miércoles, 19 de marzo de 2014

-Lo que oyes… fue horrible Rodrigo; se mató en un accidente de tráfico… una noche de regreso a casa, su coche se empotró contra un camión que venía de frente muriendo en el acto- explicó apesadumbrada -Pero ¿cuándo ocurrió? -Diego tendría unos cuatro meses y para finales de año hará los cinco años… así que… -Entonces… ¡Fue al poco de irme!- repuso mirándola atónito y ella asintió con la cabeza -Apenas pasara un año… Trece meses para ser más exactos- explicó segura de lo que decía -Dios santo- exclamó sobrecogido ¡Gonzalo muerto! No podía creerlo…- Por lo menos al pobre hombre Dios le dio la oportunidad de conocer a su hijo- musitó conmovido, Teresa se quedó mirándolo fijamente a los ojos muy seria, como si quisiera decirle algo muy importante y no se atreviera- ¿qué pasa Tere? -Nada- expuso esquivando de pronto su mirada mosqueándolo más aún -¡Cómo que nada? Algo quieres decirme y no te atreves Teresa- instó inquieto -Nada de verdad- contestó sonriéndole dulcemente y bebió de su café; él prefirió no insistir -Sigue contándome por favor- la alentó interesado -Fue tan inesperado que todos sufrimos un golpe terrible pero mucho peor para ella como puedes imaginar; Irene estuvo muy mal, estaba sola con los pequeños cuando recibió la noticia y nos calló en un estado catatónico del que no daba reaccionado… Cinco días nos estuvo tirada sobre la cama inmóvil con la mirada totalmente perdida en el techo y nosotros sin saber cómo ayudarla, solo los lloros de su pequeño logró quitarla al fin de ese estado y después, al reaccionar, le sobrevino todo junto lo que no había pasado por estar en aquel indolente sopor hundiéndola tremendamente: no había manera de consolar sus perpetuas lloreras y cada día estaba más desquiciada y deprimida viéndose con dos pequeños que la ataban para poder trabajar y las facturas apremiándole cada vez más… -Dios santo- expresó conmocionado mirándola desolado. Imaginarla hundida, desesperada y sobre todo sola, le hacía tremendamente desdichado y el corazón se le oprimió hasta dolerle. Su dulce Irene pasando por todo aquello y él… ¡a miles de kilómetros sin enterarse de nada!- Maldito seas, me vas a oír- musitó lleno de rabia, Teresa lo miró asombrada -¿Qué has dicho?- instó pero él sonrió levemente -Nada, no me hagas caso… pero continúa por favor Teresa ¿cómo logró salir de todo aquello? -Paco, el padre de Gonzalo, se mudó a vivir con ella para ayudarla y ni él ni yo la dejamos nunca sola; pero lo que realmente la sacó de aquel oscuro pozo fueron sus niños- le dijo sonriendo cariñosa- Sus hijos la sacaron de aquella depresión y empezó a luchar como una bestia triunfadora y ahí la tienes… ¡Una fiera implacable!- se rieron entrañables, ella le tomó la mano cariñosa apretándola suavemente- ¿Por qué no quieres ir a su casa Rodrigo? ¿Acaso hay otra mujer en tu vida? -¡No que va, solo existe ella para mí!- expuso rotundo y se sonrieron amistosos- Pero creí que estaba Gonzalo y no quería enfrentármelo aún porque vengo…- se calló de inmediato y ella lo miró inquisitiva -Vienes… ¿a qué Rodrigo?- instó decidida. Él tragó nervioso saliva -Como ya os he dicho antes, vengo solamente por unos días y no quería incomodarlo removiendo el pasado con mi presencia- respondió desenfadado bebiendo de su café -¿Por qué te regresas tan pronto?- instó curiosa -Tengo un montón de trabajo, los americanos están muy locos ¿sabías?- bromeó chistoso y ambos rieron divertidos- me costó muchísimo conseguir estas dos semanas para poder realizar este viaje, pero ya no podía aguantar más las ganas de…- guardó silencio unos segundos mirándose ambos fijamente a los ojos, finalmente volvió a sonreír entrañable- de regresar a mi tierra; ya sabes, la morriña como dicen los del norte- resolvió ameno y ella sonrió pícara -Ya- exclamó guasona y él movió derrotado la cabeza mientras se reían animados; a pesar de su esfuerzo, ella se diera cuenta de que a quien extrañaba era a Irene- Pues no puedes irte sin hablar con ella Rodrigo y debes hacerlo cuanto antes; hay algo que debes saber muy, muy importante- le alentó apremiante -Eso que no te atreves a decirme tú ¿verdad?- instó rotundo, ella volvió a bajar su mirada a su pocillo evitando mirarlo de nuevo y él le atrapó la muñeca nuevamente- ¿Qué es Tere? Dímelo por favor- insistió decidido pero ella solo le sonrió dulcemente- ¿Es qué…?- balbuceó incómodo mirándola nervioso a los ojos- ¿Acaso… hay otro hombre?- se atrevió por fin a preguntar -Sí- respondió rotunda, él quedó frío y el corazón se le paralizó- Diego… un niño precioso de grandes ojos y sonrisa pícara de cuatro años que nos la tiene completamente loquita- se rió socarrona al verle la cara de asombro- ¡¡Por Dios Rodrigo!! ¡¿Qué creías?! ¡¡Si solo vive y tiene ojos para esas dos criaturas!! ¿De qué crees que le viene el apodo de la intocable? ¿Crees como ella que es solo por ser implacable en los juicios? ¡¡Qué va!! No le hubieran puesto ese apodo si fuera por eso; creo que ni cuenta se da pero no permite que ningún hombre se le acerque- se rieron entrañables- Rodrigo, aunque nunca me lo dijo, te apostaría lo que fuera sin miedo a perderlo que ella está aún esperando tu regreso- declaró enternecida y ambos se sonrieron amenos, al instante ella se puso de nuevo seria mirándolo fijamente a los ojos- pero sí hay algo más Rodrigo, algo muy importante que debes saber cuánto antes pero yo no soy quien a decírtelo… Debe ser ella quien te lo cuente- le volvió a apretar suavemente la mano y se levantó- Me tengo que ir ya; piénsalo Rodrigo y ve cuanto antes, te prometo que te espera una grata sorpresa- expuso deleitada besándolo en las mejillas y se fue dejándolo aturdido ¿qué sería eso tan importante que Irene tenía que decirle? ¿Qué mejor sorpresa y más importante podía esperarse que saberla sola y libre? Llevaba más de quince minutos y tres cigarrillos seguidos aparcado delante de su casa sin atreverse a entrar, no sabía como encararlo y le producía risa: él, tan decidido y descarado en todo, le aterraban el enfrentamiento con dos niños de trece y cinco años. Su corazón se ponía cardíaco y sus piernas no se movían cada vez que se proponía a salir del coche, quedándose allí sentado nuevamente un rato más fumándose otro cigarrillo. -¿Bueno, qué?- se dijo categórico mirándose en el espejo retrovisor- Puede que te muerda Pluto pero ellos no; lo más probable es que tu princesa no te recuerde y el pequeño… ¡¡ni sabe quién eres!!- se regañó severo y abrió la portezuela del coche descendiendo decidido llevando unos regalos en una bolsa de vivos colores con un gran peluche debajo del brazo; se adentró en el jardín con paso firme e iba a pulsar el timbre, pero se detuvo al instante cerrando el puño fuertemente como si supiera que el interruptor le fuera a dar un calambrazo; tomó aire profundamente y lo apretó decidido resonando la musiquilla en toda la casa -¡Abro yo!- sonó la voz dulce y aterciopelada de Pati. Se quedó frente a él con los ojos abiertos como platos ¿aún lo recordaría? Pensó temeroso Rodrigo mirándola tan parada frente a él, se agarraba fuertemente al quicio de la puerta; realmente parecía sorprendida. -¡Bájate de encima de Pluto, Diego; no te lo vuelvo a repetir!- se oía autoritaria pero dulcemente la voz de Irene desde la cocina- ¿Quién es, Pati? -Hola mi linda princesita ¿ya no te acuerdas de mí?- le dijo sonriendo a la muchacha, sus ojos brillaron emocionados y una hermosa sonrisa se le dibujó en los labios resplandeciendo todo su precioso rostro -No puedo creerlo… ¡¡Tío Rodri!!- gritó eufórica y se abrazó amorosa a su cuello, él también la rodeo cariñoso con sus brazos y la besó apasionado en las mejillas; aquella niña le tenía ganado el corazón desde el primer día que la había conocido. Irene caminaba por la sala en dirección a la entrada intrigada porque su hija no le contestaba. Cuando la oyó gritar el nombre de Rodrigo, las piernas se le detuvieron en el acto, su corazón latía frenético provocándole respirar apuradamente ¡Rodrigo había venido! ¡Estaba allí! Se examinó nerviosa la ropa, un pantalón viejo de algodón blanco flojo y una camiseta roja descolorida ¡Y ella con esas pintas! Se dijo abochornada -Pasa tío Rodri ¡Dios mío! ¡Cuánto tiempo sin verte!- le decía enloquecida Pati dejándolo pasar a la casa encontrándose de frente a Irene parada en medio de la sala. Rodrigo la miró a los ojos y sonrió feliz- ¡¡No sabes cómo te eche de menos, tío Rodri!!- Pati hablaba arrebatada mientras volvía a abrazarse a él delirante de felicidad, él también le correspondía apretándola fuertemente contra su cuerpo mientras la besaba en la frente -También yo a vosotras, mi princesita- respondió emocionado sin apartar la mirada de Irene, aquella mujer lo hechizaba cada vez que la tenía enfrente y no podía apartar sus ojos de su bello rostro -¡Pues no debió ser mucho o vendrías antes a vernos! ¡Ni una llamada te dignaste a hacernos mala persona!- le regañó rotunda la muchacha provocándoles una sonrisa divertida en ambos - ¡¡Joo, quiero saber tantas cosas de Nueva York!! ¿En qué parte vives? ¿Has estado en el Empire State?- preguntó ilusionada -Salí muy poco de Manhattan que es dónde vivo y tengo mi bufete; pero sí, estuve un par de veces en el Empire... ser turista en New York y no visitarlo es imposible- le contestó con cariño -¡¡Wow, que suerte tío Rodri!! ¡¡Además Times Square, Central park…!! ¡¡Como me gustaría verlo todo!!- nombró entusiasmada y él le sonrió tierno -¿De verdad princesita?- indagó interesado acariciándole dulcemente la mejilla y ella asintió decidida provocándole una gran satisfacción- pues todo puede llegar a ser mi dulce angelito- murmuró esperanzado -¡¿Me invitarás a pasar unos días contigo?! ¡¡Porfi, porfi; prometo no molestarte!!- propuso ilusionada juntando sus manos en forma de plegaria y él rió entretenido -Pati, no seas tan descarada y ve a recoger tus cosas de la cocina- le avisó tierna su madre, ella asintió con la cabeza -Ahora vengo- expresó y besó de nuevo la mejilla de Rodrigo- ¡¡Jolines, que bien tenerte aquí de nuevo tío Rodri!! ¿Te quedas a cenar con nosotros, verdad? Tienes que seguir contándome- le invitó firme y entusiasmada alejándose en dirección a la cocina; ellos volvieron a sonreírse. No podían dejar de mirarse intensamente, ambos deseaban terriblemente abalanzarse uno hacia el otro y besarse ardientes pero ninguno se atrevía a moverse -Estás aún más hermosa de lo que recordaba preciosa- indicó amoroso, Irene se sonrojó levemente -También tú estás…- empezó a hablar pero guardó silencio sonrojándose aún más, él sonrió pícaro -¿Qué?- la alentó malicioso sonriendo socarrón acercándose a ella provocándole que su corazón se acelerara más aún -¡¡Maldita sea Diego, eran mis deberes enano!!- gritó enfurecida Pati desde la cocina sobresaltándolos y Rodrigo se detuvo amedrentado cuando un pequeño niño apareció corriendo a refugiarse entre las piernas de Irene hundiendo su carita en ellas. Lo seguía una Pati enfurecida- ¡¡Eso!! ¡¡Corre a refugiarte como siempre en tu mami, mimoso!! Pero esta vez no te servirá de nada- lo amenazó acercándose furiosa -Pati- la detuvo melosa Irene -No mami; esta vez no se la debes pasar: ¡¡Mira lo que me hizo otra vez!! ¡¡Y ya van dos veces en esta semana!!- increpó irritada mostrando una hoja de apuntes llena de borranchones con pintura roja, el pequeño ni se movía mientras Irene le acariciaba tiernamente el negrísimo cabello del pequeño que continuaba con su cabecita hundida entre sus piernas -Te prometo ayudarte cielo- le habló enternecida acariciando dulcemente la mejilla de su hija que suspiró derrotada -Siempre se sale con la suya este mocoso- protestó fastidiada y regresó a la cocina -Perdona- se disculpó con Rodrigo que le sonrió entrañable y observó al pequeño aún con su carita escondida entre las piernas de su madre ¿Era demasiado moreno para tener ambos padres rubios, no? dedujo extrañado -Así que fuiste mamá de nuevo, preciosa- dijo cariñoso, el niño lo miró curioso con sus enormes ojos negros rodeados de aquellas tremendas y espesas pestañas negras; Rodrigo abrió los ojos descomunalmente al verle la carita al pequeño -¡¡Por todos los santos!!- soltó abrumado sin poder dejar de observar atónito al pequeño que era clavado a su hermano Diego, miró asombrado a Irene que lo observaba inquieta- ¡¿Qué significa esto Irene?!- exclamó conmocionado mirando alertado a Irene que seguía observándolo intensamente- ¡¡Es el vivo retrato de mi hermano Diego a su edad Irene!! ¡¿Acaso… tú y él…?!- balbuceó temeroso de su respuesta -Ni se te ocurra ofenderme- reclamó dolida acallándolo y él la miró aún más enredado- ¿eres tan idiota que solo se te ocurre esa estúpida idea al ver a tu hijo?- increpó irritada y él aún abrió más sus ya enormes ojos cayéndosele de las manos los paquetes que traía -¡¡Dios mío, Irene ¿qué es lo que has dicho?!!- repuso abriendo su boca pasmado -Lo que has oído, so bobo- respondió tierna y él volvió a observar al pequeño que seguía mirándolo indagador. Rodrigo esbozó una sonrisa dichosa y plenamente feliz e Irene respiró más tranquila al verlo sonreír tan radiante -¿Mi…? ¿Hijo?- balbuceó emocionado mientras se acuclillaba ante él mirándolo tiernamente, le sujetó dulcemente por los hombros para poder examinar mejor su dulce cara- ¡Dios mío, Irene!- murmuró atónito mientras el niño seguía mirándolo enredado sin comprender el pobrecillo lo que estaba pasando. Rodrigo de pronto frunció su ceño y clavó su mirada en ella- Pero ¿cuándo ocurrió?- interrogó y sus ojos empezaron a oscurecerse del enojo- ¿Acaso ya lo sabías cuando me fui Irene? ¡¿Por qué no me lo dijiste?!- le reprochó dolido -¡¡No!!- exclamó ofendida- pasó aquella última tarde juntos Rodrigo -¿Y por qué no te pusiste en contacto conmigo así te enteraste de que esperabas un hijo mío?- le increpó enfadado -Porque creí que… era de Gonzalo… hasta que nació no tuve la certeza de que era tuyo- empezó a mascullar nerviosa -¡¿Y por qué seguiste callando después?! ¡¿Acaso Gonzalo te prohibió decírmelo?!- exclamó alertado -No, él apenas tuvo tiempo de descubrirlo pues…- intentaba explicarse pero él no la dejaba -¡¿Y por qué aún seguiste callándolo después de Gonzalo sufrir el accidente?! ¡¿Es que acaso intentabas ocultármelo Irene?!- bramó furioso y herido al tiempo clavándole intensamente aquellos preciosos ojos negros aún más oscurecidos de la rabia -¡¡No!! ¡¡Claro que no!!- respondió rotunda- ¡¡Y basta ya de reproches Rodrigo!!- exclamó irritada, él se quedó callado ante su reacción- ¡¿Te has parado a pensar dónde te buscaba?! ¡¡Nueva York es muy grande y tú desapareciste sin dar más razón de ti!! Nunca te preocupaste por saber nada de nosotros, ni una llamada, ni una carta… ¡¡nada!!- le censuró enfurecida por su reacción; los ojos de Rodrigo se suavizaron comprendiendo- Además, como te dije, creí que estabas con Carla… y cómo ninguno de los dos volvió a contactar conmigo, creí que…- tragó nerviosa saliva y él entornó los ojos mirándola intrigado- creí que habíais rehecho vuestra vida y que... ya no querías saber nada de mí- añadió apagadamente, él sonrió entristecido levantándose y la sujetó cariñoso por la nuca mirándola a los ojos, ella pudo apreciar que estaban llenos de emoción -¿Cómo no iba a querer saber más de ti mi cielo? Si estaba desesperado por volver a verte desde que me fui- repuso amoroso mirándola con tanto amor que a Irene el corazón empezó a latirle frenético -¿Y yo cómo iba a saberlo Rodrigo? ¿Por qué nunca me llamaste? ¿O me mandaste simplemente unas letras diciéndome que estabas bien?- le reprochó dolida, él acarició tierno su nuca provocándole un escalofrío gustoso que le erizó la piel -No me atreví vida mía… pero te juro que te escribí cientos de cartas que no envié y otras tantas veces tuve el teléfono en la mano decidido a llamarte… aunque solo fuera para escuchar tu voz amor mío, no sabes cómo lo necesitaba, cómo te extrañaba a mi lado a cada minuto… pero en el momento de marcar tu número, la imagen de Gonzalo y Pati venía a mi mente; te imaginaba feliz nuevamente junto a ellos rehaciendo vuestra vida ¿Y qué derecho tenía yo a interferir de nuevo cuando fuera decisión mía alejarme para que, precisamente eso, ocurriera?- expuso atormentado -¡Mi vida!- musitó conmovida con los ojos llorosos y se abrazaron apasionados- ¡Ni te imaginas como te extrañaba yo también amor mío! ¡Desde el mismo momento en que me fui de tu apartamento! ¡Y no sabes la falta que me has hecho Rodrigo!- sollozó afligida y él la oprimió aún más contra su cuerpo -Tranquila mi amor, ya estoy aquí cielo mío y ya nadie nos podrá separar nunca más- le murmuró meloso besándola dulcemente en la sien; pero de pronto el pequeño intermedió entre ellos empujando con energía a Rodrigo alejándolo de su madre; ambos lo miraron confundidos descubriéndole su mirada desafiante hacia Rodrigo- O puede que sí… creo que hablé demasiado rápido- murmuró impresionado e Irene rió divertida -Ni te imaginas lo celoso que es- expuso tierna acariciando cariñosa la cabeza de su pequeño, Rodrigo sonrió satisfecho -¡¡Hasta en eso sale a mí, cojones!!- exclamó orgulloso recogiéndolo en brazos y mirándolo completamente encandilado, Irene volvió a sonreír recreada- Santo Dios, esto es… ¡¡Es increíblemente maravilloso Irene!! ¡¡Un hijo!!- aclaró fanático sonriendo radiante- No… ¡¡Mi hijo!! ¡¡Dios mío, mi hijo!!- repitió como si no pudiera creérselo y lo abrazó fuertemente contra él mientras lágrimas de emoción empezaron a correrle por sus mejillas, el niño miró temeroso a su mamá de aquel hombre que lo abrazaba tan fuerte; Irene le sonrió tranquilizadora pero el niño seguía mirándola muy nervioso -Mami- reclamó asustado y lloroso; su mamá le tomó dulcemente su manita -No pasa nada mi ángel, tranquilo cielo mío- lo tranquilizó besándole melosa su pequeña mano- Lo estás asustando Rodrigo- le indicó cariñosa y él aflojó su opresión mirándola encandilado, Irene le sonrió complacida- mi vida, no pasa nada; este señor es… tu papá cielo mío- indicó satisfecha y Rodrigo sintió que el corazón se le henchía de una emoción especial e inexplicable al oírselo decir: tu papá ¿había palabras más bellas? ¡El no las conocía! -Irene…- sollozó emocionado y ella le sonrió conmovida. De pronto su rostro se tornó serio y un terror increíble se le instaló en la mirada; Rodrigo se volvió intrigado por aquel repentino cambio en ella descubriendo a Pati mirándolos desde debajo del arco que separaba la sala del comedor, sus bellos ojos azules saltaban del rostro de su madre al de Rodrigo que seguía abrazando a su hermano y regresaban a su madre -¡Oh Dios, cariño mío!- balbuceó abatida mirando aterrada a su hija…

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