viernes, 2 de mayo de 2014

La puerta se abrió despacio, ellos se intentaron retirar pero no podían, sus bocas deseaban más; sin importar que Bárbara estuviera mirando desde la puerta, volvieron a atraparse ávidos y deseosos sus bocas -Yo siento molestaros chicos, pero hay que acostar a Sarah ya- indicó mirándolos como intentaban separarse inútilmente acabando unidos de nuevo y, aunque intentó disimular, no pudo evitar sentir una punzada en el corazón al verlos. Ellos se sonrieron amorosos y observaron a la muchacha; no estaba sola, Sarah observaba curiosa desde la puerta junto a su tía Bárbara. Se rieron recreados. -Cielo, ahora te dejo para que puedas atender a Sarita- la besó amoroso en los labios- pero tenemos que seguir hablando, esto no está aún aclarado: el sábado tengo la boda de mi hermano pero, así que pase, te presentaré a la familia y quiero arreglar esta situación ya -No corras tanto, Bruno; vayamos despacio- le contestó ella inquieta, él la miró fijamente a los ojos -¿Me permitirás cuidaros y manteneros sin estar casados?- ella abrió los ojos insultada- ¿Lo ves? Hay que arreglar esto cuanto antes… ¡¡porque a ese lugar no vuelves, Bea!!- expuso rotundo y definitivo, ella le sonrió cariñosa -No estamos en la ruina, Bruno; he logrado ahorrar algo y podemos ir tirando una temporada hasta que aparezca otra cosa- le acarició tierna la mejilla- Y ya no pensaba volver, cielo; eso se acabó para siempre -¡Alabado sea Dios!- clamó Bárbara satisfecha, ellos la miraron inquietos, habían hablado sin contar que ella estaba en el cuarto- No soporto saber que andas de noche sola por ahí y sirviéndole copas a borrachos descarados que intenten sobrepasarse, aunque esté León- expuso serena, ellos dos se miraron y se sonrieron entrañables; la besó de nuevo -Ahora sí me voy- murmuró desganado alejándose de ella dirigiéndose a la puerta de la calle. -Y si te encuentras mal, avísanos por favor- le recordó amorosa Bea, él le sonrió tierno y le hizo un guiño cómplice con un ojo saliendo del piso. Bea se quedó abstraída mirando la puerta cerrada, de repente sonrió alegre y cogió el teléfono -¿Cómo me andas, muñequita?- la voz cariñosa de León le llegó a través del teléfono -León, lo dejo- expuso feliz, él no dijo nada- ¿Puedes solucionármelo con los jefes y acercarme el dinero que me deben? No quiero volver por ahí- repuso pesarosa -Ya lo sabía mi niña así que ya retiré el cartel de tu actuación, cielo- comentó satisfecho- Ya le hablé a los jefes y te tengo todo medio resuelto; Carla, que también se dio cuenta de todo, te tiene tus cosas recogidas también no te preocupes -¿Pero cómo…?- balbuceó incrédula y lo oyó reír ameno -Ese chico se fue demasiado decidido a sacarte de aquí preciosa y, mirando tus ojitos afligidos por haber sido él quien te descubriera, sabía que sí conseguiría sacarte de aquí mi niña- aclaró resuelto y ella sonrió deleitada -Gracias cielo; eres tan bueno como grandote -Ya os tengo dicho que este enorme corazón necesita un enorme cuerpo para cobijarlo- presumió burlón y se rieron divertidos- Mañana pasaré por ahí y te lo llevaré todo ¿me invitas a un café? ¡Tengo muchas ganas de ver a mis niñas! -¡Y a dos si hace falta!- volvieron a reírse- Te quiero mucho, grandullón -No más que yo a ti, pequeña- su voz le sonó abatida pero ya colgara antes de que le pudiera comentar algo al respecto. Una sorpresa maravillosa le esperaba a Bruno aquella mañana antes de irse a trabajar: Bea le esperaba en la puerta para despedirlo con una sonrisa preciosa en los labios -Buenos días- le dijo amorosa, él sonrió satisfecho -¡Esto sí que es una buena sorpresa ya de mañana!- se besaron embelesados- Hoy sí tendré un día perfecto- murmuró meloso retirándose lentamente de su boca mientras le acariciaba la mejilla mirándola enamorado a los ojos -Te me cuidas ¿eh?- le aconsejó ella amorosa- A ver si ahora que te encontré, te me vas a despistar y te me ahogas- se rieron divertidos volviendo a besarse mimosos -¡No me da tiempo a calentar agua ¿eh?!- expuso socarrona Bárbara, ellos la miraron intrigados- ¡Digo, para separaros, parecéis chicles en el pelo!- bromeó burlona y se rieron divertidos- ¡Anda, vamos ya o llegaré tarde!- empujó a Bruno del brazo en un intento vano de llevarlo hacia el ascensor, él aún besó rápido de nuevo a Bea -Hoy va a venir León a traerme mis cosas, ya dejé el bar- le indicó feliz Bea antes de que se fuera, él sonrió satisfecho -¿A qué hora?- no le gustaba mucho saber que ambos estarían solos en el piso, a aquel mastodonte le gustaba demasiado su Bea -No sé ¿por qué?- preguntó inocente, él sonrió cariñoso ante su ingenuidad, ni se diera cuenta de que él la amaba -¡¡A ver tortolitos!!- increpó molesta Bárbara sujetando ya la puerta del ascensor -Por nada- la besó suavemente otra vez antes de partir hacia la muchacha. Cuando regresó a casa a las cinco, Bea lo recibió amorosa con un beso apasionado. En la sala estaba Bárbara riéndose divertida observando a León tirado en el suelo con la pequeña Sarah sobre su barriga -Hola colega- le saludó él entrañable, Bruno le sonrió amistoso -¡A ver, otra vez tío León!- reclamaba su atención Sarah, él llenó su estómago de aire elevando a la niña sobre él; ella saltó sobre su vientre inflado y él soltó el aire en un fuerte resoplido descendiéndola nuevamente al tiempo que la pequeña reía alegre. Bruno sonrió entrañable al verlo -Es un niño grandote- expuso cariñosa Bea- ¿Qué tal el día?- le preguntó tierna besándolo de nuevo en los labios -Bien, ya te dije que hoy sería un día perfecto- le contestó mirándola amoroso a los ojos, se sonrieron dichosos -Bueno, peque; yo me tengo que ir- repuso León levantándose llevando a la pequeña bajo su brazo como si se tratara de un paquete, ella reía contenta. -Parece un fardo entre ese brazote- expuso divertida Bárbara y todos rieron entretenidos -¿Ya te vas León?- indicó apenada Bea -Sí, pequeña, sabes tengo que abrir y arreglar las cosas antes de que lleguen las chicas- contestó animoso, le dio la vuelta en el aire a la niña que reía jocosa- Adiós diablillo, pórtate bien o la ballena vendrá a por ti- le mordisqueó su barriga haciéndola gritar entusiasmada -Tío León ¿volverás pronto?- preguntó ilusionada sujetándose cariñosa a su cuello, parecía un ratoncillo a lado de un elefante -Sí cielo; volveré pronto- le dijo amoroso pero sus ojos ensombrecidos mostraban que era mentira; no tenía pensado aparecer más en la vida de Bea. Bruno se sintió conmovido por él, si fuera al contrario y él tuviera que alejarse de Bea para dejarle el camino libre, se sentiría terriblemente afectado. Besó cariñoso en la frente a Bea- Cuídate pequeña, y te deseo que todo te vaya bien -Gracias, cielo; cuídate tú también- Bárbara también se acercó a León para despedirlo, él la recibió cariñoso entre su brazo libre, no soltaba a la pequeña -Llama al tío León si necesitas algo ¿vale?- le comentó a la muchacha -Sabes de sobra que lo haré- ella lo besó cariñosa en la mejilla. También se abrazaron amistosos él y Bruno -Cuídamelas mucho o te retorceré ese pescuezo enorme que tienes- le dijo guasón a Bruno -Mira quien habla de enorme- se burló él divertido y se rieron entrañables. Hizo volar a Sarah sobre su cabeza provocándole otra risa alegre y la dejó en el suelo -Ahora sí que me voy o me pillará el tren- comentó entretenido, lo despidieron desde la puerta del ascensor. Bruno rodeó amoroso los hombros de Bea y la atrajo hacia él besándola en la sien mientras se dirigían de vuelta a casa; ella le rodeó el cuerpo con sus brazos -Es un gran hombre, todo en él es corazón- expuso amorosa -Se ve que os quiere mucho- le contestó él besándola de nuevo en la sien -Quiere a todo el mundo, es tan grandote como tierno- le miró cariñosa a los ojos sonriendo dulcemente- intimida como un gran oso pero en el fondo es solo un peluchito- explicó enternecida y se rieron entrañables- ¿Te quedas a cenar?- lo invitó resuelta mirándolo esperanzada. -Si me invitas con esos ojitos, como para negarme- bromeó amoroso besándola en los labios, ella sonrió deleitada y se besaron apasionados. Después de cenar y acostar a Sarah, miraban una película en el televisor. Bruno sostenía ente sus brazos a Beatriz que se recostaba amorosa contra su pecho acariciándoselo sobre la camiseta mientras él acariciaba su costado y su espalda. Se sentía en la gloria teniéndola así, entre sus brazos, sintiéndola bajo sus manos. -¡Bueno, una que se va!- repuso de pronto Bárbara cuando la peli hubo acabado, miró socarrona a su hermana- ¿Hoy no te has dormido, eh?- se burló guasona, ella le sonrió animada. Los besó a ambos en las mejillas- No hagáis cosas malas que os vigilo- bromeó pícara entrando en su cuarto cerrando la puerta tras ella. Se sonrieron divertidos y se besaron tiernos, sus bocas se deleitaban en saborearse pausadamente mientras sus manos se recorrían delicadamente sus cuerpos provocándolos inmensamente. Sus bocas hambrientas empezando a devorarse afanosas mientras sus cuerpos se rozaban sutilmente, Bruno notaba sus pechos turgentes contra su cuerpo mientras las delicadas manos de Bea le recorrían la espalda y sus brazos en excitantes caricias, su cálida boca respondiéndole tan ávida como la suya lo provocaba aún más. La asió contra él para sentirla aún más cerca, quería apreciarla totalmente, necesitaba sentirla contra su cuerpo. Bea se aferró anhelosa también a él, sus bocas reclamaban ya ansiosas en un desesperado intento de apagar el fuego acucioso que se encendiera en sus cuerpos. Bea se recostó en el sofá arrastrándolo sobre ella aferrada a su cuello y él se dejó ir sin oposición ninguna. Las manos de Bruno, como si tuvieran vida propia, ya acariciaban sus pechos por debajo de su camiseta mientras Bea le retiró presurosa la suya y recorría en caricias impacientes su espalda desnuda, el calor ardiente de sus suaves manos y el terso tacto de sus duros pechos lo enloquecieron. La mano de Bea en su nuca lo guío acuciosa a ellos y su boca ansiosa los atrapó de inmediato provocándole un gemido gozoso en ella. El reaccionó al escucharla, se retiró levemente pero ella lo incitaba ansiosa a volver a ellos -Cielo, será mejor detenernos ahora o ya no podré pararme y este no es el lugar adecuado- le murmuró desarmado, ella lo miró con sus ojos ardientes de deseo -¿Me vas a hacer esperar tanto como por tu deliciosa boca?- le preguntó melosa pasando delicadamente su dedo pulgar por sus labios, él se lo introdujo en la boca lamiéndoselo gustoso; su cuerpo reaccionó intransigente y sin él pretenderlo presionando su entrepierna contra la de Bea buscando aquel deseoso encuentro que no se produjo por culpa de sus vaqueros, mientras de su boca salía un gemido anhelante -Dios Bea… me tienes completamente loco- musitó ardiente atrapando de nuevo aquellos deliciosos pechos con su boca -Vámonos a tu piso- le susurró ambiciosa al oído, él reaccionó al instante llevándosela de su mano rápidamente a su apartamento Apenas cerraran la puerta cuando volvieron a atraparse ansiosos las bocas mientras sus manos se despojaban de sus ropas apuradamente de camino al dormitorio. Ya al borde de la cama, Bruno la alzó entre sus brazos y atrapó con su boca sus pechos al tiempo que se dejó caer sobre ella y empezó a recorrer con su boca todo aquel hermoso cuerpo deleitándose en saborear cada rincón de su suave y dulce piel provocando en Bea gemidos de placer y aumentando más aún su descomunal deseo hasta que una ansía desesperante también lo invadió a él y entonces la penetró profunda y totalmente provocando en ambos un gemido de total complacencia. Se miraron deleitados y sonrieron dichosos al tiempo que se besaron totalmente embriagados de pasión empezando un bello baile combinando suaves embistes con tiernas caricias. Pero estaban tan insultantemente ambiciosos el uno del otro que aquella entrega que empezó delicada y dulce, se volvió pronto codiciosa y rabiosa de nuevo. No podían parar de besarse impetuosos mientras sus manos se acariciaban ardientes y Bruno arremetía furiosamente dentro de ella provocándole a Bea golosos gemidos y su cuerpo le reclamaba más y más con una desposeída fogosidad que parecía no querer aplacarse nunca. Rodó hábil sobre la cama llevándosela sobre él y Bea comenzó a cabalgar briosa e insaciable mientras Bruno observaba deleitado aquel maravilloso cuerpo moviéndose virtuoso intentando alcanzar lo máximo del placer como él también codiciaba conseguir. Sus gemidos ambiciosos aumentaron y sus movimientos se volvieron avariciosos indicándole que ella estaba a punto de traspasar el clímax total; raudo volvió a rodar sobre la cama colocándola bajo suyo y, en un inesperado movimiento, se desacopló de Bea y atrapó con su boca su sexo húmedo y caliente haciendo que explosionara todo aquel placer dentro de ella con un poderío tan brutal que le provocó intensos gemidos que le salieron desde lo más hondo de sus entrañas al tiempo que sus manos se crispaban frenéticas al edredón intentando expulsar toda aquella fiereza violenta que le recorría su cuerpo por dentro. Implacable, volvió a penetrarla sin contemplaciones y ella chilló de placer crispando aún más sus manos a la colcha al tiempo que su cuerpo se arqueaba hacia él en total entrega. Bruno la embistió potentemente una y otra vez, sin piedad y furiosamente, buscando también aquel inmenso encumbramiento de deleite que tanto codiciaba y estaba a punto de alcanzar. Bea le rodeó las caderas con sus piernas atrapándolo y empujándolo briosa dentro de ella acompasándolo en sus frenéticos embistes. Entre arrebatados jadeos ardientes aquella magnitud impresionante se expandió por todo sus cuerpos alcanzando al fin aquel clímax tan ambicionado apresándolos en una satisfacción absoluta y dejándolos totalmente debilitados por la intensa entrega. Bruno se derrumbó extenuado junto a ella resoplando sonoramente y Bea sonrió satisfecha cercándole con su pierna mientras posaba su cabeza en su pecho velloso. Él la rodeó amoroso entre sus brazos aprisionándola fuertemente contra su cuerpo al tiempo que la besaba apasionado en la sien -No me creo aún que te tenga así, entre mis brazos- murmuró fascinado, ella le tiró suavemente del pelo del pecho que provocó que soltara un quejido de dolor mirándola pasmado- ¿Qué coño haces?- protestó molesto -¿Ahora ya te lo crees?- indicó ella socarrona, él rió encandilado -No juegues que sabes que llevas las de perder- comentó pellizcándole dócilmente un pezón, ella protestó mimosa -¡Ey, que yo sí me lo creo!- repuso lastimosa, se rieron divertidos y se besaron embelesados, armoniosos, cautivados el uno por el otro. Después de un buen rato de estar besándose deleitados y mimándose amorosos con dulces caricias, Bea lo miró tierna a los ojos -Me debo ir ya amor, no vaya a dársele a Sarah por despertar y se dé cuenta que la puerta está abierta- murmuró melosa besándolo suavemente en sus labios -¡Un poquito más! ¡Solo un poquito!- repuso codicioso aprisionándola contra sí, se rieron complacidos besándose de nuevo- mañana les avisaré a todos que os llevaré el sábado a casa a comer -¡Ya estás apurándote otra vez, Bruno!- le reclamó cariñosa mirándolo reprochadora -¡No, no me apuro nada!- le tomó su rostro entre sus manos- quiero irnos ya a vivir juntos amor mío- declaró apasionado y la besó tierno en los labios -¿Qué dirá tu familia, Bruno?- le aclaró desazonada, él la miró sorprendido -¿Qué dirá de qué? Creo que ya tengo edad suficiente para poder irme a vivir con una mujer- bromeó cariñoso, ella le sonrió dulcemente -Pero qué dirán de que me conocieras ayer, como quien dice, y ya irnos a vivir juntos- expuso intranquila -Cielo…- le sonrió cariñoso y satisfecho acariciándole tierno las mejillas apartándole el pelo que se le quedara adherido al rostro sudoroso- Nos conocemos desde la facultad ¿te parece poco tiempo más de tres años?- repuso haciéndose el sorprendido -Eso no es verdad, Bruno- le reprochó melosa sonriéndole amorosa- en la facultad no nos hablamos ni una sola vez- él hizo un gesto de pesadumbre con la boca -Era muy estúpido y retraído de aquella- expuso chistoso y ella sonrió cariñosa- y eso ellos no lo saben y yo no pienso decírselo- la volvió a estrujar contra él besándola en la sien- Además, sí nos hablamos varias veces: nos decíamos siempre hola cuando nos cruzábamos- expuso orgulloso y se rieron divertidos- De verdad, amor, quiero irnos a vivir juntos cuanto antes- habló seriamente y decidido- no puedo, después de haber probado tu licor embriagador, saber que estas ahí a lado sin poder saborearte cada vez que quiera- volvía a hablar bromista y socarrón -Que poeta me eres- se burló divertida ella -Siempre lo fui- expuso presuntuoso, ella rió alegre -¡Ves como no nos conocemos aún!- reprochó jovial intentando desasirse de él para marcharse, él la volvió a tumbar en la cama cubriéndola con su cuerpo -¡Ves como tenemos que irnos a vivir juntos cuanto antes para conocernos mejor!- le recriminó satisfecho, ella reía radiante mientras él la besaba seductor por el escote y el cuello -De acuerdo ¿si acepto me dejarás ir?- le inquirió embelesada por sus sugerentes caricias, él no contestó siguiendo deleitándola con su boca acariciadora- Bruno…- protestó mimosa -Estoy pensándomelo…- murmuró zalamero subiendo por su cuello y atrapando su dulce boca, besándose agradados y cautivadores- Vale- repuso finalmente complacido mirándola encandilado a los ojos, se sonrieron acaramelados mientras ella le acariciaba cariñosa las mejillas -No sabes como te estoy queriendo ya- repuso enamorada -No me digas esas cosas o no podré dejarte ir- la amenazó entusiasta y volvieron a reírse felices; él descendió de sobre ella para que pudiera levantarse; se vistieron al tiempo para acompañarla hasta su puerta donde se despidieron con un prolongado y cautivador beso- no lo olvides, no hagas planes para el sábado que viene- le recordó entusiasmado -Estás muy loco, espero no te arrepientas de tu decisión- le sujetó dulcemente de la nuca y lo volvió a besar embelesada -¿Cómo me voy a arrepentir si me besas así?- declaró apasionado y ella rió complacida

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