martes, 6 de mayo de 2014

Aquellas deliciosas veladas empezaron a repetirse todos los miércoles y viernes que era cuando Bárbara tenía clases por la tarde y no iba a comer a casa. Su amistad y cariño se fue consolidando haciéndose íntimos, se contaban cosas que a nadie contarían pero siempre respetuosos el uno con el otro sin hacerse preguntas comprometidas y nunca más intentó proponerle ser pareja. Era realmente ese tierno hermano mayor con el que siempre puedes contar y al que te abres sin problemas que sabes que nunca contará nada. -¿Dónde están mis tres hermosas princesas?- exclamó entusiasmado Bruno como todos los días al llegar a casa -¡Tendrás que conformarte con una sola cielo! ¡Tus otras dos princesas no están! Bar tiene clase de tarde y Sarah está en su clase de natación, no hay que irla a recoger hasta las seis y media- respondió Bea divertida desde la cocina, Bruno entró en la cocina encontrándola rodeada de facturas haciendo números en una libreta -A mí me vale, es la que más deseo ver en todo el día- exclamó meloso posando sus manos sobre sus hombros y besando amoroso sus labios, ella sonrió deleitada devolviéndoselo apasionada- ¿Qué haces, amor?- preguntó intrigado observando curioso las cuentas que hacía -Estoy echando cuentas, pronto empezara la escuela de Sarah y los gastos se doblarán…- comenzó a hablar animada acariciándole cariñosa las manos sobre sus hombros- Hablé con la señora Martina y me va a encontrar unas casas para limpiar de mañana aprovechando que Sarah está en la guardería -¿Tan mal vamos?- indicó preocupado, ella le sonrió dichosa -No, cielo; vamos muy bien, pero no vendrá mal una ayudita- él le sonrió sosegado -Pues no es necesario- la besó amoroso nuevamente en los labios- pediré un aumento y listo- repuso rotundo -No me caen los anillos Bruno- indicó ella- ya lo hice cuando llegamos aquí y las señoras estaban muy contentas… pero no me llegaba para llevar la casa y los estudios de Bárbara, así que entré a trabajar de camarera- explicó cariñosa -De camarera- indicó molesto, ella le sonrió dulcemente -Sí, de camarera Bruno- recalcó cariñosa- pero observé que me manoseaban más y ganaba menos que en la pasarela y me lancé- él la besó precipitado y afanoso acallándola -No hablemos más de eso que no me gusta mi cielo- le murmuró pesaroso, ella le acarició tierna la mejilla- Y no es necesario que trabajes por ahora, esperemos a ver cómo van las cosas; prefiero saberte en casa esperándome y cuidando como debe ser de Sarah- indicó satisfecho y ella le sonrió feliz; Bruno la miró pícaro- Espera… ¿Has dicho algo como qué… hasta dentro de una hora y media no hay que ir a buscar a la ratita y que mi pecosita hermosa no llega hasta las siete?- expuso con malicia al tiempo que cerraba la libreta donde Bea realizaba las cuentas y la besaba ardiente en el cuello, ella sonrió divertida -Pues sí… ¿Por?- remarcó melosa ya deleitada por las dulces caricias de los labios de Bruno en su cuello -Estupendo… porque llevo todo el día con una idea en mente y podemos aprovechar esta horita en realizarla- siguió hablando zalamero ya introduciendo sus manos por debajo del blusón y acariciando provocador sus turgentes pechos; Bea sonrió complacida -¡Mira que si coincide con la mía!- expuso pícara mirándolo ya deseosa y revolviéndose para atrapar mejor aquellos labios que la enloquecían -¿A sí? ¿También me andas todo el día con pensamientos pecaminosos en esta linda cabecita? ¡Uy, uy, uy! ¡¡Pues a ver si coincidimos luego mi amor!!- expresó resuelto y la elevó raudo en brazos llevándosela al dormitorio mientras reían felices y se besaban ardientes. Cuando Bruno la depositó suavemente sobre la cama y la cubrió apasionado con su cuerpo ya besándola ardiente el escote, ella lo detuvo -Espera bruno, tengo algo que enseñarte antes- expuso melosa, él la miró intrigado cuando Bea le entregó una foto que recogió de la mesilla; la reconoció al instante y el corazón empezó a latirle frenético de la ilusión al verla. Aunque disimuló como pudo su inmensa alegría y frunció confundido el ceño -¿Te vas a dedicar ahora a la fotografía corazón?- preguntó curioso, ella le sonrió dulcemente -No bobo- contestó entre risas alegres -¡¡Menos mal!!- exclamó resoplando desaforado- ¡¡porque te salen fatal mi amor!! ¡¡Está velada, movida y no se distingue nada!!- indicó burlón -¡Serás idiota!- expuso fastidiada y él rió divertido- no la hice yo bobo, es una… -¡Ya lo sé mi amor!- la interrumpió feliz volteándola raudo y colocándose sobre ella sin dejar de sonreír dichoso- es una ecografía… ¡¿De verdad mi vida que estamos ya esperando?!- interrogó feliz, ella asintió con la cabeza sin poder dejar de sonreír complacida- ¡¡Estupendo mi amor, nuestro segundo hijo ya viene en camino!!- declaró henchido de felicidad besándola apasionado en los labios -¿Cómo el segundo Bruno?- interrogó confundida -Claro mi vida, la primera ya es Sarita- aclaró orgulloso, ella lo miró conmovida- quiero reconocerla como mía Bea ¿te parece mala idea?- preguntó inquieto, a Bea se le llenaron los ojos de lágrimas -¿Cómo me va a parecer mala idea amor mío?- expuso emocionada y se rieron radiantes de felicidad. El tiempo pasaba rápido, Bea engordaba hermosa y radiante, y Bruno cada vez estaba más enamorado de ella y de aquella pancita hermosa que lo tenía enloquecido. Su pequeño se movía bajo sus manos llenándolo de plena felicidad, no podía haber más dicha en este mundo para él. Todas las mañanas le costaba horrores separarse de ella para irse a trabajar, la besaba apasionado sin poder detenerse mientras ella reía feliz. Pero aquella enorme felicidad que él sentía, solo era fachada para ella. Estaba muy preocupada e inquieta aunque no le decía nada. Veía como se deslomaba a trabajar para evitar que ella lo hiciera y no les faltara anda; había sufrido varios ataques de jaquecas aunque intentó soportarlos y disimularlos para no preocuparla pero ella se lo había notado… Y por encima, su embarazo no iba tan bien como era de esperar y tenía continuas pérdidas de sangre que la tenían nerviosa y alterada. -¿Has tenido más pérdidas hoy hermanita?- le preguntaba preocupada Bárbara siempre que llegaba a casa a la hora de comer -No, hoy no- le respondía melosa sonriéndole tranquilizadora -¿Y has ido a ver al doctor Bea? ¿Le has dicho qué has vuelto a manchar dos veces esta semana?- interrogó inquieta -Sí tranquila; sigue diciendo que mientras solo sean pequeñas muestras no tiene gran importancia; que hay muchos embarazos así y no tiene por qué pasar nada… pero lo que más le preocupa es mi presión arterial, sigue sin regularse aunque hago todo lo que me dice y está por las nubes -Betty… ¿por qué no se lo dices a Bruno de una vez? En una de estas puede descubrirlo y se asustará muchísimo; sin decirte que se pondrá como una fiera- recomendó cariñosa -No Bárbara, ya está bastante atosigado en su trabajo y por sacar la casa adelante como para andar a preocuparlo con esto que verás cómo no es anda y todo sale bien cielo; solo son dos meses más y todo acabará- respondió serena sonriéndole tranquila -Pero Betty, puede presentarse complicaciones en el parto…- insistió amedrentada la muchacha -Por favor Bárbara, no tiene por qué pasar nada, tranquilízate ¿sabes lo que lograremos con contárselo? Que ande preocupado y más estresado este tiempo que queda, que se le repitan las migrañas más a menudo y no pueda hacer ni concentrarse en su trabajo, eso es lo que obtendremos mi niña; deja que esté tranquilo Bárbara, solo quedan dos meses cielo, pronto todo pasará- repuso cariñosa acariciándole tierna la mejilla de su hermana que suspiró profundamente por no seguir protestando aunque no estaba de acuerdo con ella. -¡¡Bárbara, ven rápido!!- la despertaron asustada los gritos de horror de su hermana aquel sábado, ella acudió rauda a su cuarto; un gran charco de sangre la rodeaba en el suelo y las sábanas de la cama también estaban manchadas; la observó paralizada del terror- ¡¡Corre, llama una ambulancia!!- ella no reaccionaba, miraba impactada toda aquella sangre- ¡¡Bárbara por Dios santo!! ¡¡Date prisa!!- le increpó frenética llorando desconsolada sacándola de su ofuscación. -¡¿Y Bruno?!- preguntó aterrada -No está, se fue a hacer unas comprobaciones que necesita para lunes… ¡¡Apúrate Bárbara, por favor!!- increpó acongojada y ella obedeció al instante La ambulancia llegó sin demora, como también lo hizo Gonzalo al que la muchacha avisó asustada sin saber qué hacer; con el venía Begoña que se quedó con la pequeña Sarah mientras Bárbara acompañaba a su hermana en la ambulancia seguida de cerca por el coche de Gonzalo. -¡Apúrate Óscar, la hemorragia es muy abundante y no puedo contenerla!- le increpó muy nervioso el enfermero al conductor -¡Salvar al bebé, por favor os lo pido; salvar a mi hijo!- rogaba angustiada a los sanitarios entre lágrimas desesperadas mientras Bárbara le sostenía amorosa la mano sin poder dejar de llorar; de vez en cuando tomaba aire profundamente como si se le estuviera yendo la vida- Bárbara, prométeme que se llamará Marcos si es niño y Alba si es una niña -Sí hermanita, te lo prometo, pero no hables así cielo; todo saldrá bien, ya verás- ella volvió a suspirar profundamente -¡Dios mío, déjame al menos verle su carita antes de llevarme contigo; por favor te lo pido!- suplicó angustiada como si supiera que se iba; Bárbara lloraba asustada -No digas esas cosas Betty- lloró angustiada acariciándole enternecida su frente demasiado pálida y blanquecina -Bárbara cielo, cuídalo mucho, no me lo dejes solo por favor- rogó mortificada sujetando las manos de su hermana -Claro que no mi cielo, ni a él ni a Sarah; pero no hables así, me estás asustando mucho Betty- volvió a tomar aire angustiosamente -No me refiero al bebé Bar, sé que no lo harás; digo a Bruno cielo… no lo desampares, parece muy fuerte pero es todo fachada mi ángel, es demasiado sensible; prométeme que no lo abandonarás, que lo apoyarás siempre…- volvió a tomar aire profundamente, parecía que se le escapaba la vida e intentaba retenerla como fuera -Sí lo prometo, pero no hables Betty, cálmate cielo que ya llegamos -¡Dios mío, te lo suplico: dame solo unos minutos más para ver su carita; por favor Diosito…!- imploró afligida y Bárbara lloró desamparada- Alba Bárbara, no lo olvides; Marcos si es un niño… no te olvides mi niña…- siguió insistiendo cuando los enfermeros corrían veloces llevando la camilla por el largo pasillo que llevaba a la entrada a quirófanos mientras Bárbara corría junto a ellos sin soltar la mano de su adorada hermana que finalmente tuvo que soltar cuando traspasaron las puertas- ¡Alba o Marcos, Bárbara! ¡No permitas otros!- insistió de nuevo mirándola con ojos aterrados y Bárbara asintió con la cabeza rompiendo a llorar angustiada así las puertas se cerraron. Gonzalo la tomó tierno entre sus brazos y la acunó dulcemente mientras ella no podía dejar de llorar. Pronto llegaron también los padres de Bruno y todos sus hermanos que la arroparon amorosamente. Bruno había estado toda la mañana en alta mar examinando los fondos de la entrada de la bahía junto a su compañero Héctor, descargaban entre bromas y risas la lancha cuando vieron llegar corriendo y angustiada a Marta -¡¿Dónde rayos os habéis metido?! ¡¡Llevo toda la mañana intentando localizaros!!- les increpó nerviosa y fuera de sí desconcertándolos -Sumergidos haciendo nuestro trabajo Marta ¿Qué te ocurre?- le contestó impactado Bruno -Te estuvieron llamando de tu casa- indicó nerviosa mirándolo preocupada -¿De mi casa?- repitió sobresaltado -Sí, se han llevado a Bea al hospital Bruno- Bruno se aterrorizó al oírla, corrió al coche y voló hacia el hospital con el traje de neopreno puesto. La imagen que se encontró en la sala era dantesca: sus padres lloraban desconsolados mientras Bárbara lloraba desesperada abrazada por Gonzalo y Clara; Patricia corrió a su encuentro -¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde está Bea?!- increpo aterrado -La tienen en el quirófano, tiene una hemorragia enorme y no logran detenérsela Bruno- le expuso atemorizada, los ojos de Bruno se llenaron de terror al escucharla. Acabaron de llegar el resto de la familia. Guille se quedó junto a él para consolarle en aquella desesperación. Apareció el médico en las puertas del quirófano, Bruno acudió desesperado a él -¿Cómo está mi esposa?- preguntó exaltado -La niña está bien, logramos salvarla- le indicó suavemente, pero Bruno no estaba oyendo lo que realmente quería oír -¡Mi mujer, doctor! ¡¿Cómo está mi mujer?!- le gritó furioso sacudiéndolo por las solapas, el doctor cambió su rostro volviéndolo abatido y desolador -Lo siento…- murmuró apenado y Bárbara soltó un grito aterrador al escucharlo desplomándose de rodillas en el suelo, Gonzalo la abrazó amoroso contra su cuerpo arrodillándose ante ella mientras toda la familia rompía a llorar afligida -¡No… no lo diga! ¡¡Ni se le ocurra decirlo!!- increpó receloso Bruno, ya no quería que hablara; no quería escucharlo -Lo lamentamos, no pudimos hacer nada por ella, perdió demasiada sangre antes de llegar aquí… -¡¡He dicho que se calle!!- chilló enajenado zarandeándolo por las solapas, el médico bajó la cabeza afligido sin oponer ninguna resistencia ante él- ¡¡Bea cielo!! ¡¡Bea!! ¡¡Háblame amor!!- gritó histérico intentando entrar en quirófanos pero el doctor se lo prohibió sujetándolo conmovido- ¡¡Suélteme imbécil!! ¡¡Quiero ir con mi esposa!!- clamó furioso levantado ya su puño para pegarle al cirujano, Guillermo lo sujetó rápido deteniéndolo antes de que hiciera aquella locura y lo abrazó fuertemente contra él en un intento de calmarlo- ¡¡Dile que eso no puede ser Guille!! ¡¡Dile que me deje pasar y demostrarle que está equivocado!!- chilló desesperado derrumbándose entre sus brazos llorando como un niño. Todos lloraban abatidos por la terrible noticia. -¡¡No Dios mío, no me dejes sola!! ¡¡Necesito a mi Bea; no me hagas esto, Dios mío!! ¡¡No me quites a mi hermana también!!- sollozaba afligida Bárbara desmoronada entre los brazos de Gonzalo -No estás sola, cielo; nunca más estarás sola, nos tienes a nosotros- le repetía cariñoso intentando tranquilizarla mientras le acariciaba la cabeza besándola tierno en la frente. -Debes calmarte Bárbara, por Sarah- le decía dulcemente entre lágrimas Patricia -¡Oh Dios Sarah! ¡Mi pobrecita Sarita!- exclamó angustiada la muchacha mirando a Bruno derrumbado entre los brazos de Guillermo, lloraba desconsolado. Sus ojos se encontraron y corrieron uno a brazos del otro fundiéndose en un enérgico abrazo impresionante donde se sujetaban el uno al otro llorando desolados -Bruno ¿Cómo le diré que su madre se nos fue, Bruno?- le preguntaba mortificada pero él no contestaba, solo lloraba terriblemente abatido en sus brazos apretándola fuertemente contra él. Pablo y Andrés acompañados de sus padres hablaban con el doctor; oyeron como él decía que la pequeña estaba perfectamente y que fuera un trabajo de titanes poderla salvar pues era lo que más suplicaba su madre y no podían fallarle al ver que con ella no tenían muchas oportunidades. Estaría en la incubadora un mes bajo estricta vigilancia pues corría aún grave peligro también, el embarazo lo había llevado bastante mal y se esperaban complicaciones pero no este resultado… -¡¡Eso no es cierto!! ¡¡Sois unos malditos ineptos y os queréis guardar las espaldas pero sé que no es cierto!!- le increpó furioso Bruno queriéndose ir contra el médico nuevamente pero Gonzalo lo sujetó fuertemente- ¡Ella nunca me dijo nada de eso!- Bárbara le acarició la mejilla tiernamente apaciguándolo- No es cierto Bárbara… -Bruno… sí es cierto- le respondió serenamente, él la miró desconcertado- Bea no quiso preocuparte, pero el embarazo no iba bien; las pérdidas de sangre eran muy a menudo y su presión arterial no había forma de regularla- él volvió a llorar desesperadamente -¿Por qué Bárbara? ¿Por qué no me dijo nada?- inquirió exasperado hundiendo su cara en el hombro de Bárbara -Siempre decía que estabas ya bastante presionado con sacarnos a todas adelante y no permitiéndola trabajar, que debías estar tranquilo por tus migrañas y las inmersiones; no quería preocuparte también con esto- le explicó cariñosa entre lágrimas -¿Por qué nuestra Bea? ¿Por qué Bárbara?- lloraron de nuevo y se abrazaron como náufragos a una tabla de auxilio. Bárbara miró al doctor -¿Llegó a ver a su pequeña doctor?- indagó esperanzada pero el doctor negó con la cabeza- ¡¡No ¿por qué?!!- gritó afligida y volvió a llorar desconsolada -¡Maldita criatura!- masculló asqueado Bruno entre dientes y todos lo miraron impresionados -Bruno…- musitó afligida Bárbara mirándolo desolada pero él seguía con los ojos inyectados en rencor- ella no tiene culpa Bruno, es un angelito inocente; vamos a verla cielo, verás cómo… -¡¡No!!- bramó furioso empujándola déspotamente para apartarla de él y mirándola con un rencor impactante dejándola desolada, Guille la tomó consolador entre brazos -Bruno, cálmate; la pobre Bárbara no tiene la culpa de nada- le reprochó Guille tomando entre sus brazos a Bárbara que observaba incrédula a Bruno dolida por aquel inhumano desprecio hacia ella y la pequeña. Pero Bruno se volvió hacia los médicos -Quiero verla… quiero estar con mi mujer… quiero estar con ella… ¡¡necesito verla!!- gritó fuera de sí

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