jueves, 19 de junio de 2014


Después de cenar, la llevó a un club privado. Era también elegante y las mesas eran reservados discretos para disfrutar tranquilos del espectáculo sin ser importunados por las miradas de los otros clientes. Se acomodaron uno junto al otro en el mismo sofá mientras Guillermo le pedía cava al camarero que lo trajo de inmediato en una cubitera con hielo. Llenó servicial dos copas y se retiró dejándolos solos.
-Brindo por la hermosa cumpleañera- dijo amoroso mirando complacido a Marina que le sonrió deleitada entrechocando levemente sus copas y bebieron un sorbo- ¿Sabes cielo? Estoy comenzando a creer en eso del destino- comentó distraído mirando su copa
 -No me digas que vas a ser creyente del más allá, Betty se pondrá satisfecha- bromeó guasona y se rieron divertidos
-Pues algo empiezo a creer ¿te has dado cuenta que desde que te invité a salir no me has vuelto a tirar nada encima?- se burló sorprendido mirándola encantado
-Porque ahora sé que vienes y ya te espero, no me sorprendes apareciendo de la nada- explicó entretenida y ambos rieron divertidos
-Puede ser- repuso convencido- Pero ¿qué pasaría si diéramos un paso más?- repuso mirándola fijamente a los ojos
-¿Un paso más? ¿Cómo?- preguntó distraída
 -¿Si nos casáramos, por ejemplo?- ella rió explayada
-¡¡Guillermo ¿qué iba a pasar?!! Pues como otro matrimonio cualquiera: si nos compenetráramos seguiríamos toda la vida, y sino, un divorcio más- habló solazada sin percatarse de lo que Guillermo intentaba decirle realmente
 -Yo estoy seguro que nos compenetraríamos ¿tú qué crees?- expuso amoroso mirándola a los ojos, ella sonrió entrañable- ¿Lo intentamos mi amor?- añadió de pronto muy serio; Marina cayó en la cuenta de lo que estaba pasando, se puso nerviosa, su rostro se tornó serio y apartó intranquila su mirada de la de él. Guillermo la tomó dulcemente por el mentón y la obligó a mirarlo a los ojos- ¿Qué me contestas?- inquirió anhelante y esperanzado
 -Que no lo has meditado bien Guillermo- comentó ensombrecida, él se sintió confundido y la miró intensamente a los ojos- Guille ¿Has pensado de que conmigo van dos difíciles y complicados adolescentes?- expuso abatida y él le sonrió complacido
-Lo sé de sobra, mi amor; como para olvidarlos- replicó guasón y ella sonrió dulcemente- Y no me importa, solo sé que te amo y quiero estar el resto de mi vida junto a ti Marina- le dijo entusiasmado- ¿Qué es? ¿Un tres por uno? ¿Y qué? ¡Mira, ya estaré preparado para cuando nuestros hijos lleguen a esa edad!- bromeó amoroso, Marina sonrió dichosa- cielo, piensa que tampoco yo te voy solo en el paquete- expuso tierno acariciándole amoroso la mejilla- me acompaña una hermana inválida que necesita mucha atención y un hermano adoptivo que, por cierto, le echó peligrosamente el ojo a tu hermana- se rieron animados- ¿Qué me contestas ahora?- repitió interesado
-¡Que sí, mi vida! ¡Que también te amo y quiero estar el resto de mi vida contigo!- se besaron encantados, deleitados y felices. El le puso un precioso anillo antiguo en el dedo- ¡Es precioso, amor!- se maravilló al verlo
-Era de mi madre… Betty quiere que lo lleves tú- le declaró apasionado y entusiasta, ella sonrió amorosa y se volvieron a besar efusivos y complacidos. Se sentían tan dichosos y plenos de amor que así se lo demostraron en aquel maravilloso y entregado beso- ven cielo, bailemos- resolvió entusiasmado sacándola a la pista. Bailaron muy juntos, se acariciaban y besaban amorosos y tiernos. Para ellos no había nadie más en la sala que ellos y su profundo amor. Marina estaba en una maravillosa nube entre sus brazos y lo miró encandilada. Era tan atrayentemente atractivo y tan dulce y paciente… se sintió invadida por un asombroso amor por él. Guillermo también la miró pero tan amoroso que parecía acariciarla con aquellos preciosos ojos negros y un complaciente escalofrío le recorrió el cuerpo a Marina acelerándole el corazón. Él sonrió enamorado y volvió a besarla provocando que en el bajo vientre de Marina volviera a sentir aquel fuego abrasador devorándole las entrañas como aquel día en la caseta y comprendió que deseaba enormemente ser de él, entregarse y pertenecerle totalmente.
-Guille…- le murmuró amorosa y él se retiró levemente de su boca mirándola tierno
 -¿Qué mi ángel?- habló cariñoso y Marina lo miró apasionada; sí lo deseaba, lo deseaba tremendamente
-Guille, mi casa está vacía- expuso acariciándole dulcemente la nuca, él la miró confundido
-Ya mi cielo, lo supongo ¿por qué? ¿Te has acordado de que olvidaste apagar algo?- exclamó inquieto, ella negó con la cabeza- ¿Entonces?- indagó enredado y ella sonrió tierna
-Que listo eres a veces y que tonto otras- expresó cariñosa
-¡Vaya, es la segunda vez en esta semana que me lo dicen ¿a qué al final va a ser verdad?!- aclaró chistoso, ella sonrió divertida y lo besó arrebatada aferrándose efusiva a su cuello; Guillermo se sorprendió por aquella ardiente entrega tan repentina aunque su cuerpo reaccionó al instante a tanta pasión y la abrazó ansioso contra él mientras correspondía a aquel ardiente beso que lo estaba enloqueciendo. Marina se retiró lentamente mirándolo ardorosa
-Tenemos la casa para nosotros solos Guille, vámonos- le propuso resuelta y él la miró atónito
-Pero Marina…- balbuceó pasmado mirándola incrédulo
-¿Qué? ¿Acaso no quieres? Porque yo me muero de ganas de estar contigo por fin- declaró sugerente mirándolo pícara
-¡¿Si no quiero?! ¡¡Santo Dios Marina, lo deseo hace tanto tiempo que ya no puedo pensar en otra cosa!!- exclamó desquiciado y ella sonrió traviesa
-¿A qué esperamos entonces?- se rieron complacidos y, tomándola de la mano, salieron del club. Al llegar al piso, Guillermo se sentía acobardado; aquella proposición inesperada lo tenía desconcertado aún y verse allí lo intimidaba.
 -Ven- le susurró melosa y le sujetó suavemente por la corbata guiándolo por el pasillo hacia su cuarto -¿Estás segura de lo que vas a hacer Marina?- indagó inquieto al verse dentro del dormitorio y ella sonrió pícara
-Nunca estuve tan segura de algo en mi vida como de esto amor mío- repuso resuelta y decidida retirándole la chaqueta de los hombros y la corbata mirándolo apasionada a los ojos
-Marina…- iba a seguir objetando pero ella le desabrochó la camisa besando deseosa su pecho- ¡Oh Dios Marina!- musitó con voz entrecortada del tremendo placer que le provocara cerrando los ojos deleitado, ella continuó besándolo ardiente por su pecho velludo. Guillermo se sentía aturdido y tremendamente excitado cada vez que aquellos labios ardorosos y efusivos rozaban su piel; oprimió suavemente su cabeza sobre su pecho en uno de aquellos deliciosos roces que hacían arderle la piel. Ella lo miró a los ojos y él pudo comprobar en ellos tanto deseo como él sentía; volvió a atrapar deseosa la boca de Guillermo que se deshizo al instante de su camisa y se besaron frenéticos desatándose por fin la pasión acumulada entre ellos. Guillermo recorría fervoroso su cuello y su hombro al tiempo que le bajaba raudo la cremallera del vestido que resbaló al instante al suelo mostrando la total desnudez de aquel cuerpo precioso que lo tenía enloquecido, atrapó ansioso con su boca aquellos hermosos pechos provocando en ella un gemido de placer y, desenfrenada, le desabrochó presurosa el cinturón junto a la cremallera del pantalón lanzándolos impulsiva al suelo. Guillermo regresó a aquella deliciosa boca y, devorándose insaciables, la elevó entre sus brazos llevándosela sobre la cama. Le recorría el cuerpo anhelante con su boca mientras ella gemía deseosa y agitada acariciándole su cuerpo tiernamente. El ardiente cuerpo de Marina se batía suavemente reclamándole impetuosa la inclusión final y él se decidió a satisfacerla por fin. Con cuidado y muy tierno la penetró despacio, ella gimió levemente pero lo miraba arrebatadoramente deseosa sonriendo satisfecha. Él, más decidido, remató la penetración de un confiado y poderoso embiste provocando un gemido de grandioso placer en ambos al sentirse por fin unidos en totalidad. Era una entrega maravillosa de la pasión y el amor que les embargaba a ambos. Marina gemía de placer deleitándolo  e intentó hacerla gozar lo máximo posible, pero se vio superado por su deseo reprimido tanto tiempo y los gemidos apremiantes de Marina acompañados de aquella trémula agitación de su dulce cuerpo entre sus brazos lo precipitaron violentamente al final sin poder remediarlo.
-No, no, no…- masculló desilusionado tumbándose abatido a su lado, Marina se abrazó amorosa a su torso desnudo mientras él la rodeó entre sus brazos.
-Esto fue… maravilloso- exclamó asombrada mirándolo apasionada con sus ojos deslumbrados
-No, esto fue una chapuza cielo mío- repuso él decepcionado
 -¿A sí?- inquirió estupefacta mirándolo sobrecogida, él la miró tierno- Pues a mí me pareció grandioso, Guille ¿hice algo mal?- añadió sorprendida y él sonrió embelesado ante su candidez acariciándola amoroso la mejilla
 -No mi vida, tú no hiciste nada mal, fui yo; esto fue tan solo un desahogo pasional- declaró amoroso- si me das unos segundos te mostraré realmente lo que es hacer el amor y podré demostrarte cuanto te amo- se sonrieron enamorados abrazándose fervorosos
-Pues a mí me valió y sí percibí cuanto me amas- repuso entusiasmada besándolo en el pecho
-¿Cómo qué a ti te valió mi chiquita?- repuso divertido mientras la cubría con su cuerpo besándola en el cuello, ella rió alegre y jubilosa- Tiene razón Betty que te conformas con bien poco mi amor- añadió solazado besándola en los labios dulcemente
-Quien no conoce un manjar se conforma con un buen plato- repuso cariñosa, él sonrió entrañable -Pues vas a probar el manjar, mi vida; y verás que nada tiene que ver con esto- repuso resuelto y comenzó a besarla apasionado mientras ella correspondía amorosa. Guillermo la besaba entregado y ardiente recorriéndole el cuerpo, concienciado en estimularla y excitarla de nuevo. A Marina no tardó en prendérsele aquel fuego interno nuevamente, se sentía exacerbada; la boca de Guillermo en sus pechos la excitó al máximo haciéndola suspirar profundamente anhelante. Su cuerpo se arqueaba intransigente reclamándole todo a Guillermo que prestaba atención a todos sus gestos pero no obedeció a su efusiva demanda, solo sonreía encantado mirándola ardoroso. Volvía a subir a su boca que fusionaron impetuosamente mientras lo sintió entrar en ella de repente y poderosamente; se sintió traspasada por un arranque fanático que la hizo mover furiosa las caderas hasta que su cuerpo fue invadido por una sacudida violenta que la hizo soltar inconscientemente un grito de placer al tiempo que se agarraba frenéticamente al cuerpo de Guillermo exacerbada por tanta furia que su cuerpo desprendiera de golpe. El la miraba complacido mientras sonreía dichoso
-Oh, Guille esto es impresionante- jadeó efusiva
-Pues no hemos hecho más que empezar, amor- contestó apasionado mientras continuaba acariciándola amoroso y preciso haciéndola sentir como su cuerpo se cargaba furioso nuevamente. Se acostó sobre la cama llevándosela sobre él y la guío preciso por las caderas al tiempo que acariciaba con su lengua aquellos maravillosos pechos hasta que otra impresionante sacudida le recorrió el cuerpo entero a Marina que la hizo soltar un pequeño chillido de magnífico placer dejándola extenuada
-Para Guille, no puedo más amor- gimió ella agotada tumbándose desfallecida sobre él. Guillermo sonreía radiante sintiéndola estremecerse de placer sobre su pecho
-Verás que sí que puedes mi vida; eres pura pasión mi chiquita- repuso exaltado y dichoso. Se volvió a girar hábilmente colocándose encima de ella y siguió moviéndose preciso haciéndola volver a henchirse de ese frenesí furioso que estaba a punto de estallar nuevamente. Como si él lo estuviera percibiendo, la sujetó firmemente por las caderas y sus embestidas fueron en aumento siendo más rápidas y frenéticas acompañadas de pequeños gemidos afanosos que ambos expedían al unísono hasta que, al tiempo, ambos alcanzaron el clímax total envueltos en una locura frenética de sacudidas y gemidos llenos de complaciente e inmenso placer. Guillermo, extenuado, se dejó caer a su lado. Marina respiraba entrecortadamente también debilitada. El la contempló satisfecho y ella sonrió plenamente dichosa
-¿Me prometes que muy pronto volverás a hacerme sentir todo esto otra vez?- inquirió ilusionada, él rió gozoso y la abrazó vigorosamente contra su cuerpo
-Siempre que pueda, amor mío- exclamó entusiasta besándola amoroso en la frente. El agotamiento y el placer de sentir la tibieza de sus cuerpos los fue envolviendo en una placida somnolencia- Amor, debemos irnos o acabaremos quedándonos dormidos- comentó desganado
-Un poquito más- requirió mimosa afianzándose más a su cuerpo- Estoy tan bien así- aclaró gustosa, él sonrió plácido y la oprimió amoroso contra su cuerpo.
 Cuando se despertó miró su reloj sobresaltado, eran las seis de la mañana. Ella estaba profundamente dormida abrazada a él. La observó extasiado, era preciosa e iba a ser su esposa. Pronto estarían así todos los días y para toda la vida. Un arrebato de complacencia lo invadió y la besó apasionado en los labios, ella le correspondió sin despertarse y él sonrió complacido
 -Marina, cielo; despierta… Tenemos que irnos ya- la despertó cariñoso, ella protestó débilmente entre sueños- Pasan de las seis cielo ¿cómo le explicaremos a los muchachos que no hayamos aparecido aún?- ella abrió al instante los ojos
 -¡¡Y Betty!!- reparó estremecida, él sonrió entrañable besándola en la frente
-Mi hermana está de vuelta de todo, corazón; ella ya no se sorprende de nada y no hará preguntas aunque no lleguemos hasta la hora de comer- se sonrieron embelesados- ¡Otro cantar son esos tres entremetidos que nos saturaran a preguntas si nos descubren llegando a estas horas!- se rieron divertidos y se besaron apasionados. Guillermo empezó a besarla en el cuello- ¿Sabes qué hueles realmente bien?- murmuró encantado
-Es el regalo de Gus- comentó agradada y gustosa por aquellos delicados pero ardientes besos en su cuello
-Pues ese cabrito tiene razón, te va este tenue olor a orquídeas, es suave y dulce como tú- expresó satisfecho abrazándola aún más contra su cuerpo mientras seguía besándola apasionado en el cuello y el escote dirigiéndose ya a aquellos sugestivos pechos que lo encandilaban
-Guille, no llegaremos antes de que se levanten- aclaró zalamera mientras sentía que ya se le embotaba nuevamente la cabeza pero él no se detuvo
-Quince minutos solo mi vida- le murmuró ardiente atrapando al fin sus deliciosos pechos con su boca y la excitación volvió a encenderlos y enredarlos haciendo el amor una vez más de manera maravillosa y extremadamente entregada llevándolos a un delicioso éxtasis de complaciente placer que los dejó gozosamente exhaustos- ¡Mi chiquita adorada, tendremos que casarnos pronto o yo ya no podré soportar estar cerca de ti y no poder tocarte!- suspiró complacido recostándose extenuado a su lado y se rieron dichosos besándose amorosos- ¡¡Ahora sí que se hace tarde corazón!!- anunció alertado y se levantaron raudos vistiéndose presurosos y divertidos entre risas joviales.
Llegaron a la casa y todo estaba apagado y en silencio aún. Delante de la puerta del cuarto de Marina, Guillermo la volvió a abrazar apasionado y se besaron entregadamente ardorosos mientras ella abría su puerta; él se quedó boquiabierto al descubrir a Norma en su cama, estaba dormida y parecía un ángel
-¿Y esta qué hace ahí?- indagó sorprendido, Marina sonrió divertida
-Es muy habitual en ella venirse a mi cama; seguro que me estuvo esperando para avasallarme a preguntas pero el sueño le pudo- murmuró amorosa
 -Pues empieza a quitarle esa costumbre, ese sitio ya es mío- murmuró meloso besándola ardiente en el cuello y se rieron entrañables- hasta mañana mi amor- le murmuró amoroso besándole dulcemente los labios y se dirigió a su cuarto que era al final del pasillo junto a su despacho.
Marina se desnudó silenciosamente y se metió con cuidado en la cama, Norma se movió levemente -Marinita ¿qué hora es?- murmuró entre sueños abrazándose a ella
-Temprano aún cielo, vuelve a dormirte- le susurró amorosa
-¿Qué tal lo has pasado?- preguntó adormilada
-Bien… Maravillosamente bien- respondió feliz.
 -Me alegro- musitó dichosa afianzándose más al cuerpo de su hermana y continuó durmiendo tranquilamente
Se despertó a las once y media, la casa estaba silenciosa a comparación de cómo estaría la suya a esas horas. Norma no estaba con ella ya. Se frotó la cara para despejarse y vio el anillo, lo observó feliz y sonrió dichosa. Se sintió el cuerpo cansado y gustosamente dolorido mientras se dirigía al baño y se dio una ducha. Salió del cuarto y ya los vio a través de la cristalera sentados en la terraza del jardín. Norma hablaba y sonreía divertida con Beatriz ojeando su bloc de dibujo mientras Rubén y Gus hablaban interesados con Guillermo sobre un libro que él sujetaba en las manos. Se quedó embelesada mirando a Guillermo. Amaba a aquel hombre con todo su ser. Aquel hombre que no solo era atractivo y tenía un cuerpo de escándalo, sino que además era tan cariñoso y tenía una paciencia infinita con los muchachos; sobre todo con sus dos hermanos que habían sido tan celosamente intransigentes con él. Y era tan fuerte y tan dulce al mismo tiempo, como se lo demostrara anoche… Anoche… esbozó una sonrisa feliz al recordarla y un estremecimiento de placer le recorrió el cuerpo sintiendo como su bajo vientre se cargaba de deseo de nuevo ambicionando sentirlo dentro suya de nuevo.

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