jueves, 15 de mayo de 2014

Al regresar la descubrió examinando a Alba en su cuarto, le rozaba levemente y muy amorosa la frente mientras la arropaba y la besaba tierna. La abrazó por detrás rodeándole la cintura y la besó ardoroso en el cuello, ella suspiró gustosa -¿Tiene fiebre de nuevo?- consultó dulcemente -No, está tranquilita- se volvió y lo besó exigente en la boca mientras demandaba deseosa con su cuerpo el contacto total con él rozándose ambiciosa contra Bruno. -¡Ey gatita! ¿Qué te pasa hoy que me vienes desatada?- expresó al notarla tan impetuosa -Ya te dije que llevo todo el día ardiendo en deseos de estar contigo; además Gonzalo parecía no querer acabar nunca la dichosa cena y más me exasperaba, ya estoy desesperadita- exclamó excitada intentado atrapar de nuevo la boca de bruno pero él se apartó evitándolo y la miró extrañado a los ojos -¿Gonzalo? ¿Has cenado con Gonzalo?- indagó prevenido -¿No te conté que el coche no arrancó, amor? ¿Y que el teléfono se quedó sin batería? Menos mal que me dio para una última llamada sino aún estaría allí tirada- explicó acongojada -Sí, eso ya lo dijiste; pero ¿por qué llamaste precisamente a Gonzalo para que te fuera a recoger?- indagó irritado; ella, percibiendo que empezaba a enfadarse, lo besó tierna en los labios -No llamé a Gonzalo, llamé a Guille como siempre hago cuando tengo algún problema- explicó cariñosa- pero estaba muy ocupado en aquellos momentos y no quería que me quedara en las afueras sola, así que mandó a Gonzalo a recogerme… de camino paramos a cenar- podía comprobar que la explicación, en vez de calmarlo, lo estaba enfureciendo más -¡¿Por qué diablos lo llamó a él en vez de a mí?!- increpó enfadado -Bruno, no empieces con tus alocados celos…- le reprendió besándolo dulcemente en los labios de nuevo- piensa un poco cielo, es normal que obrara así: es muy tarde, tú estabas con las niñas; él no podía y llamó al único que estaba libre en aquel momento, Gonzalo; nada más- indicó melosa acariciándole la mejilla- Además vino de perlas, tenía una conversación pendiente con él ¿recuerdas? Y no logré verlo en toda la semana, así que aproveché la ocasión -¡¿Y?!- preguntó interesado pero aún molesto -Y resulta que Guille ya estuviera hablando con él y le había explicado que yo estoy enamorada de ti desde hace mucho años y lo comprendió todo ¿contento?- indicó cariñosa y Bruno, no muy convencido, calló- Bruno, sí que nos amemos va a ser un obstáculo para seguir llevándote bien con tus hermanos, esto se acaba aquí y ahora- explicó rotunda y decidida -No digas eso ni de broma- clamó inquieto rodeándola por la cintura y la besó apasionado -Pues no me seas cazurro y pórtate bien ¿vale?- recomendó bromista, él asintió obediente con la cabeza y se sonrieron amenos- ¡¡Ainss mi atractivo celosillo!! ¡¡Si yo te quiero a ti y solo tengo ojos para ti bobito!! ¿Aún no te has dado cuenta o qué?- expresó melosa mirándole encandilada y oprimiéndole suavemente las mejillas entre sus manos, ambos se sonrieron complacidos y lo besó amorosa en los labios- Y ahora ¿vamos a seguir hablando de tonterías y acabar enfadándonos o vas a apagar esto que me arde por dentro y ya no lo aguanto más?- propuso pícara oprimiéndose anhelosa de nuevo contra él -¿A qué al final sí abrí la caja de los truenos?- bromeó burlón y la tomó raudo en brazos; sin dejar de saborear sus sabrosas bocas se la llevó a su dormitorio mientras ella ya le desasía de la camisa presurosa. Se desnudaron mutuamente impacientes, estaban tremendamente excitados y deseosos el uno del otro. Bruno la acostó en la cama recorriéndole su cuerpo demandante con su boca ardiente y ella gemía gustosa mientras su cuerpo reclamaba riguroso la consumación total pero él se entretuvo placenteramente en sus pechos provocándola todavía más; su reclamo comenzó a ser una estremecida exigencia. Comenzó a rozarle juguetón su entrada triunfal con su miembro y ella gemía agitada al tiempo que movía ambiciosa sus caderas buscando ansiosa la conexión pero él no la complació, la miró burlón a los ojos y ella lo observó crispada por su demora -No habrá nada hasta que me digas una fecha concreta- expuso rotundo -¿Ahora?- indagó disgustada, sonrió mimosa y lo besó melosa en los labios- Después hablamos Bruno- murmuró zalamera rodeándole con sus piernas en busca de la ansiosa penetración pero él rehusó la provocación- ¡Bruno!- protestó mortificada pero él solo sonrió bribón y comenzó a besarla por el cuello de nuevo estimulándola aún más- De acuerdo, vale… Para el año- repuso derrotada por su inmensa excitación, él la volteó sobre la cama con una facilidad pasmosa recostándose sobre ella y atrapándola de espaldas bajo su cuerpo- Bruno…- rezongó fastidiada intentando revolverse pero le fue imposible -Antes- indicó tajante mordisqueándole incitadoramente el hombro y recorriéndole muy despacio con sus labios la espalda, ella gimió agitada -Unos meses- clamó turbada -¿Cuántos?- indagó curioso siguiendo con su juego y atrapando con una de sus manos sus pechos mientras la otra iba acariciando su costado hasta acabar acariciando su sexo, ella se arqueaba deseosa -Seis- expuso en un jadeo desesperado; él sonrió complacido y la elevó con la misma facilidad que antes sentándola preciso sobre sus rodillas de espaldas a él y penetrándola repentinamente con toda su furia al tiempo que le mordía excitantemente el cuello, de su garganta salió un débil chillido de satisfacción; echó sus manos hacia atrás acariciándole melosa la nuca mientras atrapaba su boca. Bruno la complació al tiempo que empezó a acariciar hábilmente su clítoris y sus pechos induciéndola a moverse paulatinamente sobre él y provocándole un placer inmenso. Bárbara ya aceleraba sus acometidas entre gemidos anhelantes, estaba a punto de alcanzar el éxtasis cuando él la empujó hacia delante dejándola arrodillada sobre la cama y empezó a embestirla frenético sujetándole las caderas llevándola preciso hasta un orgasmo extraordinario que la hizo soltar gemidos intensos mientras se aferraba impetuosa al edredón intentando desasirse de aquella fuerza descomunal que explosionara dentro suyo extendiéndose por cada milímetro de su cuerpo. Sonrió gozoso y la besó ardiente por la espalda provocándole más gemidos gustosos. Continuó besándola por el costado al tiempo que la iba girando de nuevo mientras sus hábiles manos seguían excitándole el clítoris. Bárbara gemía gustosa y su cuerpo seguía arqueándose ambicioso. Bruno atrapó con su boca sus pechos al tiempo que la embestía con ímpetu provocándole un gemido profundo lleno de satisfacción. Sus embistes eran furiosos, casi con saña, y pronto volvió a hacer estallar portentosamente chillando alborotada. -Chisss, serénate un poquito mi gatita salvaje o acabarás despertando a las niñas- le susurró meloso ahogándole aquel portentoso chillido con su boca -Es tu culpa, me haces perder la cabeza- expresó mimosa, él rió divertido y ella atrapó ardiente y rabiosa su boca. Las acometidas de Bruno comenzaron a ser más presurosas en busca de ambos placeres mientras ella respondía vivamente turbulenta; Bruno se volteó raudo llevándosela sobre él y Bárbara comenzó a cabalgar frenética impulsándolos a una asombrosa culminación tumultuosa, llena de escandalosos gemidos que los dejó impresionadamente satisfechos y sumisos. Se miraban virtuosamente amorosos mientras reían retozones -No te olvides, dentro de seis meses nos casamos- le recordó besándola en la sien -Fue bajo coacción- indicó adormilada -Pero fue una cautivadora imposición ¿o no?- aclaró socarrón, ella lo miró a los ojos sonriendo dichosa -Una espantosa pero espectacular tortura- indicó fascinada, se rieron seducidos y se besaron cautivados. Lo despertaron los suaves y presurosos pasitos de Alba aproximándose a su cama como todos los fines de semana. Sonrió deleitado esperándola pero, extrañamente, la pequeña no se acercó a él; abrió los ojos intrigado descubriéndola al otro lado de la cama mirando con sus grandes y preciosos ojos negros sorprendidos a Bárbara dormida entre sus brazos -Papito, tita Bar está durmiendo en tu camita- le susurró con su dulce vocecilla señalándola con su dedito, Bruno rió divertido -¡Ya lo veo mi brujita hechicera! ¿Y qué haces tú que no estás en la tuya?- le habló meloso tomándola entre sus brazos subiéndola sobre su cuerpo donde ella se recostó complacida -Me duele la tripita papi- se quejó mimosa rodeándole con sus tiernos bracitos su cuello deleitando a su padre que la besó amoroso en la mejilla, aquella pequeña lo tenía completamente subyugado; le parecía increíble que hubiera podido despreciarla de aquella manera cuando ahora lo era todo en su vida -¿Otra vez mi brujita adorada? ¡¡Mecachis!! Ese tonto del tío Pablo y sus dulces; te dije que no te los comieras todos mi chiquita- comentó cariñoso oprimiendo su barriga contra la de él al tiempo que la cubría amoroso con la sábana; Bárbara se volvió mirándolos enternecida -Tía Bar ¿a ti también te duele la tripita? ¿Por eso viniste para junto de papi?- indagó la pequeña y ambos se sonrieron encandilados -No mi brujita, a tía Bar no le duele nada; pero le picaba algo un poquito más abajo- bromeó pícaro Bruno y Bárbara lo miró sobresaltada -¡Bruno!- le regañó sonrojada y él rió divertido; se oyeron los pasitos rápidos apagados por la alfombra apareciendo al instante Sarah en su dormitorio también -Papi, Albita no está en su cama y tía Bar…- exponía alarmada la pequeña desde la puerta- ¡¡Anda, pero si estáis aquí las dos!!- declaró sorprendida al descubrirlas en la cama junto a Bruno, ambos rieron amenos -Ven aquí tú también mi ratita bella- la invitó amoroso Bruno mostrándole sus brazos para recogerla -Sí ven Sarita, aquí con papi se duerme mucho mejor y ni te duele ni te pica nada ¿a qué no tita Bar?- indicó resuelta Alba provocando una risa jocosa en Bruno; ella corrió a los brazos de su padre sonriendo encantada y ambas niñas se escurrieron riendo dichosas entre ellos que se miraban encandilados -¿Y tú dices de ir hoy a ver unos dormitorios para estas dos mi cielo? Yo creo que comprando una cama de dos metros acabamos antes- bromeó chistoso y Bárbara rió tierna. Mirándose encandilados, se durmieron de nuevo los cuatro Aquel domingo aún no bajaran del coche cuando estalló la noticia sin esperárselo. Sarah saltó presurosa así Bárbara abrió su puerta trasera para desatar a Alba de su silla y corrió a los brazos del padre de Bruno que esperaba ya en el porche sonriendo radiante a sus nietas queridas, eran siempre esperadas con ilusión desmesurada por él. -¡Abuelo Paco ¿a qué no sabes?! ¡¡Papi y tía Bar son novios y se van a casar pronto!!- gritó enloquecida saltando a sus brazos cariñosa, él les miró asombrado y sonrió dichoso; el resto de la familia, que había oído la noticia, acudieron raudos y entusiastas a la entrada para recibirlos ilusionados entre abrazos de enhorabuena -Se veía venir, era cuestión de tiempo: el hombre es fuego, la mujer estopa, llega el diablo y sopla- expuso satisfecha la madre de Bruno acariciando tierna la mejilla de su hijo que le sonrió feliz. -No mami, eso caía de cajón, solo era hora de que este idiota cayera de la burra: desde que están enamorados no lo saben ni ellos- aclaró resuelta Clara y ellos la miraron sorprendidos- ¡¿Lo ves?! Ni cuenta se dieran de ello cuando ya todos lo sospechábamos hacia muchísimo tiempo- todos rieron amenos demostrando que era algo esperado ya por todos -Pues ya está, caí de la burra y nos casamos en seis meses- expuso radiante. También Gonzalo los felicitó cariñoso y Bruno se sintió apesadumbrado de haber sentido tantas cosas mordaces en contra de su hermano. Dos semanas después, Bárbara llegó entusiasmada a casa; había conseguido un gran proyecto que la catapultaría en su carrera profesional. Todo iba perfecto, eran felices y todo era prosperidad a su alrededor. Hacían planes para el futuro radiantes por las noches, mimosos en el sofá o acostados uno en brazos del otro después de amarse total y plenamente entregados. -Si las cosas siguen así, me gustaría diseñar nuestra propia casa- decía ilusionada y él la besaba amoroso en la sien- ¡Una grande con un hermoso jardín! ¡Para los muchos niños que vamos a tener!- reían felices -Lo conseguiremos, ya lo verás mi ángel- la animaba apasionado, se besaban dichosos y radiantes. -¡¡Bárbara, cielo!!- gritaba entusiasmado dos sábados después entrando en el piso eufórico, ella salía del cuarto de las niñas asustada por sus gritos, lo encontró sonriendo feliz mostrándole ilusionado una carta, venía de recoger el correo- ¡¡Me han dado el dinero y el permiso para mi estudio en las islas Maldivas!!- la rodeó con los brazos por la cintura y la volteaba entusiasmado mientras la besaba radiante en la mejilla- ¡¡Tendremos la luna de miel antes de la boda, mi ángel!!- añadido entusiasmado pero ella lo miraba desconcertada -¿De qué hablas, Bruno?- indagó curiosa, las niñas los observaban desde la puerta de su dormitorio; reían felices aunque no entendían muy bien por qué -Pedí una solicitud para hacer un trabajo en las islas Maldivas y me lo aceptaron corazón; esto va a ser increíble y muy importante para mí si todo sale bien, amor- explicó exaltado pero ella solo sonreía amena -¿Las Maldivas… del Océano Pacífico? ¿De casi al otro lado del mundo?- indicó descolocada -Sí mi ángel… Nos iremos juntos, podremos disfrutar de una luna de miel de ensueño mientras realizo el trabajo -¿Y las niñas?- indicó inquieta -Quedarán con Bego y mamá, estarán bien; además seguro que todos les echarán una mano, son muy buenas y los tienen a todos enamorados- la besó amoroso en los labios -¿De cuánto tiempo hablamos? -Unos cuatro o cinco meses ¿no es maravilloso? -¡¡Bruno!!- expuso sorprendida, él quedó desconcertado- ¡¡No puedo!!- aclaró molesta -¿Por qué?- preguntó confundido -¡¡No puedo estar tanto tiempo sin ellas!! ¿Tú sí?- indagó incómoda -Estarán bien amor; de eso estoy tan seguro que por eso ni me preocupo- aclaró feliz -Pero no puedo irme ahora, así- repitió molesta, Bruno no la entendía- Tu trabajo es muy importante, lo comprendo y me alegro por ti muchísimo, pero…- lo miró resentida- ¡El mío también, Bruno! ¡Ahora que logré conseguir este gran proyecto no puedo fallar!- determinó rotunda, se miraron soliviantados a los ojos -¿Quieres decir que no me vas a acompañar?- preguntó irritado -Quiero decir que no puedo, Bruno; compréndelo- repuso cariñosa pero decidida; él estaba dolido y enfadado -¡No vas a venir! ¡Algo tan importante para mi y no vas a venir!- reprochó furioso -¡También esto es importante para mi, Bruno! ¡¡No es que no quiera ir cielo, es que no puedo ir!!- bramó disgustada por su actitud terca y egoísta -No me esperaba esto Bárbara- le recriminó resentido mirándola rencoroso -¡No me hagas eso, por favor!- suplicó llorosa acariciándole amorosa la mejilla- Sabes que iría contigo hasta el fin del mundo… Pero no ahora; ahora no -¡Ya, solo cuando le venga bien a la señorita!- le reprochó mordaz -No seas así…- le imploró atormentada -No te preocupes, te quedarás con tu magnifico proyecto; yo no me entrometeré en tus sueños- repuso hiriente y salió del piso muy enfadado y presuroso. Bárbara rompió a llorar desconsoladamente ¿por qué no podía entender que para ella era importante su proyecto también? Las niñas la abrazaron amorosas para consolarla provocándole aún más abatimiento. Regresó para comer, aún seguía enfadado; solo contestaba amablemente a las niñas dejándola de lado en todas las conversaciones. Su rechazo la hacía sentir mal y pesarosa pero no se amilanó: él también tenía que reconocer su valía y entender que era imposible ese viaje tan largo para ella… A lo mejor algún fin de semana, o tal vez una semana, podría ir pero no cinco meses. Después de comer, volvía a irse -¿Te vas otra vez?- le preguntó inquieta -Sí, estoy ultimando todo para el viaje; debo volar el jueves y el equipo debe estar preparado- contestó despectivo -¡¿El jueves ya?!- indicó apesadumbrada, él la miró a los ojos pero no dijo nada y se volvió a ir después de besar a las niñas. De ella no se despidió. El dolor de su desprecio y la pena de que se fuera hicieron que la comida le sintiera mal y pasó toda la tarde tirada en el sofá descompuesta. Bañó a las niñas, les dio la cena y las acostó. Esperó a Bruno hasta tarde acostada en el sofá, pero a las doce se fue a la cama. No dormía cuando lo oyó regresar, lo oyó trastear por la cocina, ir al dormitorio de las pequeñas y, al fin, se acostó a su lado. Pero ni la tocó, ni la abrazó, ni siquiera la rozó; le dio la espalda y se durmió inmediatamente. Aquello le dolió aún más y lloró desconsolada de nuevo.

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