sábado, 21 de junio de 2014


Como todas las mañanas, Marina llegó a la librería con el bocadillo diario de Ágata
 -Buenos días mi niña; hoy sí que te veo radiante de felicidad mi chiquita- expuso dichosa al verla, Marina sonrió feliz
-Es que soy muy feliz Ágata, mira- repuso llena de dicha mostrándole el anillo de compromiso en su dedo
-¡¡Oh que preciosidad mi niña!!- exclamó emocionada sujetándole amorosa la mano para observarlo mejor- es hermoso mi chiquita… muy hermoso…- decía encandilada y le pasó suavemente su dedo acariciando la fina talla pero, de repente apartó su mano soltando de inmediato la mano de Marina y la miró muy asustada a los ojos
 -¿Qué te ocurre Ágata? ¿A qué vino eso?- indagó sorprendida por aquel gesto inesperado de la mujer y su mirada asustada
-Nada mi niña, no me hagas caso ángel mío- le sonrió dulcemente intentando calmarla- ya sabes como soy y ese anillo tiene su historia mi chiquita; me impresionó lo que vi, nada más- repuso animosa, Marina tomó su mano y observó el anillo acariciándolo enternecida
-Era de su madre, fue el que le entregó el padre de Guille cuando la pidió también en matrimonio y ambos murieron en un accidente de coche- explicó conmovida y la mujer le sonrió tranquilizadora -¿Lo ves? Aunque tú no me quieras creer mi niña, percibo cosas y a veces aún me impresiono a pesar de los años, no me hagas caso y enhorabuena mi chiquita; vas a ser muy feliz mi niña, muy feliz- resolvió venturosa y se abrazaron dichosas.
Pero Ágata en todo el día no dejaba de observarla a través de la cristalera confundiendo a Marina y, aunque le sonreía alegre cuando sus miradas se cruzaban, el rostro de la anciana parecía preocupado e inquieto.
-Enhorabuena Guille, ya mi niña me dio la gran noticia- lo saludó Ágata dichosa cuando llegó a la librería a recogerla como todas las tardes
-Gracias Ágata, soy muy feliz realmente- anunció pletórico dándole un cariñoso abrazo a la mujer -Cuídate ese día Guillermo y cuida muy bien de mi niña por Dios te lo suplico- le imploró angustiada al oído mientras se abrazaban, Guillermo se asustó al oírla y la miró desconcertado pero más lo impresionó al verle sus ojos castaños llenos de terror e inquietud
-¿Qué te pasa mi viejita?- expuso amedrentado mirándola alertado
-Sé que ya has puesto algo de remedio desde que te avisé, y me complace que me hayas creído mi niño, pero no es suficiente… He visto mucha felicidad a vuestro alrededor cielo, y hasta pude entrever una niñita muy pronto…- explicó sonriendo dichosa y él rió complacido, pero el rostro de Ágata se volvió sombrío al instante mirándolo intensamente a los ojos- pero esa mala sombra aún te ronda hijo y se aproxima peligrosamente a mi niña Guillermo, cuídamela por Diosito santo… también veo sangre derramada el día de vuestra boda Guillermo, mucha sangre… una desgracia se anuncia que quiere estropearos ese día y truncar para siempre vuestro futuro venturoso… No se lo permitas hijo, no se lo permitas- exclamó acongojada tomándole fuertemente las manos a Guillermo que lo impresionó tremendamente
-Claro que no lo permitiré Ágata, no te inquietes así cielo; nunca dejaré que nada malo le ocurra a Marina, tranquila- le dijo rotundo acariciando amoroso el rostro de la anciana intentando calmar su angustia y ella sonrió tierna
-Sé que lo intentarás hijo, sé que la protegerás…- expuso agradecida pero sus ojos se clavaban intensamente en los de Guillermo inquietándolo tremendamente- pero no te descuides tú y por favor: cree en lo que te digo y no te eches atrás pase lo que pase hijo- él asintió con la cabeza sonriéndole dulcemente y entró en la librería
-Buenos días amor… tardaste mucho en entrar y ya me estaba poniendo celosa ¿eh?- protestó mimosa Marina rodeándole el cuello con sus brazos y besándolo tierna en los labios, él sonrió feliz atrapándola ardoroso contra su cuerpo. Aquella mujer lo tenía encantadoramente loco de amor- ¿Qué tanto hablabas con Ágata?- indagó curiosa
-Me estaba felicitando por haber atrapado a un ángel, y para mí solito- expresó amoroso y se sonrieron alegres. Se besaron apasionadamente complacidos
 -Buenos días Guillermo… ¡Uy, hoy aún vienes más resplandeciente que estos días atrás, la cosa va mejorando!- lo saludó animada su secretaría al llegar al despacho, Guillermo rió divertido
-Es que por fin es viernes preciosa- expuso chistoso guiñándole divertido un ojo y ambos se rieron alegres
 -Toma anda, el correo de hoy- expuso entregándole varios sobres que agradeció ameno y entró en su oficina. Ante su mesa de despacho empezó a abrir los sobres leyendo por encima su contenido y descartando la publicidad hasta llegar a un sobre amarillo de grandes dimensiones sin remitente ni sello. Lo observó intrigado unos segundos dándole varias vueltas confundido. Lo abrió descubriendo fotografías de Marina tomadas en distintos días con un objetivo de distancia. Su corazón se paralizó y la sangre se le heló cuando vio una de ellas con una diana en tinta roja dibujada sobre el hermoso rostro de Marina
 -¡¡Rita!!- gritó aterrado y su secretaría acudió al instante mirándolo asombrada por aquel grito angustioso- ¿Quién ha traído este sobre?- interrogó inquieto
-Venía con el correo de hoy, como el resto ¿Por qué?- respondió amedrentada observando sus ojos llenos de pánico
-Llama abajo, quiero saber quién rayos entregó este sobre y cuándo; fue entregado en mano ya que no trae sello…- habló alterado, ella asintió con la cabeza- ¡¡Y llama inmediatamente a Fran!! ¡¡Quiero verlo aquí ya!!
-Está intentando investigar...- empezó a explicar
-¡¡No te he preguntado eso Rita!!- bramó enfurecido golpeando fieramente su mesa, ella lo miró atónita, nunca lo había visto así en todos los años que llevaban juntos- ¡¡Quiero que venga de inmediato, me importa bien poco dónde esté o lo que rayos esté haciendo!!
 -Ahora mismo…- murmuró acobardada
 -¡¡Y ponme también con Gonzalo inmediatamente, necesitamos ponerle más seguridad a la testigo!!- ella asintió con la cabeza pero lo miraba intrigada sin moverse- ¡¿Qué pasa Rita?! ¡¿No te he dicho que es urgente?!- exclamó furioso
-Sí Guille y ahora voy pero… esa mujer no es la testigo Guillermo ¿qué está pasando?- indicó confundida y preocupada mirándolo conmovida, él respiró profundamente observando la fotografía marcada de Marina
 -Ella es Marina Rita, mi prometida- musitó afligido y la mujer abrió aterrada los ojos
-¡Virgen santísima!- exclamó sobrecogida y él cerró los ojos angustiado- Ahora mismo me pongo en comunicación con ellos, no te preocupes- expresó rauda y salió del despacho
 Marina había cerrado antes para ayudar a sus hermanos a prepararse para el baile. Esperaba en la sala con la cámara de video a que salieran de sus cuartos. Rubén estaba guapo y elegante con un traje de levita negro, camisa verde clara de cuello Mao y zapatos relucientes de cordones. Bien afeitado y peinado.
 -¡Estás impresionante, hermanito! ¡Pero que hermano más guapo tengo por Dios!- exclamó orgullosa Norma abrazándolo y besándolo entusiasmada en la mejilla, él sonrió dichoso
-¡Y tú increíble!- halagó a Norma deslumbrado por su vestido rojo de cuello barco que dejaba los hombros al descubierto, corpiño ceñido hasta las caderas y falda fruncida y con gran vuelo que apenas le rozaba las rodillas. Zapato de tacón fino de raso negro. La melena recogida en un moño bajo y descuidado muy juvenil.
-Realmente estáis guapísimos los dos- añadió Marina satisfecha y gustosa besándolos amorosa. Llamaron a la puerta
 -¡Ahí está Gus!- dijo Rubén yéndose a abrir. Gus estaba esplendoroso con traje negro, camisa malva oscura y la corbata malva muy clarita y delgada con minúsculos topitos negros que llevaba de manera informal floja hasta medio pecho. Bien peinada la melena negra y afeitado
-¡Guau, Gus; estás impresionante!- repuso boquiabierta Marina, él sonrió dichoso pero miraba asombrado a Norma que estaba preciosa.
-Lo sé, es que el que tiene planta…- bromeó socarrón y todos rieron divertidos- ¿Y tú? ¿Puedes respirar con eso?- bromeó cariñoso hacia Norma señalándole el ceñido corpiño
-Preocúpate de respirar tú y cuidado con los ojos no te vayan a caer- le contestó pícaro Rubén y volvieron a reírse- ¿Nos vamos? Aún tenemos que ir a recoger a mi pareja- repuso anheloso Rubén dirigiéndose a la puerta
-¿Vais a volver muy tarde? Mañana yo tengo que trabajar- inquirió Marina preocupada
-No creo, como mucho a las cuatro estaremos de vuelta- respondió Rubén
 -¿Y Guille? Supondría que estaría aquí- inquirió sorprendido Gus
-Hoy no puede venir, aún está en el despacho muy liado con ese dichoso caso en el que se metió y no sabe a qué hora saldrá hoy- explicó dulcemente Marina y él asintió con la cabeza- ¿Lleváis los móviles verdad?- inquirió Marina
-¿Dónde Marinita?- contestó divertida Norma mostrando el ceñido vestido, se rieron divertidos
-Yo sí y no te preocupes que no pienso perderla de vista- contestó entrañable Gus sujetándole galante la cintura a Norma
-Yo también y tampoco pienso perderla de vista- respondió raudo Rubén provocando la risa divertida de Marina que volvió a besarlos a todos y se marcharon entusiasmados.
 Apenas acababa de sentarse en el sofá cuando llamaron nuevamente a la puerta
 -¿Qué habéis olvidado ahora?- preguntó entrañable mientras abría, pero el que estaba al otro lado de la puerta era Guillermo que sonreía satisfecho- ¿Qué haces aquí? ¿No tenías trabajo?- inquirió sorprendida mientras él la abrazaba raudo oprimiéndola anhelante contra su cuerpo
-¿Acaso creías qué iba a desperdiciar una oportunidad así mi amor?- inquirió efusivo besándola deseoso mientras cerraba la puerta- Lo más probable es que no volvamos a poder estar juntos hasta después de la boda, y yo no aguanto tanto vida mía- rieron complacidos y volvieron a besarse entregados, ávidos, mientras Guillermo le desataba ansioso el nudo de la bata.
La noche estaba siendo perfecta, maravillosa. Norma se sentía como la princesa de un cuento acariciada y atendida en todo momento por un Gus amable y cariñoso. Los bailes eran amorosos e íntimos, sabía muy bien cómo tratar a las mujeres, no como otros chicos que parecían acosadores en vez de acompañantes de baile. Se sentía muy enamorada de él
-¿Vamos hasta fuera? Aquí hace un calor tremendo- le murmuró dulcemente al oído, ella aceptó. Se sentaron en las escaleras del patio y Gus encendió un cigarrillo- ¿Quieres?- la invitó amable
 -¿A qué la pregunta?- bromeó sonriendo cogiendo uno del paquete
-Como anda por aquí Rubén- contestó entrañable, ella le sonrió
 -Él lo sabe; y Marinita también aunque se hace la loca- contestó resuelta, se quedaron callados- Me quedé atónita al ver que Rubén invitó a Claudia y no a Selena al baile; como están tanto juntos… yo pensé que había algo entre ellos- expuso pasmada
-Tú crees que tu hermano es tonto ¿no?- repuso burlón y ella lo miró desconcertada- Selena es quién es y va con ella solo a desfogarse, como todos; pero quien le llena realmente el ojo es Claudia, esa chica le gusta de verdad
-¿Cómo puedes hablar así de ella?- inquirió agraviada por el comentario déspota sobre Selena, él la miró sorprendido
-¡¡Ey, que nadie la obliga ¿eh?!!- repuso ofendido- ¡¡Ella es así y lo hace porque quiere, es su cuerpo!!
-¿Tú también has ido con ella?- preguntó curiosa
-A veces- respondió calmosamente, ella lo miró enfurecida
-¡¡Sois unos cerdos!!- repuso asqueada levantándose enfadada de su lado
 -¡Ey, sor María de la castidad; tú preguntaste ¿eh?!- le reprochó irritado sujetándole la muñeca y deteniéndola; se levantó y quedó frente a ella- eso fue hace mucho tiempo…- le acarició dulcemente la mejilla- desde que te conocí no puedo mirar ni tocar a otra- explicó amoroso, ella lo miró a los ojos- Siento algo muy especial por ti, creo que…- calló y acercó sus labios a los de Norma- creo que te quiero, Norma- la besó delicado y suavemente, ella le correspondió tierna y apasionada, pasó rauda a la entrega ávida y él la abrazó anhelante, se besaban acuciosos y ardientes. Gus intentó distanciase pero ella se lo impidió sujetando ansiosa a su cuello. Era total entrega y fogosidad, Gus se sintió vencido ante tal pasión y avidez; la abrazó frenético contra él, se besaban ambiciosos y el cuerpo de Norma se amoldaba al suyo acuciosa. El sabía que pronto perdería la cabeza con aquella ansiosa solicitud de ella- No me hagas esto Norma, por favor te lo pido- imploró exasperado intentando retirarse
-¿Qué te hago?- se sorprendió ella mirándolo extrañada
 -Ponerme a cien y luego mandarme a casa como si tal cosa… ¡No lo puedo soportar más Norma!- hablaba crispado y abatido, ella se acercó a él nuevamente, se abrazó a su cuello
-Yo tampoco lo soporto más Gus ¡Llévame a algún sitio!- le susurró deseosa al oído y él la miró boquiabierto
-¿Estás segura? ¡Porque mira que sé a dónde ir!- aseguró absoluto, ella asintió acuciosa. Gus la tomó de la muñeca y se salieron raudos del centro. No tardaron en llegar a un piso cerca de la papelería de Marina
-¿Dónde estamos, Gus?- preguntó inquieta Norma mientras la guiaba por el pasillo dentro de la casa -En mi casa- Norma se frenó de repente asustada, él la miró extrañado- Mi madre no llega hasta las ocho… Nosotros nos iremos mucho antes, cielo- explicó sereno y ella se relajó. La llevó hasta su cuarto. Parecía increíble que estuviera tan ordenado, pensaba Norma sabiendo como era su hermano; lo observaba todo nerviosa mientras él cerraba la puerta despacio. Se acercó a ella y la besó amoroso en el hombro, recorría ahora el cuello lentamente; ella se estremeció levemente al sentir sus labios y cerró los ojos gustosa. Gus la volvió despacio hacia él mirándola a los ojos fijamente mientras le acariciaba delicadamente los brazos
 -¿Estás segura de quererlo? Estás temblando- indicó receloso
-No sé- murmuró inquieta, él la miró inquisitivo y Norma sonrió nerviosa- No sé porque estoy temblando pero sí sé que quiero hacerlo…- replicó abrazándose a su cuello y le besó dulcemente los labios- Y que quiero hacerlo contigo- aclaró apasionada. Se besaron amorosos, dulce y pausado. Saboreando el momento, fueron acrecentando con la pasión que volvía a embargarlos llegando pronto a la camarería de avidez y ambición que los había envuelto en el patio de la escuela. Gus besaba ardiente el cuello de Norma que estaba aturdida del deseo. Le desabrochó la cremallera del vestido y se lo arrastró despacio por los brazos al suelo. Admiró el cuerpo desnudo de Norma, solo unas braguitas de encaje blanco la cubrían, la acarició amoroso extasiado por su belleza. Ella comenzó a desabrocharle la camisa también lentamente y se la arrebató junto a la chaqueta dejando al descubierto su pecho ya velludo. También lo acarició despacio como si quisiera llevárselo grabado en sus manos; ese simple gesto excitaba tremendamente a Gus; la atrajo hacia sí y se besaron tiernos y dulce; él se sentía como si fuera su primera vez y aquello aún lo excitaba más. Los besos se convirtieron en entrega y ambición, sus cuerpos se buscaron acuciosos amoldándose en una ansiosa solicitud. Gus la llevó hasta la cama sin soltar su boca mientras sus manos no podían alejarse de aquel cuerpo trémulo y hambriento que demandaba sus caricias y su contacto. Apresurado, y desconcertantemente nervioso, se deshizo de sus pantalones mientras se acostaban sobre la cama; la besó embargado de pasión por el cuello bajando lentamente por el escote hasta encontrar aquellos pechos jugosos y dulces, Norma gemía placida al contacto de su boca sobre ellos y él se entretuvo en ellos gustoso deleitado con sus gemidos; siguió descendiendo y recorrió el cuerpo entero de Norma con sus labios mientras la desprendía de las braguitas, ella buscaba su cuerpo arqueándose hacía él, deseosa y anhelante, gemía urgente a cada contacto de sus manos o su boca, requería urgente con su cuerpo la penetración pero él no la complació. Hundió su boca en su sexo provocándole un gemido delicioso de placer y enredó en él hábilmente hasta llevarla al orgasmo
-¡Dios Gus!- no pudo evitar exclamar asombrada cuando aquella magnificencia explosionó dentro de ella recorriéndole cada recodo de su cuerpo provocándole aquellos espasmos de placer que no podía controlar. Gus recorría nuevamente su cuerpo buscando su apetitosa y dulce boca. Temeroso, la miró dudoso a los ojos profundamente
-¿Estás lista?- preguntó nervioso
-¡Sí, sí… ya Gus!- clamó impaciente y él empezó a penetrarla- ¡Espera un momento Gus!- lo frenó de repente y él se detuvo mirándola confundido- Vete despacio, Gus por favor… Tengo miedo- declaró asustada y él la miró absolutamente invadido por un gran amor y ternura
-No te preocupes mi chiquita, iré muy despacio… muy despacito mi vida- le susurró meloso al oído jugueteando excitante con su lóbulo mientras ya la asaltaba muy lentamente, ella gimió levemente cerrando los ojos, se aferraba nerviosa a los brazos de Gus y él sonrió dichoso- Ya está amor- le comentó amoroso, ella abrió los ojos y lo miró extasiada
-¡¿Ya?!- inquirió sorprendida y él sonrió complacido y satisfecho por su buen hacer
-Lo más difícil sí… ahora solo nos toca pasarlo bien gatita- se rieron felices, ella rodeó amorosa su cuello y se besaron apasionados. Gus comenzó a moverse lentamente y ella respondía afanosa, Gus estaba asombrado de tanta entrega absoluta e intensa. Era un volcán tremendamente ardiente. Era asombrosamente deseosa y codiciosa. Las sacudidas de placer las disfrutaba plenamente satisfecha requiriendo urgente la siguiente
-Espera fiera- la frenó él recreado y divertido intentando retirarse pero ella lo detuvo acuciosa
-¿A dónde vas?- inquirió ansiosa abrazándose ambiciosa a su cuerpo, él rió gozoso
-A taparla… ¿o qué? ¿Todo el campo es orégano? ¡Alguien tendrá que ponerle algo de sesera ¿no mi loquita?!- inquirió guasón besándola dulcemente en los labios, ella sonrió encantada mientras él cogía el preservativo de la mesilla y se lo colocaba. Acabaron en una cúspide de placer increíble. Gus nunca había disfrutado de aquella manera, Norma era asombrosa, pero ser él quien le abría los ojos al placer, lo hacía sentirse extraordinariamente complacido. Henchidos de satisfacción y plácidamente agotados, se quedaron abrazados en la cama.
-Tiene razón Marina- expuso embelesada- No puede explicarse con palabras todo esto- estaba maravillada, lo miró y él sonreía socarrón- ¿De qué te ríes?
-Así que Guille también pudo mojar al fin ¿eh?- se burló guasón y se rieron divertidos. Ella lo besó fogosa en el pecho
 -¡Que pena que tengamos que irnos ya!- murmuró apenada aprisionándose gustosa contra su cuerpo y él la abrazó amoroso aún más entre sus brazos riéndose deleitado y complacido
-Sí, una pena- restauró abatido, le acarició la mejilla tiernamente- Pero mi casa siempre está vacía a partir de las siete… Esto no ha hecho más que empezar- se rieron entusiasmados y se abrazaron entusiastas- ¡Vamos antes de que Rubén nos eche en falta!- la besó tierno en los labios y se levantaron de la cama empezando a vestirse entre pícaros jugueteos y risas dichosas y radiantes. Volvieron a la fiesta temerosos de la reacción de Rubén, pero ni se había dado cuenta de su huida. Felices y dichosos, bailaron más asidos y apasionados que nunca dedicándose caricias súper tiernas mirándose encandilados.

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