jueves, 1 de mayo de 2014

-¿Te encuentras bien?- le preguntó intrigada Begoña, ella la miró con ojos llorosos -Sí, perdona pero me tengo que ir… lo siento- intentó escapar de allí -¡No me dejes aquí sola, por Dios te lo pido!- clamó aterrada la muchacha, ella se detuvo en la puerta; no podía mirarla a la cara, se sentía terriblemente avergonzada y humillada, se sentía impúdica, indecente. -Ven, te acompaño hasta el ascensor y yo vigilaré la ropa más tarde- le murmuró sin levantar la vista, Begoña la acompañó extrañada por su comportamiento; estaban hablando tan animadas y, de pronto, esa muchacha se pusiera tan rara. Regresó al piso de su hermano sin comprender nada. Sarita corría juguetona alrededor de las máquinas mientras su madre, sentada en el suelo y con la cara hundida en sus rodillas, volvía a llorar amargamente. Una media hora después le llamaban al timbre con un solo y esquivo timbrazo, abrió y se encontró la cesta de la ropa bien doblada y ordenada en el felpudo ante la puerta -¡Que extraña es esta mujer!- murmuró atónita, recogió la cesta y entró en la casa. -Si por un casual Bruno te preguntara por mí, dile que no estoy ¿me oyes?- le indicó a su hermana durante la comida, Bárbara la miró extrañada- No creo que lo haga, pero por si acaso, no estoy… nunca… ¿entendido? -Que te esté oyendo, sí; que te esté entendiendo, no- indicó asombrada -Pues eso es lo importante, que me estés escuchando y obedezcas- y sin comentar nada más siguió comiendo -¿Hoy o…?- indagó desconcertada -Siempre- exclamó tajante, Bárbara la miró atónita -¿A qué viene eso? ¿Por qué? ¿Habéis discutido o qué?- se interesó curiosa -¡¡No te importa Bárbara!!- le increpó molesta dejando fuertemente su tenedor sobre el plato -Vale- musitó la muchacha acobardada por su mal genio repentino, su hermana tomó aire profundamente intentando calmarse -Por favor Bar, tú hazlo y punto ¿vale?- le habló más comedida recogiendo de nuevo su tenedor e intentando llevarse un bocado a la boca aunque no le entraba nada, la muchacha asintió con la cabeza y siguieron comiendo -¿Irás hoy a trabajar?- intentó cambiar de tema -No, hoy tampoco- murmuró apesadumbrada, Bárbara la miró animada -¡¿Lo has dejado?!- indicó esperanzada -No… pero creo que me acabarán echando- expuso pesarosa revolviendo inquieta su comida sin probar bocado -¿Y luego que has hecho?- preguntó curiosa su hermana -Nada- respondió esquiva -¿Y por nada te echan? Pues menuda…- repuso socarrona -¡¡Oh Dios!! ¡¡Hoy estás de un preguntón insoportable!! ¡¡Déjame en paz Bárbara!!- exclamó irritada y se levantó de la mesa yéndose a su cuarto ante la mirada atónita de su hermana que se encontró con los lindos ojitos de Sarah que la miraban vivaracha. -¿Y yo qué rayos he hecho ahora peque?- interrogó desconcertada a su sobrina que solo movió desentendida sus pequeños hombros -Toma, bébete esto ¿Seguro qué estás bien?- le preguntaba dulcemente de nuevo Begoña entregándole un tazón de infusión y sentándose a su lado en el sofá de la sala -¡Que sí, pesada!- le respondió cansadamente- Que ya estoy bien; además, hoy no fui de inmersión, me quedé en el laboratorio repasando mis notas, cómo te prometí… ¿por qué rayos tengo que tomarme un lava tripas si mi estómago está bien Bego?- protestó poniéndole mala cara a la infusión -Es Valeriana, no manzanilla mendrugo; que no sabes ni distinguir- respondió resuelta y él sonrió ameno- La que tuvo que sumergirse en ese sótano infernal fui yo - expuso atemorizada, su hermano la miró riéndose burlón- ¡No te burles! Si no llega a ser por tu vecina, no iba ¿eh? ¡Te quedabas con la ropa sucia, pero yo allí no bajaba!- indicó tajante -¿Fue Bea contigo?- preguntó interesado -Supongo, no sé cómo se llama, solo sé que es hermana de Bárbara y la mamá de esa preciosidad- indicó resuelta -Se llama Bea, y la preciosidad, Sarah- le explicó con ternura, ella movió la cabeza asintiendo -La verdad, no sé cómo se atreve a bajar sola a ese sótano diabólico… deberías acompañarlas Brunete, cualquier día puede pasarle algo, es muy bonita y locos degenerados hay en todos lados- expuso absorta y él sonrió deleitado; sí era bonita, sí; era una preciosidad que lo tenía locamente enamorado…- ¿Es un poco extraña tu vecina, no?- le preguntó de repente mirándolo descolocada, él se quedó pasmado ante su pregunta -¿Por qué lo dices? -Porque estábamos la mar de bien conversando entretenidas cuando, de pronto, se le llenaron los ojos de lágrimas, se echó muy angustiada las manos a la frente y casi se larga abandonándome allí sola- explicó sobrecogida y Bruno la miró preocupado- parecía como si algo le atormentara muchísimo a la pobrecilla -¿Qué coño le dijiste bocazas? ¡¡Te pareces bien a tu hermano Guille joder!! ¿No le reprocharías nada?- le increpó irritado -¡Yo no le dije nada imbécil! ¿A qué viene eso?- expuso sobresaltada por la reacción de su hermano que la miró avergonzado- ¿Acaso sí tiene algo reprochable Bruno? Porque a mí me pareció una buena muchacha, aunque solo charlamos un ratito nada más- expuso mirándolo fijamente a los ojos, él negó con la cabeza -No, no tiene nada raro: es una mujer normal, una madre estupenda y una hermana cariñosa, nada más -Pues eso ¿qué rayos iba yo a decirle que la molestara si no la conozco de nada Bruno? Estás de lo más rarito tú también- reprochó dolida por su acusación sin motivo, él le sonrió abochornado- la verdad es que se comportó muy amable pero de pronto cambió: me metió en el ascensor y ella se quedó allí sola, no volvió a mirarme a la cara ni de casualidad; luego me dejó la ropa en la puerta sin darme ni la más mínima oportunidad de agradecérselo… parecía como si algo la avergonzara muchísimo…- explicó sobrecogida- ¿Se comporta siempre así de raro?- instó confundida -No, es muy dulce y amable siempre… ¿De qué hablabais?- indagó intrigado -Pues de ti; me preguntaba…- se calló y lo miró pícara- por cierto, muy preocupada e interesada ¿eh?- indicó socarrona golpeándole suavemente con su codo en el brazo de su hermano, se sonrieron divertidos- cómo no le habías avisado de que te encontrabas mal; yo le expliqué que no avisaras a nadie, que te encontrara el domingo Guille… ¡Y, de pronto, se puso así sin más ni más!- aclaró desconcertada, Bruno cerró apesadumbrado los ojos recordando aquel terrible sábado -Pues no sé, algo recordaría que la alteró- indicó intentando parecer sereno -¿En qué trabaja?- le preguntó curiosa -En un bar- respondió esquivo levantándose y yéndose a la cocina. Vacío la infusión por el fregadero recordando cuando ella le contestara exactamente igual aquella vez en su casa, sonrió amargamente. -¡¿Qué haces?! ¡Tienes que tomártelo Bruno!- le regañó duramente su hermana al vérselo hacer -Eso no hay quien lo trague corazón, esto también es amarillo y sabe mejor- bromeó guasón recogiendo una cerveza del frigorífico. Su hermana movió desalentada la cabeza. Bruno examinó su reloj de pulsera, eran las siete, ya se iba. Se acercó a la ventana y observó interesado la calle, el taxi no llegaba y a Bea no se la veía por ningún lado. Estuvo un buen rato esperando mientras le daba pequeños sorbos a su cerveza, pero allí no apareció ninguno de los dos: ni el taxi ni Bea. -¿Qué miras tanto?- le preguntó su hermana quitándolo de su intensa vigilancia -¿No te ibas hoy?- le preguntó distraído -¡¿Me estás echando?!- le reprochó dolida -¡¡No, cielo; discúlpame!!- se excusó abochornado, ella sonreía divertida- Es que se te hace tarde corazón y sabes cómo se preocupa mamá si dices que regresas y no das llegado -Sí, tranquilo; me voy ya- repuso entrañable levantándose del sofá, se besaron cariñosos -Gracias por venir a cuidarme hermanita linda- le agradeció él amoroso besándola en la sien -La próxima vez avisa antes, no tienes por qué desesperar tanto- le acarició la mejilla amorosa y él la acompañó hasta el ascensor. De vuelta a casa, llamó al piso de Bea. Los pasitos rápidos de Sarah queriendo abrir ella le hicieron sonreír -Hola Bruno- le saludó animosa Bárbara -¿Y Bea?- la muchacha se mordió el labio inferior como hacía su hermana -No está- respondió rápida esquivando su mirada mientras comenzó a juguetear con un mechón de pelo distraídamente -¿Fue a trabajar?- indagó disimulado vigilante de su reacción pues sabía la respuesta -Sí- contestó rotunda intentando parecer serena pero su jugueteo nervioso con el pelo revelaba que le estaba mintiendo -Vale…- musitó comprendiendo que Bea no quería verlo, le sonrió tierno a la muchacha- si necesitáis algo sabéis donde estoy- indicó amable, ella le sonrió agradecida y cerró la puerta cuando Bruno cerraba la de él también. A las siete de la mañana esperaba la llegada del taxi por si se hubiera equivocado, pero no llegó ni a las siete y cuarto ni a las siete y media. -¿Con quién queda Sarah?- le preguntó intrigado a Bárbara cuando la vio salir del piso -Con Betty, como siempre- le respondió tranquilamente -¿Ya llegó de trabajar?- volvió a indagar astuto -Sí, a las siete; como todos los días- respondió hablando rápido esquivando nuevamente su mirada y volviendo a jugar nerviosa con su mechón de pelo; le estaba mintiendo de nuevo. No insistió. Aquella noche volvió a intentarlo; tampoco estaba le mintió de nuevo Bárbara y él regresó a su piso abatido. De acuerdo, estaba claro que ella no quería hablarle, lo odiaba tanto por abochórnala de aquella manera que no quería ni verlo… Pero no se rendiría, esperaría, aparecería la oportunidad de disculparse y no la desperdiciaría; esta vez no iba a permitir perderla de nuevo y Beatriz no se iba a desaparecer como en la facultad… ¡¿Que esperaría?! ¡Iría ahora mismo y obligaría a Bárbara que le dejara entrar! Resolvió decidido dirigiéndose al apartamento de las muchachas de nuevo -¡¡No sé que rayos te pasa pero no pienso mentirle más, te aviso!!- le reprochó su hermana enfadada entrando en su cuarto así Bruno se fue encontrándosela llorando de nuevo- ¡¡Me estás preocupando seriamente Betty!! ¡¡Te pasa el día llorando y no me dices nada!! Dime ya…- los golpes en la puerta de nuevo la interrumpieron- Betty, como sea él otra vez, no pienso…- pero Bruno apareció de pronto en la habitación y ellas lo miraron asombradas -¿Quién te abrió?- indagó inquieta Bea -Sarah- contestó mirándola fijamente a los ojos y muy serio, esa mirada tan intensa le estaba haciendo mucho daño -¿Sarah? ¡Dios, la puerta…!- gritó preocupada Bárbara saliendo apresurada del cuarto, Bea reaccionó e intentó seguirla pero Bruno la sujetó por la cintura con un brazo al pasar junto a él impidiéndoselo y cerró la puerta del dormitorio con la otra mano libre -¡Bruno, Sarah se puede escapar!- indicó asustada intentando soltarse -No te preocupes que ya le pasé yo la llave… Y tú y yo tenemos que hablar Beatriz, de aquí no salimos hasta que lo aclaremos todo- indicó rotundo apoyándose en la puerta mientras aflojaba su brazo dejándola al fin libre; Bea bajó la cabeza dándole la espalda, no podía soportar que la mirara de nuevo con aquellos ojos reprochadores -No me avergüences más, Bruno; no me hagas pasar otra vez por este bochorno… ya sabes lo que soy, ahora déjame en paz y vete- le suplicó amargamente- Y por favor no vayas a decir nada que pueda llegar a entender Bárbara, por Dios te lo pido; ella cree que trabajo únicamente de camarera… -¡¡Dios santo Bea!! ¡¡No vine a reprocharte nada ni mi intención la otra noche era humillarte, te lo juro!!… Perdóname si te di esa impresión pero… yo solo quería sacarte de allí, apartarte de todas aquellas miradas lascivas y sus babosos comentarios soeces- le decía pesaroso y arrepentido, ella se volvió despacio, observando de soslayo su rostro; estaba dolido y apenado, no rencoroso y enfadado. La miraba afligido -Si era eso lo que pretendías…- musitó mirándole confundida- ¿Por qué me mirabas con tanto resentimiento? ¿Con tanto asco?- él la miró boquiabierto, no sabía de qué hablaba y dio dos pasos hacía ella pero Bea se atemorizó ante su proximidad y él no se atrevió a acercarse más -¡¿De qué rayos hablas?!- indagó aturdido -¡De tus ojos Bruno!- le gritó angustiada mirándolo estremecida- ¡Tus ojos llenos de asco y rencor, mirándome con ese desprecio! -¡No era por ti cielo mío!- exclamó abatido, ella lo miró incrédula- ¡tú nunca me darías asco amor! ¡Ni ese rencor era por ti! ¡Eran todos aquellos energúmenos babeándose los que me estaban revolviendo las tripas!- le aclaró resentido por su comentario ¿cómo podía odiarla si la amaba con locura? -Uno de ellos eras tú- murmuró apesadumbrada, él se sintió aún más atormentado por ese comentario, cerró los ojos y apretó dolido los labios -Lo sé y no sabes cómo me arrepiento por haberle hecho caso a mis hermanos- indicó abochornado pero de inmediato la miró fijamente a los ojos- Aunque por otro lado, me alegro de haber ido allí; así pude descubrirlo todo y no volveré a permitir que regreses a ese lugar Bea -¡¡Ahhh, no lo vas a permitir…!! ¿Y qué vas a hacer entonces? ¿Mantenernos tú a las tres?- increpó irónica -¡Sí Bea! ¡Si es necesario sí!- respondió rotundo -¿A sí?- expuso mirándolo cínicamente- ¿Y… a cambio de qué?- interrogó desconfiada mirándolo desafiante -De nada- le respondió decidido Bruno -¡¡Vaya!! ¡¡Que desprendido!! ¡¡Darás tus sobras a unas desconocidas porque sí!! - seguía sarcástica -No hables así Bea, ni pienso daros ningunas sobras ni sois “unas desconocidas” para mí- indicó cariñoso acercándose y sujetándole suavemente por el brazo -¿A no? ¿Qué somos, luego?- le gritó afligida, él no se atrevió a contestar- ¿Qué crees que somos Bruno? ¿Acaso crees que somos unas pobrecillas huérfanas muertas de hambre que necesitan de tu caridad? -No digas eso, Bea; me estás lastimando- indicó atormentado -Pues dime ¿qué somos para ti luego? ¿O qué esperas de mí Bruno? ¿Acaso piensas que, por saber dónde trabajo, voy a ser tu mantenida? ¿Qué voy a darte sexo a cambio de un poco de pan para mi hija y mi hermana?- le insistió hiriente mirándolo desafiante a los ojos- ¡¿Crees que voy a ser tu putita particular a cambio de unas monedas?! -¡¡No digas eso jamás Bea!! ¡¡Me estás hiriendo además de ofendiendo!!- masculló dolido entre dientes- ¡¡No espero nada ni os tengo como unas desconocidas!! ¡¡Tú para mí eres…!!- pero no se atrevió a decirlo, ella lo miraba obstinada -¡¿Qué?! ¡Habla claro Bruno, explícame tu idea!- le provocó enfurecida -¡¡Eres la mujer que amo, Bea!! ¡¡Ni más ni menos!!- aclaró contundente, ella lo miró atónita- ¡¡Te amo con locura y no permitiré que regreses allí por nada de este mundo!!- le gritó decidido y rotundo; ella se quedó boquiabierta, lo miraba pasmada con aquellos hermosos ojos negros desmesuradamente abiertos. Le sujetó el mentón con una mano, su manaza casi le rodeaba su delicado rostro- sí, te amo cielo mío; te amo desde la facultad… ¿No me preguntaste ahí atrás qué tanto te miraba siempre? Pues era eso, te admiraba en silencio, te contemplaba embobado porque ya estaba perdidamente enamorado de ti mi amor- ella seguía observándolo incrédula- No soportaría saber que vuelves allí Beatriz porque te quiero- aclaró contundente y la besó, dejó posarse dulcemente sus labios en los de ella esperando su reacción pero, al no obtener ninguna, internó pausadamente su lengua entre sus labios separándoselos suavemente hasta invadir totalmente su boca, ella reaccionó paulatinamente y le rodeó amorosa el cuello con sus brazos entregándose completamente rendida a aquel armonioso beso. Él le sujetó la nuca y la aprisionó decidido contra su boca deleitándose en saborearse complacidos. Ella se retiró levemente mirándolo aún muy dudosa -¿De verdad no te importa…?- comenzó a preguntar avergonzada, él la besó acallándola -¿Lo qué mi chiquita? ¿Tener la novia más hermosa y dulce del bloque?- ella esbozó una leve sonrisa- ¿O la mamá más guapa y cariñosa de los alrededores?- sus ojos se inundaron de lágrimas- ¿O la hermana más atenta y dispuesta a lo que sea para que su hermana consiga lo que ella tuvo que abandonar?- las lágrimas rodaban por sus mejillas y él se las limpió amoroso con sus labios- ¿Si no me importa todo eso amor mío? Pues estás equivocada… ¡Eso es lo más importante para mí, cielo! ¡Eso fue lo que me acabó de enamorar totalmente de ti! -Bruno… - lo miraba desolada- no estás pensando racionalmente… como tú, alguien pudo reconocerme; te sentirás abochornado y te arrepentirás…- le cubrió la boca con su mano -Por favor Bea, sé lo que quiero y te quiero a ti solamente mi cielo; no me importa nada más… Y nunca ¿me oyes? Nunca me arrepentiré de tenerte a mi lado ni me sentiré avergonzado de ti cielo mío- la volvió a besar amoroso -Lo dices ahora pero… -Por favor, Bea- le reprochó incómodo, la miró a los ojos- ¿Tú me quieres? -Sí, mi amor; te quiero- respondió apasionada, él sonrió dichoso -Pues no importa nada más cielo mío- la besó en la frente- y bésame mi amor, que lo estoy deseando enormemente desde la facultad- se besaron ávidos, golosos, deleitándose en saborearse, complaciendo aquella sed de sus bocas.

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