miércoles, 12 de marzo de 2014

El domingo la llevó a casa a las nueve como siempre, la pequeña entró rápida dejándolos en el porche -Irene…- la llamó y ella le puso atención dedicándole una dulce sonrisa- No debes acostumbrarla a meterla en tu cama de nuevo, recuerda lo que nos costó quitarle esa costumbre- recomendó amistoso pero ella se sulfuró -¿Acaso te molesta a ti cuando estás con Elena? ¡¡Porque, te puedo asegurar que a mi no!!- le increpó enfadada, él quedó confundido por aquella inesperada reacción tan arrebatada -¡¿A qué viene eso Irene?! ¡¡Claro que no me molesta, mi hija nunca me molesta; pero es por su bien!!- repuso fastidiado por su reclamo- Además, entre Elena y yo no hay nada; solo es una compañera de trabajo que encontramos de casualidad en el zoo- explicó pasmado sin comprender- Es más, nunca la llevaría a casa de mis padres- añadió tranquilamente -¡Ajá, pero a otro sitio sí ¿verdad?!- le gritó enfurecida, él la miraba atónito; no entendía que le pasaba, no se percataba que estaba celosa y llena de coraje -¡Pero ¿Qué rayos te pasa?! ¡¡Yo no quiero llevar a nadie a ninguna parte!!- repuso estupefacto- Además… ¡¿Qué hago dándote explicaciones?! ¡¿Te preguntó yo qué haces tú con tu amante acaso?!- le increpó incomodado -¡¿Qué amante?! ¡¡No tengo ningún amante, Gonzalo!!- la miró desconcertado- Aquello fue una sandez, un estúpido desliz que se acabó el día que te fuiste- se miraron entristecidos -Pues fuiste muy idiota- le dijo sarcástico- después ya tenías el camino libre… pero no te preocupes, pronto encontrarás a otro que caliente tu cama- censuró desairadamente y se alejó apesadumbrado metiéndose en el coche -No quiero a otro, te quiero solo a ti- repuso con los ojos llenos de lágrimas pero él ya no la oía, guiaba el coche calle abajo. Gonzalo iba enfadado por su comportamiento ¿por qué le había gritado así? ¿Qué rayos había hecho él? De pronto una sonrisa plena de satisfacción acudió a su rostro: ¡¡Estaba celosa!! ¡Claro, era eso! ¡¡Irene estaba celosa de Elena!! Soltó una sonora carcajada y se fue a casa feliz ¡Aún no la había perdido totalmente, podía recuperarla! Otro jueves más recibió la orquídea anónima. No sabía de quien era pero tenía que significar algo pues era a los jueves ¿por qué los jueves? ¿Qué pasara últimamente en su vida un jueves? ¡Nada! recordó divertida. Lo único asombroso del envío era que, al mirar la flor, la imagen de Gonzalo le acudía a la mente sin saber por qué ¿su subconsciente deseaba que fuera de él? Probablemente y, además, lo único que recordaba más importante y fuera un jueves, era el nacimiento de Pati pero no tenía nada que ver... ¿o sí? De pronto recordó que el cumpleaños de Pati ¡¡Sería el fin de semana que venía!! ¡¡Tenía que prepararle su fiesta!! Se centró en preparar la fiesta y olvidó al enamorado anónimo. El domingo esperó entusiasmada la llegada de Gonzalo, oyó llegar el coche y fue a esperarlos feliz a la puerta como todos los domingos. Pati entró rauda en la casa como siempre después de besarla, Gonzalo estaba guapísimo aquel día con aquella camisa roja y los pantalones de pinzas blancos. Sintió que el corazón le latía veloz cuando él le sonrió cordial devolviéndole la mochila de la niña -¿Puedes entrar un momento? Quisiera hablar contigo- le invitó dulcemente, él la miró sorprendido- si no tienes prisa, claro- indicó recelosa -No, no tengo prisa- expuso amable mientras subía los escalones del porche- ¿Pasa algo?- preguntó intrigado entrando en la casa -No, nada importante- indicó ella cariñosa- quería avisarte que el sábado es el cumpleaños de Pati -Lo sé- repuso sereno mirándola curioso -Siéntate, por favor- le invitó cariñosa mostrándole el sofá, él obedeció observando los libros por encima de la mesita y sobre el sofá los apuntes que apartó delicadamente para no sentarse encima- ¿Quieres tomar algo?- él negó con la cabeza mientras aquellos extraordinarios ojos verdosos la miraban fijamente- Me gustaría hacerle el sábado la fiesta de cumpleaños en el jardín trasero como todos los años- él la atendía mientras le sonreía dulcemente ¿le parecía a ella o estaba arrebatadoramente atractivo aquella noche? Irene sintió unas ganas terribles de besarlo, no podía apartar sus ojos de aquellos labios que tanto deseaba atrapar -¿Y?- preguntó intrigado sacándola de su ensimismamiento, se sonrojó y le sonrió cariñosa -Quiero pedirte que la dejes aquí para celebrárselo- él asintió- y que vengan tus padres y tú, claro… ¡tú presencia es lo más importante!- expuso de repente entusiasmada, él la miró desconcertado y ella se sonrojó aún más- ¡Para ella, claro está!- intentó arreglar y él sonrió entrañable pero se diera cuenta de su ofuscación y se sintió gratamente satisfecho -Claro, no hay problema ¿quieres que venga a ayudarte?- se ofreció amable, ella se sintió ilusionada y él se lo percibió en el brillo de sus ojos -Si no te importa- repuso intentando parecer serena pero se sentía tan dichosa que el corazón le latía frenéticamente -No, no me importa… ¿a qué hora quieres que venga?- expuso siendo afectuoso aunque su idea era abrazarla y besarla apasionado -Podrías venir a comer con nosotras- le propuso demasiado anhelosa provocándole una sonrisa divertida- Sus amiguitos empezarán a llegar a eso de las cinco y tenemos que tener todo preparado -De acuerdo, luego comeremos juntos- repuso satisfecho levantándose, ella lo miró desconcertada -¡¿Ya te vas?!- repuso sorprendida de repente levantándose también mirándolo apenada, él la miró extrañado aunque se sentía gratamente satisfecho de su pesadumbre por su marcha -¿Quieres hablar de algo más?- indagó curioso, ella negó con la cabeza, estaba desilusionada porque ya se iba y no tenía nada para retenerlo- ¿Qué tal te van los estudios?- le preguntó interesado mirando los apuntes de nuevo -Bien; ya aprobé los dos parciales anteriores y me falta el último que estoy preparando pues lo tengo dentro de dos semanas- contestó animada, él le sonrió encantado y ella le correspondió agradecida -Tú lo quitarás fácilmente, eres una mujer inteligente- expuso conforme y entusiasmado -Ni tanto- repuso apesadumbrada recordando que no fuera nada inteligente al perderlo de aquella manera tan estúpida; sin esperárselo, él le acarició tierno la mejilla mirándola cariñoso mientras le sonreía dulcemente -Sí lo eres, que nadie te diga lo contrario- aclaró convencido, ella le sujetó la mano aprisionándosela sobre su mejilla mientras le sonreía amorosa, su calidez y su tacto en su mejilla la confortaban maravillosamente- Nos vemos el sábado, entonces- retiró su mano lentamente, como si no quisiera hacerlo aún, mirándola deseoso a los ojos y llamó a Pati; la besó cariñoso y se fue. Ella tenía un revuelto de sentimientos por dentro: encantada por su caricia, entusiasmada por su mirada de deseo, y una gran pesadumbre por su marcha. El jueves recibió otra orquídea y mirándola, nuevamente, Gonzalo le abordó la mente. Sin pensarlo, lo estaba llamando ya por teléfono; mientras sonaba se preguntaba qué estaba haciendo, qué le diría -Dime Irene ¿pasa algo?- le indagó curioso, un revoltillo de mariposas le bailaron en el estómago como cuando era adolescente y sonrió cautivada -No, solo quería recordarte lo del sábado- expuso abochornada -No me olvidara pero gracias- expuso cordial ¿no iría a colgar ya? Pensó angustiosa -¿Qué le has comprado?- repuso rápidamente para que no lo hiciera- Lo digo por no repetirnos- aclaró con voz tierna, se sentía ruborizada como una adolescente idiota -Aún nada ¿tú tampoco se lo has comprado aún?- indagó curioso, ella negó- Que te parece si…- habló precipitado pero se calló de repente, estaba reconsiderando su idea y algo alertaba a Irene dentro suya que no se lo permitiera -¿Qué? Habla Gonzalo, estoy esperando ¿qué me parece lo qué?- indagó expectante y ansiosa -¿Qué te parece si comemos mañana y vamos a comprarlos juntos?- ella sonrió radiante: ¡Una cita para comer con él! ¡Fantástico! -¡Me parece estupendo!- clamó feliz, él sonrió satisfecho al oírla tan dichosa- Espera…- vaciló de pronto dudosa, él sintió que se le oprimía el estómago de la angustia ¿iba a negarse ahora? Ella entró en el despacho de Rodrigo- Rodrigo…- la oyó hablar amable a través del auricular- ¿Puedo retrasarme un poco mañana después del almuerzo?- él la miraba intrigado: su cara relucía radiante y sus ojos brillaban espectacularmente, aún nunca la había visto tan bella. -¿Y cual sería el motivo?- preguntó curioso sonriendo socarrón -Voy a comprarle el regalo para Pati, el sábado es su cumpleaños- ella le sonrió feliz señalando ilusionada el teléfono en su mano mientras le nombraba a Gonzalo con los labios; él rió divertido negando autoritario con la cabeza, ella le miró suplicante poniendo un mohín de tristeza, parecía una niña zalamera y mimosa implorando a su papá. Rodrigo rió explayado regresando a su trabajo sobre la mesa de su escritorio -No- contestó rotundo y ella se mordió el labio desesperada; se volvió a reír mirándola burlón- puedes coger la tarde libre; tengo una cita para comer y seguro se alargará, no te necesitaré… ¡Pero todo por la princesa ¿eh?!- añadió presuntuoso -¡Gracias!- clamó ella plena de felicidad mirándolo agradecida con aquellos bonitos e ilusionados ojos marrones; también Gonzalo se sintió lleno de dicha al oírlo a través del teléfono. Quedaron que la recogería en la puerta del bufete a la una y colgaron sintiéndose radiantes y felices como adolescentes en su primera cita. Rodrigo se quedara pensativo observando la puerta cerrada por donde había desaparecido Irene, pensando en la cara tan feliz y rutilante que se le pusiera con aquella cita con Gonzalo. Miró fijamente su teléfono, reflexivo; descolgó sin pensarlo más -¿Carla? Te invito a comer mañana- le propuso entusiasmado -¿Por qué?- preguntó ella sorprendida y confusa -Porque sí… ¿no es una buena razón?- indicó presuntuoso a su inesperada pregunta oyéndola reír muy contenta y él también sonrió dichoso -¡Vale! ¿Dónde y a qué hora?- preguntó encantada -Te recojo a la una y media en tu casa- y sin decir nada más, colgó Al día siguiente quedó estupefacto al verla entrar en su despacho: llevaba un vestido fucsia de escote en corazón que mostraban su canalillo provocadoramente; ceñido hasta las caderas marcando su figura espectacular y con un plisado suave en la falda mostrando sus rodillas, que bailaba delicadamente acompasado con su caminar; de anchos tirantes que dejaban sus suaves brazos al descubierto. Se había maquillado con empeño, aquellos bellos ojos parecían aún más grandes y hermosos rodeados de unas largas y espesas pestañas y su boca, bien remarcada y perfilada de un rosa fuerte, estaba más atrayente y apetitosa que nunca. -¡¡Dios, cuando quieres como sabes ser provocativa y excitante!- expuso boquiabierto mirándola fascinado mientras se reclinaba en su sillón para recrearse en aquella magnifica visión, ella sonrió satisfecha -Se ve pero no se toca; esto no es para ti- bromeó chistosa y él rió divertido -Cuando te vea lo vas a poner a cien- expuso socarrón, ella lo miró picarona dibujando una sonrisa vanidosa -Esa es la idea- repuso esperanzada y se rieron explayados. Pero no era la única sorpresa que le esperaba ese día: Carla estaba radiante con un vestido blanco ceñido a su cuerpo perfecto marcando sus prominentes pechos exponiendo sin mostrar nada haciéndola más deseosa aún. Se la quedó mirando estupefacto, boquiabierto, como si fuera la primera vez que la viera así; mientras ella lo observaba divertida y satisfecha del resultado, allí de pie ante su puerta con aquel ramo de rosas rojas mirándola asombrado. -¿Son para mi?- preguntó sorprendida del detalle señalando encantada las flores, él sonrió radiante -Sí… ¡claro! ¿Para quién si no?- respondió confuso por su pregunta entregándoselas, ella le sonrió dichosa y sus ojos grises tomaron un brillo espectacular iluminándole radiantemente el rostro, como el que le había visto en Irene el día anterior ¿Unas simples flores daban ese resultado? ¡Pues no estaba nada mal! Se dijo satisfecho ¿y sí le añadía algo de dulzura? ¿Qué resultaría?- Estás preciosa, Carla- le dijo de sopetón amorosamente acariciándole la mejilla suavemente, ella abrió los ojos atónita mirándolo estupefacta; sus ojos se humedecieron emocionada -¡¿Estás bien Rodrigo?!- indagó sobrecogida, él sonrió feliz -Perfectamente ¿nos vamos?- la invitó mostrándole su brazo caballeroso para que ella se asiera. Carla sonrió rutilante. También Irene se sentía relumbrante, la mirada fascinada de Gonzalo al recogerla la dejó plenamente satisfecha. La comida fue amena y divertida observando el trabajo que le costaba dirigir sus ojos a los de ella durante la conversación, en vez de a su escote como ellos deseaban tercamente sofocándolo cuando se notaba descubierto por Irene que sonreía dichosa. Entablaron una grata discusión sobre la tarta que tanto le había gustado a Pati en el último cumpleaños para pasar a encargarla. Después de una comida encantadora, se fueron a escoger los juguetes. Seguían bulliciosos y entretenidos en la tienda ¡¡se encontraban tan bien juntos!! Al llegar a la pastelería, Irene examinaba las distintas tartas en el mostrador mientras él escogía los paquetes de caramelos y la piñata para la fiesta -¡¡Es esta, cielo!!- le clamó satisfecha al descubrirla, él se aproximó a ella y, asiéndola amoroso sin darse cuenta por la cintura, la observó; sonrió complacido -¡¡Sí es esa!!- expuso animado- ¡¡Que cabecita más hermosa tienes mi amor!!- añadió cautivado y la besó tiernamente en la mejilla; ella sonrió encantada mirándose recreados y felices. Se miraban fijamente a los ojos y sus rostros se aproximaban ambiciosos de besarse por fin. -¿Qué les pongo finalmente? ¿La de queso con cubierta de yema?- les preguntó animada la dependienta rompiendo el encanto del momento; Gonzalo retiró su mano de su cintura y se alejó de ella unos pasos dejando a Irene insatisfecha, desconsolada y muy indignada con la dependienta y su falta de tacto. Gonzalo hizo el encargo pues ella estaba demasiado aturdida y confusa para hablar. Perdido el instante y roto el ensueño, regresaron a sus coches taciturnos y abstraídos en sus mutuos pensamientos. -¿Llevas tú todo ya para la casa?- le preguntó él cuando llegaron junto al coche de Irene, ella asintió abriendo el capó del auto y él metió los paquetes cerrándolo seguidamente- ¿Podrás con todo cuando llegues?- indicó entrañable y ella volvió a asentir con la cabeza. Esperó a que ella entrara en el coche y lo arrancara- ¡¡Irene!!- la llamó presuroso golpeando la ventanilla cerrada, ella lo miró esperanzada abriéndola rápidamente, sus ojos volvieron a brillar expectantes- Deja a Pati esta noche en casa de mis padres, la llevaré mañana conmigo- repuso entrañable mientras le sonreía cordial, ella solo dibujó una sonrisa desganada -De acuerdo, hasta mañana entonces- respondió desalentada, se miraron fijamente, esperanzados de que algo más ocurriera, aunque ninguno se atrevió a proponerlo y finalmente se alejó.

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