martes, 18 de marzo de 2014

Habían pasado cinco largos años desde que se fuera y, en todo aquel tiempo, no pudiera olvidar a su dulce Irene ni un segundo de cada día en todos aquellos años. Aquel gran amor que sentía por ella cuando se fuera, había acrecentado con el tiempo en vez de apagarse como suponía que ocurriría. Observaba la casa de Irene sentado dentro de su coche de alquiler aparcado frente a ella. Estaba casi igual a como la recordaba, algo más abandonado el jardín al que no le sobraba un buen repaso al césped y a la valla no le sobraba una mano de pintura. Pero todo seguía igual. Las luces en la planta baja estaban encendidas, pero no se observaba a nadie a través de las ventanas. El garaje estaba abierto y vacío. Vio llegar un todo terreno negro y se recostó en su asiento ocultándose por si era Gonzalo que no fuera a verlo; pero su corazón empezó a latir frenético al verla descender del vehículo, era ella… su Irene. La observó entusiasmado, estaba aún más hermosa de lo que recordaba. Parecía algo más delgada pero su cuerpo seguía siendo atrayente y terriblemente excitante. Llevaba un traje de chaqueta negro, nuevamente serio, recto y poco seductor pero que le quedaba increíble. -¡Mami, ya estás aquí por fin!- indicó feliz una muchacha de unos trece años saliendo al porche de la casa ¿era aquella su pequeña princesa? ¡Dios, como había crecido! Era preciosa y despuntaba que iba a ser una mujer arrebatadoramente atractiva como su madre. La acompañaba un gran San Bernardo que corrió entusiasmado hacia Irene y empezó a dar vueltas alegre alrededor de ella. Se quedó mirando la escena entretenido -Quieto Pluto, acabarás tirándome hombre- le regañó Irene ¿Ese tremendo perro era aquel cachorrito que él le regalara a su princesita? Se sorprendió y sonrió divertido, Pati había alcanzado a su madre y la besó tierna en la mejilla- ¿y Diego Pati?- le preguntó su madre entregándole uno de los paquetes del maletero ¿Diego? ¿Quién era Diego? Se preguntó intrigado -Dentro, viendo la tele- le indicó tranquilamente y observó cómo Irene cerraba el portalón del garaje manualmente ¿no esperaba a que llegara el coche de Gonzalo? Pensó sorprendido. Pati caminaba a lado de su madre, casi ya era tan alta como ella, aunque la verdad es que Irene no lo era mucho realmente. -¿Le has dado de merendar a tu hermano?- ¡¡Su hermano!! La familia había aumentado dichosamente, pensó pero una gran tristeza le acometió, había rehecho su matrimonio felizmente bendiciendo su reencuentro con el nacimiento de una criatura. Quería alegrarse por ella, total era justo lo que esperaba que ocurriera con su marcha… pero no podía, el corazón le dolía agudamente y se sentía terriblemente afectado. -Sí, tranquila… ¿Me has comprado el nuevo uniforme del equipo? ¡Lo necesito para el sábado!- indicó presurosa la niña -No tuve tiempo, cielo; te lo compraré mañana, te lo prometo- contestó Irene cariñosa -¡¡Mami!!- se oyó una vocecilla amorosa recibiéndola ya a la puerta de casa -Hola mi vida- Irene besaba a un pequeño pero él no pudo verlo pues ella lo cubría con su cuerpo. Entraron en la casa y cerraron la puerta. Encendió un cigarrillo y allí se quedó observando la casa. Cuando entró en casa sin percatarse de que la observaban desde el coche aparcado frente a ella, se encontró con un paquete sobre el mesado de la cocina junto al resto del correo -¿Qué es esto, Pati?- le preguntó intrigada a su hija revisando el bulto sin remitente ni matasellos -¡Ni idea! Lo trajo un mensajero para ti- le respondió la niña tranquilamente siguiendo con sus deberes sobre la mesa de la cocina. Lo abrió y su rostro se desencajó de la sorpresa: ¡era una orquídea! Se quedó mirándolo pasmada ¡después de tanto tiempo, de nuevo volvían a mandársela! ¡¡Y a su casa!! Una inquietud tremenda la abordó ¿quién volvía a enviársela y cómo sabía dónde vivía? La alegría con la que recordaba recibirla pensando que era de Gonzalo, se convirtió ahora en temor, no le gustaba nada que un desconocido supiera su dirección. Recogió la tarjeta: “aún te sigo amando” tenía escrito; su temor se convirtió en pánico -Pati, a partir de ahora no quiero que le abras a nadie cuando estás sola en casa ¿me oyes?- indicó rotunda a su hija que la miró sorprendida, se acercó a ella y examinó el paquete -¡Que flor más bonita mami! ¿Quién te la envía?- indagó curiosa -No tengo ni idea ni quiero saberlo; no me gusta nada que desconocidos me manden cosas y mucho menos a casa… ¿Me has oído lo que te dije?- repitió decidida tirando la flor a la basura -Sí- respondió la niña mirando confusa el gesto de su madre- ¿Y tú a mí? ¡¡Necesito el equipo pasado mañana!!- aclaró desafiante y ella le sonrió cariñosa acariciándole amorosa la mejilla, era el vivo retrato de su padre -Mañana lo compro, prometido- respondió más calmada -Sin el equipo nuevo no me dejarán jugar y es un partido importante mami- insistió contundente -Lo he prometido ¿no?- le habló melosa y la niña sonrió conforme -¡Anda Pluto, anda!- apareció Diego en la cocina montado sobre el enorme perro y lo espoleaba como si el pobre fuera un caballo -Baja de ahí Diego, un día a Pluto se le acabará la paciencia y te tirará cielo mío- le regañó su madre quitándolo del lomo del pobre chucho que se dejaba hacer de todo sin protestar -¡Que va mami, si este chuchito es tan bueno que parece tonto!- Repuso Pati acariciando juguetona al pacífico animal y se rieron entrañables los tres. Su hija se quedó mirándola muy seria de pronto- ¿Qué será de tío Rodri mami?- aquella pregunta de su hija la hizo sobrecogerse, su corazón empezó a latirle frenético- ¿Sabes algo de él? ¿Se ha puesto en contacto contigo alguna vez? -No- respondió esquiva dejando de nuevo a su hijo en el suelo- ¿A qué viene preguntar ahora por él después de tanto tiempo Pati?- indagó dándole la espalda a su hija para disimular su nerviosismo y la alteración que la había asaltado con su pregunta -No sé, pero no es de ahora mami, me acuerdo mucho de él; y, últimamente, cada día más…- expuso melancólica e Irene observó a su pequeña por el rabillo del ojo, miraba fijamente a su hermano que enredaba con el perro y de nuevo su corazón se oprimió nervioso; ya no era aquella niña que ella seguía mirando y era muy inteligente, el momento de hablarle antes de que por sí misma sacara conclusiones se aproximaba a pasos agigantados y esa conversación la aterraba tremendamente… de pronto sus lindos ojos azules se clavaron en los de ella helándole la sangre, aquella mirada parecía decir tanto sin pronunciar palabra- ¿acaso tú no?- expuso mirándola desconfiada; Irene tomó aire profundamente -Sí mi cielo, también me acuerdo mucho de él- respondió sincera y se sonrieron tiernas, Pati regresó a sus deberes acabando allí aquella inquietante plática; había ganado un día más, pero aquella conversación debía realizarse y cuanto antes… Rodrigo perdió la noción del tiempo aparcado aún frente a la casa deleitándose con su típico ajetreo hogareño. Vio cómo se iban encendiendo y apagando las luces de distintas estancias de la parte superior aunque siempre permanecía encendida la de la sala por cuyo gran ventanal y a través de las cortinas percibía a veces la silueta de Irene y Pati al pasar. Sonrió enternecido cuando vio salir a Pati con solo un corto camisón rosa a tirar la basura y aquel entrañable ajetreo pareció calmarse. Pasaba de la medianoche cuando vio la silueta de Irene pasar de nuevo por el ventanal de la sala apagándose seguidamente por fin aquella luz y encendiéndose la del ventanal sobre la sala que también se apagó al poco rato quedándose la casa completamente a oscuras. Se acostaran ya… ¿Y Gonzalo? ¿Acaso no vivía con ellos? Su corazón latió precipitado -No te embales, Rodrigo- se dijo en voz alta intentando serenarse- Puede estar de viaje simplemente- Aún se fumó otro cigarrillo y regresó al hotel. Al día siguiente la buscó en los juzgados. Dio con ella en la sala 5. Se coló silenciosamente y se sentó en la última fila observando a su amada como cargaba contra el acusado de forma implacable. Era terrorífica, dura y despiadada. Rodrigo la miraba mientras sonreía encandilado; él era brusco y abrupto pero ella le superaba. Defendía a su cliente con dientes y uñas, era tan convincente que podía acusar al contrario de cualquier cosa que el jurado se lo creería. Salió de la sala antes de que el juicio rematara, estaba claro quien ganaría. Aquel juicio lo tenía superado, sabía de antemano que estaba ganado. Salió de la sala con el veredicto de inocente sobre su cliente y con una indemnización de siete millones por daños y perjuicios de su ex jefe. En el pasillo la esperaba Teresa. -¿Sabes algo de Cabanillas?- le preguntó inquieta -Nada aún, pero pronto se pondrá en contacto; no te preocupes- le indicó ella recogiendo las carpetas que Irene le entregaba- No te olvides que el lunes…- se quedó callada de repente, miraba con ojos desmesuradamente abiertos algo detrás de Irene y abría la boca asombrada como si no se creyera lo que sus ojos estaban mirando -¿Qué rayos te pasa ahora?- preguntó molestamente intrigada y se iba a volver cuando, en ese mismo instante… -Hola preciosa- sonó detrás de ella la voz de Rodrigo. Su corazón se detuvo de repente, luego empezó a latir fuertemente, desbocado; las piernas le comenzaron a temblar, parecía que no iban a sostenerla. No se atrevía a mirar por si fuera un maravilloso sueño y no quería estropearlo pero él la volvió sujetándole un hombro, le sonreía alegre con aquella sonrisa tan característica de él… y que su hijo Diego también heredara de su atractivo padre. Sus ojos no se creían lo que estaban mirando, ella lo miraba admirada; no podía pronunciar palabra: estaba arrebatador, guapísimo, aún más atractivo que cuando se fuera, la fotografía del New York Times no le hacía justicia…- Hola Teresa ¿cómo te va?- saludó amable a la mujer que también lo miraba asombrada -Bien- logró decir la mujer a duras penas del asombro que aún la invadía y él sonrió cordial; era él y estaba delante de ella… No podía creerlo- ¿Y tú? ¿No me vas a saludar?- le preguntó socarrón a Irene -Hola- dijo torpemente y él rió divertido -¡Vaya! ¡Tan elocuente ahí dentro y tan torpe aquí fuera!- bromeó burlón y ella sonrió más calmada -Y tú tan sarcástico como siempre- repuso cordial y se rieron entrañables- ¿Cómo te va, Rodrigo? -No me puedo quejar- expuso amable- ¿Y a ti? Aunque ya veo que muy bien- la miró de arriba abajo y puso un gesto de desagrado- Aunque observo que has vuelto a eses trajes tan horribles- se rieron divertidos -Vengo a trabajar, no a ligar- aclaró y él sonrió de nuevo -¿Y aquí sí te funciona?- repuso socarrón sonrojándola y se sonrieron entrañables -¿Cuándo has regresado?- indagó animada -Hace un par de días- ella sonrió dichosa -¿Y te quedarás con nosotros?- se interesó esperanzada aunque intentó disimular como pudo, él se humedeció levemente los labios provocando en Irene unas ganas tremendas de besarlo, ardía en deseos de besar aquella deliciosa boca que tanto había extrañado… -No- respondió contundente y a ella el peso del mundo se le vino encima- debo regresar para finales de semana- expuso muy pausadamente y ella solo pudo esbozar una leve sonrisa amable -¿Y Carla? ¿Cómo está? ¿Ha regresado contigo?- le preguntó de pronto para cambiar de tema y poderse recuperar de la fuerte decepción que acaba de llevar. Él puso cara de desconcierto, parecía que intentaba recordar algo y fruncía el ceño en su intento. De repente pareció recordar y sonrió divertido -¡¡Ah, Carla!! ¡¡Perdona, ya no me acordaba de ella!!- expuso amable- Ni idea… Tampoco volví a verla desde que me fui- ahora la desconcertada era Irene -Pero… ¿no os ibais juntos?- indicó intrigada y él rió divertido -¡¡Íbamos, tú lo has dicho!! Pero al final me fui solo- la miró fijamente a los ojos con aquella profunda mirada que recordaba tan bien pues su hijo la observaba así a menudo- ¿Cómo se te ocurre pensar que me podía ir con ella después de lo ocurrido aquella maravillosa tarde? ¿Y más después de lo que me dijiste?- habló sincero mientras le clavaba aquellos ojos negros tan profundamente que le calaban hasta la médula; un intenso hormigueo le recorrió las manos a Rodrigo, deseaba ardientemente acariciar aquel bello rostro, rozar su delicada nuca, sus manos ansiaban terriblemente sentir de nuevo el suave tacto de su piel. Se las metió en los bolsillos de sus pantalones para evitar cometer alguna imprudencia delante de todo el mundo- ¿Tomamos un café y charlamos un poco? ¡Hace tanto que no nos vemos! ¡Tenemos tantas cosas que contarnos!- la invitó animoso, ella sonrió complacida -Sí, este era el último juicio por hoy- aclaro decidida examinando su reloj; de repente se mordió desilusionada el labio inferior- ¡Oh, no puedo Rodrigo!- él la miró decepcionado- ya son casi las dos y se me hace tarde, tengo que ir a comprarle el nuevo equipo a Pati que le urge para mañana, le prometí que lo haría y a la tarde no abren- expuso desencantada y él sonrió tierno recordando el reclamo de la chiquilla hacia su madre la tarde anterior ante su casa, ella volvió a sonreír animosa y entusiasmada- ¡¿Por qué no vienes por casa esta tarde?! ¡¡Pati estará encantada de ver a su tío Rodri de nuevo por fin, aún preguntó por ti ayer!!- el semblante de Rodrigo se ensombreció -No puedo, preciosa- indicó contrariado -Oh, tienes cosas que hacer, claro- expuso defraudada -No es eso… es que, aún no estoy preparado preciosa- indicó amable pero ella no le comprendió- ¿Qué te parece si comemos mañana juntos?- le propuso más animado mirándola esperanzado, ella se volvió a morder incómoda el labio -Mañana es sábado Rodrigo, no puedo…- expresó desmoralizada, él sonrió tristemente -Claro, lo comprendo- murmuró y unos inmensos celos le asaltó al imaginársela disfrutando del sábado todos en familia y junto a Gonzalo, una ira tremenda le mordió rabiosamente las entrañas, Irene le sonrió dulcemente -Pero podemos quedar el lunes si quieres- propuso deleitada y él sonrió conforme- estupendo entonces, Tere anula todas mis citas del lunes por la tarde- le indicó a su amiga que asintió con la cabeza- nos vemos el lunes ¿sobre la una aquí mismo?- Rodrigo aceptó y ella le besó cariñosa en la mejilla, los dos sintieron como se les erizaba la piel a su contacto; aquel amor no se había apagado ni un ápice y parecía que, con su encuentro, había revivido con más fuerza aún- No me falles por favor, tengo algo muy importante que decirte antes de que regreses a Nueva York- le comentó casi al oído, él sintió que se le erizaba nuevamente la piel de la nuca produciendo una descarga plácida por su espalda; retiró las manos de sus bolsillos con toda la idea de tomarla por la cintura y aprisionarla contra su cuerpo aunque fuera solo un segundo, pero ella se fue sin darle tiempo dejándolo desolado frente a Teresa. Se sonrieron cordiales -Te invito a ti al café- le propuso cariñoso a Teresa- ¿O también tienes prisa?- ella le sonrió entrañable -No, yo no tengo nada que hacer hasta dentro de hora y media- expuso dulcemente -Pues vamos luego- repuso animado, la tomó divertido del brazo mientras sonreían y se fueron a la cafetería de los juzgados. Después de hablar de cosas superfluas durante un buen rato, él se decidió a preguntar lo que realmente le interesaba -Y bueno ¿cómo le va a nuestra amiga común?- preguntó no queriendo parecer muy ansioso, ella lo miró a los ojos fijamente y sonrió dulcemente -Ya era hora de que te decidieras a preguntar- expuso resuelta y él la miró azorado -¿A qué te refieres?- expuso esquivo -A eso, a que llevas horas mareando la perdiz con preguntas insulsas cuando se nota a leguas que estás deseando preguntarme por ella- le sonrió amistosa y él se movió incómodo en su silla, Teresa posó dulcemente su mano sobre la de Rodrigo que reposaba sobre la mesa- Tranquilo, sé lo que hubo entre vosotros; ella se desahogó conmigo una de aquellas insoportables e interminables noches- aclaró amistosa y él la miró desconcertado, Teresa retiró su mano y respiró profundamente- Ahora nos va mucho mejor gracias a Dios pero lo pasó muy mal Rodrigo y le costó muchísimo recuperarse, yo hasta llegué a temer que nunca lo haría y perdiera completamente la razón…- expresó con lágrimas en los ojos inquietándolo tremendamente- pero lo logró, es una gran mujer fuerte y valerosa- resolvió orgullosa de su amiga pero él la miraba preocupado -¿De qué estás hablando Teresa? ¿Acaso le ha ocurrido algo malo a Irene para llegar a pensar algo así?- indagó mirándola inquieto, ella le miró desconcertada -¿Acaso no te has enterado?- expuso mirándolo atónita -¿Enterarme de qué?- le preguntó intrigado y ella siguió mirándolo desconfiada sin hablar- ¡¡quieres hablar de una vez!! Me estás empezando a desquiciar Teresa ¿qué rayos le ocurrió a Irene?- increpó ansioso apretándole inquieto la muñeca -Gonzalo murió Rodrigo- expuso conmovida, él la miró sobrecogido soltándole de súpito la mano -¡¿Qué estás diciendo?!- exclamó impactado abriendo atónito sus ojos mirándola incrédulo

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