viernes, 4 de abril de 2014

Al pasar por el cuarto de Gonzalo se encontró a Rodrigo aún sin preparar enredando entretenido con los niños. Tenía a Diego atrapado sobre la cama y le hacía cosquillas provocándole carcajadas alegres mientras el pequeño Gonzalo intentaba ayudar a su hermano sujetando a su padre por el cuello pretendiendo quitárselo de encima. Movió la cabeza derrotada. El padre era aún peor que los niños. Siempre estaban enredando por toda la casa o en el jardín acompañándolos entusiasmado el tío Diego cuando los visitaba que era a menudo y siempre solo, estaba claro que era un solterón sin remedio. Sonrió dichosa mirándolos deleitada; Diego era un niño de once años muy traste pero enormemente cariñoso, sobre todo con ella por la que seguía aún teniendo aquel amor desmesurado que no se cansaba de demostrarle a cada instante; se veía que iba a ser un hombre muy atractivo con su enorme parecido a su padre. Gonzalo era un pequeño de cinco años encantador, siempre pegado a su hermano, lo seguía e intentaba imitarlo en todo. Aunque no tenía tanto parecido a Rodrigo como Diego, se percibía que iba a ser también muy atractivo de mayor. Aquella noche, extrañamente, faltaba Pati en aquel alboroto que tenía armado. Aunque ya se había convertido en una mujercita preciosa con un rostro de belleza extrema y un cuerpo asombroso a sus diecinueve años; nunca perdía ocasión de también enredar feliz con sus hermanos y Rodrigo. Tenía una familia preciosa y, sobre todo, eran felices; que era lo más importante para ella. -¿Pero aun así, Rodri? No vamos a llegar, amor- le regañó cariñosa, ellos la observaron desde la cama y le sonrieron dichosos; la sonrisa de Gonzalo era preciosa: abierta, alegre y franca como la de tío Diego, se le formaban unos graciosos hoyuelos en sus mejillas haciéndole su carita más pilla -¡Estás muy guapa, mami!- exclamó entusiasmado Diego mirándola con sus ojillos vivarachos, ella le sonrió agradecida -Mami siempre está muy guapa- comentó apasionado Rodrigo mirándola amoroso y se sonrieron los dos enamorados, él abrió sus brazos reclamando su acercamiento -Todas las noches armas esta algarabía para acostarlos ¿No puedes acostarlos aunque sea por una sola vez sin armar tanto escándalo?- le reprochó dulcemente aproximándose, él la rodeó por la cintura con sus brazos apoyando su mentón en sus pechos y le mostró mimoso los labios solicitando un beso, ella hundió sus dedos entre el pelo plateado de sus sienes; las tenía completamente blancas contrastando con el resto de su negro pelo y aún lo hacía más atractivo; lo satisfizo en su demanda depositando sobre sus labios un tierno beso- ¿Y Pati? ¿Cómo no está con vosotros?- indagó extrañada -En su cuarto mami… hablando con los novios por teléfono- contestó sonriendo malicioso Gonzalo provocándoles una risa divertida en sus padres -Serás cotilla enano- exclamó jocoso Rodrigo cogiéndolo por la cintura y volteándolo sobre la cama junto a su hermano haciéndole cosquillas también, el niño reía solazado -¿Quieres acostarlos de una vez y ducharte? Llegaremos tarde Rodri- le recriminó de nuevo, él sonrió dichoso mientras los niños los observaban riéndose pícaros -Sí hermosa mía, obedeceré en seguida- aclaró obediente, ella sonrió entretenida -A ver si es cierto- instó saliendo del cuarto- Y vosotros a dormiros ya, dejar de entretener a papi- indicó gravemente a los niños desde la puerta que rompieron a reír divertidos ante su cara de seriedad, no los amedrentaba ni un poquito. -¡Venga, a la cama ahora mismo o mami se acabará enfadando con papi en serio!- oyó a Rodrigo ameno hablarle a los niños mientras se dirigía al cuarto de Pati y sonrió tierna -Cielo ¿Me has cogido los zapatos de ante negros?- preguntó entrando en el cuarto de su hija después de llamar suavemente con sus nudillos, la descubrió sentada en su cama recostada contra el cabezal y su apresurado movimiento intentando secarse las lágrimas con la manga del pijama, le indicó que estaba llorando y eso la alertó -Sí, lo siento mami- apuró la muchacha a contestar levantándose de la cama y dirigiéndose al armario de dónde sacó los zapatos entregándoselos. Su madre la miraba inquisitivamente con gesto preocupado - ¿Qué te pasa, cielo?- indagó inquieta, la muchacha intentó sonreírle tranquilizadora -Nada- resolvió resuelta- estás muy guapa, mami- intentó cambiar de conversación. Su madre le sujetó el mentón y la obligó a mirarla a los ojos, en sus ojos aceitunados se veía demasiada inquietud -¿Qué sucede, Pati?- insistió rotunda, la muchacha rompió a llorar de nuevo. Su madre la envolvió tiernamente entre sus brazos acariciándole la sedosa melena que caía en cascada sobre su espalda- Dime que tienes mi niña… ¿te encuentras mal o te preocupa quedar sola con esas fieras? ¡No vamos y listo! -No mami, sé que se portarán bien- respondió segura, Irene sonrió, como no iba a estar segura: la obedecían más que a ella misma. Su madre le tomó la cara entre sus manos mirándola a los ojos -¿Entonces qué es, cielo?- indicó impacientada -No es nada que no pueda esperar a mañana, tranquila; ir y divertiros- indicó animosa aunque se percibía que quería volver a llorar -¿Crees que me puedo ir tranquila dejándote así mi chiquita?- empezó a sollozar de nuevo, su madre la rodeó con sus brazos acogiéndola tierna contra su pecho sentándose a los pies de la cama; Irene empezó a acunarla suavemente como de niña- No hay nada que no tenga solución, cielo; cuéntame- expuso acariciándole su precioso cabello- ¿Acaso te has peleado con Hugo de nuevo?- ella negó con la cabeza -Estoy hecha un lío mami, y no sé qué hacer...- comentó calmosamente- Él quiere hacer el amor y… ¡¡ya!! Dice que no espera más… Pero yo… no sé mami, no estoy segura y me encuentro entre la espada y la pared…- añadió amedrentada mirándola a los ojos, se le reflejaba el miedo en ellos. Su madre respiró hondo, le acarició amorosa el rostro tomándoselo entre sus manos, tuvo que aguantar la risa nerviosa que le entraba: ¿Solo era eso? A su pequeño sol le asustaba su primera vez -No pasa nada, cielo; es normal que te asuste un poco la primera vez, pero no es para espantarse así corazón- hablaba serena mientras seguía acariciándole tiernamente las mejillas sonriéndole amorosa- Solo te pido que toméis precauciones si ocurre antes de ver al doctor Juncal- Su hija la miró incrédula -No es eso mami…- indicó impaciente- No estoy asustada porque vaya a ser mi primera vez; me da miedo equivocarme, no estoy segura de que quiera hacerlo, creo que no estoy preparada para dar ese paso…- la miró y sus ojos reflejaban el temor que profesaba el equivocarse- ¡¡Pero es que es tan insistente y últimamente se está poniendo de un intransigente mami!! ¡¡Siempre acabamos discutiendo por ese motivo!! Aún ahora acabamos de hacerlo de nuevo…- expresó con lágrimas en los ojos señalando su teléfono sobre la cama- Acaba de reclamarme que le pongo tantos reparos porque soy una niñata que no sabe lo que quiere, que soy la única de mi edad que aún lo ha hecho y que ya está harto de esperar a que me decida… que él sí es un hombre y lo estoy forzando a acabar en brazos de otra- añadió amedrentada -¡¿Pero qué se cree ese imbécil?! ¡¿Acaso ahora eso tiene edad límite o qué rayos le pasa?!- increpó enfadada- Pues Hugo está demostrando ser muy poco hombre para obligarte a hacer algo que no quieres hacer, cielo- añadió rabiosa -No es Hugo, mamá- indicó calmosa, ella quedó boquiabierta -¡Ah!- logró decir estupefacta- como es él el que siempre te viene a buscar y a traer… pensé que salíais juntos- expuso aturdida -¡No, qué va! Hugo es un sol pero solo es un buen amigo mamá; estoy saliendo con Sergio desde hace unas semanas… -¡Oh!- exclamó ofuscada- y… ¿quién es ese Sergio cielo? ¿Lo conozco? ¿Es de tu clase? -No, está en segundo de económicas; tiene 21 años y es el capitán del equipo de baloncesto de la Universidad -¿Y por qué no viene él a buscarte en vez de Hugo?- curioseó intrigada, su hija bajó confundida la cabeza -Dice que vivimos muy lejos y no tiene tiempo para venir hasta aquí a recogerme- explicó contenida, a Irene no le gustó nada esa explicación. -¡Vaya, que chico tan atareado!- exclamó mordaz- seguro que si lo llamas diciéndole que estás sola, encuentra de pronto tiempo libre y ya no le parece tan lejos…- explicó satírica. -Eso es lo que también dice Hugo…- musitó apagadamente- me dice que soy muy boba si no veo que, si me quisiera de verdad, estaría deseando estar conmigo y no le importaría ir hasta dónde fuera para ello; que sacaría tiempo de dónde fuera anteponiéndome sin dudarlo a sus compañeros de equipo… -Exacto, Hugo tiene toda la razón; mi niña…- Irene empujó suavemente el mentón de su hija obligándola a mirarla- ahí lo tienes cielo él solo busca diversión y, si tú no quieres, no debes hacerlo; da igual que tengas diecinueve, veinte o cuarenta años: nunca debes hacer nada que no quieras Pati y mucho menos dejar que nadie te obligue… y sobre todo ese que se ve a las leguas lo que busca- expuso tajante sujetándola por los hombros para mirarla fijamente a los ojos mientras sentía que la sangre le hervía furiosa -Pero es que… ¡¡No sé mami!! ¡¡A veces está tan acelerado que me cuesta horrores detenerlo…!! -Pati, cielo… escúchame muy bien- le oprimió los hombros para que le prestara atención- Si tú no quieres y él insiste: eso es violación mi niña, no amor; puede ser lo persuasivo que quiera, si tú no estás segura ¡No lo hagas cielito! y dile NO bien alto y fuerte ¿me oyes? Que te importe bien poco si se enfada o te amenaza con dejarte… aún sería lo mejor Pati; que te alejaras de él- aseveró rotunda, la muchacha la miró inquieta- La primera vez debe ser algo bonito y que lo desees tú cielo mío; no porque un idiota te lo diga y mucho menos intente forzarte -También me lo dice Hugo…- expresó confundida -¡¿Hugo sabe que intenta forzarte?!- exclamó escandalizada -¡No, claro que no! Si no sé qué se liaría a golpes con él- su madre sonrió complacida; ese muchacho cada día le caía mejor- ¿Y cómo sé si lo deseo o no mami?- indagó enredada- Porque, según Sergio, sí lo deseo pero que soy tan mojigata que no me entero de las señales- Irene soltó una sonora y sarcástica carcajada -¡Claro, cómo no! ¡¡Por qué es él el que lo desea e intenta camelarte por todos los medios!!- expuso irónica y la miró tiernamente- Eso lo sabrás cielo; y, te puedo asegurar que, si lo estás dudando, es que no lo deseas -Cielo ¿Me has cogido tú los gemelos que me regalaste por Reyes? No los encuentro- las sobresaltó Rodrigo entrando en el cuarto ya duchado y vestido con la camisa blanca y su pantalón negro del frac; se quedó desconcertado al notarlas tan alteradas- ¿Pasa algo?- instó mirándolas desconfiado -No, nada- respondió rauda Irene -¿Y por qué está llorando mi princesa?- indagó intranquilo al descubrir los ojos enrojecidos de Pati que ocultó rauda su rostro al verse descubierta; Irene se levantó de junto su hija y lo besó amorosa en los labios -No es nada, cosas de chicas; y no, no te los he visto cielo… búscalos en tu cómoda- le respondió acariciando cariñosa su camisa sobre su pecho -Allí no están, ya busqué- reclamó mientras Irene le agarraba suavemente el brazo y sacándolo del cuarto -Me los pidió tío Diego la semana pasada papi; y aún no los ha devuelto- indicó Pati en un suave murmullo -¡Claro ¿cómo no?! ¡¡Siempre igual!! ¡¿No sabe devolver nunca lo que pide prestado?!- indicó molesto -Chisss, protestón; tienes los de oro blanco que aún te van mejor con el frac- le habló melosa Irene para calmar su ofuscación, le dio una palmadita suave en la espalda- Ahora ve al cuarto y déjame acabar de hablar con Pati ¿vale? -Pero ¿qué le pasa? ¡¡Si se encuentra mal no vamos ¿eh?!!- inquirió intranquilo -Estoy bien, papi, no te preocupes- indicó dulcemente Pati, pero él indagó en los ojos de Irene y ella le sonrió cariñosa -Anda, ve; ahora te alcanzo- obedeció desganadamente. Por el pasillo oyó a Irene decirle a Pati que mañana hablarían sobre eso y se lo intentaría explicar lo mejor que pudiera aunque se inquietó aún más cuando escuchó a Pati suplicarle angustiada a su madre que no le dijera nada a él ¡¿De qué no quería su princesa que él se enterara?! Irene apareció en seguida subida a sus altos tacones en el dormitorio y, aunque él miraba curioso sus ojos mientras ella le anudaba la pajarita, Irene no dijo nada y le dio la espalda para colocarse la estola de tul negra sobre sus hombros -¿De verdad está bien?- insistió inquieto vistiéndose la chaqueta. Se observaron uno al otro a través del espejo -Claro que sí ¿crees que me iría si no fuera así?- expuso tierna y se sonrieron convencidos- ¿Sabe que está arrebatador señor Velasco?- indicó deslumbrada, estaba realmente atractivo con su frac. El fajín de seda le marcaba su musculoso cuerpo debajo de la camisa blanca. Él sonrió satisfecho, rodeó con sus brazos su cintura por detrás besándola en el hombro -No más que usted señora Velasco- contestó apasionado- Si no fuera porque Eduardo es un buen amigo y nos espera, no íbamos- indicó ardoroso besándola por el cuello. Ella le sonrió encandilada, se besaron tiernos y fueron a asegurarse de que los pequeños se durmieran ya. Salió Pati más tranquila para despedirlos; sonreía alegre y sus ojos brillaron felices al verlos -¡Que guapos estáis y que pareja más bonita hacéis!- repuso encandilada, ellos rieron amenos- ¿Sabíais que sois la envidian de todas mis amigas? Sobre todo tú, papi- expuso abrazándose entusiasmada a su querido papá, lo quería con locura y él le demostraba con creces y muy a menudo que también era muy amada por él -¡¡Yo sí que tengo una hija que es la envidia de todos mis colegas!!- exclamó orgulloso Rodrigo subiéndola recreado a su espalda y la bajó al piso inferior mientras ella reía feliz. La dejó resbalar despacio por su espalda hasta posarla suavemente en el último escalón. La besó amoroso en la frente y ella lo recibió encantada mirándolo con ojos amorosos. Su madre también la besó dulcemente en la mejilla -Pon la alarma ya, y si pasa algo nos llamas inmediatamente- indicó decidida y cariñosa -Sí, y no te preocupes que nada va a pasar; vosotros divertíos- los despidió alegremente desde la puerta. Irene iba callada y distraída en el coche, Rodrigo la observaba curioso. Le tomó la mano y se la oprimió suavemente para sacarla de aquel ensimismamiento, ella lo miró sonriéndole tierna -¿Estás preocupada por algo?- indagó inquieto -No, solo que no me voy tranquila dejándolos solos, cielo; creo que hemos hecho mal no avisando a Diego…- explicó dulcemente -Aunque no quieras creértelo, Pati ya es mayor amor; y los pequeños quedan dormidos… además ¡le obedecen a ella más que a nosotros cielo mío!- indicó divertido y se rieron entrañables. -Sí… eso sí… pero vivimos tan alejados Rodrigo…- musitó preocupada regresando su mirada a la oscuridad de la noche -¿Desde cuándo te ha inquietado eso?- expuso incrédulo y ambos se miraron a los ojos- y no veo yo que sea tan lejos a veinte minutos de la ciudad… -Pero, si pasa algo… Pati sola…- musitó inquieta, él volvió a tomarle la mano y se la besó tierno -Cielo, nada va a pasar; además, Pati ya tiene carnet y tu coche en el garaje... Y si se sintiera sola, sabes que Hugo estará en menos de quince minutos en nuestra casa y cinco si al que llama es al alocado de mi hermano- explicó resuelto e Irene sonrió más relajada -Rodri…- murmuró mirándolo intrigada, él la observó curioso- Si estuviéramos solteros y yo viviera en esta casa… ¿no vendrías a verme porque está muy lejos? -¡¿Qué tontería es esa?!- exclamó atónito- ¡¡como si tengo que venir andando!! Para verte aunque sea un segundo, me voy al fin del mundo si fuera necesario mi ángel; nada ni nadie me detendría ¿Por qué me preguntas eso?- indagó sorprendido, ella sonrió complacida -Eso pensaba yo…- musitó besándolo amorosa en los labios, él la miraba confundido- No me hagas caso mi bien, son cosas mías- contestó despreocupada y no hablaron más. La recepción antes de la cena estaba siendo entretenida y charlaban amenos con sus colegas de oficio. Rodrigo llevaba a Irene por la cintura en todo momento y observaba orgulloso como muchos colegas la miraban cautivados por su belleza que aquella noche relumbraba más aún. Sobretodo, cuando se retiró la estola para sentarse a la mesa y mostró aquel sugerente escote bien relleno por sus hermosos pechos. Pero también notó que, pese a que hablaba con todos y sonreía amable, quedaba abstraída a menudo y su rostro se volvía inquieto. Después de la cena, pasaron al gran salón de nuevo donde se había instalado un cuarteto de músicos que ejecutaban unas suaves y agradables melodías para no molestar a los que preferían charlar amenos pero entretener a los que optaban por bailar en la pequeña pista de baile que improvisaran en el centro del salón. Ellos estaban con un grupo hablando entrañables, pero Irene se había suspendido nuevamente en sus pensamientos. -Disculpar- dijo amable Rodrigo al resto de colegas dejando su vaso de whisky sobre la bandeja de un camarero que pasaba- Voy a bailar con la mujer más hermosa del salón- ellos le sonrieron entrañables cuando lo vieron rodear la cintura de Irene llevándosela a la pista de baile. Ella le sonreía entusiasmada mientras bailaban abrazados, rebosantes de amor- ¿Qué tienes mi cielo?- le preguntó en un susurro al oído durante el baile- Si quieres nos vamos ya- indicó resolutivo -No; me estoy divirtiendo- expuso sonriendo dichosa -¡Pues quien lo diría! A cada momento te enfrascas en tus pensamientos y me dejas solo- reprochó mimoso, ella le rodeó amorosa el cuello con sus brazos -Te quiero tanto- expuso apasionada y lo besó ardorosa en los labios, él sonrió agradado- Además, estoy disfrutando mucho mirando como te observan las mujeres de nuestros colegas ¡Te comen con los ojos ¿sabías?!- indicó burlona y se rieron divertidos -¡A ti sí que te están devorando todos estos buitres con la mirada y no sabes lo orgulloso que me hace sentir!- comentó complacido y, sonriendo alegres, siguieron bailando deleitados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario