra, cielo- la niña lo miraba confundida y él le sonrió dulcemente- Por ejemplo, tú eres un poquito hipócrita cuando le dices a la abuela Edurne que la quieres más a ella porque te hace tu pastel favorito cuando sabes que quieres más al abuelo Paco ¿entiendes ahora?- ella sonrió dichosa -¡Como mami!- expuso satisfecha confundiéndolo- Tío Rodrigo le llamo hiprocrita el domingo a mami -¿Y por qué le llamó hipócrita, cielo?- peguntó interesado -Porque dijo que no le importaba saber quien era Elena después de hacerme tantas preguntas- Gonzalo se sintió intrigado -¿Y qué te preguntó luego, mi ángel?- siguió investigando -Quien era, si era muy amiga tuya… ¡muchas cosas!- repuso desganada, él no debía insistir pues se la veía descontenta pero su curiosidad le podía -¿Estaba muy interesada luego?- preguntó emocionado, la niña asintió con la cabeza y él sonrió dichoso- Cielo ¿Qué hacía en casa tío Rodrigo, corazón?- indagó curioso y tremendamente interesado -Ayudándole con los deberes a mami, como haces tú conmigo- expuso tranquilamente, se cubrió con su mantita la mejilla como siempre hacía cuando quería dormirse. Él la besó en la frente y salió del cuarto descontento por no haber conseguido toda la información que buscaba- ¿Sabes papi?- lo detuvo la niña cuando apagaba la luz -Dime corazón -Conocí a la novia tío Rodrigo ¡es negrita ¿sabías?!- expuso alegremente, Gonzalo se quedó paralizado ¡él tenía novia! Entonces: o no era él o habían terminado la relación entre ellos; pero ¡estaba tan seguro que era él!- ¿puedes apagarme la luz ya? Tengo mucho sueño- le indicó Pati refregándose los ojos sacándolo de sus pensamientos -Claro cielo, buenas noches mi ángel- se fue a su cama y se acostó por encima de la colcha; recostó la cabeza sobre su brazo y comenzó a cavilar: ¿se había equivocado de hombre? Pero tenía tan claro que era él… ¿quién era entonces el amante de Irene? -Papi…- apareció la pequeña refregándose los ojos delante de la puerta abierta de su cuarto -¿Qué te pasa corazón?- le preguntó preocupado acudiendo a su lado, la miró examinándola que no tuviera fiebre -Déjame dormir contigo anda- pidió zalamera abrazándose a su cuello- mami me deja dormir con ella todas las noches- expuso chantajeándolo, él sonrió embaucado y la llevó a su cama, al arroparla, ella sonreía feliz por haberse salido con la suya.

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