miércoles, 5 de marzo de 2014


Después de un buen rato allí parecía más calmada; salió del despacho, recogió sus cosas y se fue al taller. Estaría cerrado hasta las tres. Comió algo en una cafetería de enfrente esperando ansiosa que abrieran pronto. El coche estaba arreglado. El mecánico le hablaba sobre algo de la batería pero ella no le prestaba atención, estaba deseosa de irse cuanto antes aunque disimuló como pudo; pagó la factura que guardó en la guantera y se dirigió al piso de Rodrigo. Aparcó cerca del moderno edificio, lo observó desde el coche; era una edificación enorme toda de hierro y cristal muy modernista. Sus grandes ventanales oscuros reflejaban los edificios de enfrente y tomaban un tono azulado del cielo como si los cristales fueran espejos. Estaba mucho más calmada y empezaba a pensarse si estaba obrando bien. Pero, así a todo, bajó del coche y entró en el edificio. Subió en el ascensor hasta la décima planta mientras se reflejaba en el espejo que había en su interior. Se miró a los ojos, le brillaban deseosos, se humedeció nerviosa los labios
-¿Estás segura de lo que haces Irene?- le preguntó a su reflejo, pero la sensación de ardor entre sus muslos la animó. El rellano era ancho y cuadrado y se miraban cinco puertas; se dirigió a la C y pulsó el timbre.
Esperando a que él abriera empezó a preguntarse qué estaba haciendo allí, aquello no estaba bien; era madre de una niña preciosa, una mujer casada con un hombre maravilloso que la amaba profundamente y tenía una vida dichosa y satisfactoria. Observó la puerta que no se abría
-No está- exclamó entristecida- Mejor así Irene, vete antes de cometer esta locura- se recomendó animosa y se dirigió rauda al ascensor. Pulsó el botón repetidamente pues le parecía que así acudiría más rápido a su llamada, llegó el ascensor encontrándose con Rodrigo frente a frente
-¡Ah! Ya estás aquí- le dijo animado al verla pero ella se mordía el labio nerviosa sin apartar sus ojos de los de él y su respiración era agitada- ¿Qué pasa Irene?- indagó al verla tan alterada pero ella intentó escabullirse dentro del ascensor sin responder, él la detuvo sujetándola por el brazo- ¿Irene?- la miraba intrigado
-Esto no está bien, Rodrigo; debo irme antes de que esto suceda- repuso apresurada
-Vale, tranquila; no pienso obligarte a hacer nada que no quieras o no desees hacer- expuso cordial aunque se sentía defraudado, no quería perder aquella oportunidad de poseerla por fin; lo llevaba deseando tanto y al fin estaba allí... Se aproximó a ella y le acarició el rostro melosamente- Tranquila cielo- le murmuró tierno, ella cerró complacida los ojos suspirando anhelosa ante aquella caricia tan dulce y provocadora demostrándole que aún no estaba todo perdido, sonrió alentado. Posó tierno su mano en su fino cuello y acercó la boca a su oído, ella gimió levemente ante su proximidad- Irene, si realmente no lo deseas… ¿a qué has venido?- le susurró meloso
-Yo… yo…- balbuceó incongruentemente sin abrir los ojos, Rodrigo podía notar el latir acelerado de su corazón en su mano aún posada en el cuello de Irene mientras respiraba apresuradamente, ella lo deseaba tanto como él. Le acarició levemente el lóbulo de su oreja con su lengua y ella suspiró gustosa
-Dime que no lo deseas tanto como yo y te dejo ir- volvió a susurrarle acaramelado al oído; estúpida decencia: a punto estuvo de perder aquella gran oportunidad, pensó cínicamente. Ella estaba excitada de nuevo, la presión en su bajo vientre había regresado y le devoraba ardientemente las entrañas, tenía los pechos dolorosamente endurecidos del deseo. Sus labios ardían anhelando la boca de Rodrigo que atrapó sublevada demostrándole que estaba hambrienta de él mientras se aferraba a su cuerpo impaciente volviendo a friccionarse contra su entrepierna buscando apremiante su contacto. Se besaron ávidos mientras entraban en el apartamento, ella le quitó presurosa el abrigo pero él la detuvo por las muñecas mirándola a los ojos, sonreía relajado con aquella sonrisa que la trastornaba e intentó atrapar su boca de nuevo cosa que él no le permitió
-¿Por qué tanta prisa? No hay apuro ninguno, Irene- expuso zalamero pero ella sí estaba urgente, imperiosamente apurada
-Sí tengo apuro, Rodrigo…- replicó mortificada, él la miró intrigado y burlón- Apuro de sentirte dentro de mí, apuro de que apagues esto tan fuerte que siento- expuso ansiosa, él sonrió complacido y la besó suavemente en los labios, ella ya intentaba atrapar ávida nuevamente su boca pero él no se lo consintió
-Tranquila preciosa, quiero disfrutarlo no solo apagarlo- aclaró calmadamente retirándole su abrigo despacio, ella se lo dejó quitar intentando serenarse. Los colgó en el perchero de la entrada y la guió de la mano por el amplio salón, el calor de su mano la hacía sentir más ardiente aún si cabe.
Estaba muy nerviosa, su mano así se lo indicaba a Rodrigo pues le oprimía la suya sin darse cuenta y la tenía muy fría
-¿Quieres tomar algo antes? Para calmarte un poco, pareces nerviosa- indicó amable pero ella negó con la cabeza y él la besó mansamente, saboreando su boca despacio; Irene sentía que su cabeza se embotaba del deleite de degustar aquella sabrosa boca tan cálida. Sus piernas flaqueaban nuevamente como le había ocurrido en el despacho y se sujetó a él temiendo que no la sujetarían. Rodrigo la fue guiando hasta el dormitorio, cuando hubieron traspasado el umbral, Irene empezó a respirar presurosa y su pecho subía y bajaba raudo, él la volvió a mirar efusivo y entrañable ¿cuánto tiempo hacía que no percibía ese nerviosismo en una mujer? le tomó dulcemente el rostro entre sus manos acariciándosela tiernamente mientras ella lo miraba con ojos abrasadores. Volvió a besarla al tiempo que sus manos se deslizaron muy despacio por el cuello de Irene hasta sus hombros y le retiró la chaqueta del traje despacio sin soltar sus bocas que seguían saboreándose gustosas; ella lo imitó y le retiró la de él. Rodrigo pasó a los botones de su camisa, desabrochaba de uno en uno muy despacio provocando en Irene aún más impaciencia con su parsimonia. Ella le desanudó la corbata con premura y ya iba rauda a por la camisa pero él le sujetó las muñecas deteniéndola de nuevo.
 -Chisss, despacio gatita; disfruta del momento- le murmuró meloso jugueteando en sus labios. Ella obedeció y desabrochó despacio su camisa internando sus manos bajo ella y acarició por fin su tan deseado cuerpo desnudo, los dos suspiraron profundamente al tiempo, ella de sentir al fin su anhelado cuerpo bajo sus manos y él de apreciar sus caricias sobre su piel. Le desabrochó la falda y la dejó caer al suelo al tiempo que le retiraba la camisa- Siempre me comió la curiosidad de saber que llevas debajo de estos trajes tan formales y serios- le murmuró deseoso al oído alejándose para admirarla, sonrió agradado mientras la miraba asombrado- ¡Guau, que ropa más sexy usas!- repuso embelesado de verla con el conjunto negro de fino encaje de sujetador y culotte con las medias negras a medio muslo; ella se sentía complacida por su mirada fascinada pero también algo intimidada, no estaba acostumbrada a que la observaran de aquella manera tan descarada- Un desperdicio que escondas bajo esos trajes tan aburridos esta maravilla- expuso aproximándose a ella de nuevo y la besó en el cuello, Irene cerró gustosa los ojos de sentir sus labios en su piel- que menos que un escote para presumir de estos jugosos pechos…- le susurró al oído acariciando su escote introduciendo suavemente sus dedos en su canalillo acariciándole despacio los pechos aprisionados dentro del sujetador, ella se aceleró con la caricia y comenzó a respirar presurosa de nuevo- O una abertura para mostrar algo de estos suaves muslos…- ahora acariciaba el muslo subiendo su mano despacio por su parte interna; ella estaba impaciente, abrasada por dentro. De pronto, él llegó a su braga y, poniendo su mano sobre ella, oprimió como si quisiera atravesarla y ella gimió deseosa al tiempo que cerraba sus muslos apresándole su mano y comenzó a refregarse contra ella. El rió socarrón- realmente sí estás apurada- repuso sarcástico
-Sí… y ya estás tardado- aclaró ansiosa soltándole el cinturón, desabrochándole los pantalones y mandándolos al suelo en un rápido impulso. Rodrigo volvió a reírse pero fue ahogada por un gemido complacido cuando Irene apresó su miembro dentro de sus boxers y comenzó a acariciárselo anhelosa. Se miraban ardientes a los ojos mientras le retiró el sujetador mañosamente atrapando con su boca uno de sus pechos provocándole un gemido de placer en ella. Fue recorriéndole el cuerpo con su boca mientras se iba agachando y le retiró las braguitas hasta el suelo llevándose también las medias en una delicada caricia que inflamaba más aún a Irene, atrapó con su boca su sexo cuando llegó a su altura, ella gimió gozosa aprisionándole la cabeza contra él. Sabía trabajarlo hábilmente y pronto ella se vio sacudida de un inmenso placer que la hizo chillar de gusto. El recorrió su cuerpo con su lengua regresando a su boca besándose abrasadores. Le sujetó de nuevo la cara y acarició sus labios con su dedo pulgar
-Ahora tú- repuso deseoso guiándola hacia su miembro- ¿sabes hacerlo, verdad?- añadió sarcástico. Ella lo atrapó en sus manos, comenzó a acariciarlo con su lengua y juguetear con su boca mientras él jadeaba complacido; cuando, inconscientemente, la guiaba apurado en su acuciosa penetración bucal, la detuvo de repente apartándola presuroso de su miembro- ¡No, detente ya!- increpó acelerado levantándola sujetándole la cabeza, él sonreía astuto mientras ella se lamía gustosa los labios- Casi acabamos sin haber empezado- ella sonrió- ¿Sabías qué tienes una boca excesivamente eficiente y ardiente?- se rieron y se besaron fogosos. Se acostaron en la cama y él recorrió nuevamente su cuerpo entre caricias con su lengua y besos ardorosos incendiándola de nuevo. Estaba voraz, anhelaba afanosa la consumación y así se lo hacía saber con gemidos excitados mientras flexionaba su cuerpo buscando su miembro obstinada. Rodrigo no la hizo esperar más y sujetándole las caderas, con un solo embiste poderoso y bestial, la penetró potente y enteramente; Irene gritó satisfecha de sentirlo por fin dentro de ella, sorprendida por la brusca embestida y lastimada por la brutalidad de la intrusión que pareció abrirla por dentro; pero no se detuvo, la arremetió una y otra vez impetuosamente sujetándole firmemente las caderas, ella gritaba a cada embate feroz que la estaba llevando a un tremendo espasmo de placer que explosionó recorriéndole el cuerpo cuando él la levantó de repente y la sentó de golpe sobre su órgano; fue tan asombroso que se sujetó a él arrebatada y la hizo chillar de goce. Sin detenerse ni un momento para dejarla recuperar el aliento, él siguió guiándole impetuoso las caderas contra su miembro mientras Irene jadeaba y sentía como su vientre se recargaba nuevamente de otra potente grandeza que, debido a su extremado ímpetu, violencia y premura, volvió a estallar más poderosa que la anterior haciéndola gritar de nuevo esta vez acompañado de los clamores intrépidos de él que la aprisionaban fuertemente contra su cuerpo, abrazándola enérgico mientras descargaba su furia interior con sacudidas extenuantes. Se quedaron quietos, exhaustos, jadeantes, intentando recuperarse; ella le acariciaba amorosa la nuca. De pronto, sin mimos ni caricias por su parte, él la retiró de su lado cuando su respiración se calmara algo y se sentó al borde de la cama buscando el tabaco en la mesilla encendiendo un cigarrillo; la miró acostada en la cama, ella lo observaba entre estupefacta y atónita pues estaba acostumbrada a mimarse dulcemente con su marido al rematar y no ese final tan brusco e inesperado, le ofreció un cigarrillo
-¿Quieres?- le preguntó amable, ella lo miró indecisa pero lo tomó finalmente mientras él se encendía otro
-No fumaba desde hace seis años- indicó pegándole una profunda calada, soltó el humo despacio quedándose satisfecha, no se olvidara del placer que daba un cigarrillo; él le sonrió divertido
-Pues muy mal que comiences de nuevo- repuso socarrón y ella rió alegre, se levantó de la cama- Voy a buscar un whisky ¿quieres?- ella solo movió indiferente los hombros y él salió del cuarto; Irene se recostó contra el cabezal de piel blanca y se cubrió con la sábana de seda negra mientras disfrutó del cigarrillo. Regresó con dos vasos de whisky y le entregó uno al que ella le dio un sorbo, Rodrigo volvió sentarse al borde de la cama también bebiendo del suyo, la observó y le retiró la sábana de golpe- ¿Por qué te cubres? ¿Por qué siempre escondes este cuerpo que tienes? Déjame deleitarme mirándolo- ella sonrió agradada, él apagó su cigarrillo en el cenicero y se colocó sobre sus muslos atrapándolos entre sus piernas mirándola placentero; ella reía alegre- Me gusta tu cuerpo… tienes un cuerpo increíble, no sé porque lo escondes debajo de eses mustios trajes que te pones
-Voy a trabajar, no ha ligar- repuso ella y él rió socarrón
-¡Para lo que te sirvió!- aclaró convencido y se rieron divertidos mientras le retiró de entre sus dedos su cigarrillo y lo dejó en el cenicero- Pues sí, me gusta mucho tu cuerpo- repitió meloso; ella se sobresaltó al sentir el frío whisky que él le regó en medio de los pechos inesperadamente, lo sentía resbalar por su estomago llegando a su ombligo. Comenzó a lamerlo desde el ombligo, despacio, acariciando la piel con su lengua, ella sentía un placer inmenso, llegó a medio de los pechos y los acarició con su lengua jugando con sus pezones que se endurecieron a su contacto; él sonreía guasón- Estás calentita ¿eh?- bromeó sarcástico, ella lo miraba deseosa de nuevo- ¡A ver que calentita estás!- repuso burlón sacando un cubito de hielo de su vaso, ella lo miraba inquieta esperando el contacto del frío hielo en su cuerpo pero, sin esperárselo, se lo introdujo entre las piernas, en el sexo caliente. Ella chilló sorprendida de su acción y fascinada por el gusto que había sentido; él, riéndose, se lo retiró- ¡Ey, casi lo derrites!- repuso jocoso metiéndoselo en la boca y se lo pasó por el cuerpo, ella gemía al sentir su frío pero gustosa por el placer que le ofrecía. Sus pechos se endurecieron al contacto del hielo en ellos. Debió derretirse porque ahora era su caliente boca la que los acariciaba. Se encendía de nuevo rápidamente y sentía contra sus piernas como él prendía también. La roció de nuevo con whisky pero esta vez en el ombligo dejándolo correr hasta su entrepierna donde lo lamió ávidamente combinándolo con su sexo provocándole un orgasmo atroz que la hizo chillar otra vez. Sin más miramientos, la arremetió profundamente haciéndola chillar más fuerte, se sentía poseída por una potencia impresionante que la hacía enloquecer. Después de un par de embistes, la volvió de espaldas y le elevó las caderas penetrándola de nuevo, ella jadeaba codiciosa mientras él atrapaba con sus manos sus pechos estrujándolos fuertemente y la levantó quedando sentada sobre sus piernas. Sus manos aprisionaban ambiciosas sus pechos mientras su boca recorría su cuello y su espalda, ella cabalgaba frenética sobre él. Una de las manos de Rodrigo recorrió su vientre y atrapó su clítoris, acariciándoselo preciso; la guío hábil para que cabalgará más furiosamente precipitándolos a un clímax desmedido que los envolvió en temblores tremendos llenos de placer y gritos gustosos. Se abatieron los dos sobre la cama boca abajo, extenuados; respirando apresuradamente, se miraron y se sonrieron satisfechos
-Me tengo que ir- dijo apesadumbrada apoyando su cabeza en sus brazos cruzados debajo de la almohada, él solo movió las cejas despreocupado y se irguió levemente acodándose en la almohada apoyando su mano derecha en su sien mientras comenzó a pasar su índice izquierdo recorriéndole la espalda, ella cerró los ojos gustosa por la delicada caricia
-Yo no- repuso bonachón y ella sonrió levemente; lo besó tiernamente sus labios y se levantó de la cama recogiendo su ropa
-¿El baño? Debo darme una ducha- preguntó y él le señaló la puerta que había en el mismo dormitorio. Era elegante todo en mármol negro destacando las piezas en blanco reluciente y sus grifos dorados. Le impresionó la enorme bañera de hidromasaje que había además de la ducha individual cerrada con mampara de cristal traslúcido. Irene se duchó, se vistió y, descalza, salió de nuevo al cuarto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario