viernes, 9 de mayo de 2014

-¿Un café?- Aceptaron y se sentaron en la sala a tomarlo, Sarah comía dulces que le había traído Guille- No comas muchos, mi cielo; pronto haré la comida- le recomendó amoroso a la pequeña que obedeció sonriendo cariñosa -¿Dónde está Bar?- preguntó intrigado Guille -Duerme- expuso entrañable Bruno- Estuvo toda la noche trabajando para acabar los trabajos que tiene que entregar mañana -¡¿Los acabó?!- se sorprendió gratamente Bego- Pobrecilla, estaba muy preocupada por si no podía hacerlo a tiempo -Esa muchacha vale un imperio; hay que ver cómo se puso decidida y determinante al frente de todo- admiró tierno Gonzalo -Es igualita a su hermana- expuso orgulloso Bruno abstraído- decididas, valientes y no se acobardan por nada- añadió encandilado, todos callaron observándolo asombrados: de repente su hermano Bruno había vuelto por fin. Se miraron entre ellos sonriendo satisfechos mientras acababan el café -Bueno, yo me tengo que volver al trabajo- expuso remolonamente Guille levantándose y besando la cabeza de Sarah mientras la acariciaba tiernamente- Voy a despedirme de Alba- indicó yéndose a su cuarto, regresó pronto -¡La llave colega!- indicó rotundo Bruno golpeando decidido la mesa de la salita con su dedo índice; él obedeció- Al fin he vuelto y ya estoy aquí para lo que haga falta- añadió cordial, su hermano lo abrazó por la espalda sujetándolo fuertemente por el cuello mientras lo besaba en la mejilla -¡Y no sabes cuanto me alegro, colega!- indicó emocionado, todos se sonrieron alegres. Preparó la comida, estaban comiendo hablando entretenidos él y Sarah cuando se despertó Bárbara, apareció en la cocina solo con la camiseta. Bruno se sintió azorado por la desnudez de ella pero, se comportó tan naturalmente, que pronto se acostumbró a verla semi desnuda. Se sentó con ellos a la mesa aunque solo tomaba café -Huele rico- indicó alegre -¿Por qué no comes algo?- le aconsejó cariñoso -Ahora no; después de ducharme- contestó entrañable sonriéndose los dos- Voy a aprovechar que estás en casa para ir hasta la universidad a entregar todo- comentó satisfecha -Ve tranquila… voy a reclamar mis días de paternidad para quitarte trabajo de encima y ayudarte- se sonrieron amenos- te mereces un buen descanso, cielo; ahora tomaré yo algo las riendas- le acarició tierno la mejilla y ella le sonrió agradecida- Tengo que comprar un cuco para el coche para llevar a Alba- expuso recordándolo de repente -Lo tiene Gonzalo en el suyo- le indicó amena- Ayer fue él a recogerla al hospital pues yo no quería dejarte solo- ese comentario le tocó dulcemente el corazón, era tan cariñosa y amorosa como Bea. -Pues estuvo aquí y no dijo nada- indicó fastidiado, ella lo miró sorprendida -¡¿Ya estuvo aquí?!- indagó apesadumbrada- Me dijo que vendría a la tarde- él la miró intrigado, parecía muy apenada por la noticia de que ya hubiera estado allí Gonzalo -Regresará, seguro- comentó entrañable, se volvieron a sonreír tiernos -Bueno, me voy a duchar- expuso decidida levantándose, le abrazó cariñosa al cuello besándolo en la mejilla- ¡¡Ufff... picas!!- expuso molesta apartándose -¡¡Otra repugnante como mi Sarita!!- expuso sarcástico- ¡¡De acuerdo, definitivamente tendré que afeitarme!!- bromeó jocoso y se rieron divertidos los tres. Cuando se hubo ido Bárbara, Bruno se duchó también y se afeitó bajo la atenta mirada de Sarah que lo seguía por toda la casa. Él le sonreía ameno a la pobre niña que parecía entusiasmada de que estuviera de nuevo con ellas. Arregló por teléfono los días libres, Marta se encargaría. -¿Me llevarás al parque?- le preguntó ilusionada -¿Y Alba mi cielo? ¿Qué hacemos con Albita?- le preguntó cariñoso -La llevamos también- indicó satisfecha- la mamá de Oscar lleva a su hermanito al parque y no le pasa nada- él le sonrió entrañable mirándola tiernamente ¿cuántos días llevaría la pobre chiquilla allí encerrada? -De acuerdo, iremos al parque y la llevaremos con nosotros. Cumplió su promesa, vigilaba atento a Sarah en el arenal mientras sostenía en brazos a Alba que dormía placidamente. Al regresar a casa, Bárbara les esperaba inquieta -¡¿Dónde estabais?! ¡¡Me asustaste, Bruno!!- le recriminó estremecida recogiendo a Alba de sus brazos -En el parque- le indicó ameno- Sarita estaba ya agobiada de la casa- añadió cariñoso acariciando a la niña en la mejilla. Bárbara le sonrió cariñosa, le sujetó suavemente el cuello y lo atrajo a ella besándolo tierna en la mejilla; le gustó tanto el detalle que se sintió agradado y complacido -¡¡Ahora sí da gusto besarte!!- aclaró entusiasmada besándolo repetida y sonoramente en la mejilla -A ver- exclamó curiosa Sarah tirándole de la pierna del pantalón reclamándole también que se dejara besar; las dos lo besaban al tiempo en ambas mejillas cariñosas y juguetonas; se reían divertidos y felices. Los días pasaban amenos, bañaban juguetones y divertidos a las niñas entre los dos, se alternaban en las comidas de Alba… Bárbara se preparaba para la graduación entusiasmada, había sacado la carrera con buenas notas a pesar de todo lo ocurrido. Le mostraba ilusionada la túnica con el birrete que llevaría al día siguiente mientras él, sentado en el sofá de la sala con Sarah a su lado que no se despegaba de él ni un minuto, sostenía a Alba que dormía sobre su pecho -¡Pareces un murciélago!- expuso burlón mirándola dar vueltas abriendo la túnica -¡¡Oye!!- protestó entrañable y se rieron divertidos -¿Y la fiesta de graduación? ¿Cuándo es?- le preguntó intrigado, ella le miró cariñosa y le sonrió ensombrecida -Esta noche, pero yo no voy- contestó calmosamente retirándose el birrete de la cabeza, él la miró sorprendido -¿Por qué? -No quiero dejarte solo con las niñas- indicó en un murmullo, se animó de repente- ¡Además…! ¡¿A quién le importa una estúpida fiesta?!- aclaró intentando parecer entusiasmada aunque Bruno observó que la apenaba -Es una vez en la vida, cielo; y es muy bonito y te divertirás un poco, que buena falta te hace- le indicó cariñoso- Yo no necesito ayuda… Además ¡Tengo a mi ratita para que me ayude ¿verdad?!- expuso satisfecho mirando a la pequeña que le sonrió feliz; Bárbara le sonrió agradecida -Ahora ya no tengo vestido…- indicó apesadumbrada- ni tiempo de ir a comprarlo pues tendría que ir a arreglarme el pelo, ni acompañante…- añadió guasona, él sonrió ameno -Eso todo se arregla… Verás- tomó su móvil y, bajo la intrigada mirada de su cuñada, llamó- Bego, a ver, tenemos un problemilla: mi pecosilla preciosa no tiene vestido para ir al baile y eso no puede ser…- puso atención- ¡Sí, ya sé que no iba a ir; pero ahora sí!- volvió a atender- ¿Y lo del acompañante? ¡Estupendo! Ahora la mando a la peluquería- colgó mirándola divertido- ¡¡Todo arreglado ¿ves?!!- expuso satisfecho y ella le sonrió encantada- ¡¡Lárgate a la peluquería ahora mismo!!- le obligó ameno, ella se abalanzó sobre él y lo besó amorosa en la mejilla abrazándolo fuertemente por el cuello -¡No sabes cuanto te quiero, Bruno!- le dijo entusiasmada, él se sintió satisfecho -Yo también a vosotras, angel mío… Anda, zalamera; vete ya- le contestó enternecido pegándole un suave cachete en la nalga. Apareció Clara antes de que regresara con un traje metido en una bolsa plástica de boutique; Bego movilizara a toda la familia como pasaba siempre que se necesitaba ayuda por algún motivo. -Este es el que a ella le gustaba según Bego- le indicó entusiasmada- lo recogió Patri y me lo trajo a casa pues ella tenía que irse a por Raúl ¿dónde está? -Aún no regresó, fue a arreglarse a la peluquería- le contestó cariñoso mientras ella los besaba en la mejilla a los tres -Se lo dejaré en el cuarto entonces- expuso entrando ya hacia el dormitorio de Bárbara. Esperó a que llegara y la ayudó a vestirse. Bárbara apareció en la sala. Estaba radiante, ella era muy hermosa pero, con aquel vestido rojo ceñido a su hermoso cuerpo, se la veía una mujer muy atractiva y con un cuerpo de escándalo. El escote en forma de corazón, mostraban unos hermosos y abundantes pechos. Bruno se asombró del parecido con Bea y de lo mujer que se había hecho en poco tiempo, o él no se había fijado hasta ahora. -Estás preciosa, cielo- le dijo encantador y ella le sonrió agradecida. Llegó Bego acompañada de un muchacho y de Gonzalo, vestido de traje, muy elegante; con una orquídea en su caja. -¡Que guapo estás!- le dijo Bárbara mirándolo embobada -Tú sí que estás radiante- le dijo emocionado besándola tierno en la mejilla -¡Casi acaban peleándose él y Guille por ver quien te acompañaba!- indicó divertida Bego -Pero gané yo- comentó él satisfecho y todos rieron divertidos -¡Y tú preocupándote por el acompañante!- se burló Bruno, volvieron a reírse- ¿No eres un poco mayorcito para ser tú su acompañante?- repuso sarcástico. El miró a su hermano sorprendido -¡¡Solo son cuatro años más!! ¡¡No es tanto!!- expuso fastidiado -¡¡Casi cinco, si no te importa; tres le llevo yo y dos Guille!! ¡¡Eres el más viejo!!- aclaró burlón y se rieron de nuevo. -No importa- expuso satisfecha Bárbara sujetándose al brazo de Gonzalo- seré la envidia de todas: yo voy con un hombre no con un niñato como el resto- aclaró orgullosa, se miraron los dos a los ojos y se sonrieron agradados. Realmente hacían una bonita pareja -¡Oye, tampoco te pases ahora!- protestó fastidiado el acompañante de Bego y volvieron a reírse divertidos. Salía del cuarto de Alba después de darle la toma de las dos de la madrugada cuando entró Bárbara en la casa muy despacio y con los altos tacones en la mano. -¡Ay, me has asustado!- se sobresaltó al encontrárselo y él rió divertido- ¿Qué haces aún levantado? -La toma de las dos- respondió ameno mostrándole el biberón vacío, ella sonrió complacida- ¿Te has divertido? -¡Muchísimo!- declaró fascinada con un hermoso brillo emocionado en los ojos, él sonrió dichoso- Muchas gracias por obligarme a ir, eres un sol- aclaró feliz besándolo cariñosa en la mejilla -¿Y si te lo pasabas tan bien, por qué regresas tan temprano? No te esperaba aún ¿acaso el viejete de Gonzalo ya pidió papas?- bromeó chistoso y ella rió divertida -No que va, él aún quería seguir; tiene marcha para dar y tomar- explicó resuelta sonriendo deleitada- pero yo mañana debo madrugar, es la graduación y soy la elegida para dar el discurso; no puedo quedarme dormida o aparecer ojerosa y con cara de resacón- explicó entusiasmada y se sonrieron complacidos Al día siguiente asistió toda la familia a la graduación; tan felices, ilusionados y orgullosos como si de la graduación de Bego se tratara. A Bárbara aquella enorme muestra de cariño la hizo sentirse arropada e integrada totalmente en la familia y se la miraba conmovida. Pero cuando se la vio realmente emocionada y sus ojos brillaron llenos de felicidad, fue al ver llegar a Bruno cuando ya estaba con el discurso con Alba sobre su pecho metida en su cangurito y a Sarah de la mano, vestida con un vestido blanco y una lazada rosa en su cintura que talmente parecía una muñeca. Los miraba realmente dichosa de tenerlos allí y sonreía feliz. También Bruno la miraba encandilado, su linda pecosilla estaba radiante y preciosa, mientras se dirigía hacia donde se encontraba el resto de la familia procurando pasar inadvertido lo máximo para no molestar ni interrumpirla. -¡Tía Bar, estamos aquí!- la interrumpió entusiasmada Sarah moviendo su manita para llamar su atención, todos se volvieron al instante observándolos y Bruno, abochornado, le sujetó presuroso la mano indicándole tierno que callara -Disculpen, son mis niñas- aclaró orgullosa moviendo también su mano respondiendo a la pequeña y sonriendo feliz provocando en Bruno un orgullo increíble por ella, todos sonrieron enternecidos regresando su atención a Bárbara que continuó con su discurso. Al acabar la entrega de títulos, corrió a él encantada y lo abrazó complacida y rebosante de felicidad -¡Has venido!- le dijo emocionada -¡Claro ¿cómo nos íbamos a perder tu graduación, preciosa mía?!- le indicó feliz besándola tierno en la sien y se rieron alegres. Toda la familia junta se fue a comer para celebrarlo y pasaron una tarde encantadora. Pero lo que más impactaba y enternecía a todos era como Bárbara se desvivía a todo momento por las pequeñas, “sus niñas” como decía apasionada, y como ellas la querían también con pasión. Los meses pasaban familiares y entrañables. Ella consiguió un buen trabajo en una empresa constructora que la buscó interesados por sus magníficos trabajos en tema libre que había expuesto. Tuvieron que acomodar una mesa de arquitectura en una esquina de la sala junto al ventanal para que pudiera trabajar y tuviera luz suficiente, cosa que hacía todos los fines de semana antes de salir a dar una vuelta con Bego y sus amigos. Regresaba siempre temprano, solo era para distraerse y desconectar, le explicaba amena cuando la veía regresar tan pronto. Aquel sábado lo observaba desde la mesa de trabajo como él miraba absorto la televisión recostado en el sofá con los pies encima de la mesita de café después de alistar y acostar a las pequeñas. Como todas las noches durante aquellos diez meses ya. Sintió lastima por él, solo vivía para el trabajo y las niñas. -¿Por qué no sales?- le dijo de pronto animosa, él la miró sorprendido -¿A dónde?- preguntó intrigado -¡Pues por ahí!- repuso animada moviendo despreocupada los hombros- Ve a tomarte una cerveza con tus hermanos o solo si lo prefieres; pero sale y airéate un poco hombre- lo animó sonriéndole cariñosa, él le correspondió -No me apetece, prefiero quedarme- la miró intrigado- ¿No saldrás tú? -No, hoy no; tengo que terminar este trabajo para el lunes sin falta- le indicó despreocupada, se sentó a su lado y se abrazó a su cuerpo cariñosa; él la recogió tierno entre sus brazos- Vete a dar una vuelta, Bruno; te pasas la vida del trabajo a casa y de casa al trabajo- lo miró dulcemente a los ojos- Te lo mereces y necesitas distráete un poco- le indicó amorosa, él le sonrió entrañable -¿No estarás intentando deshacerte de mí para traer a un chico a casa, verdad?- bromeó burlón y ella rió divertida -¡La llevo clara si quisiera traerlo!- siguió ella la broma- ¡¡Eres una lapa, siempre aquí metido!!- se guaseó divertida, se rieron alegres; lo besó cariñosa en la mejilla mientras le acariciaba la otra con ternura- Anda, por favor, ve; aunque solo sea tomar una cerveza y te regresas, verás cómo te sienta bien salir un poco de entre estas cuatro paredes ¿de acuerdo?- siguió animándolo, él resopló desarmado -De acuerdo- indicó desganado, ella le sonrió satisfecha- ¡Pero tendrá que ser muy rápido u os pillaré!- expuso rotundo -¡¡No sabes tú lo rápido que es!!- respondió amena- ¡¡Ni me entero yo y ya acabó!!- añadió burlona y se rieron alegres. La besó cariñoso en la frente y se fue. Aunque había ido más por complacer a Bárbara que por las ganas que tenía; tuvo que reconocer que pasear en la noche por las aceras rodeado de gente le sentó bien; entró en un pub y se tomó una cerveza. Realmente se encontraba mucho más animado cuando regresó a casa. -¡¿Qué?!- le preguntó animada sentada nuevamente ante su mesa de trabajo- ¡¿Qué tal la experiencia?! -Bien… me sentó realmente bien salir un poco- indicó sonriéndole cariñoso -¡Te lo dije!- repuso satisfecha, se sonrieron amenos -Me voy a la cama ¿te queda mucho?- le consultó cariñoso -No, yo también me voy a la cama; puedo acabar mañana y estoy realmente cansada- expuso levantándose de su silla ante la mesa inclinada frotándose la nuca mientras movía la cabeza dolorida -Anda, ven aquí- le repuso dulcemente comenzando a masajearle los hombros, ella gimió gustosa al sentir el placentero masaje- Trabajas mucho, cielo; debes relajarte un poco más- le recomendó susurrándole al oído -¡Mira tú quien va a hablar!- indicó socarrona volviendo la cabeza hacia él, sus rostros se encontraron de repente; muy cercanos, demasiado próximos, tanto que sus labios casi se rozaron. Se retiraron presurosos el uno del otro mirándose embarazados- ¡Uy, casi nos morreamos sin pretenderlo! ¡Mira que si nos gusta y nos enviciamos!- bromeó socarrona y campechana riéndose a carcajadas; él la rodeó dulcemente con su brazo por el cuello atrayéndola contra su pecho y se la llevo hacia los dormitorios mientras protestaba juguetona y divertida. Las semanas seguían pasando raudas sin apenas darse cuenta convirtiéndose en meses rápidamente. Las mañanas eran una carrera contra reloj entre los desayunos, vestir a las niñas, prepararse ellos e irse a trabajar dejando de camino a las niñas en la escuela y en la guardería. A las cinco las recogía Bruno, les daba de merendar en el parque, las bañaba y preparaba la cena; a las ocho y media llegaba Bárbara, cenaban y las acostaban descansando luego juntos relajadamente a ver un poco de televisión si Bárbara no tenía trabajo. Era el único momento del día donde al fin podían relajarse y hablar tranquilos de sus respectivos días. Los domingos seguían siendo en casa de los padres de Bruno, donde Bárbara ya era una más bromeando pícara con todos y enredando juguetona; se le daba bien torear a Guille y se hicieron los amos del cotarro inmediatamente. Con los dos juntos en la mesa, no se libraba nadie de sus chanzas y burlas; pero sin perder ni un segundo de vista a las niñas aunque pareciera distraída y acudía de inmediato si necesitaban algo siempre con aquella hermosa sonrisa en los labios. Bruno sonreía recreado escuchando su risa alegre y cantarina. Además de convertirse en una mujer preciosa era muy divertida, cariñosa con todos y muy protectora con las pequeñas tornándose una madre atenta y maravillosa que las niñas adoraban cada día más.

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