viernes, 21 de marzo de 2014

-Tranquila mami; no soy idiota ¿sabías?- dijo sonriendo dulcemente mientras se acercaba a su madre que la miraba conmovida- ¿Por qué crees que te pregunté aún ayer por tío Rodri? Puede que solo tenga trece años pero tengo ojos y Diego cada día que pasa se parece más a él… ¡Tanta casualidad no era posible caray!- bromeó chistosa provocando una sonrisa en los adultos- Poco a poco fui hilando las cosas: cuando papá y tú estuvisteis separados, las visitas de tío Rodri, su inesperada desaparición cuando papá y tú hicisteis las paces… ¡¡No hay que ser licenciada en nada para suponerse el resto!!- explicó dulcemente mientras seguía sonriendo cariñosa al tiempo que acariciaba tierna la espalda de su madre para tranquilizarla- y no te inquietes mami, ni soy quién a reclamarte nada ni me importa: Diego es mi hermano y, aunque me desquicie a veces, lo quiero con locura- declaró sincera -¡Mi niña linda!- expuso emocionada Irene mientras lloraba de felicidad fundiéndose ambas en un amoroso abrazo -¡No llores mami, no pinto más los deberes de Pati!- clamó apesadumbrado el pequeño abrazándose también al cuello de ellas provocando la risa de ellos tres -No lloro por eso amor- repuso ella amorosa recogiéndolo de los brazos de Rodrigo y él se abrazó cariñoso a su cuello -Pues no me subo más en Pluto, te lo prometo- aclaró buscando la explicación a las lágrimas de su madre -Tampoco es eso mi ángel, solo estoy muy feliz porque tu papá regresó mi amor- explicó emocionada, Rodrigo la miró inmensamente feliz y la besó en los labios, pasional y amoroso; ella le correspondió entregada y radiante -Si antes te quería, ahora estoy completamente rendido a ti amor mío- le dijo sincero y embriagado de amor pero, de repente, Diego lo apartó fuertemente de su mamá nuevamente mirándolo con aquellos ojos negros terriblemente encendidos; Rodrigo lo observó con una enternecida sonrisa dibujada en los labios, hasta era tan posesivo como él- Vale colega, ya me retiro- expresó resuelto levantando sus manos y alejándose de Irene- Joder cielo mío, esto aún va a ser más complicado que con lo que yo contaba- protestó fastidiado e Irene y Pati rieron divertidas -¿Con qué te contabas?- indagó mirándolo intrigada -Con enfrentar a Gonzalo- aclaró rotundo e Irene lo miró atónita- vine dispuesto a pelearte y llevaros conmigo a ti y a Pati, no soporto más estar lejos de ti y no sabes lo que llevo deseando besarte de nuevo mi ángel- expresó llenó de avaricia y ambos se quedaron mirándose deseosos uno del otro -¡Pues te aguantas colega; vinieras antes y ya estaría acostumbrado a ti!- intermedió guasona Pati y ambos rieron divertidos- Ahora, puedes ir dándonos los regalos que has traído y si me gustan… puede que te eche una manita- propuso chistosa y él la besó poderosamente en la mejilla; les entregó los regalos después de sentarse en los sofás. Pati estaba entusiasmada con la pulsera de pequeñas y finas perlas enzarzadas entre el encadenado de oro y le encantó la muñeca de porcelana vestida con un bello vestido antiguo. Diego abrazaba ilusionado al gran y suave oso de peluche mientras reía feliz. Irene observaba feliz a sus hijos sonriendo cariñosa pero de pronto miró intrigada a Rodrigo -¿Cómo le has comprado algo para Diego? ¿Quién te dijo que tenía otro hijo?- Interrogó confundida, él sonrió tierno -Y este es para ti- le dijo cariñoso sin responder a sus preguntas, ella miró sorprendida el regalo que le traía: una hermosa orquídea -¡¡Eras tú!!- expuso asombrada y él sonrió divertido- ¿Por qué? -Ya te lo escribí el último jueves que fuiste a trabajar: porque te quiero- explicó satisfecho -Pero ¿por qué no me dijiste que eran tuyas? -Porque no tendría gracia- bromeó socarrón y Pati rió divertida- Además, habías decidido regresar con Gonzalo y salvar vuestro matrimonio y no tenía derecho a interponerme de nuevo…- aclaró apesadumbrado- Aunque necesitaba decirte cuanto te quiero- se besaron tiernos y mimosos. El pequeño Diego, resentido, de nuevo los separó rápidamente metiéndose entre ellos y abrazándose al cuello de su madre. -¡Por todos los demonios! ¿No ibas a echarme una mano princesa? ¡Porque ya no resisto las ganas de besar a tu madre y ya me estoy desquiciando!- exclamó impresionado Rodrigo, Irene soltó una carcajada jocosa y Pati rió divertida -Vaaale... Pero por ser hoy el primer día y haberme traído una pulsera tan bonita ¿eh? Después te buscas la vida colega, que es tu hijo- bromeó chistosa y Rodrigo le sonrió encandilado- ¡Ey, enano! ¿Y Pluto? Pobrecito, te has olvidado de él y aún está fuera con este frío- le habló melosa a su hermano -¡Uy pobrecillo!- repitió sobrecogido el pequeño echando a correr raudo a la cocina sin soltar su enorme peluche seguido de su hermana que le guiñó pícara un ojo a Rodrigo antes de desaparecer de la sala. Ellos rieron divertidos pero Rodrigo se abalanzó de inmediato sobre Irene tomándola entre sus brazos -En abrirle a Pluto no debe tardarse mucho- murmuró impaciente atrapando avaricioso aquella boca que tanto deseaba, Irene le rodeó el cuello entregándose con tanta ansia como él en saborear aquellos labios que tanto había extrañado. Era maravilloso sentirse al fin de nuevo así unidos y no daban satisfecho sus ansías de saborearse gustosos; él se retiró levemente mirándola encandilado- No sabes cómo te amo vida mía, ni yo sabía cuánto hasta que volví a verte- le musitó amoroso acariciándole tierno la mejilla, ella sonrió complacida- ¿Diego, eh? Como mi hermano- expuso lleno de orgullo -Ponerle Rodrigo era demasiado descarado ¿no crees?- bromeó y ambos rieron dichosos besándose de nuevo -Que agobio debiste haber pasado cuando nació, mi amor- repuso conmocionado sin poder alejarse de aquella deliciosa boca que lo tenía hechizado- ¿Qué dijo Gonzalo cuando lo vio? -Nada- respondió calmosa- Nunca dijo nada…- él se retiró levemente mirándola socarrón y mostró aquella sonrisa de medio lado tan característica en él -¡¿Acaso perdiera la vista últimamente o qué?!- bromeó sarcástico y se sonrieron enternecidos -Diego aún no tenía los cuatro meses cuando sufrió el accidente y, aunque me lo encontraba muchas veces observándolo mientras dormía y creo que sospechaba algo, nunca llegó a decir nada en claro- explicó cariñosa acariciándole melosa las sienes y las mejillas; cuanto había extrañado aquel atractivo rostro, su tacto suave, sus manos parecían ambiciosas de acariciarlo y no podían estarse quietas, él sonrió entrañable -Teresa me contó lo del accidente- aclaró ensombrecido- ¡Que mal debiste pasarlo, preciosa mía!- añadió desolado abrazándola fuertemente contra su cuerpo, Irene recostó gustosa su cabeza sobre su pecho- ¡Y yo tan lejos sin enterarme de nada! ¡Me hubiera venido en el primer avión si llego a saberlo! ¡No puedo soportar la idea de imaginarte sola en ese trance mi vida!- expresó conmovido mientras le acariciaba dulcemente la espalda produciéndole que la piel se le erizara -Lo sé… ahora lo sé- murmuró llena de amor y se sonrieron felices, entró el gran perro yéndose directo a Rodrigo para olisquearlo -Ya regresan- anunció acelerado y atrapó de nuevo a Irene oprimiéndola contra su cuerpo besándola ansioso; Irene sonría al tiempo que se entregaba a aquel delicioso beso apasionado que apenas duró segundos ya que Rodrigo se separó raudo alejándose de ella de inmediato así detectó la aproximación de alguien por el comedor. Era Pati que los miró guasona recomponiéndose nerviosos cada uno en su asiento, sonrió divertida -Soy yo, tranquilos… ¿Qué? ¿Cenamos? Por mí no hay prisa… pero cuanto antes lo hagamos, antes se irá a la cama el enano y podréis estar solos al fin- avisó pícara y ambos rieron divertidos dirigiéndose a la cocina tras ella Después de cenar entretenidos con las preguntas interesadas y emocionadas de Pati sobre Nueva York que Rodrigo contestaba paciente y entrañable; los niños recogieron la mesa ante la atenta y entrañable mirada de Rodrigo mientras Irene le servía un café. Sonrió enternecido cuando observó a Diego intentando darle a lamer uno de los platos al perro -¡Diego!- le regañó al instante Irene, él se estremeció del sobresalto entregándoselo presuroso a su hermana provocando una risa divertida en Rodrigo -Vas a llevar en las orejas, enano- indicó cariñosa Pati y el pequeño rió parrandero motivando que Rodrigo volviera a reírse solazado. Acabada de recoger, Pati tomó en brazos a su hermano besándolo cariñosa en las mejillas- ¡A la cama, enano!- repuso entrañable acercándose a su madre que los besó a los dos -¿Lo acuestas tú, cielo?- preguntó amorosa -Sí, vosotros charlar tranquilos- contestó tierna besando también a Rodrigo que le correspondió encantado; también besó a su hijo entusiasmado- ¿Vendrás mañana al partido a verme jugar, tío Rodri?- lo invitó ilusionada, él sonrió dichoso -¿A qué juegas mi princesa preciosa?- se interesó animado -Al fútbol- expuso satisfecha y él le sonrió encantado y sorprendido- ¡Y soy bastante buena ¿eh?!- añadió presuntuosa -¡De eso estoy seguro, mi princesita!- comentó categórico acariciándole tierno la mejilla- Te pareces demasiado a tu madre para hacer algo mal- se sonrieron afectuosos y se fue llevándose a su hermano a la cama -¿Te apetece otro café?- le invitó Irene levantándose de su silla, él sonrió emocionado y le tomó la mano guiándola hasta su lado sentándola sobre sus rodillas -No, me apeteces tú- se besaron apasionados, ardientes. Ella le acariciaba amorosa la nuca mientras él introducía su mano por debajo de su camiseta y acariciaba su espalda desnuda aprisionándola aún más contra su cuerpo, anheloso, deseoso. Ella respiraba agitada al sentir su cálida mano recorrerle su cuerpo desnudo, se sentía excitada y tan ansiosa como él. Estaba completamente asombrada de cómo su cuerpo reaccionaba como antaño a sus caricias. Rodrigo llevó su mano hasta su pecho y lo acarició tiernamente, ella soltó gustosa un leve gemido al contacto. Afanosos, embriagados y delirantes se devoraban las bocas. Ella le desabrochó la camisa y le acarició anhelosa el pecho velludo sintiendo satisfecha aquel contacto que tanto había deseado volver a sentir en sus manos. Él guío su mano suavemente por su vientre hasta introducírsela dentro de su pantalón y ella atrapó ávida su sexo provocándole un gemido de placer al tiempo que intentó retirarle los pantalones; ella lo detuvo rauda mirándolo a los ojos -Aquí no Rodrigo… Los niños pueden oírnos o bajar y vernos- murmuró deseosa pero prevenida, él la miró contrariado -¿Dónde luego?- indicó acelerado- ¡Porque así no me puedes dejar, amor! ¡Te llevo deseando cinco años y ahora no me voy a ir así, sin más!- ella sonrió divertida, lo tomó de la mano y lo llevó hasta el garaje; Rodrigo la miraba asombrado viéndola quitar la silla de Diego del asiento trasero- ¡¿Ahí?!- preguntó desconcertado señalando el coche de Irene, ella sonrió- ¡¡No lo hago en un coche desde hace más de treinta años cielo!!- expuso sorprendido -No estará mal recordar viejos tiempos- bromeó jocosa entrando en el asiento trasero mirándolo provocadora, él sonrió divertido y la siguió. Se besaron efusivos y deseosos, él la desembarazó de la camiseta y atrapó gustoso sus pechos con su boca mientras la recostaba contra la puerta y la desprendía de los pantalones sin dejar de jugar con su boca recorriéndole su bello cuerpo desnudo. Ella gemía satisfecha y deseosa a cada contacto de sus labios en su piel y soltó un profundo gemido al sentirlo en su sexo, lo acariciaba hábil con su lengua y ella le sujetó anhelosa la cabeza contra él. Sin esperarlo, presuroso y brutal, la sacudió un espasmo de placer producido por un orgasmo tremebundo -Yo estoy apurado pero tú me estás desquiciadita- bromeó regresando a su boca, ella sonreía satisfecha -No eres el único que deseaba esto desde hace más de cinco años- aclaró ella feliz y se besaron apasionados; él intentó embestirla pero falló, ella rió divertida -¡Sigue siendo tan incómodo como recordaba, cielo!- expuso irritado; probó otra vez, más ansioso, fallando de nuevo y ella seguía riéndose recreada- ¡Esto es estúpido, amor! ¡Tenemos una cama cómoda y cálida ahí dentro! -No seas tan protestón- repuso guasona -¡No sé dónde apoyarme!- repuso sulfurado mostrándole la mano izquierda -¿Y por qué no te apoyas aquí?- indicó melosa tomándole la mano y depositándola sobre su pecho sugerentemente, él sonrió agradado -Esto está bien… muy bien- expuso socarrón acariciándoselo suavemente y ella rió agradada- ¡Pero sigue siendo incómodo, lo siento!- volvió a protestar impaciente- ¡Me tropiezo con la puerta! -¡Eres increíble! ¡Cómo me recuerdas a tu hijo, cielo santo!- comentó sulfurada obligándolo a salir de encima de ella sentándolo en el asiento, él sonrió dichoso al oírla- Cuando no quiere hacer algo también busca mil excusas… -¡¡Ey!! No te equivoques, yo sí quiero hacerlo… ¡¡cielos!! ¡¡Si me muero de ganas, joder!!… pero no aquí; vámonos adentro, anda- le propuso meloso enredando provocador con sus labios en los de ella, Irene sonrió divertida -Anda, cállate- expuso resuelta y, atrapando ansiosa su boca, se sentó rauda en su regazo insertándose rápidamente en él que gimió complacido al sentirse dentro de ella mientras le sonreía encandilado -¡Ey gatita; esto está mucho mejor!- bromeó encantado mientras se recostaba en el asiento para que la penetración fuera plena e intensa -¿Ves impaciente? Solo hay que encontrar la postura- exclamó satisfecha y rieron alegres. Irene comenzó a moverse precisa buscando el placer tan deseado y él se deleitaba mordiéndole los pechos mientras sus manos recorrían tiernas y suaves el cuerpo desnudo de ella. La premura del deseo acumulado tanto tiempo de ambos los arrastró a un rápido e intenso mover de cuerpos afanosos por encontrar la satisfacción. Irene se arqueaba ambiciosa en busca de aquel maravilloso placer que estaba a punto de explosionar mientras él la guiaba preciso por la cintura apresurando su cabalgar mientras gemían delirantes. Lo dos estaban a punto de reventar. Rodrigo la sujetó con fuerza contra sí empujándola bravamente contra su miembro insertándolo completamente y ella sintió su potente descarga dentro de ella al tiempo que también sentía un estampido de sensaciones extremas en su cuerpo que la removió terriblemente por dentro alterándola tanto que soltaron al unísono un gemido placentero mientras quedaban debilitados y completamente satisfechos. La abrazó entusiasta contra su cuerpo besándola en los labios, se besaron tiernos, sensibles, entregando el amor que se sentían- Te quiero tanto, mi vida y te extrañé tanto- le dijo sincero sobre los labios jugueteando con ellos -Yo a ti también, mi amor- se besaron de nuevo mientras se acariciaban sus cuerpos desnudos. Ella se recostó sobre su hombro y él la envolvió amoroso entre sus brazos -¿Por qué no nos vamos a mi hotel y nos lo demostramos correctamente?- propuso anheloso besándola ardiente en el hombro -No puedo dejar a los niños solos Rodrigo ¿cómo se te ocurre?- indicó mirándolo reprochadora, él movió frustrado las cejas- ¿Cómo un hotel? ¿Y tú apartamento entonces?- preguntó curiosa -Me deshice de él al irme ya que mi intención era no regresar nunca más… pero no pude resistirme; tenía que volver, tenía que verte de nuevo o me volvería loco ¡¡deseaba tanto volver a tenerte así, entre mis brazos, amor mío!!- repuso oprimiéndola suavemente contra su cuerpo y besándola en la sien, ella rió deleitada- Aunque me conformaría con verte solo de lejos si eso no fuera posible; pero tenía que volver a verte otra vez o acabaría perdiendo la razón- se besaron pasionales -Será mejor entrar ya- expuso cariñosa intentando separarse de él pero Rodrigo la sujetó de nuevo fuertemente contra su pecho besándola en los labios -No- protestó meloso- no quiero retirarme de ti aún; estoy tan a gustito así dentro tuya- añadió mimoso besándola tierno en los labios y ella rió feliz -Pero debemos regresar amor- le murmuró acariciándole amorosa las canosas sienes- tu hijo se despierta llorando muy a menudo durante las noches… ¿Quieres que llore, despierte a Pati y nos descubran así?- él sonrió tierno y volvieron a besarse complacidos antes de aflojar su abrazo -¿Y por qué llora tanto?- indagó preocupado recolocándose los pantalones mientras Irene se vestía su camiseta -No lo sé, pesadillas supongo; los niños temen a muchas cosas que nos pueden parecer absurdas- explicó amorosa -¡Hasta en eso se tiene que parecer a mi hermano cojones!- repuso socarrón y se sonrieron tiernos- Yo pensaba que era que extrañaba las distintas camas por las que pasábamos, como solo se calmaba metiéndolo en la mía- habló mortificado, recordar le dolía; su cara así se lo hizo entender a Irene que lo besó amorosa y él le sonrió agradado -Algún día tienes que contarme eso que tanto te tortura de tu pasado- le dijo dulcemente, él sonrió nuevamente -Vamos luego, no vaya a ser que se despierten- repuso evitando descaradamente la conversación que Irene intentaba entablar, ella lo miró inquisitiva -Rodrigo…- le reprendió cariñosa -Algún día, te lo prometo…- contestó besándola dulcemente en los labios- pero no hoy; estoy demasiado feliz para recordar cosas pasadas- ella se dio por vencida y regresaron a la casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario