jueves, 8 de mayo de 2014

Para sorpresa de Bárbara, aquella mañana se quedó a desayunar con ella antes de irse a trabajar. No decían nada, pero por lo menos, comenzaba a comer algo. -¿Dónde duerme Sarah?- le preguntó de pronto sorprendiéndola -Conmigo- le respondió suavemente- Desde que murió Bea…- expresó temerosa esperando que no le permitiría nombrarla pero no hizo ni dijo nada en su contra para acallarla- no podía dormir la pobrecilla y siempre aparecía junto a mi cama llorando y asustada, así que decidí que durmiera conmigo- le dolió terriblemente oírla ¡pobre Sarita! Su mamá desapareciera y él, insensible con todos, no había podido consolarla… ¡Con lo que la pequeña le quería! Se sintió despreciable. -¿Cómo está ahora?- preguntó consternado con la cabeza hundida en su pecho, no podía ver la cara de Bárbara, se sentía avergonzado por ser tan infame -Mejor, muy ilusionada con la llegada de su hermanita a casa- indicó cariñosa -¿Cómo has montado y comprado tú sola todo eso?- indagó curioso sin mirarla -Me ayudó toda tu familia; Gonzalo y Bego a pintarla y decorarla mientras Guille montaba los muebles que compraron tus padres y entre todos le fueron comprando su ropita; todos los días aparece alguno de ellos con algo- se cubrió el rostro con las manos y rompió a llorar como un niño desconsolado- ¡Oh Bruno, lo siento!- exclamó conmovida y lo abrazó cariñosa, él se aferró a su cintura desesperadamente hundiendo su rostro en su estómago; lo dejó llorar hasta que se agotó, acariciándole tiernamente la cabeza. -Perdóname Bárbara- le dijo arrepentido y apesadumbrado- no sabes cuanto lamento haberte dejado sola; debió ser muy duro hacerte cargo de todo y de Sarah- volvió a llorar desconsolado- ¡Sarah, mi pobrecilla Sarah! -No te preocupes ahora por eso- le dijo tierna besándolo cariñosa en la cabeza- Tampoco estuve sola, todos me apoyaron y me ayudaron muchísimo -Mis hermanos…- murmuró apesadumbrado- ¡Oh, maldita sea!- increpó dolorido sujetándose angustiado la cabeza -¿Qué te ocurre, Bruno?- preguntó asustada tomándole la cara entre sus manos obligándolo a mirarla, estaba pálido, ojeroso y sus ojos hundidos los entrecerraba en un gesto de terrible dolor -La cabeza…- expuso angustiado- llevo semanas con migrañas pero esta parece no querer remitir ni un poco -Vamos, vuelve a la cama- le obligó a levantarse, llevándolo como pudo, lo acostó después de descalzarlo; lo arropó cariñosa y cerró la persiana dejando la habitación completamente a oscuras- ¿Tomas algo?- le murmuró dulcemente -Las pastillas blancas del cajón- le indicó desesperado del dolor apretándose fuertemente la frente; ella se las dio a tomar, observó que se tomaba cuatro de golpe. Se fue del cuarto regresando con una palangana con agua y paños, los humedecía y se los ponía suavemente en la frente. Un fuerte olor a vinagre le asaltó pero se dejó estar, no podía ni hablar. Cayó inmerso en una especie de bruma espesa desde donde oyó muy lejano el sonar de un teléfono; luego, al cabo de un tiempo que no podría precisar cuánto, le pareció oír a su hermana Begoña y la voz alegre de Sarah pero también muy lejanas y no volvió a escuchar más a la pequeña, sintió un leve pinchazo en uno de sus brazos; y, entre todo aquello, a menudo más frescor agradable y calmante en su frente… también escuchó la voz de Guille, y a Gonzalo, cómo lo movían despacio desnudándolo y a cada movimiento el dolor se hacía más insoportable -Tranquilo hombre, ya está…- decía cariñoso Guille a cada quejido suyo de dolor. También le pareció escuchar entre las brumas las voces del resto de la familia y otro pinchazo en su brazo. Y todo se quedó en silencio de nuevo. No sabía cuánto pasara pero la bruma iba despejándose al fin. Ya podía apreciar que eran las tiernas manos de Bárbara la que le cambiaba el paño por otro más húmedo asaltándolo nuevamente el olor a vinagre y aquel agradable frescor tan relajante. También empezó a apreciar los pasitos de Sarah correteando por la casa, como pasaba por delante de su cuarto y volvía a quedarse todo en silencio de nuevo. El dolor remitió al fin, empezó a abrir los ojos muy lentamente, le pesaban los párpados. Miró a su alrededor para situarse, estaba aún bastante aturdido; no sabía qué hora era, las persianas estaban tan herméticamente cerradas que no dejaban pasar ni una rendija de luz para poder saber si era de día o de noche. Se sentó al borde de la cama y se echó las manos dolorido a la cabeza, aún le asaltaban fuertes pinchazos al moverse. Se percató de que llevaba el pantalón del pijama solamente. Se cubrió con una camiseta y salió del cuarto encontrándose a Bárbara trabajando en un plano sobre la mesa del comedor. Lo miró al instante sonriéndole tierna -¿Te encuentras mejor?- le preguntó melosa y en voz muy baja para no molestarlo, él le sonrió cariñoso -Sí, mucho mejor; gracias- se acercó a ella- ¿Me has desnudado tú?- preguntó inquieto -No tranquilo, fue Guille y Gonzalo- respondió desenvuelta regresando a su plano -¿Qué haces? -Llevo el curso un poco atrasado y, aunque el tutor fue bastante considerado, tengo que entregar estos planos pasado mañana o no aprobaré y no podré graduarme- expuso preocupada, él se sintió abatido -Lo siento cielo- musitó avergonzado besándola tierno en la cabeza- ¿Y cuántos son?- le preguntó preocupado notando su frustración -Tres y una maqueta; llevo solo uno y medio hechos, y la maqueta aún está sin acabar también- respondió abatida, él le acarició cariñoso el pelo y la besó de nuevo en la sien- ¿Quieres cenar algo?- le preguntó entrañable -No tengo hambre -Pero debes comer algo, estás sin comer nada y las medicinas esas son muy…- protestaba ya levantándose y él le sonrió cariñoso posando su mano en el hombro deteniéndola -Tranquila; tú trabaja cielo, yo me preparo algo- respondió tierno dirigiéndose a la cocina, se tomó un bocadillo, observó en el reloj de la cocina que eran las dos de la madrugada; se asomó a la puerta mirándola mientras sonreía entrañable- ¿Un café cargado?- le preguntó amistoso -¡Ufff! Te lo agradecería un montonazo- le contestó animada. Regresó a hacerlo, se percató de los dos biberones lavados y puestos a escurrir sobre el fregadero: Alba estaba en la casa ya, pensó y sintió conmoción, una turbación le inundó. Le llevó un gran tazón de café recién hecho, pero no estaba en el comedor. Dejó el tazón sobre la mesa, lejos de los planos para no mancharlos y se dirigió a la habitación del bebé que era la que estaba tenuemente encendida. Se acercó y las vio. Bárbara, sentada en la mecedora, sostenía en brazos a la pequeña con gran amor y ternura dándole un biberón mientras le hablaba melosa. En un arresto inesperado para él, se acercó a ella -Tráela, yo lo haré cielo- se ofreció cariñoso, Bárbara lo miró desconcertada y él le sonrió tierno- el café te enfría y el trabajo te espera- expuso animoso, ella le sonrió alegre; tenía la bella sonrisa de su hermana. Recogió a su hija en brazos y le inundó un sentimiento nuevo e inesperado: una gran ternura por aquella criatura tan inocente, tan delicada, tan pequeñita y tierna. Se sentó en la mecedora que abandonaba Bárbara y se dispuso a darle de comer mientras la muchacha regresaba a su trabajo, no sin antes echarles una última mirada tierna y complaciente, él le sonrió amoroso antes de que desapareciera. Alba comía ávida, acabando el biberón en un segundo. La pequeña abrió sus ojitos y lo miró, tenía unos maravillosos ojos negros iguales a su madre. La observó detenidamente, era tan igual a Bea que parecía increíble, sonrió ameno y la besó en su manita delicada y suave que ella cerró presurosa alrededor de su dedo como sujetándose a él ansiosa; intentó soltarse pero Alba se aferraba fuertemente sin dejar de mirarle a los ojos. Se sintió terriblemente emocionado y un inmenso amor por aquella criaturita que parecía reconocerlo y pedirle el amparo que le negara hasta ahora lo invadió. La cobijó enternecido sobre su pecho y su rico aroma a bebé le acometió; sonrió tierno por aquel maravilloso perfume y la besó apasionado en la frente, ella cerró sus ojitos de nuevo. Aquella preciosidad era su hija, suya y de Bea… Tan hermosa como su mamá y tan fuerte como él: su bella Alba. La oprimió con ternura contra él y se quedó así meciéndola dulcemente hasta que la pequeña se durmió serenamente contra su pecho. La besó tierno de nuevo en la frente y la dejó descansar en su cunita regresando a la sala. -¿Te puedo ayudar en algo?- le preguntó animoso acercándose a Bárbara ensimismada en su trabajo, ella lo miró sobrecogida; había cambiado mucho en aquellos dos días, parecía que al fin regresaba el Bruno amable y cariñoso de hacía unos mes. Le sonrió agradada -Pues si me pudieras ir pegando las piezas para acabar la maqueta…- indicó animosa, él le sonrió encantado -Manos a la obra entonces- expuso animado- ¿Dónde están?- Bárbara sonrió encantada y se fue a su cuarto regresando con la maqueta de una hermosa casa a la que le faltaba algunas cosas: el tejado, algunas paredes del interior, los árboles del jardín… Las piezas estaban también sobre el gran cartón donde estaba pegada la maqueta. Empezaron a trabajar juntos, codo con codo; ella dibujando rayas hacia todas direcciones apareciendo poco a poco el dibujo de otra casa de dos plantas bien diseñada cuyos espacios medía y calculaba animosa y rauda, él colando las piezas y pegándolas donde le indicaba siempre con una bella sonrisa en sus labios. -¿Cómo te las has podido arreglar con los estudios, con Sarah, ir el hospital…?- preguntó intrigado y apesadumbrado -Hablé con el tutor y, como ya te dije, fue muy considerado… llevo casi un mes sin ir; Bego me trae los apuntes y los trabajos que el tutor le da para mí y luego, ella también se los devuelve… al hospital iba todas las mañanas aprovechando que Sarah estaba en la escuela y por las tardes me encargaba de ella mientras era tu madre o tus hermanas las que estaban con Alba- indicó serenamente, él la miró deslumbrado, aquella muchacha tenía la fuerza y el arrojo de su hermana, no se amilanaba con nada; aunque se la veía muy cansada a la pobrecilla. Su rostro denotaba gran cansancio. Bruno le fue a buscar otro café que ella agradeció. Amanecía cuando por fin suspiró complacida y tranquila al darle el último toque al segundo plano que él viera comenzar y ahora era un centro comercial precioso lleno de detalles perfectos. -¡Acabé!- expuso encantada, se sonrieron entusiasmados -Ahora a descansar- le indicó ameno, ella examinó su reloj -Ahora no puedo, le toca la otra toma a Alba- manifestó cariñosa -Pues me explicas como se prepara su biberón y te acuestas; yo me encargo de Alba y de Sarah cuando despierte, te mereces y necesitas un descanso- le dijo amoroso acariciándole suavemente la mejilla, ella le sonrió dulcemente; recogió los planos guardándolos en su funda redonda de piel -¿Estás seguro?- dudó temerosa, él le volvió a sonreír dulcemente asintiendo- Vale, ven que te los muestro- la siguió a la cocina- los biberones de Alba son muy sencillos por el momento: solo hay que calentarlos al microondas, le pones la tetina y se los das, no sin antes comprobar que no te hayas pasado al calentarlos- le explicó animosa abriendo la nevera y mostrándole unos pequeños botellines de leche -Entonces ¿esos de ahí?- indicó curioso señalando los del fregadero, ella rió divertida -Los trajo Gonzo pensando que nos harían falta ya, pero esos son para más adelante; aún es muy chiquita, date cuenta que es prematura- se sonrieron entrañables- ¿Estás seguro que te las arreglarás, Bruno?- volvió a preguntar indecisa -Sí, además no te irás muy lejos ¿verdad mi pecosilla?- bromeó rozándole cariñoso la punta de su estilizada naricilla, era recta y perfecta como la de Bea pero salpicada de pequeñas pecas casi inapreciables; se sonrieron amenos- si necesito algo solo te tengo que despertar- aclaró dulcemente y ella le sonrió satisfecha -Vale, tú mismo- repuso cansadamente dirigiéndose a su cuarto -Bárbara…- la detuvo, ella le miró cariñosa- acuéstate si quieres en mi cama; pronto despertará Sarah y no te dejará descansar- ella pareció dudar, pero accedió. El recogió ropa limpia mientras ella retiraba la pequeña bañera que se llevó a la cocina impregnando de nuevo el cuarto con aquel olor a vinagre- ¿A qué se debe este olor a vinagre?- le preguntó cuando regresó al cuarto -Los paños con vinagre son más efectivos para los dolores de cabeza ¿no lo sabías?- contestó cordial, él le sonrió ameno -No, no lo sabía- se sonrieron entrañables, ella con toda familiaridad se quitó los vaqueros tranquilamente para meterse en la cama; él, embarazado, se volvió rápidamente dándole la espalda. -No se te ocurra llevar a Sarah a la escuela, está de vacaciones ya- le avisó burlona, él sonrió divertido y la observó de refilón, ya estaba metida en la cama y se cubría hasta el cuello acomodándose gustosa entre las sábanas- ¡Que gustito poder estirarse al fin!- expuso satisfecha enroscándose entre ellas- A Alba el biberón cada dos horas y media… Supongo que despertaré antes de la siguiente toma…- su voz ya sonaba adormilada-¡Ah! te llamaron ayer del trabajo, les dije que estabas malo y que tampoco irías hoy a trabajar- se quedó profundamente dormida. Bruno la observó, era tan bonita y dulce como su hermana; sonrió cariñoso y salió del cuarto cerrándole la puerta. Alba se tomó el biberón hambrienta, Bruno la observaba fascinado ¿cómo un cuerpo tan chiquito comía tan ávida y desesperadamente? Pensó sonriendo satisfecho. Despertó Sarah y corrió feliz hacia la cocina pero sin apenas hacer ruido deteniéndose sorprendida al encontrárselo allí -Hola mi ratita, buenos días- la saludó cariñoso, ella le sonrió alegre -¿Ya estás bueno?- le preguntó animosa corriendo a sus brazos. Bruno la recogió amoroso -Sí mi ángel, ya estoy bueno- respondió encandilado por aquella pequeña y la besó en la mejilla -¡Uy, como picas!- protestó molesta la pequeña retirándose rauda de su cercanía; sorprendido por la reacción de la pequeña, se acarició el rostro asombrándose de la abundante y recia barba que tenía -¿Y luego? ¿No te gusta?- bromeó dulcemente intentando acercarse a ella nuevamente para restregársela otra vez; ella intentaba huir entre sus brazos mientras reía divertida -¡No, no me gusta!- decía alegre, sin darse cuenta, él también estaba sonriendo feliz -¡Vale, me afeitaré luego!- expuso decidido- si algo no le gusta a mi ratita bella, se quita y listo- volvieron a reírse y ella lo besó amorosa, protestando nuevamente por los molestos pelos- Vamos a desayunar- la dejó en el suelo y le preparó el zumo -¿Y tía Bar?- le preguntó curiosa mientras se lo tomaba -Duerme, está muy cansadita- le indicó cariñoso preparándole los cereales -No, no duerme- aseguró categórica cuando él le dejaba el bol de cereales delante -Sí, sí duerme sabionda; pero en mi cama- le respondió socarrón entrechocando sus narices juguetonamente y ella sonrió encantadora- Así que no podemos hacer ruido ¿vale? -Vale- respondió decidida, acabó sus cereales y escapaba presurosa de la cocina -¡Ey! ¿A dónde crees que vas?- la detuvo raudo imaginándose que iría a junto Bárbara -¡A darle los buenos días a Albita!- explicó resuelta y él sonrió tierno siguiéndola, la observó desde la puerta- buenos días Albita, hola ¿estás soñando con mami? Porque yo sí soñé con ella- le hablaba melosa metiendo su manita entre los barrotes de la cuna acariciando la pequeña mano de su hermana que seguía durmiendo plácidamente; a Bruno se le encogió el corazón de la pena al escucharla La pequeña eligió su propia ropa que Bruno la ayudó a ponerse sin mucho trabajo pues ya se sabía vestir solita. Luego se dedicó a recoger la casa mientras observaba asombrado que la pequeña no hacía ni el más mínimo ruido procurando no molestar a su tía que seguía descansando, entreteniéndose con sus pinturas en la mesa de la salita arrodillada en la alfombra. Alba protestó levemente, le tocaba otro biberón; no lloraba, solo gemía tenuemente como si tampoco quisiera molestar la pobre pequeña. Bruno le daba el biberón bajo la atenta mirada feliz de Sarah que le sonreía dichosa apoyada en sus rodillas sin soltarle la manita a su hermana y que acariciaba dulcemente. Oyeron la puerta de la calle que se abría y Sarah corrió a ver quien llegaba sin hacer casi ruido -Tío Gonzo, tía Bego- le oyó saludarlos entusiasmada en un murmullo- ¡Chisss, la tía Bar duerme! -¿Cómo va a estar durmiendo tía Bar?- decía Bego divertida -Sabía que tarde o temprano, esa muchacha caería rendida; tenía que caer, es mucho encima de ella- expuso cariñoso Gonzalo; aparecieron en la puerta del cuarto de Alba, Bego traía en brazos a Sarah. Se quedaron pasmados en la puerta, mirándolo asombrados -Bruno…- dijo emocionado su hermano, él le sonrió cordial -Sí, así me pusieron nuestros padres- bromeó entrañable -¿Qué haces aquí?- preguntó estupefacta Bego -¿Es mi casa, no? ¡O eso creía hasta ahora!- indicó bromista, ella le sonrió dulcemente -Me refiero aquí, con Alba- indicó más precisa -¿A ti que te parece? Darle de comer a mi hija- le salió serenamente, no forzado como en el hospital, y se sintió henchido de pasión, amor y satisfacción de repente: la había llamado su hija con tanta facilidad que hasta él se asombró. Se sonrieron emocionados y felices- Pero, aunque acabó todo, está inquieta y parece molesta- indicó preocupado mirando a su pequeña entre sus brazos. Gonzalo se acercó a él -¿La has cambiado?- le preguntó voluntarioso, Bruno lo miró desconcertado y su hermano sonrió entrañable- Anda, trae y aprende: tu hija no solo come y duerme ¿sabías?- bromeó entrañable retirándosela de entre los brazos y llevándola al cambiador, él observó interesado como le cambiaba el pañal empapado y la limpiaba con mucha ternura con toallitas húmedas. Alba se quedó tranquila y se durmió. La observaba emocionado dormida en su cuna bajo la atenta mirada de sus hermanos. Volvió a abrirse la puerta y Sarah volvió a acudir rauda a ver quien era -¡Tío Guille ¿me has traído lo que me prometiste?!- le decía en voz baja entusiasmada -¿Cuándo te falló el tío Guille muñequita?- le decía radiante entrando también en la habitación donde se encontraban todos, miró asombrado a su hermano -¡¿Qué pasa?! ¡¡Ni que vieras un fantasma!!- le repuso Bruno divertido ante su cara de asombro- ¡Y esto parece la casa de tócame Roque entrando y saliendo todos a vuestro antojo! ¿Cuántos más tenéis llave de mi casa?- bromeó jocoso, todos rieron entrañables -Todos- expuso resuelto Gonzalo provocando las risas divertidas de sus hermanos- Bárbara nos la dio por si pasaba algo- explicó sereno -Está bien… vamos y dejemos dormir a mi chiquitina- repuso satisfecho besando una vez más la frente de su pequeña- y las llaves irlas devolviendo ya- indicó guasón mientras salía del cuarto seguido por todos que sonreían felices de tener de regreso a su hermano

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