martes, 1 de abril de 2014

Rodrigo le acarició la mejilla mirándola con ojos llenos de amor -Ya estaba perdidamente enamorado de ti cuando me dijiste que dejaras a Gonzalo- le murmuró apesadumbrado- me sentí el hombre más feliz del mundo… pero, mi princesita me asaltó la mente de pronto, me tenía encandilado aquella pequeña tan cariñosa y se la veía tan feliz que no se merecía una vida rota; así que saqué toda mi acidez y me comporté así contigo para disuadirte y que volvieras con él; pero no podías estarte calladita y, mientras estábamos en la bañera metidos, me diste tu versión de lo que significaba el amor y el matrimonio para ti… ¡¡Y era lo que yo llevaba anhelando toda la vida!! Aún me sentí mucho más enamorado de ti y hui de tu lado, no podía seguir obligándote a volver con Gonzalo cuando yo te amaba tanto… fui a ver a mi hermano que siempre había estado en descuerdo con aquella relación nuestra, necesitaba que me hiciera comprender que dejarte ir era lo mejor para todos o yo no podría hacerlo… Si mi lema era que nosotros antes que nada, el de él siempre fue: cualquiera mujer vale menos casadas, dan muchos problemas- se sonrieron divertidos, él le tomó el rostro entre sus manos y acariciaba sus labios con su dedo pulgar mirándola deseoso- No puedes imaginarte todo lo que sentí cuando apareciste aquel sábado en mi apartamento, el corazón parecía que se me iba a salir del pecho ¡Habías ido a buscarme, amor! ¡A mí! Pero de inmediato me bajaste de mi nube cuando me explicaste que estaba allí únicamente porque echabas de menos a tu familia… aquella bofetada sacó toda mi acidez hacia ti, deseaba hacerte tanto daño como tú me lo estabas haciendo a mí… -Rodrigo… lo siento- murmuró apesadumbrada posando tierna su mano en la mejilla de Rodrigo -Chisss, mi chiquita, no pasa nada- le murmuró amoroso posando su mano sobre la de ella aún en su mejilla- pero para suerte tuya, llegó aquella estúpida reclamando saber de Diego y descargué todo mi ira y mi sarcasmo sobre ella librándote tú de él- se sonrieron amenos- estaba tan loco por ti mi ángel, y tú seguías estando tan cerca pero tan distante y tan sola… que comencé a mandarte las orquídeas para desahogar mi frustración- la besó anheloso, se deleitaron en aquel beso tan cargado de pasión- Y reaccionaste como menos me esperaba…¡pusiste todo tu empeño e ilusión en rehacer tu matrimonio! -Creí que eran de Gonzalo… aunque nunca me atreví a preguntarle y no sé por qué…- explicó desconcertada y él sonrió divertido -¿Por qué en el fondo algo dentro te decía que no eran de él?- expuso amoroso -Puede- resolvió animosa y se sonrieron amenos -Cuando aquellos celos te invadieron al saber que podía haber otra en la vida de Gonzalo, me demostraste que aún lo amabas y, cuando te propusiste tan decidida a reconquistar de nuevo a tu esposo, abrí los ojos y entendí que tú nunca me amaras y se me hundió el mundo bajo los pies… Cuando me enteré que regresarais, comprendí que había perdido completamente la batalla, pero también que era lo mejor; sobretodo para mi princesa… Empecé a centrarme en Carla, quería olvidarte a como diera lugar, pero era imposible: no te llega ni a la suela de los zapatos; el día del cumpleaños de Pati, me comían los celos al ver como Gonzalo te abrazaba como yo quería hacerlo, te besaba como yo deseaba hacerlo, y creí que iba acabando por golpearlo; soy muy posesivo como dice Diego, y no soporto que toquen lo que es mío; y, para rematarla, me dices que te vas- sonaba acongojado, desconsolado; ella se abrazó a su cuello en un intento de consolarlo y así se dejó estar mientras él acariciaba cariñoso su espalda- Huí cielo, no tenía tanta prisa en realidad, lo que quería era marcharme de allí… Y decidí con todas mis fuerzas que intentaría encontrar algo de lo que vosotros teníais con Carla… Pero fue imposible… Aquella misma noche ya me di cuenta que nunca, en brazos de otra, volvería a encontrar lo que tú me hacías sentir… Así que me pasé dos días con Diego intentado ponerle orden a mis sentimientos y que él me convenciera totalmente de que lo mejor era dejarte marchar… Pero regresé con la ilusión y la ansía de volver a verte aunque me agobiaba el saber que te ibas, y allí estabas, sentada ante tu mesa, sonriéndome dulcemente ¡No podía dejarte ir sin decírtelo y mandé escribir la tarjeta con la última orquídea!- ella recostó su cabeza en su hombro y lo besó tierna en el cuello- Pensé que me llegaría, que me conformaría con eso; pero cuando nos despedimos, caí en la cuenta que te ibas definitivamente y no resistí la angustia de verte marchar, así que te lo dije… Aquella noche, aparcado frente a tu casa conformándome con solo verte pasar a través de las ventanas, hablé horas por teléfono con mi hermano; me convenció que era lo mejor, que tenía que dejarte ir, y me dijo si aún no me diera cuenta de que a quien amabas era a tu marido y yo solo fuera una aventura, si necesitaba más pruebas; cosa que me derrumbó totalmente- lo volvió a besar en el cuello, lloraba silenciosamente sobre su hombro -Yo te amaba Rodrigo… te amaba muchísimo; y me hubiera quedado contigo sin pensármelo… pero eras tú el que me echabas de tu lado- musitó apenas en un susurro y él la besó tierno en la sien -Lo sé mi ángel; porque ni yo sabía bien lo que quería hasta que realmente vi que te perdía- explicó desalentado, tomó aire profundamente- lo repetí muchas noches más; aparcado delante de tu casa, hablaba horas con Diego… Entonces lo dijo: lárgate Rodrigo, lárgate y olvídala- se calló unos segundos- Lo de irme era fácil: llevaban tiempo comiendo la oreja en Nueva York para que aceptara un puesto y los llamé así llegué a mi apartamento, pero olvidarte… ¡Qué fácil era decirlo! ¿Pero cómo olvidarte, amor? ¡Si yo me conformaba simplemente con verte salir a sacar la basura todas las noches! Y, como salida de la nada pues hacía días que no sabía de ella, apareció Carla esa noche en casa… Se lo propuse sin pensarlo y así nos quedamos; estaba todo listo- le agarró firmemente el mentón y la obligó a verlo a los ojos, él también había estado llorando mientras contaba todo aquello- ¡Pero no podías estarte quieta ¿verdad?!- le increpó desolado- ¡¡No, que va!! ¡¡Apareces en mi apartamento de pronto y remueves todo de nuevo!!- se miraban fijos a los ojos, se veían emocionados recordando aquella maravillosa tarde; la besó en los labios con un beso rápido y sonrió divertido- ¡Y, aún no satisfecha con entregarte en cuerpo y alma haciendo de aquella tarde algo increíble y maravilloso, me das la puntilla final diciéndome desde el portal que me quieres!- añadió socarrón, se rieron encandilados- ¡Me volví loco! ¡Todo me importaba una mierda! Llamé a Nueva York, pero no podía negarme ya: me esperaban urgentemente… Desesperado, impetuoso y muy cabreado por no poder quedarme, llamé a Carla y desahogué mi frustración con ella… No, corrijo, en contra de ella; le dije que te amaba, que eras la única mujer que quería en mi vida y que no soportaba ni su proximidad… no sé cuántas barbaridades más le dije y la dejé tirada sin contemplaciones; me fui con la sola idea de acabar el contrato de cinco años que, estúpidamente, había apalabrado; me centré únicamente en trabajar y regresé ansioso a buscarte; venía con la sola idea de buscarte y convencerte como fuera de que te vinieras conmigo, sin importarme ya nada ni nadie, no podía seguir viviendo sin ti a mi lado- se sonrieron amenos y felices, se besaron apasionados -Mami- les interrumpió dulcemente Pati, Irene la miró cariñosa -¿Dime cielo? -Os veo tan entretenidos hablando que me voy yo a acostar a los peques- observaron que Gonzalo dormía en su balancín donde ella ya lo había cubierto con su mantita y Diego jugaba entretenido con Pluto pero refregaba insistente su oreja -Gracias, cielo; pero voy yo- repuso cariñosa y agradecida a su preciosa hija que le sonrió dulcemente; luego miró a Rodrigo a los ojos- y tú no te muevas de aquí que aún no acabamos de hablar ¿entendido?- le avisó desafiante, él sonrió amoroso, lo besó dulcemente en los labios y se levantó de su regazo-Vamos a la cama Diego- lo llamó tierna y él, como siempre, obedeció rápido y sin protestar mientras ella recogía suavemente al pequeño. Pati le dio las buenas noches a Rodrigo besándolo en las mejillas como también hizo Diego, y siguieron a su madre. Acostados los pequeños, fue al cuarto de Pati; ya estaba lista también y se cepillaba su larga cabellera rubia sentada en la cama mientras hablaba por el móvil. Ella la miró molesta y la niña le ofreció una mirada embaucadora nombrando a Hugo con los labios; ella no dijo nada, señaló con un gesto que cortara pronto y cerró la puerta de nuevo. Bajó las escaleras ensimismada: su niña se hacía mayor… Pronto empezarían los bailes, las citas, las salidas nocturnas... ¡¡Los chicos!! Suspiró profundamente y se sentó en las rodillas de Rodrigo quedándose ensimismada -¿Se puede saber qué tanto piensas?- preguntó cariñoso -Pensaba en Pati, se nos está haciendo mayor; pronto empezará a querer salir con chicos- expuso entrañable aunque sonó abatida, él la recostó sobre su pecho entre sus brazos y la besó en la frente -Ya me di cuenta; se está convirtiendo en una muchacha muy bonita, vamos a tener que conseguir un perro de presa para echar a los moscones de la puerta- bromeó burlón aunque sonó orgulloso, ella le sonrió encandilada- Se parece tanto a su mamá- añadió efusivo. Se besaron apasionados, relajados; saboreándose gustosos mientras sus manos se buscaban cariñosas por debajo de las camisetas. Se estaban encendiendo raudos y sus manos y sus bocas ya se buscaban ardientes -Mami- les interrumpió Pati detrás de ellos y Rodrigo resopló importunado -Cuando no es uno es el otro… ¿Alguna vez nos dejarán acabar lo que empezamos amor?- protestó sin dejar de saborear gustoso los labios de Irene que rió divertida retirándose levemente y observaron a Pati que sonreía pícara -Eso es imposible papi, y no es por culpa nuestra ¿eh? sino vosotros, que a la mínima ya os estáis comiendo impacientes los morros- bromeó maliciosa y los tres rieron amenos -¿Qué pasa cielo? ¿Despertó Gonzalo?- habló tierna Irene -No; es que me invitó Hugo al cine mañana ¿puedo ir?- preguntó esperanzada Pati mirándolos zalamera; Irene miró a Rodrigo que sonreía divertido, acababan de comentarlo y ya estaba allí el temido momento -¿Puede ir?- le preguntó Irene a Rodrigo haciéndolo partícipe -Claro cielo; se lo merece… ¿no crees?- la pequeña le sonrió encantada -Vale, te llevará papá y te irá a recoger así acabe- aclaró resuelta, la niña puso gesto de pesadumbre pero no replicó nada -Bueno mujer, sabes que no me importa llevarla e irla a buscar, pero ir a su primera cita con el papá…- habló Rodrigo zalamero acariciándole la espalda por debajo de su camiseta; la niña lo miró esperanzada, él podía convencerla- la puede venir a buscar y traer Hugo en la moto… es un buen muchacho y responsable, confío en él- aclaró tranquilo guiñándole un ojo a la niña que le sonreía agradecida, Irene lo miraba prevenida y le sonrió embaucador -De acuerdo- repuso finalmente derrotada, la niña gritó entusiasmada -¡Gracias papi, eres mi ángel!- le abrazó amorosa el cuello por detrás y lo besó sonoramente en la mejilla; él sonrió cautivado recordando aquella primera vez en su coche siendo una pequeñuela zalamera y preciosa, se marchó ilusionada dando saltitos alegres -¿Sabes qué se te da muy bien esto de convencerme?- indicó guasona y él rió divertido -¡¡Siempre, desde el primer día!! ¿O ya te has olvidado de cuándo querías escaparme aquella primera vez?- reveló pícaro volviéndole a acariciar la espalda seductoramente acercándola a él hasta besarla levemente en los labios, ella rió seducida- Y ahora mismo nos vamos a la cama, que me tienes loco desde hace un buen rato- aclaró concluyente tomándola en brazos y llevándola al dormitorio. Después de hacer el amor apasionados, entregándose como cada noche, arrebatadamente ambiciosos y hambrientos de deseo; se deleitaban abrazados en acariciarse y mimarse esperando a que el sueño los envolviera -Rodrigo- murmuró ella acariciando amorosa su pecho -¿Qué mi ángel?- repuso tiernamente besándola en la frente -¿Por qué elegiste los jueves? -No te entiendo, cielo- repuso intrigado acariciándole tierno la espalda, ella apoyó su mano en su pecho y reposó su mentón sobre ella mirándolo a los ojos -¿Por qué elegiste los jueves para mandarme las orquídeas? ¿Si nuestro primer encuentro fue un viernes?- él sonrió cariñoso y le acarició la mejilla -Ya te lo dije, amor; aquel día en mi despacho fue cuando me enamoré de ti realmente… Fue un jueves- se sonrieron complacidos -¿Qué fue de tus padres?- preguntó curiosa; él cerró los ojos, inspiró fuerte y la miró amoroso sonriéndole tierno -Él apareció muerto en un callejón de mala muerte de una tremenda paliza: un ajuste de cuentas, dijo la policía… algún chulo cuya puta no llegó a cobrar y él se la cobró así, supongo- expuso tranquilamente- y ella, borracha como una cuba, se fue por un precipicio con el coche… ¡¡Debe ser por eso que me gustan tanto los precipicios!!- comentó sarcástico, Irene lo miró pasmada y él rió divertido- ¡¡Es broma, cielo!!- aclaró recreado besándola en los labios- o eso creo…- añadió socarrón -¡¡Rodri!!- lo recriminó sobrecogida y él rió a carcajadas oprimiéndola amoroso contra su cuerpo. -Y ahora cuéntame tú mi ángel- le habló meloso sin aflojar su intensa opresión de su cuerpo desnudo contra el suyo besándola amoroso en el pelo- ¿Y tus padres? ¿Están vivos? ¿Cómo son?- preguntó interesado, ella le sonrió cariñosa -¿Crees que si estuvieran vivos no andarían por aquí a menudo y ya hubieran venido a conocer a su nieto?- indicó ella tiernamente, él sonrió enternecido- Eran normales cielo… El típico matrimonio normal, de clase media, sin grandes problemas económicos que vivían en un pueblecito ameno y agradable- comentó calmosamente, él le sonrió divertido -¿Y ya?- expuso socarrón sorprendiéndola, no sabía a que se refería- ¿No te das cuenta la gran suerte que has tenido con tus padres? ¡No eran simplemente normales, cielo! -Sí eran normales, Rodrigo- aclaró rotunda- ¡Los anormales eran los tuyos!- Él soltó una sonora carcajada abrazándola fuertemente contra él besándola apasionado en el pelo -¡Has dado en el clavo, amor: eran anormales del todo!- expuso decidido y satisfecho y se rieron divertidos- Amor- dijo mirándola fijamente a los ojos, ella le sonrió dulcemente- ¿Cuándo empezamos a preparar la boda? -Pensé que acordaras- repuso serena mirándolo amorosa, él la miró completamente convencido- Cuando quieras, pero te pido una sola cosa- él movió las cejas instándola a hablar- Que sea una boda íntima, pequeña, sin multitud de gente la mayoría desconocida que nos rodeen… Tú, yo, los niños, tu hermano Diego y un par de personas de las más allegadas y punto- él sonrió conforme besándola en la frente- ¡Ah, y por el juzgado! No quiero iglesia- recalcó severamente, ahora él rió divertido intrigándola -No podría casarme por la iglesia, cielo- indicó socarrón, ella lo miró extrañada- Solo estamos bautizados, corazón, y porque lo hizo el abuelo que sino ni eso -¿No habéis hecho la primera comunión?- indagó pasmada y él rió guasón -¡Ni primera ni segunda! ¡¡Nosotros arderemos en el infierno!!- bromeó sarcástico al tiempo que la sujetó por la cintura volteándola sobre la cama y cubriéndola con su cuerpo, ella reía alegre y la besó amoroso en la boca, se dedicaron un maravilloso tierno y apacible ósculo- Total, ya lo estaría igualmente- le murmuró dulcemente jugueteando con sus labios- ¿No dicen que los abogados arderemos todos en él? -¿A sí?- preguntó curiosa siguiendo su juego con sus labios- pues eso está bien: ¡No te librarás de mí ni allí!- se rieron divertidos y se fundieron en otro apasionado beso. Empezaron las compras y los preparativos para la boda; iba a ser tan sencilla que a los pocos días ya estaba todo listo. Aquel sábado, Diego observaba divertido a Rodrigo que estaba realmente nervioso; nunca había visto a su hermano ni tan nervioso ni tan emocionado. Los niños estaban encantadores con sus pantalones cortos en tostado y sus corbatas del mismo color sobre camisas blancas igual a la que su padre también llevaba. Quedaron encandilados cuando vieron bajar a Pati llevando una falda recta por encima de la rodilla también en tostado de cintura alta, la llevaba por debajo de sus ya evidentes pechos, marcándole un cuerpo maravilloso que ya apuntaba sinuoso y perfecto; sobre una camisa blanca de vaporosas mangas globo. Aunque era alta como su padre, llevaba unos tacones finos que usaba perfectamente. Su melena rubia como el oro la llevaba suelta. -Estás preciosa mi princesa- le dijo orgulloso Rodrigo, ella le sonrió vanidosa besándolo agradecida en la mejilla. Pero sus ojos descubrieron a Irene que apareció al pie de las escaleras y quedó deslumbrado al verla.

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