domingo, 18 de mayo de 2014

Al día siguiente, Guille andaba nervioso por el piso mirando insistentemente el reloj mientras se desesperaba viendo a Begoña ayudándole animada a hacer la maleta mientras Gonzalo observaba entristecido apoyado contra la pared del dormitorio a Bárbara feliz y entusiasmada por aquel viaje. Ella amaba tanto a Bruno que le destrozaba el corazón. -¿No has notado que Alba está un poco caliente? Parece que tiene algo de fiebre- habló preocupado Guille entrando de nuevo en el cuarto -¡¿Qué?!- se sobresaltó Bárbara saliendo apresurada hacia el cuarto de las niñas donde estaban jugando seguida por Begoña; ante la mirada incrédula de Gonzalo, aprovechó para deshacerles la maleta que ya casi estaba lista -¡¿Qué coño haces Guille?!- lo asaltó irritada Begoña al descubrirlo, Bárbara lo miraba atónita -Yo… es que pensé que ya no iba… ¿Acaso no tiene fiebre la chiquita?- expuso inocentemente -¡¡No imbécil!! Albita está muy bien y con eso no juegues; déjate de tonterías Guille y apártate- le reclamó enfadada empujándolo alejándolo de la maleta y empezó a hacerla de nuevo. Su hermano Gonzalo lo observaba intrigado sin comprender su comportamiento mientras él resoplaba fastidiado y volvía a dar vueltas inquietas por el cuarto examinando nervioso su reloj y vigilando como la siempre diligente de Bego ya se la tenía preparada de nuevo…¡¡Maldita sea!! ¡¡Esa niña siempre tan servicial y rápida cojones!! -No lleves tanta ropa mujer, que solo son dos días; además, seguro que Brunete poca te va a dejar usar…- expresó pícaro Guille vaciándole por segunda vez la maleta ante la mirada asombrada de Bárbara y Begoña -Pero Guille…- balbuceó asombrada Bárbara mirándolo incrédula -¡¡Guille ¿qué coño haces?!!- bramó enfurecida su hermana acribillándolo con una mirada furiosa -¡¡Que es por su bien peque!! ¿No ves que hay que pagar un suplemento por el equipaje y es una estupidez cuando apenas va a usar un par de bañadores en aquellas islas paradisíacas? Y eso si Brunete la deja salir de la habitación… que me extraña porque solo son dos días ¿A qué sí Gonzo?- resolvió animoso mirando pícaro a su hermano que lo observaba fijamente con el ceño fruncido mirándolo desconcertado sin decir nada -¡Que ahorrativo te has vuelto de pronto chico!- le recriminó sarcástica Begoña metiendo de nuevo la ropa dentro de la maleta -Mira, aún mejor ¿por qué no llevas una bolsa de mano corazón? Dos bañadores, un camisón picante y… ¡¡sobra ropa preciosa!!- recomendó resuelto intentando seguir vaciándole la maleta ante la mirada pasmada de Bárbara -¡¡Por favor Guillermo, para ya!! ¡¿No ves que va a perder el vuelo joder?!- gritó furiosa Begoña retirándole de las manos de un tirón el pantalón que quitaba de la maleta- ¡Por favor Gonzo, dile algo! -¿Qué quieres que le diga? Si eso es exactamente lo que parece que quiere peque; lo que no llego a entender bien es el por qué…- declaró sarcástico Gonzalo clavándole una intensa mirada a su hermano -¡¡Cállate imbécil!!- exclamó exaltado enfrentándose a él -Guille cielo- intervino dulcemente Bárbara acariciándolo cariñosa la mejilla intentando calmarlo- ¿Te ocurre algo? ¿Qué es lo que te preocupa corazón? ¿Acaso Bruno te dijo algo de que no fuera?- preguntó temerosa mirándolo inquieta -¡¡No, qué va!! ¡¡No le dije nada preciosa!!- remarcó tajante pero ella seguía mirándolo dudosa- solo que me ponen nervioso los viajes… a mí es que los aviones…- expuso ameno estremeciéndose -No hace falta que lo jures imbécil, pero no nos pongas nerviosos a nosotros- repuso irónica Begoña. En ese instante se oyó abrirse la puerta de la calle y todos se miraron unos a otros extrañados menos Guille que resopló sonoramente sacando toda la tensión que había estado sufriendo. -¡Por fin joder!- expuso satisfecho esbozando una sonrisa complacida, todos lo miraron intrigados pero Bárbara abrió ilusionada sus lindos ojos negros mientras un estremecimiento de felicidad le recorrió el cuerpo haciéndole temblar las manos de tal manera que se le cayó el jersey que sostenía en ellas -¡¡Guille!! Por eso te comportas así… ¿Ese es Bruno verdad?- musitó entusiasmada y él le sonrió pícaro; Gonzalo observó apesadumbrado como a ella se le iluminaba el rostro de la emoción y sus ojos brillaban encandilados sin necesidad de una contestación -¡¡Papi!!- oyeron gritar entusiasmada a Alba, a Bárbara aún se le abrieron más sus ojos y esbozó una hermosa sonrisa plena de dicha. Gonzalo sintió que el corazón se le rompía en mil pedazos al verla tan radiante, tan nerviosa y tan excitada por la llegada de su hermano; comprendió de inmediato que su lucha era completamente inútil observando aquel temblor excitado de sus manos, aquellos ojos resplandecientes de emoción y aquella sonrisa plena que iluminó todo su rostro -¡¡Papi, estás aquí!!- también escucharon decir feliz a Sarah -¡¡Bruno!!- chilló entre lágrimas respirando agitadamente y corrió a la sala seguida del resto. Se quedó paralizada al encontrárselo allí en medio, detenido por las pequeñas que lo abrazaban felices y él les correspondía lleno de pasión; ambos se quedaron mirándose encandilados- Bruno- musitó sin poder creérselo con los ojos inundados de lágrimas. -Hola mi vida- respondió emocionado con unos ojos tan brillantes y excitados como los de ella sonriendo dichoso - ¡Oh Dios, Bruno! ¡Estás aquí amor mío!- exclamó entusiasmada corriendo a sus brazos; él apuró a recogerla entre ellos oprimiéndola fuertemente contra él -¡Dios, cuanto te echaba de menos mi ángel!- declaró apasionado también entre lágrimas de felicidad que recorrían sus mejillas mientras oprimía aún más a Bárbara contra él -No más que yo mi amor; te quiero tanto, tanto- expuso ella tan profundamente sincera y llena de pasión mientras lo besaba ansiosa y repetidamente por el rostro provocándole risas de dicha; aquellas palabras las pronunció tan intensa y enamorada que se le clavaron en el corazón y en el alma a Gonzalo, hundiéndolo totalmente. -Mi hermoso ángel… Lo sé, y también yo a ti vida mía; te quiero más de lo que se puede imaginar y no sabes cómo te extraño a cada momento amor mío- musitó ebrio de amor Bruno y se fundieron en un beso tan ardiente y rebosante de pasión que irradiaba luz propia. Gonzalo los miraba desalentado, aquellas muestras de amor le habían dado como una tremenda bofetada que acabó despertándolo totalmente de su estúpido e irreal sueño. Guille lo observaba apenado, su rostro desolado y hundido le indicaba que por fin se había dado cuenta de que allí no tenía nada que hacer. -Pero ¿Qué haces aquí vida mía? ¡Estaba a punto de irme para encontrarme contigo!- expuso emocionada acariciando tierna sus mejillas mirándolo incrédula como si aún no se creyera que estaba allí -Tuve un palpito de qué harías algo así por eso apuré mi llegada- bromeó dichoso, se abrazaron nuevamente besándose amorosos -No había manera de detenerla chico, si tardas diez minutos más, no tendría más remedio que decírselo- indicó resuelto Guille -¡Tú lo sabías capullo! ¡Por eso nos deshacías la maleta una y otra vez, imbécil!- le reclamó su hermana golpeándolo en el brazo con su puño y él rió divertido -¡Y a ver si dejas de ser tan servicial joder! ¡Qué tía Brunete, no sabes cómo apura a hacer una maleta coño!- le recriminó cariñoso, la pareja los miró sonriendo felices y todos se rieron entrañables. Bruno la oprimió de nuevo contra su cuerpo besándola amoroso en la sien -No sabes cómo te echaba de menos ángel mío- expuso emocionado y ella sonrió feliz. Sus hermanos los observaban conmovidos; a cada gesto se entregaban tanto amor que encandilaba. -¡Jo, ya está bien ¿no?! ¡Que yo también quiero!- protestó divertida Bego mostrándole feliz los brazos a su hermano que la recogió cariñoso con uno de sus brazos sin soltar a Bárbara y se fundieron en un profundo y entusiasmado abrazo los tres. -¡Jo, yo también!- expuso chistoso Guille burlándose de Bego y uniéndose al grupo provocando las risas de todos -Anda payaso, que tú no cambias- repuso tierno Gonzalo haciéndose un hueco y él y Bruno se miraron- Bienvenido hermano, de corazón te lo digo- expresó sincero sonriendo con ternura y le dio un fuerte abrazo de bienvenida ante la mirada apesadumbrada de sus otros dos hermanos -¡Venga, vamos a darle la sorpresa a los viejitos! ¡Ellos esperan ilusionados a las peques y se van a encontrar con el grandullón!- resolvió jocoso Guille palmeando el hombro de su hermano Bruno y todos rieron divertidos. -¿No les has dicho nada?- indagó curioso Bruno -¡Ey ¿por quién me tomas colega?! ¡¡Tú dijiste que no dijera nada y nada dije!!- repuso satisfecho -¡¡Ni a mí siquiera Brunete!! ¡¿Te lo puedes creer?!- protestó mimosa Bego pegándole otro puñetazo en el brazo de Guille que sonrió divertido- ¡Y ya estaba a punto de darle una somanta de palos por su insistencia a que Bar no viajara! ¡Ya sabía yo que tú del tiempo entiendes aún menos que de mujeres!- bromeó burlona y todos rieron explayados La sorpresa que llevaron los padres de Bruno fue espectacular, hasta se temieron que a su madre le daba algo de la impresión que sufrió al ver a su hijo de vuelta. Él la mimaba amoroso, besándola tierno en la mejilla. -¿Por cuánto vienes, mi cielo?- le preguntó la mujer entusiasmada -Solo por dos semanas mamita- aclaró apesadumbrado, su madre le acarició tierna la mejilla -Buen, pero algo es algo cielo mío- exclamó satisfecha y todos sonrieron encantados Cenaron todos juntos, Bruno con las niñas sentadas en sus piernas, cenaban los tres del mismo plato ante las miradas enternecidas del resto. Apenas acabaran cuando él empezó a dar muestras de cansancio por el largo viaje bostezando repetidamente y su rostro comenzó a marcarle las ojeras de agotamiento; regresaron a casa no sin antes mantener una pequeña discusión con su madre pues se empeñó en que las pequeñas quedaran allí cosa a la que Bruno se negaba tercamente, las había echado mucho de menos y deseaba tenerlas a su lado. -Pero si ahora os vais a ir a la cama y mañana ya estaréis aquí de vuelta para la comida, hijo; ir y descansar tranquilos sin preocuparos de las niñas y ya tienes después dos semanas para disfrutarlas- expuso finalmente convenciéndolo. En el piso, Bruno se dio una ducha relajante mientras Bárbara deshacía sus maletas, se tumbó en la cama para esperarla mientras ella se preparaba pero, entre el cansancio y la relajante ducha, se quedó irremediablemente dormido. Ella lo observó amorosa cuando regresó al dormitorio, lo cubrió con la colcha y se acostó a su lado; inmediatamente, la rodeó con sus brazos atrapándola anhelosamente contra su cuerpo. Ella sonrió feliz y lo besó tierna en los labios mientras le acariciaba dulcemente la mejilla -Te quiero tanto, Bruno- le susurró apasionada besándolo de nuevo en los labios, él sonrió en sueños como si la hubiera escuchado. Durmieron placidamente como hacía muchos días no hacían. Se despertó con los dulces mimos de Bruno, acariciaba melosamente su hombro y su brazo mientras iba posando sus suaves labios en ellos. Las deliciosas caricias tan tiernas la hicieron sonreír dichosa, lo miró a los ojos encontrándose con su mirada encandilada y amorosa, y le sonrió feliz -Buenos días- le murmuró mimosa, él posó tiernamente sus labios en los de ella -¿Te desperté?- ella denegó con la cabeza- Tenía que sentirte, no me creía que fuera cierto que te tenía de nuevo entre mis brazos- la rodeó con sus poderosos brazos oprimiéndola contra su cuerpo- ¡Te eché tanto de menos, mi amor! -También yo a ti- contestó besándolo amorosa en su velludo pecho- No sabes que difícil es dormirse sin tenerte a mi lado, y lo largas que pueden llegar a ser las noches estando despierta- él la tomó tierno por el mentón y la obligó a mirarlo a los ojos -¿De ahí esta mala carita mi ángel? ¿No estás descansando?- expuso conmovido, ella sonrió dulcemente -Te quiero tanto Bruno…- musitó apasionada y él la besó amoroso en los labios -Lo sé ángel mio… ahora, lo que no sé es cómo demostrarte lo mucho que yo te amo a ti y la falta que me haces a mi lado vida mía- declaró ofuscado y ella sonrió deleitada. Sin decirse nada más, se besaron apasionados mientras sus manos recorrían sus cuerpos, no podían parar de acariciarse, tenían hambre atrasada de sentir su piel, su calidez y percibir su aroma. Aquella fragancia embriagadora que los catapultaba a un deseo irrefrenable; sus bocas pasaron de recrearse en su sabor a devorarse ávidos. Avariciosos de sus cuerpos, comenzaron a acariciarse ansiosos, demandantes de más y se dejaron llevar por el deseo que llevaban acumulando todo ese tiempo separados y los tenía rabiosamente avariciosos. Aunque comenzaron apaciguados, recreándose en sus besos, donándose en caricias y mirándose enamorados sin querer perder detalle de cada uno de sus gestos, intentando una entrega comedida y tierna; el deseo acumulado durante su separación era enorme y pronto estaban envueltos en una abrasadora efusión llena de ímpetu y fogosidad que los arrastró a una entrega devastadora e indomable. Luchaban ardientes e insaciables por alcanzar la plenitud total. Bruno la elevó sentándola sobre él y hundiéndola profundamente en su miembro. Se rodearon frenéticos con sus brazos y piernas, como pretendiendo en vano fusionarse en un solo cuerpo; y un arrebatado frenesí con furiosa y violenta pasión los impulsó a una alocada carrera hacia ese frenético desenlace extraordinario que detonó dentro de ellos recorriéndoles fulminante y arrebatador por cada rincón de sus cuerpos provocándoles un delirante y descomunal goce que al fin los sosegó llenándolos de maravillosa serenidad. Sentados sobre la cama, reposaban gustosos de la agotadora entrega mientras encandilados se regalaban caricias mimosas con sus dulces bocas. -Mi vida, no sabes cuanto se puede llegar a extrañar este sabor dulce de tu piel- le murmuró meloso besándola parsimonioso por el cuello y el hombro provocando en Bárbara un tremendo placer al sentir sus cálidos labios sobre ella -También yo te echaba tanto de menos que parecía que ya no iba a poder seguir adelante… solo las niñas y tu familia me llevaban a remolque para continuar…- se besaron deleitados entregándose un gran amor -¡Ey, te traje una cosa mi cielo!- exclamó entusiasmado de pronto y, sujetándola firme por la cintura para que no se moviera y perder aquel delicioso ensamblaje que aun mantenían, intentó alcanzar sus pantalones sobre el sillón ante la mirada solazada de Bárbara que sonreía divertida por su esfuerzo; ambos se rieron deleitados cuando al fin logró alcanzarlo. Sacó del bolsillo un pequeño saquito de terciopelo azul en la que traía un anillo de plata ahumada finamente trabajado con un tallado delicado y magnifico. Bárbara lo observaba maravillada mientras se lo colocaba delicadamente en su dedo -¡Es una hermosura Hugo!- exclamó impresionada examinando su primoroso talle que formaba una rosa de miles de pétalos -No es el típico diamante que se da en los compromisos pero… -¡Me encanta, cielo!- lo besó entusiasmada en los labios sujetando amorosa su cara entre sus manos- No me gustaría más un típico diamante, es una divinidad de anillo -Los lugareños trabajan la plata de una manera excepcional y hacen cosas magnificas con dientes de tiburón- expuso hechizado -¡¿Tiburones?!- indicó ella sobresaltada mirándolo inquieta, Bruno sonrió cariñoso besándola tierno en los labios -Hay tiburones en todas partes cielo, unos más grandes otros más pequeños, pero ahí están- aclaró sereno -Y allí… ¿son grandes o pequeños?- indagó preocupada -¡¡Enormes mi ángel!! ¡¡Y te comen así!!- respondió divertido acostándose en la cama llevándosela debajo de él mientras la mordisqueaba juguetonamente en el hombro y en el cuello, Bárbara reía jovial y bulliciosa encandilada con su grácil retozo que los llevó de nuevo a una excitación fastuosa impulsándolos a otra sesión de pasión y entrega admirable. Más relajados por el desahogo anterior, se entregaron con tanto mimo y ternura que fue un acto perfecto lleno de hermosura y sublime placer que los encandiló exquisitamente dejándolos pletóricos de felicidad. Deleitados por tal perfecta consumación, reponían aliento estrechándose amorosos el uno al otro entre sus brazos; Bruno acariciaba tiernamente el brazo de Bárbara mientras ella jugueteaba suavemente con su pelo del pecho -Ahora, dime la verdad Hugo…- dijo ella calmosamente- ¿es peligroso dónde estás amor mío?- indagó intranquila mirándolo seriamente -No cielo; no más peligroso que otro lugar cualquiera- respondió sereno besándola tierno en la frente- hay que tener más ojo solamente y no confiarse cuando ellos andan cerca- pero ella no estaba tranquila aún -¿No puedes hacer ese estudio en otro lado?- él la miró confundido- Quiero decir, en tierra o lejos de ellos- Bruno soltó una carcajada divertida oprimiéndola dulcemente contra su cuerpo mientras la besaba tierno en la sien -¡Cielo, si mi estudio se basa en ellos…! ¿Cómo lo hago sin acercarme?- indicó resuelto -Ya, ya… pero…- repuso angustiada, la besó amoroso en los labios -No te preocupes, mi amor; te aseguro que no atacan a los hombres por naturaleza, sí hay casos, es cierto, pero siempre hay un por qué detrás y nosotros vamos con mucho cuidado- aclaró serenamente mirándola calmadamente, ella parecía tranquilizarse- Además, siempre está el equipo alerta y preparado; y Marta no me pierde de vista ni un segundo- Bárbara suspiró hondo- de verdad que no pasa nada; estate tranquila mi bien- aclaró finalmente sincero y decidido, se besaron complacidos- A ver, ahora cuéntame tú ¿cómo va ese proyecto tuyo tan fantástico?- preguntó animado acariciándole amoroso la mejilla -Bien, no sin algún que otro contratiempo que nunca faltan, pero todo dentro de lo previsto- respondió tranquilamente, se sonrieron cariñosos -Ahora no te me pongas a trabajar hasta entrada la noche como haces siempre ¿eh? La verdad es que te encuentro preciosa, pero estas ojeras no me gustan- avisó tierno pero riguroso acariciando con ternura las pequeñas sombras oscuras debajo de sus hermosos ojos negros, ella le sonrió complacida -No te inquietes que lo haré; además, ni Bego ni Gonzalo me lo permitirían- se sonrieron entrañables- ¡Y no hablemos de Guille! ¡No sabes bajo que intensa vigilancia me tiene!- bromeó y él rió conforme. Ella le echó un vistazo al reloj- ¡¡Ey, va para la una y nos esperan a comer!!- expuso sorprendida, él la oprimió fuertemente contra su cuerpo de nuevo besándola en la sien -Te apuesto lo que quieras a que no nos esperan cielo- indicó feliz, Bárbara sonrió amena- pero yo tengo unas ganas tremendas de estar con nuestras niñas… Así, que…- la besó otra vez en la sien y se levantó de la cama- ¡arriba perezosa que nos vamos!- indicó categórico retirando la colcha de pronto destapándola completamente, ella protestó divertida cubriéndose rauda con la sábana mientras reían gozosos.

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