sábado, 3 de mayo de 2014

Al día siguiente apenas eran las nueve cuando ya regresó a por su beso de buenos días marchándose precipitado pues tenía que prepararse para la boda. Bea aún sonreía dichosa cuando se levantó Bárbara que sonrió deleitada de verla tan feliz. Al cabo de una hora, estaban entretenidas limpiando el piso entre las dos, cuando llamó insistente al timbre de nuevo. -Abre a ese loco ¿Qué querrá ahora?- le indicó divertida a su hermana, entró desquiciado peleándose con su corbata -¡¿Alguna sabe como va esta tortuosa cosa?!- bramó colérico, ellas rieron divertidas -¡Ven aquí, exasperado mío!- le dijo amorosa Bea acercándose a él; le sujetó las dos puntas de la corbata y él la tomó amoroso por la cintura besándola impulsivo- ¡Estate quieto o me saldrá mal el nudo!- le recriminó dulcemente -Imposible amor, no puedo tenerte así tan cerca y estarme quieto- repuso enamorado, se sonrieron dichosos. Bea le hizo el nudo perfecto -¡Ahí está!- expuso satisfecha pasándole cariñosa la mano por su pecho planchando la corbata -Perfecta; eres única mi vida- repuso complacido, la volvió a besar entusiasmado aprisionándola impetuosamente entre sus brazos -Llegarás tarde- indicó ella melosa sobre sus labios -Yo no soy el importante, con llegar a comer me basta- contestó rotundo atrapando de nuevo su boca encantado -A tu hermano no creo que le parezca muy bien que tú precisamente no aparezcas a la ceremonia- bromeó burlona Bárbara que los observaba divertida sentada en el reposabrazos del sofá, él la miró desconcertado -¿Me estás queriendo decir algo pecosita?- indicó confuso -¿No nos contaste aún ayer que llevas tú los anillos?- indicó Bea divertida, él abrió desmesuradamente los ojos -¡¡Joder, los anillos!! ¡¡Pues los dejaba atrás!!- repuso sobrecogido saliendo apresurado del piso mientras ellas reían divertidas; regresó colocándose la chaqueta, estaba arrebatadoramente atractivo con aquel traje oscuro hecho a medida que le quedaba perfecto marcándole su cuerpo escultural -Ven aquí mi adorable descerebrado- expuso melosa Bea colocándole bien el cuello de la chaqueta -¿Qué vas a hacer toda la tarde sin mí?- preguntó mimoso, ella le sonrió dulcemente -Estarte esperando ansiosa- contestó melosa besándolo dulcemente en los labios, él sonrió satisfecho- Ahora vete, y no corras; no te olvides que te estoy esperando- él también la besó en los labios y se dirigió al ascensor -¡Cuidado con las invitadas solteronas que vas hecho un dandi!- le increpó burlona Bárbara, él le sonrió divertido y desapareció dentro del ascensor- Está como un caldero- expuso guasona regresando al piso -Lo que está es para comérselo- contestó deleitada su hermana recordando su cuerpo magnifico desnudo de la noche anterior; Bárbara soltó una sonora carcajada dándole una colleja a su hermana- ¡¡Ey!!- protestó ella queriendo devolvérsela entablando una divertida pelea entre ellas y rieron felices. -El sábado nos quiere a llevar a comer a su casa para presentarnos a su familia- le expuso a su hermana sentadas en el banco del parque aquella tarde -¡¿Ya?!- repuso estupefacta mirándola pasmada, Bea asintió con la cabeza- ¡¡Pues sí que va de prisa!! ¿Y a qué se debe tanto apuro?- inquirió atónita -Quiere que nos vayamos a vivir juntos cuanto antes- le indicó cruzando nerviosa las piernas -¿Y tú? ¿Quieres ya subir a bordo de ese barco?- le preguntó cariñosa, Bea le sonrió encantada -¿Y si te digo que sí, me crees?- repuso entusiasmada, ella le devolvió la sonrisa dichosa -Entonces ¿por qué estás tan inquieta?- indicó observando su baile nervioso del pie -No sé si él se da cuenta de en lo que se está metiendo realmente- indicó preocupada mirando a su hermana- Somos de golpe una familia de cuatro, no solo una pareja- expuso serenamente -Yo puedo irme a la residencia de la facultad, por mi no te preocupes- contestó entrañable y cariñosa, su hermana la miró disgustada -¡De eso nada!- le increpó rotunda tomándole dulcemente las manos entre las suyas- ¡Somos fuertes siempre juntas! ¿Lo recuerdas?- se sonrieron amorosas- Si él lo entiende bien, sino que se vaya por dónde ha venido; primero siempre seréis tú y Sarah, siempre- declaró rotunda y se abrazaron cariñosas. Aquel miércoles por la noche, él las sorprendió mientras cenaban sacando un papel lleno de cuentas y borrones dónde tenía calculado ya, más o menos, como les saldrían el alquiler de una casa nueva -Sabiendo que tenía que buscar una casa o piso grande, de mínimo tres habitaciones porque mi pecosita necesita espacio para estudiar y no es plan de que comparta habitación con nuestra peque haciéndole bulla alrededor, fui a preguntar a una inmobiliaria; los alquileres son algo altos…- hablaba entusiasmado señalando sus cuentas en el papel y ellas lo miraban embobadas sonriendo recreadas, sin habérselo propuesto siquiera, ya contaba con Bárbara en sus planes- pero si juntamos los alquileres de los dos pisos añadiendo que los gastos de uno de ellos ya no se producirán… tendremos unos…- se dio cuenta que ambas lo miraban encandiladas- ¿Qué pasa? ¿Acaso he hecho mal las cuentas o qué?- inquirió observándolas desconcertado -Nada mi cielo, que eres maravilloso- expuso amorosa Bea besándolo dulcemente en los labios- pero ¿qué te parece si antes de buscar otra casa, hablamos con la señora Martina? Puede que tenga vacío algún piso más grande y sus alquileres son muy baratos- indicó cariñosa, él sonrió agradado por la idea -Además, aquí estamos bien situados para cualquier punto de la ciudad teniendo una boca de metro justo ahí a lado y la guardería de Sarita apenas está a la vuelta de la esquina- expuso amena Bárbara -Y lo más importante, nosotras le debemos mucho a la pobre mujer- añadió animada Bea -Sí, estamos muy en deuda con ella- repuso cariñosa Bárbara- ¡Cuantas veces esperó pacientemente por el alquiler dos o tres meses sin atosigarnos ni meternos prisas! -Pues ya está, decidido: vamos y hablaremos con ella primero- expuso resuelto levantándose del sofá -¡¡Bruno!!- le reprendió Bea sujetándole del brazo deteniéndolo, él la miró sorprendido- ¡Son las once de la noche! ¡Deja descansar a la pobre mujer! Mañana hablaré yo con ella -¡Mañana a la mañana sin falta ¿eh?!- le indicó tajante señalándola con su dedo índice, ellas rieron divertidas -Otra cosa- repuso de pronto Bárbara animadamente, él la miró atento- Tu casa y tu familia- indicó cordial -Mi casa es donde vosotras tres estéis- recalcó satisfecho, ella le sonrió cariñosa- ¿Y qué le ocurre a mi otra familia? -Háblanos algo de ellos ¿Son gente estirada y debemos ir de tiros largos? ¿Son personas de bien y vamos formales pero sin recalcar? ¿O son gente campechana y podemos ir informales? -¿No conociste ya a Bego mi pecosita? Pues el resto es igual: normal- le indicó amoroso -Una persona sola no vale- le contestó animada- por ejemplo, tú pareces campechano pero vistes bien; tu hermana iba sencilla pero se la veía elegante… Danos pistas para no desentonar y no dar la nota- él las rodeó a ambas por los hombros y las apretujó fuertemente contra su cuerpo besándolas a ambas en la frente -Con vuestra belleza deslumbrareis a todos y nunca desentonaríais ni daríais la nota, os lo aseguro- expuso orgulloso, ellas rieron embelesadas por tanto amor que les demostraba- Así a todo, y para que os quedéis tranquilas, somos una familia normal de once miembros, ahora catorce con mi nueva cuñadita, mi cuñado y mi sobrino; tirando a clase media ahora porque nos mantenemos cada uno ya, pero antes no era así ya que éramos ocho bocas que alimentar todas seguiditas pues, no siendo Guille y yo que nos llevamos tan solo once meses, el resto se llevan año y medio apenas… somos una familia normal que siempre llegó como pudo a fin de mes aunque nunca nos faltó de nada- explicó satisfecho de su familia, ellas sonrieron enternecidas -¿Cómo son Bruno? Personalmente me refiero- se interesó cariñosa Bea -Pues mi padre es un buen hombre que se dedicó toda la vida a ser maquinista de trenes hasta que se retiró y mi mamá es una mujer maravillosa e increíble, que se dedica a su hogar… ¡Que no es poco con ocho hijos que sacar adelante!- añadió orgulloso y ellas le sonrieron amorosas, hablaba con tanto orgullo y cariño de su familia que las tenía deleitadas- nos criamos en una casita sencilla cerca de la estación del tren donde ellos siguen viviendo aún con mi hermana Bego y mi hermano Guille que son los únicos que quedan por volar del nido… Eso sí, nos juntamos todos los domingos religiosamente para comer en familia- las miró cariñoso besándolas nuevamente en las frentes- somos como dije ocho hermanos: Pablo el mayor, que fue el que se casó el sábado con Esther, una chiquita muy linda que le costó así como unos diez años llevarlo al altar porque es un sin sentido que espero le venga alguno ahora al casarse- se rieron- luego viene Andrés, el más serio y formal de la familia pero un pedazo de pan, es el que más unido está con papá; después Gonzalo, que creo que es al que más quiero- repuso resuelto y se sonrieron entrañables- es amable, cariñoso y siempre atento a todo y a todos; y Guille ¡ese es un payaso irremediable! ¡Él siempre está de broma y cachondeo! A veces es algo bocazas pero no es mala persona…- explicó cariñoso sin soltarlas, ellas le escuchaban atentas apoyadas sobre su pecho- ahora las mujeres: todas guapísimas y maravillosas, sin despreciar lo que me rodea claro está- indicó apasionado besándolas de nuevo en la frente y ellas rieron divertidas- Patri es un sol de mujer que está casada con Adrián, un hombre fantástico que la quiere con locura, y madre de mi único sobrino por ahora: Raúl, de once meses al que todos adoramos; luego viene Clara, también con un gran corazón aunque a primeras parezca algo esquiva y reservada porque es de las que prefieren primero observar bien y no sacar opiniones precipitadas, tampoco se deja influenciar por comentarios de terceros… así que por favor perdonarla y no os sintáis muy incómodas, probablemente os observará mucho sin decir nada en un espacio largo de tiempo, aunque así sonría, tranquilas: estáis aceptadas- explicó cariñoso aunque se percibió que se sentía incómodo por la forma de ser de su hermana- y la chiquitina: Bego, que ya la conocisteis; esa niña es todo dulzura, cariñosa y atenta como pocas… Y ya está, esa es toda la familia; os la he nombrado en orden, primero llegamos todos los hombres y después las mujeres; somos todos seguidos ya que no se llevan más de año y medio unos de otros menos Guille y yo que nos llevamos solo once meses- miró animado a Bárbara- creo que haréis buenas migas tú y Bego, tendrá tú edad ¿veintidós, no?- ella asintió- Pues sí, la misma edad -Ojala nos podamos hacer buenas amigas- expuso animada, le besó en la mejilla y también a su hermana- yo me retiro que mañana tengo un examen y aún voy a repasar un poco- se fue a su cuarto dejándolos abrazados y solos en el salón aunque echó una última mirada a su espalda. Le dolía el corazón ver a su primer y gran amor verdadero en brazos de su hermana, pero a ella se la veía tan feliz por fin que… Sonrió complacida y se encerró en su cuarto. Bruno observó que Bea estaba abstraída y bastante seria, parecía preocupada. La besó tierno en la sien -¿Qué piensas, cielo?- ella lo miró a los ojos, sí estaba muy preocupada; lo pudo observar en sus profundos ojos negros -Bruno…- murmuró moviendo inquieta sus ojos examinando los de él- ¿cuántos de ellos estaban en la sala? -Todos- le contestó sincero, ella inspiro aire forzadamente como si, de repente, no pudiera respirar; él la volvió a besar amoroso en la sien- No te preocupes, no te reconocerán si eso es lo que temes, mi vida; y, si alguno lo hace, te apuesto lo que quieras que no dirá nada- expresó sincero y rotundo -Bruno…- volvía a hablar aterrada y muy inquieta -¡Chisss!- la acalló posando dulcemente su dedo en sus labios- ahora bésame y olvida eso- la atrajo por su nuca a su boca y se besaron amorosos, deleitándose en su mutua entrega- ¿Qué te parece hacer otra pequeña excursión hasta mi apartamento?- le propuso meloso jugando mimoso con sus labios en los de ella; Bea lo miró deseosa y sonrió pícara. No hizo falta decir más, tomados de la mano corrieron al piso de Bruno donde se entregaron con pasión llegando hasta los límites más extraordinarios del deleite y la satisfacción. El sábado Bea estaba más nerviosa que nunca en su vida. No sabía que ponerse, se probaba una y otra vez distintos vestidos, pantalones, blusas… Sin decidirse por ninguna -¡¿Pero que rayos te pasa?!- le increpó ya nerviosa también su hermana de verla- ¿No decidiéramos ayer que llevabas el azul? -¡No sé, Bárbara; no me encuentro!- respondió intranquila examinando de nuevo el vestido azul -¡¡Encontrar te va a encontrar Bruno pero en pelotas aún como no acabes!!- indicó socarrona -¡No me pongas más nerviosa!- le gritó angustiada -Vuelve a probarte el azul, mujer; a ver- le comentó entrañable, ella le obedeció. Le quedaba perfecto, ceñido a su magnífico cuerpo hasta las caderas, prorrumpía luego con un estupendo fruncido realizando un bonito vuelo que dejaba sus lindas rodillas al descubierto. El escote resultaba de los tirantes del vestido atado al cuello escondiendo sus hermosos pechos dejando su espalda al aire, ella tiraba de los tirantes e intentaba cerrar el escote- ¿Qué tiene? ¡Si te queda perfecto hermanita y estás preciosa!- expuso entusiasmada -¡El escote!- indicó apesadumbrada- ¡Demasiado escotado! ¿Y si le pongo aquí un broche?- preguntó interesada cerrando el vestido a la altura de una cuarta del cuello -¡¿Y por qué no te pones mejor un saco en la cabeza?!- le increpó irritada, le pegó suavemente en las manos para que soltara el vestido- Déjate de tonterías, te queda ideal y el escote no es exagerado ni escandaloso, el vestido cubre perfectamente todo el pecho, solo se ve algo de canalillo pero no es para tanto- le explicó cordial -¿Tú crees?- preguntó inquieta, Bárbara le sonrió cariñosa -Sí, mujer; no vas nada indecorosa ni deshonesta; estás preciosa de verdad- se sonrieron entrañables- Ahora cálzate las sandalias blancas… -¡¡No, tacones no!!- rehusó rotunda -¡¡Bea por Dios!!- le gritó enfadada- ¡¡ ¿Vas a empezar ahora con los zapatos?!!- llamó Bruno a la puerta- ¡¡Ahí está, pregúntale a él!!- la dejó resoplando nerviosa; al abrir la puerta sus ojos brillaron deleitados, estaba guapísimo con aquel jersey negro y aquellos vaqueros también negros -Buenos días preciosa- la saludó tierno acariciándole dulcemente la mejilla, el corazón de Bárbara le latía frenético con aquel leve contacto suyo. Sarah corrió ilusionada a saludarlo -Hola mi amor, estás preciosa- la recogió amoroso en brazos besándola en la mejilla- ¿Y Bea? -Ayúdame a convencerla, está imposible- le dijo exasperada -¿Pero que ocurre?- expuso intrigado y se dirigieron a la habitación, él llevaba a Sarah en brazos. La miró atónito de lo preciosa que estaba, sonreía dichoso mirándola amoroso -¿No está ideal?- le preguntó Bárbara -Está preciosa, siempre lo está- repuso sincero mirándola apasionado, Bárbara sintió una punzada en el corazón de tristeza al escucharlo tan enamorado; la primera vez que sentía algo tan intenso por un chico, y él tenía que estar enamorado de su hermana… tomó aire profundamente para sobreponerse y sonrió deleitada -Pues la muy boba dice que es muy escotado- expuso; él sabía a que se refería Bea y la miró fijo a aquellos bellos ojos negros, le sonrió encandilado -No está nada escotado, cielo; te queda muy bien- le comentó sincero y tierno, Bea le sonrió más tranquila -Y ahora dice que no llevará tacones ¿Te imaginas? ¡¡Vais a parecer la una y media!!- increpó molesta, ellos rieron divertidos mientras él se acercaba a Bea y le acarició la mejilla amoroso -Mi vida, vas muy bien ¿quieres tranquilizarte?- le habló cariñoso y dulce- Ponte tacones, lleva zapato plano o vete descalza si así lo prefieres, da igual; pero tranquilízate, por favor- ella le sonrió amorosa, le tomó su mano aún sobre su mejilla y le besó tierna la palma -De acuerdo, pondré tacones y me tranquilizaré- expuso mucho más serena mirándose a los ojos mutuamente mientras se sonreían cariñosos -¡¡Alabado sea el señor!! ¡¡Podremos irnos de una puñetera vez!!- reclamó satisfecha Bárbara y se rieron divertidos. La casa era de una sola planta, grande, de ladrillos rojo, muy cerca de las vías del tren. Tenía un pequeño jardín delante muy cuidado y lleno de plantas hermosas y flores espectaculares -Que bonito jardín- indicó encandilada Bea -Es la pasión de mi madre, las flores y las plantas- indicó cariñoso Bruno recogiendo a Sarah en brazos guiándolas dentro del jardín; antes de que llegaran a la entrada, salieron todos a recibirlos. Bea se sintió atemorizada ante la inmensa cantidad de ojos curiosos que las examinaban a las tres, pero sobretodo a ella. La más abierta y la que rompió el hielo rápidamente fue Begoña que la abrazó amistosa -Hola Bea, bienvenidas a nuestra casa- las saludó cariñosa y sonriente; detrás ya fue su madre, muy cariñosa y dulce también. Las cosas se normalizaron en seguida, comportándose todos amables, agradables y amistosos. El único que imponía un poco más de respeto era su padre: un hombre mayor con gran bigote que resultó ser divertido y bonachón ganándose el corazón de Bea de inmediato. También su hermano Andrés era algo serio y no tan jocoso pero entrañable y amistoso, aunque durante la comida lo había descubierto varias veces mirándola con el ceño fruncido, le sonreía dulcemente y sus ojos la miraban tiernos. La que más la examinaba de arriba abajo y sin decir palabra era Clara; muy observadora, se fijaba en todos sus movimientos y cada gesto que realizaba aunque no la ponía nerviosa y lo soportaba con paciencia pues Bruno ya se lo había avisado. Al acabar la comida, como también Bruno explicara, le ofreció una sonrisa abierta y sincera con un bello brillo en sus ojos también grises como los de Bruno al pasarle su taza de café indicándole que había sido aceptada y eso la complació muchísimo. Faltaba el mayor, Pablo, pues aún no regresara de la luna de miel. Cuando iban a empezar a comer en un gran patio trasero al aire libre donde todo estaba ya dispuesto para una gran parrillada que el padre de Bruno hacía felizmente acompañado de su hijo Andrés; llegó Guille armando un escándalo bullicioso y alegre -¡¿Dónde está todo el mundo?!- gritaba lozano por la casa adelante- ¿Os habéis ido todos o qué? -¡Mi dulce payasete, donde siempre!- le indicó entrañable su madre -Este desgraciado aún llega ahora desde ayer que salió para trabajar a las siete de la mañana- indicó molesto su padre a Andrés -Porque se lo permites; cámbiale la cerradura un día y verás cómo regresa más pronto- expuso él seriamente -¡Por eso vengo a estas horas listo! ¡Por si a mi viejito se le da algún día por hacerte caso! ¡A estas horas, mi mamita linda ya me tiene la puerta abierta!- bromeó divertido Guille provocando las risas de todos mientras besaba con una ternura infinita a su madre como todos habían hecho; Bea se fijó que eran a la única que besaban y lo hacían tan apasionados y con una ternura increíble notándose a leguas que la adoraban. Guille la miró fijamente con aquellos ojos entre verdosos y grises mientras tomaba asiento entre Patri, que sujetaba al pequeño Raúl en brazos, y Clara; Bea tragó saliva muy nerviosa, las manos comenzaron a sudarle, parecía reconocerla; miró luego fijamente a Bruno que también le clavó la mirada y sus ojos regresaron fisgones a Bea -Yo a ti te conozco- dijo de pronto señalándola, Bea notó que un sudor frío le mojaba su espalda desnuda; tragó nerviosa saliva saltando atemorizada si mirada de él a su hermana que los observaba curiosa ¿¿Iría a decir algo delatador delante de Bárbara??- ¡¡Sí, ya sé!! ¡¡Claro que te conozco!!- exclamó resuelto y Bea abrió sus ojos aterrada

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