miércoles, 21 de mayo de 2014

Inesperadamente, Bruno se separó de los labios de Bárbara -Espera aquí, vuelvo ahora- le murmuró meloso al tiempo que la besaba dulcemente en los labios -¿Pero qué…?- balbuceó descolocada por tan impronta resolución por su parte -Solo dame dos segundos amor, no se te ocurra seguirme- expuso resuelto besándola nuevamente en los labios y desapareció dentro del dormitorio dejándola completamente desubicada en medio del salón- ¡Ya!- expuso deleitado apareciendo a los pocos segundos de nuevo sonriendo satisfecho; la tomó tierno de la mano, elevó un poquito más el sonido del reproductor de música y apagó de un preciso soplido las velas de sobre la mesa del comedor -¿Qué has…? -¡Chisss curiosa! ¡Cómo se parece Sarita a ti, caray; todo lo tenéis que preguntar! Ya lo vas a ver ahora, tranquila- la acalló besándola suavemente los labios guiándola hacia el dormitorio. Bárbara quedó boquiabierta al encontrársela iluminada únicamente por docenas de más pequeñas velas olorosas encendidas por toda la habitación -¡¡Bruno!!- exclamó sobrecogida mirándolo atónita, él sonrió deleitado -Una noche perfecta necesita un final perfecto en un entorno perfecto ¿no lo crees así también amor mío?- le murmuró meloso besándola ardiente en el cuello mientras ya le desabrochaba la cremallera del vestido, ella sonrió complacida y cerró sus ojos deleitada por el dulce roce de sus labios en su cuello dejándose llevar hacia aquel maravilloso momento que se avecinaba y prometía ser fantástico- además esta noche pretendo cumplirte un deseo más…- expresó mordisqueándole excitantemente el lóbulo de la oreja -¿Cuál?- indagó curiosa mirándolo intrigada a los ojos y él sonrió pícaro -Hoy pondré todo mi empeño para engendrar a nuestro primer retoño ¿qué te parece vida mía?- expuso meloso y ella sonrió feliz -Una maravillosa idea, no podías escoger mejor día amor mío- declaró ilusionada -Lo sé… yo también sé echar cuentas ángel mio y estamos en las fechas perfectas- declaró pícaro y ambos se rieron felices besándose apasionados. Bruno dejó resbalar el vestido hasta la moqueta y la tomó en brazos llevándosela sobre la cama mientras sus bocas se deleitaban en saborearse gustosas; se empezó a desnudar también al tiempo que, muy despacio, recorría todo el cuerpo de Bárbara con sus ardientes labios, no hubo ni un milímetro de su piel en que él no posara su boca excitándola al máximo provocándole pequeños gemidos de placer. Hundió su boca en el sexo de Bárbara que soltó otro gemido de gozo y retozó hábil con su lengua en él hasta que la llevó a un maravilloso orgasmo que la hizo vibrar de extremo placer. Regresó hasta su boca recorriendo nuevamente todo su cuerpo con sus labios; Bárbara sentía como cada milímetro de su piel ardía con cada roce de aquellos deliciosos labios y la estaban llevando hasta otro delirante frenesí que ya quería explosionar de nuevo por todo su cuerpo provocándole gemidos alborotados de rabioso deseo por alcanzar al fin aquel momento. Bruno atrapó su boca ahogando sus gemidos y su lengua se paseó gustosa por toda su boca al tiempo que su duro miembro rozaba apenas la entrada de su sexo provocándola mucho más aún y acrecentando extremadamente aquel deseo que la estaba enloqueciendo, empezó a mover impetuosa sus caderas en un intento vano de que aquella penetración se realizara ya pero él la esquivaba hábil impidiéndoselo. Bárbara posó sus manos en los glúteos de Bruno con toda la intención de empujarlo dentro de ella pero él se las atrapó rápidamente -Aún no mi ángel… aún no- expuso retirándoselas y alejándoselas de él posándolas sobre la colcha, entrelazó sus dedos con los de ella inmovilizándola; la miró astuto a los ojos, ella respiraba acelerada mirándolo con un deseo tremendo en sus ojos que le hizo sonreír pícaro- hay una cosa más que quiero decirte antes amor mío… bueno, más bien recordarte… -¿Qué?- le espoleó acelerada mostrando su premura y él volvió a sonreír complacido de verla tan ansiosa -Pues que solo te queda un mes, una semana y dos días para cumplir tu promesa- expuso sagaz, ella parpadeó enredada -¿Qué promesa?- exclamó totalmente desconcertada, Bruno volvió a reírse -La de casarnos; dijiste en seis meses y… bueno, pues… ya se cumplen en un mes, una semana y dos días- explicó resuelto sin dejar de sonreír suspicaz mientras seguía rozándole provocador su clítoris con su pene; ella cerró sus ojos sonriendo deleitada recordando aquel momento en que la presionara para poner una fecha… muy similar a aquel, por cierto… -Bueno… pues…- empezó a hablar melosa mirándolo traviesa y moviendo suavemente sus cadera también rozando con picardía su sexo contra su miembro, él seguía sonriendo malicioso esperando su respuesta sin percatarse de que ella estaba buscando el momento preciso para que, cuando él volvió a rozarse levemente contra la entrada de su sexo, ella posó rauda sus pies en sus glúteos y lo empujó al instante hundiéndolo de repente e inesperadamente dentro de ella -¡¡Dios!! ¡¡Bárbara!!- exclamó sobrecogido por la impetuosa e inesperada arremetida agarrando impulsivamente aún más sus manos con las de ella que soltó una sonora carcajada satisfecha de su logro -Yo cumpliré mi promesa en un mes, una semana y dos días, pero tú tendrás que cumplir tu promesa hoy mismo; así que pon todo tu empeño- habló vanidosa -¡Serás cabrita!- expuso asombrado mirándola seducido y ambos se rieron felices atrapando apasionados sus bocas. Un mes después, tras alocados preparativos en donde toda la familia ayudaba ilusionada, se casaron por fin rodeados de alegría y felicidad en donde todos sus amigos y la familia pudieron comprobar plena de dicha que hacían una preciosa pareja totalmente enamorada y plenamente dichosa. En el momento de cortar la enorme tarta nupcial, Bárbara metió su dedo en el pastel rebañando una buena cantidad de merengue -¿No le dije que antes de dos años estaría casada señor incauto?- expuso vanidosa embadurnándole los labios con el merengue a Bruno, él rió dichoso -¡Serás cabrita!- exclamó deleitado y atrapó aquella deliciosa boca que lo enloquecía embadurnándola también de merengue en medio de las risas y burlas jocosas de los invitados. Unos meses después Bárbara ganó un importante premio nacional por su proyecto. Cuando subió al escenario a recogerlo, Bruno la miraba embriagado de amor y pasión, estaba preciosa con aquel vestido rojo que ceñía su hermoso cuerpo. También ella no apartaba su mirada de él, estaba guapísimo de traje y cada día amaba más a aquel hombre maravilloso. Regresó ilusionada a la mesa mostrándole jubilosa el premio; él le sonreía feliz y la besó tierno en los labios -Cielo ¿sabes qué significa esto?- le murmuró entusiasmada -¿Qué tengo la mujer más bonita e inteligente del mundo?- indicó cariñoso posando dulcemente sus labios en los de ella que le sonrió dichosa -Eso también- aclaró bromista y rieron divertidos- pero qué tenemos una fuerte suma para hacer nuestra casa por fin -Nunca dudé de que lo conseguirías mi amor- declaró apasionado atrapando de nuevo su boca -¿Y sabes otra cosa mi bien?- expuso intentando esquivarlo para poder hablar pero él no se lo permitía -¿Qué, preciosa mía?- repuso amoroso besándola más deseoso en saborearla que en escucharla, ella le correspondía complacida aunque intentaba retirarse levemente para mirarlo a los ojos pese a que él no cesaba de atrapar su deliciosa boca de nuevo -Que tenemos que hacerla cuanto antes porque necesitaremos un cuarto más muy pronto…- declaró mirándolo tierna, él se detuvo de repente mirándola extrañado a los ojos. -¿Qué quieres decir?- indicó suspicaz, ella sonrió alegre. -Que has cumplido tu promesa mi vida, estamos esperando nuestro tercer hijo, ya estoy de tres meses- declaró henchida de felicidad -¡¿De verdad mi ángel?! ¡¿Lo dices en serio?!- expresó entusiasmado, ella asintió con la cabeza y él, riendo dichoso, la atrapó de nuevo entre sus brazos y la besó apasionado. Cuando dieron la noticia en la familia, todos se alborotaron entusiasmados. Pero la más impresionante y sincera enhorabuena que emocionó tremendamente a Bruno fue la de su hermano Gonzalo -Perdóname Bruno, perdóname por la estupidez tan grande que intenté cometer intercediendo en vuestra relación e intentando separaros; y enhorabuena hermano, porque realmente te lo mereces, ambos os lo merecéis con creces… sois maravillosos y se ve que os amáis con pasión; fui muy estúpido al no quererlo ver antes- le habló con ojos inundados de lágrimas abrazándolo tan profundamente emocionado que acabó conmoviéndolo -No seas idiota hombre, todo está olvidado hermano- expuso enternecido y se fundieron en un fuerte y fraternal abrazo donde se demostraron cuanto seguían queriéndose- pero ni se te ocurra volverte a acercar a ella sin estar yo presente ¿vale?- le susurró chistoso al oído y ambos rieron divertidos Pronto empezaron con la construcción de su nuevo hogar en el precioso terreno que Bruno comprara no lejos de la casa de sus padres. Estaba al borde de un acantilado desde donde se apreciaba unas vistas hermosas del mar que les encandiló. La casa de Bárbara, que tenía diseñada desde hacía mucho tiempo y era realmente una hermosura llena de detalles preciosos que la hacían perfecta y única quedaba espectacular en aquel extraordinario paisaje. Todo iba de maravilla y sin complicaciones bajo la atenta y entusiasmada supervisión de Bárbara; a los pocos meses estaba rematada y se mudaron felices con la inestimable ayuda como siempre de toda la familia. También el embarazo de Bárbara iba perfecto. Pero Bruno no podía dejar de preocuparse; no podía dejar de pensar en todo lo que ocurriera con Bea desde que Bárbara le diera la gran noticia y no podía soportar ni la más mínima suposición de poder perderla. Si Bárbara le llegara a faltar, no lograría superarlo, eso no. Vivir sin su ángel a su lado le parecía completamente imposible. Así que se mantenía siempre alerta, sin perderse ninguna consulta con el doctor y siempre muy vigilante de ella aunque Bárbara llevaba un embarazo la mar de tranquilo y se la veía muy bien y realmente feliz. La gran familia estaba aumentando más aún con la llegada del hijo de Andrés: Lucas; el segundo embarazo de Patricia y el anunció precipitado de la boda de Clara que también estaba embarazada. Marcos nació después de un parto sin complicaciones. Era un precioso niño moreno con grandes ojos grises iguales a los de su papá que embargó de amor a sus orgullosos padres que sonreían plenos de felicidad mirándolo extasiados Un sábado, después de darle el biberón al pequeño Marcos y acostarlo en su cunita mientras Bárbara acababa de preparar la cena, oyó cuchillear a las dos pequeñas en el cuarto de Sarah. Observó curioso por la puerta entreabierta encontrándolas sentadas en la alfombra que cubría el centro del bonito dormitorio de su adorada ratita observando interesadas algo que Sarah sujetaba en su mano -¿Qué tanto cuchicheáis mis adoradas cotillas?- preguntó cariñoso pero la reacción nerviosa de Sarah escondiendo rauda tras ella lo que sostenía en su mano lo desconcertó- ¿Qué tienes ahí ratita? -Nada- respondió presurosa mirándolo temerosa -¿Cómo nada? Dame lo que escondes Sarah- remarcó más rotundo mostrando tajante su mano y la niña apretó inquieta sus labios -No papi… No quiero que te pongas otra vez triste- musitó apesadumbrada confundiéndolo más -¿Por qué dices eso ratita mía?- le habló más meloso acercándose a ellas y acuclillándose a su lado- A ver ¿qué pasa? ¿Habéis roto algo o habéis hecho alguna trastada? Pues no pasa nada corazón; anda, dámelo que yo lo arreglo con tía Bar- expuso tierno extendiendo su mano ante la pequeña -No hemos roto nada ni hemos hecho nada malo papi, te lo prometo- aseguró la pequeña Alba mirando decidida a los ojos de su papá -Entonces aún mucho mejor mi brujita; anda cielo, enséñame lo que escondes ahí- repitió más dulcemente -¡¡No!! No quiero que tú lo veas… o te pondrás triste y tan enfermito como aquella vez- repuso mortificada -Pero ¡¿por qué rayos vuelves a decir eso Sarah?!- exclamó desconcertado, pero al instante tomó aire profundamente serenándose de nuevo y le sonrió tierno- A ver mi ratita preciosa, te prometo que no me pondré triste sea lo que sea lo que tengas ahí ¿vale?- aseveró rotundo sonriéndole cariñoso y la niña empezó a sacar su mano de su espalda muy despacio -¿Lo prometes?- indicó aún indecisa y él asintió con la cabeza sonriéndole complaciente- le estaba enseñando a Alba nuestra mamá para que no se olvide de ella- aclaró mostrando por fin una fotografía de Beatriz, Bruno sintió que se le rompía el corazón ante aquella tierna declaración de la pequeña, recogió la fotografía mirándola conmovido; su bella Beatriz sonreía a cámara mostrando aquella sonrisa abierta y alegre con aquellos ojos negros suyos tan hermosos y expresivos- papi…- musitó la niña temerosa al verlo tan conmocionado observando la foto, él le sonrió tranquilizador -No pasa nada corazón- indicó besándola tiernamente en el pelo y ella sonrió complacida- ¿desde cuándo la tienes mi ratita hermosa? -Desde hace mucho, siempre la llevo conmigo- explicó deleitada y él volvió a sonreír satisfecho -Era guapa mami ¿verdad papi?- habló orgullosa la pequeña Alba, él respiró profundamente conmovido besando la frente de su preciosa hija -Era muy, muy guapa brujita mía; y tú te pareces a ella un montón… ambas os parecéis a ella muchísimo- declaró satisfecho, las pequeñas sonrieron encantadas -¿Hago mal enseñándosela a Alba papi?- preguntó inquieta Sarita -¡¡No mi ángel!! ¡¡Al contrario, haces muy bien ratita mía!!- expuso rotundo besándola también en la frente- ninguna de las dos debéis olvidar nunca a vuestra madre y lo bella que era- remarcó contundente y los tres se sonrieron complacidos; Bruno volvió a observar enternecido la fotografía de Beatriz- pero llevándola así la vas a estropear cielo mío… mira mi ratita bella, vamos a hacer una cosa: le haremos una copia, les compraremos unos marcos muy, muy bonitos como ella se merece y pondremos una en cada habitación vuestra para que siempre esté con vosotras cuidándoos y protegiéndoos -¡¿De verdad?!- se ilusionó la pequeña y él le sonrió enternecido -De verdad ángel mío; debiste enseñármela antes y ya lo hubiéramos hecho -Tenía miedo de que volvieras a ponerte triste y enfermo como cuando ella se fue al cielo- explicó conmovida -No voy a ponerme nunca más así de triste ángel mío ¿y sabes por qué?- instó animoso, ella negó con su cabecita- pues porque ahora siempre os tengo a vosotras y a tía Bárbara y a Marcos conmigo que me hacéis muy feliz de nuevo- remarcó dichosos abrazando amoroso a ambas pequeñas -¿Qué hacéis?- preguntó Bárbara apareciendo en la puerta del cuarto de las niñas -¿Sabías tú algo de esto cielo?- indicó Bruno mostrándole la fotografía que ella miró atónita recogiéndola -¡Dios mío! ¡Si hacía años que no veía esta fotografía!- musitó conmocionada mirando con ternura el rostro de su adorada hermana- Me desapareció de entre mis libros cuando aún iba a la universidad y nunca más volvía a verla… -¡Es mi mamá tita Bar!- exclamó llena de ilusión la pequeña Alba provocando una sonrisa tierna en su tía -Sí mi cielo, es tu mamá- expuso enternecida acariciándole dulcemente la mejilla a la pequeña- ¿Dónde la encontraste Bruno? -Yo no la encontré cielo, nunca la había visto; aunque tengo una ligera sospecha de quien te la hizo desaparecer de aquella de entre tus libros- indicó socarrón mirando malicioso a Sarah que sonrió pícara demostrando que había dado en el clavo; él y Bárbara rieron comprensivos- ¿Qué te parece cielo mío si le hacemos una copia y le ponemos a cada una la suya en su cuarto?- expresó animado y ella lo miró deleitada sonriendo dichosa -Una idea magnífica corazón- respondió encantada besándolo amorosa en los labios. Al cabo de un año, fue Bruno el que ganó un importante premio que le entregaba una revista famosa del país por su trabajo de investigación sobre los fondos marinos y su lucha por protegerlos; dándole gran reconocimiento como oceanógrafo y ahora le lloverían grandes e importantes trabajos. La entrega era en un hotel de gran renombre de la ciudad donde, después de la entrega de premios, había una gran recepción en uno de sus elegantes salones. Bruno estaba muy atractivo y elegante con su smoking; pero la que estaba radiante era Bárbara con un precioso traje de noche negro que marcaba ligeramente su vientre ya acrecentado de nuevo por sus cinco meses de embarazo. Él la miraba absortó sin poder apartar su vista de ella y sin prestar atención a la conversación que mantenían unos importantes empresarios a su lado. Estaba deslumbrante mientras conversaba sonriente con un grupo de señoras; no había mujer más bella en todo el salón. Su preciosa mujer destacaba con luz propia atrapando su mirada complacida. -¿Qué le parece a usted señor Aguirre? ¿Se atrevería a realizar este trabajo?- le habló uno de los caballeros sacándolo de su contemplación hacia Bárbara -Discúlpenme por favor… pero no les estaba atendiendo ¿qué me decían?- se excusó amable y los cuatro caballeros sonrieron amenos -Muy comprensible al ver lo que observaba tan deleitado; es una mujer bellísima- declaró otro de los caballeros, Bruno sonrió complacido -Aún mucho más por dentro que por fuera- explicó lleno de orgullo mirándola con pasión. Como si ella percibiera su intensa mirada, sus ojos se encontraron y ella le sonrió radiante con aquella sonrisa que tanto lo enloquecía -¿Acaso la conoce?- se interesó el caballero, él le sonrió feliz -Cómo no, es mi esposa- declaró orgulloso- ahora si me disculpan, debo ir con ella- se excusó educado con los hombres dirigiéndose presuroso hacia el grupo donde se encontraba Bárbara -¿Y es tu primer bebé querida?- le preguntaba amena una de las mujeres del grupo cuando él la alcanzó; la rodeó por detrás apoyando feliz sus manos sobre su vientre al tiempo que la besaba amoroso en la sien; ella se recostó gustosa contra él -No señora, es ya el cuarto y el segundo niño: Alejandro ¿a qué sí ángel mío?- indicó él radiante besándola nuevamente en la sien y ella sonrió feliz besándolo dulcemente en la mejilla -Sí, el cuarto ¡Y más qué vendrán ¿verdad cielo?!- repuso mirándolo enamorada -Los que tú decidas, mi vida; ya sabes que este pobre incauto obedece siempre a todos tus deseos- contestó amoroso acariciándole la mejilla tiernamente, se sonrieron complacidos y se besaron entregados y felices. FIN.

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