martes, 13 de mayo de 2014

Cuando atracaban en el embarcadero ya era de noche, vieron bajarse y acercarse presurosa a Marta y con cara de preocupación de otra lancha desde donde también los observaba intranquilo un chico -¡¿Eres idiota?! ¡Nos tienes a todos en vilo!! ¡El pobre Héctor ya tiene todo preparado para salir ahora mismo en vuestra busca!- reprendió impacientada a Bruno, él le sonrió ameno saludando tranquilizador al otro chico que respondió al instante -¿Todo bien?- preguntó amistoso -Perfecto Héctor, tranquilo- respondió sereno saltando ágil a la dársena y amarrando hábil la lancha -¡Perfecto Héctor, tranquilo!- se burló irónica Marta provocando la risa divertida en Bárbara- ¿se puede saber qué os ha pasado para tardar tanto? -No pasó nada histérica, descubrimos una islita muy guapa y nos dormimos después de comer; nada más- respondió calmadamente sacando de la lancha a Bárbara asiéndola por la cintura y depositándola despacio en el suelo, le rodeó la cintura con uno de sus brazos -¡¡Una islita y nos dormimos!!- volvió a burlarse irónica- ¡¿No sabes avisar?! ¡¡Te estuve intentando localizar y, al no responder, aún me preocupé más!! -¡Mira que puedes llegar a ser pesada!- le reprochó cariñoso tirándole dulcemente de la nariz; ella quedó aturdida- Dejé el teléfono en el barco porque quería un día tranquilo para Bárbara que se lo merecía con creces sin que anduvieran a molestar con llamadas inoportunas; además, si nos hubiera ocurrido algo ya hubiéramos avisado nosotros ¿no? Anda…- la rodeó con su otro brazo y caminó en dirección al acuario llevándolas con él- déjate de broncas bobas que tuvimos un día maravilloso para que vengas tú a estropearlo- la besó en la sien soltándola ya delante de la puerta del laboratorio- Nos vamos; cuida de que recojan el equipo de la lancha y lo tengan preparado para el lunes- le recordó dirigiéndose a la salida llevando aún a Bárbara de la cintura -¡Tienes un morro que te lo pisas! ¡¡Eso lo tienes que hacer tú!!- le increpó molesta -¡Ah, y hay una cesta de comida, quítala por favor o se meterán ratones en el barco; dile a Bobby que gracias y que estaba todo delicioso!- le habló desprendido haciendo caso omiso a sus palabras -Serás capullo ¡¡Quítala tú imbécil!! -¡Hoy yo no trabajo, es sábado ¿recuerdas?!- le exclamó guasón saliendo ya de las instalaciones moviendo su mano en forma de despedida. Él y Bárbara reían divertidos entrando en el coche. Se besaron complacientes antes de arrancar el coche. -Fue un día inolvidable y maravilloso cielo, gracias- le habló melosa Bárbara cuando entraron en el piso rodeándole mimosa el cuello con sus brazos, él la besó dulcemente en los labios -Pues ahora a prepararse que aún nos espera una cena increíble y nos vamos a bailar tú y yo- respondió encantador rodeándole la cintura con sus brazos -¿A sí? ¿Y si cenamos algo… menos increíble y nos quedamos aquí?- le propuso zalamera jugueteando mimosa con sus labios en los de él que sonrió dichoso -Eso lo hacemos todos los días, cielo; sin embargo, salir a divertirnos juntos y solos no sé cuándo se podrá repetir- le indicó cariñoso. Ella lo besó ardorosa, embelesada y ambiciosa; él la aprisionó anhelante contra su cuerpo -Y tener el piso así todo vacío para nosotros solos, tampoco- murmuró melosa entrechocando juguetona sus narices, él sonrió derrotado; hábil y rápida le empezó a acariciar la entrepierna por encima de los vaqueros provocándole gran excitación- ¿Sabes que me gustó muchísimo y estoy ardiendo en deseos de repetir? ¿Tú estás seguro de querer salir a cenar y a bailar?- le musitó melosa al oído erizándole de deseo la piel -No… creo que todo eso quedarán para otra ocasión; mamá quedará encantada con las niñas de nuevo- respondió presuroso atrapando ávido su boca llevándosela hacia su dormitorio mientras se besaban impetuosos nuevamente. Hicieron de nuevo el amor. Fue imponente, sublime; una entrega absoluta, sumisa y soberbia que los llevó otra vez a una plenitud grandiosa cargada de pasión y arrebatada efusión. Agotados por la impetuosa entrega, se durmieron; ella, de espaldas a Bruno, era abrazada amorosamente rodeada por la cintura con uno de sus fornidos brazos mientras su cabeza descansaba placidamente sobre su otro brazo que sujetaba suavemente uno de sus pechos. Ninguno de los dos había dormido tan plácida y reconfortantemente desde hacía mucho tiempo. Al despertarse, descansada y feliz sintiendo su cuerpo pegado al de ella, se sintió dichosa; se adhirió contra él que respondió inmediatamente oprimiéndola aún más contra su cuerpo mientras la besaba ardoroso en el hombro y el cuello -Pensé que aún dormías- expuso en un meloso murmullo acariciándole los brazos alrededor de su cuerpo -Llevo un rato despierto, pero no quería moverme: estoy tan a gusto así, contigo a mí lado- la besó detrás de la oreja y le produjo cosquillas que la hicieron reír, sintió su aliento en su cuello: también sonreía. -¿Qué hora es?- él se movió levemente para examinar su reloj sobre la mesilla -Las once- le contestó besándola en el hombro amoroso -¡Oh que lástima...!- protestó fastidiada acariciando sus brazos- Tenemos que levantarnos ya y yo también estoy tan a gustito- expuso desilusionada, él rió divertido, la volteó hacia él y se puso sobre ella; se besaron mimosos, saboreándose complacidos -Total, teníamos que levantarnos- repuso él jugueteando con sus labios- ¡Yo tengo un hambre feroz! ¿No tienes hambre? -Sí, mucha- contestó amena, él se retiraba pero ella lo atrapó con sus piernas por las caderas mientras se sujetaba a su cuello con sus brazos; él la miró sorprendido y sonreía divertido- pero también tengo más hambre de ti -Después, ahora hay que reponer fuerzas- la besó tierno en los labios- O quedaré a medio camino y tú insatisfecha ¿es lo qué quieres?- repuso socarrón y ella sonrió cariñosa pero no lo soltó- ¡Vale, allá tú!- y se levantó tranquilamente llevándola colgada de su cuerpo, ella se prendía nerviosa a él mientras reía alegre y Bruno la sujetó con sus brazos por la cintura asegurándola; se reían divertidos mientras se besaban mimosos camino de la cocina. La sentó sobre la encimera y la besó suavemente en los labios mientras le acariciaba los muslos desnudos -¿Tortilla de jamón?- le preguntó cariñoso, ella asintió y se dispuso a prepararla- en casa van a estar encantados cuando se lo digamos- expuso entusiasmado pero ella lo miró inquieta, Bruno la miró desconcertado -¿Pasa algo cielo?- le preguntó dudoso -¿Piensas decirlo ya hoy?- inquirió nerviosa -Sí, claro; cuanto antes lo sepan mejor- observó que estaba preocupada, se acercó a ella y la besó tierno en los labios mientras acariciaba sus muslos desnudos sobre la encimera- ¡Ey, ángel mío! ¿Qué pasa? ¿Tiene algo de malo que digamos que estamos juntos?- ella lo besó mientras le rodeaba el cuello con sus brazos -No cielo, no tiene nada de malo pero… esperemos un poco ¿quieres?- Parecía insegura -No entiendo por qué… ¿prefieres qué Sarah nos descubra, lo suelte de repente un día en casa y sea mal interpretado esto tan hermoso que sentimos?- indicó confuso por su comportamiento -Solo una semana ¿vale?- repuso animosa besándolo de nuevo en los labios- En vez de hoy, lo contamos el domingo que viene; dame esta semana ¿de acuerdo? -Pero es que no comprendo tu indecisión, Bárbara- indicó molesto- ¿Pasa algo con mi familia? -No cielo, tu familia es maravillosa y siempre me trataron como si perteneciera a ella, son todos muy cariñosos conmigo y con Sarah; solo necesito un tiempo para creérmelo yo, nada más- indicó alegre, se sonrieron amenos y se besaron complacientes -Como quieras, pero no te prometo poder estarme quieto sin besarte toda la tarde y va a ser peor si nos pillan- repuso socarrón besándola de nuevo -Pues procura estarlo- avisó burlona- y esa tortilla se te quema- le recordó, él se sobresaltó al recordar que seguía al fuego -¡Mierda!- exclamó al quemarse por querer retirarla presuroso, ella rió divertida- puedes reírte- protestó fastidiado -Pobrecito mi niño, ven aquí corazón- le habló melosa tomándole la mano escaldada y se la besó delicada y repetidamente hasta llegar a los dedos que se los lamió juguetona uno a uno mirándolo pícara; él tomó aire profundamente, aquello lo estaba excitando tremendamente -¿He abierto la puerta prohibida o qué te pasa? No te das saciado mi chiquita y antes debemos comer algo- declaró casi derrotado retirándole la mano de su boca pero ella lo atrapó con sus piernas por las caderas acercándolo a ella -No, no me doy saciado porque me lo haces tan deliciosamente rico que me tienes loquita- declaró amorosa rodeando su cuello con sus brazos y besándolo juguetona en los labios -¿Tú qué sabes si lo hago rico si no conoces a otro?- indicó burlón besándole amoroso la punta de su respingona nariz y ella sonrió deleitada -Lo sé, porque a nadie amo como te amo a ti ni creo que nadie sea tan maravilloso y tierno como tú- respondió deleitada, se sonrieron encandilados y se volvieron a besar apasionadamente. Al llegar a la casa de los padres de Bruno, las niñas corrieron felices a recibirlos, a Bárbara se la veía feliz junto a sus niñas que abrazaba con pasión y las besaba repetidamente en las mejillas; realmente se percibía que las había echado muchísimo de menos. El día se presentó más incómodo de lo Bárbara suponía. Bruno le sujetaba de la mano o la acariciaba cariñoso en la mejilla delante de toda la familia demasiadas veces para su impresión; aunque nadie más que ella le daba importancia ya que era habitual desde hacía mucho tiempo esas muestras de cariño entre ellos. Lo que sí les extrañaba, era la actitud de ella aquel domingo ante aquellas muestras de cariño por parte de Bruno. Se apartaba de él presurosa o lo esquivaba tan nerviosa que los tenía a todos desconcertados y la miraban intrigados por sus reacciones. Pero el que no les quitaba ojo, mirándola intrigado y muy serio, era Gonzalo; Bárbara evitaba su mirada todo lo que podía y se sonrojaba al sentir su intensa mirada sobre ella. Bruno tampoco les quitaba el ojo de encima, parecía que allí pasaba algo que se le escapaba y muchas veces se encontraba con una mirada resentida de Gonzalo hacia él que lo confundía. Ya de vuelta a casa, Bárbara iba callada y con la mirada perdida en el frente, de vez en cuando vigilaba a las niñas sentadas en el asiento trasero que jugaban entretenidas, regresando a su posición anterior -¿Pasa algo, Bárbara?- le preguntó de repente, ella dio un respingo nerviosa al oírlo; lo miró sorprendida -No ¿por qué? Las niñas van quietas- indicó serena revisando a las pequeñas una vez más -Sí, ya veo que las niñas están quietas… no me refiero a eso- la miró intrigado fijándole la mirada en sus ojos negros -No sé luego a que te refieres- expuso evitando su mirada mientras comenzó a jugar nerviosa con un mechón de su pelo, le estaba mintiendo; siempre hacía lo mismo cuando mentía -Sí lo sabes- aseveró rotundo, ella lo miro sorprendida- soy yo el que no sabe lo que rayos está pasando aquí- ella no respondió- ¿Qué ocurre con Gonzalo Bárbara?- ella volvió a sobresaltarse mirándolo asombrada -Nada, que va a pasar- evitó de nuevo su mirada y jugueteó aún más con su pelo -Me estás mintiendo- ella, ahora sí pasmada completamente, lo miró a los ojos -No sé por qué me dices que estoy mintiendo- le reprochó irritada -Esa no es la pregunta que me quieres hacer…- se miraron a los ojos- Lo que quieres saber es cómo rayos siempre acierto cuando me estás mintiendo- ella abría sus ojos asombrada, él rió entrañable- ¿a qué sí? -Sí- indicó abrumada y desconcertada, él la miró tierno sonriéndole cariñoso -Siempre evitas mi mirada cuando lo haces y además jugueteas nerviosa con tu pelo- ella comprobó asombrada como tenía un mechón enroscado en su índice derecho, se rieron divertidos mirándose amorosos -Tendré que controlar estos tics entonces- expuso socarrona soltándoselo -No, lo que tienes es que dejar de intentar mentirme- declaró cariñoso acariciándole amoroso la mejilla con el torso de su mano- ¡Dios! me muero de ganas por besarte- exclamó apasionado pasando muy despacio su pulgar por aquellos apetitosos labios, ella se lo besó tierna y volvieron a reírse encandilados. Habían llegado delante del edificio, descendieron y subieron a casa llevando Bruno a Sarah en brazos mientras ella cargaba a Alba. Entre bañarlas, darles la cena y acostarlas, Bárbara pensó que la conversación había quedado olvidada y se relajó. Preparó las cosas para el día siguiente como hacía todas las noches: escogía la ropa para las niñas ir a la escuela, la de ella, limpiaba los zapatos de las pequeñas dejándolos impecables… aunque aquel domingo a Bruno lo estaba crispando, deseaba que acabara de una vez y volviera a su lado; al fin regresó a la sala -¿Has acabado ya de dar vueltas?- indicó burlón, ella le sonrió divertida besándolo dulcemente en los labios -No, tengo que buscar unos planos que me hacen falta para mañana- y se dirigió a su mesa de trabajo comenzando a revisar y escoger los planos que tenía enroscados y ordenados dentro de una papelera metálica junto a su mesa -Tenemos que empezar a pensar en comprarle un dormitorio a Alba- expuso mientras examinaba y descartaba diseños; él, reclinado en el sofá con las piernas sobre la mesa de café atento al noticiero, la miró desconcertado y ella le sonrió amena- sí ya sé que con la defensa baja se sube y baja cuando quiere, pero ya es mayorcita para seguir durmiendo en una cuna Bruno y debe tener su propia cama -Pues eso tiene fácil solución…- empezó a hablar animado -Sí, ya sé que vas a decir y me parece buena idea- lo interrumpió sonriéndole amena y él la miró curioso- ponerlas juntas con unas camitas gemelas ¿verdad? Pues sí, aún son pequeñas para necesitar cuartos separados y va siendo hora que Sarah regrese a su cama de nuevo- se animó cerrando su porta planos y sentándose por fin a su lado; él la recibió amoroso entre sus brazos al tiempo que ella le rodeaba el cuerpo con sus brazos recostando gustosa la cabeza en su pecho. -Pues no, no iba a decir eso listilla- explicó resuelto besándola tierno en la sien, ella lo miró confundida y él sonrió pícaro mirándola ilusionado- iba a proponerte prepararle a cada una su habitación y tú pasarte a la mía- propuso deleitado, ella sonrió alegre -Me parece aún mejor idea amor- musitó melosa y se entregaron en un beso apasionado complacidos de saboreándose al fin -¿Me vas a contar ahora que pasa con Gonzalo?- le preguntó de pronto sorprendiéndola, creía que se había olvidado de la conversación pero él la miraba reservado y esperaba ansioso una respuesta -No pasa nada, cielo- aclaró serenamente sonriéndole cariñosa pero él seguía esperando- Por favor Bruno, no es nada importante que deba preocuparte -Pues me lo cuentas y yo decidiré si es importante o no- insistió tozudamente, Bárbara resopló cansadamente -Está bien… lleva tiempo insistiéndome en que salgamos juntos- expuso calladamente, él no dijo ni hizo ningún amago de detenerla, quería saber más- Me dijo que está enamorado de mí desde hace mucho y que le dé al menos la oportunidad de demostrármelo… Yo le quiero mucho Bruno y es un buen hombre, pero no le amo, te amo a ti- declaró amorosa posando tierna su mano en la mejilla de Bruno- pero tampoco quiero hacerle daño con mi rechazo, me dolería mucho que sufriera… así que le estuve dando largas con distintas excusas -¿Y crees que posponiendo decir la verdad con excusas banales le ibas a hacer menos daño? Lo único que has estado haciendo es fomentándole más esperanzas Bárbara- le reprochó mordaz, ella lo miró sorprendida -¡No!- contestó rotunda- Yo solo esperaba… solo quería que se desilusionara y se cansara de insistir- explicó cariñosa -No lo conoces cielo, es más fácil que arda el mar a que él deje el empeño cuando algo le interesa- explicó incómodo, ella lo miró preocupada a los ojos -Y además creo que hoy fue el primero en darse cuenta de todo, y no parece haberle gustado nada- aclaró abatida -¿Por eso quisiste esperar?- indicó intrigado, ella lo miró a los ojos y asintió- ¿Y crees que fue mejor así? Ahora sí que va a estar dolido por tu engaño, Bárbara- le recriminó pesaroso, ella se mordió arrepentida el labio inferior- Y además ¿si ya estabas enamorada de mí porque no se lo dijiste claramente? -Porque es con el hermano que mejor te llevas Bruno, con el que más íntimamente hablas y os contáis vuestras cosas… tenía miedo que acabara diciéndotelo y me tomaras por una insensata o descarada y te enfadaras conmigo… pero lo que más me aterraba es que, tras tu enfado, decidieras irte con las niñas- expuso temerosa, él la oprimió tierno contra su pecho besándola amoroso en el pelo -¿Cómo iba a enfadarme por eso ángel mío? En el corazón no se manda cielo y ni tú ni yo hicimos nada ni tenemos la culpa de amarnos- le levantó tierno la cabeza por el mentón para mirarla a los ojos- y yo nunca apartaría a las niñas de ti amor mío, las amas demasiado y ellas a ti como para hacer una cosa así- se sonrieron complacidos y se besaron amorosos, él la retiró levemente para volver a mirarla a los ojos- ¿Y cómo pensabas aclararlo con Gonzalo antes del domingo que viene?- indagó interesado -Tomamos café todos los días en la cafetería cerca de mi oficina; pensaba decírselo allí cuando estuviéramos a solas para que no le fuera tan chocante y violento -¿Desde cuándo tenéis esos encuentros?- preguntó inquieto -¡Uy, desde que empecé a trabajar en la empresa!- contestó tranquilamente- Un día apareció por casualidad en la cafetería cuando yo estaba tomándome el café de media mañana y, desde entonces, nos vemos todos los días- aquella declaración irritó gravemente a Bruno, conocía muy bien a su hermano Gonzalo y que la hubiera estado buscando tan descarada e insistentemente lo enfurecía -¡Ya, por casualidad!- indicó encrespado, ella lo miró desconcertada, parecía molesto de pronto- No lo conoces para nada cielo: con Gonzalo no hay casualidades y, menos, cuando él trabaja al otro lado de la ciudad- declaró irritado, ella lo miró asombrada -¿Al otro lado de la ciudad? Sé que es informático pero no sé en dónde ¡Creí que él también trabajaría por allí!- expuso anonadada -¡¡Pues no!! Se cruza la ciudad de punta a punta solo por tomar un café contigo- exclamó irritado y ella quedó atónita Al instante, Bruno la miró insistente a los ojos -¿Por qué solo os tomáis un café verdad?- preguntó sobresaltado -¡Sí, claro ¿qué rayos estás pensando Bruno?! Nunca hubo nada entre nosotros ¡Además, ya lo sabes de sobra Bruno ¿a qué viene esa pregunta?!- respondió tajante pero torció la boca levemente mordiéndose el interior de la mejilla- bueno, tenemos comido juntos a veces e intentó besarme un par de ocasiones al regresarme a la oficina… pero muy respetuoso y sin forzarme a nada ¿eh?- apuró a aclarar rápidamente mirándolo intimidada- y se detuvo de inmediato cuando le decía que no era el momento ni el lugar- aseveró complacida -¡¡Solo jodería!! ¡¡La madre que lo parió!!- bramó enfurecido; ella lo miraba acobardada, no entendía su desmesurada rabia si ni estaban juntos de aquella ni Gonzalo se había portado irrespetuoso, él la miró con furia a los ojos- ¿Hay algo más que deba saber de algún otro miembro de mi maravillosa familia?- preguntó punzante y mordaz -No- respondió confundida con su comentario- ¿Por qué? ¿A qué se debe tanta furia y sarcasmo Bruno? -¿Ni de Guille?- indicó satírico mirándola penetrantemente a los ojos -¡¿Guille?!- exclamó desconcertada y de inmediato rió divertida- ¡¡Guille es un caso único!!- añadió resuelta riéndose amena- ¡¡Ese entró a saco hace mucho tiempo; cuando aún vivía Bea!! Pero con él sí fui capaz de hablar claro y quedamos como buenos amigos; desde entonces es cuando mejor nos llevamos -¡¡Vaya!! ¡¡Parece ser que tengo a toda la familia masculina y soltera detrás de ti!!- expuso encrespado- ¿O alguno más te propuso algo a pesar de estar casado? ¿Por ejemplo Pablo? ¿O Andrés? No se casó hace mucho y puede que…- habló hiriente y cínico -¡¡Ya basta Bruno!! ¡¿Qué rayos te pasa?!- lo interrumpió dolida y se levantó del sofá mirándolo ofendida- ¡¡Te estás pasando muchísimo y me estás ofendiendo a mí además de a ellos!! ¡¡Tienes una familia maravillosa y respetuosa que te quiere un montón y darían la vida por ti!! No tienes derecho a ofenderlos de esa manera, y mucho menos a los casados que son correctos y educados y aman a sus esposas con locura ¡¿Qué narices está pasando contigo?!- le increpó furiosamente desconcertada, él también se levantó enfrentándola e iba a responder pero ella levantó su mano interrumpiéndolo- Mira ¿Sabes qué? No tengo porque seguir escuchando tus ofensas… Mañana si quieres y más calmado, seguimos hablando; pero yo ahora me voy a la cama- y se marchó a su habitación dejándolo allí de pie desconcertado y muy confundido.

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