domingo, 8 de junio de 2014

El domingo, Betty quedó desconcertada cuando vio aparecer a su hermano vestido para salir; recolocándose bien el cuello de su chaqueta de ante sobre una camisa blanca que llevaba por fuera de los pantalones de pinzas marrones, elegante pero informal
-¿Vas a algún lado cielo?- indagó curiosa
-Tengo un compromiso, pero regresaré pronto; te lo prometo- respondió ameno besándola tierno en la frente
-¿Vas a trabajar también en domingo?- protestó cariñosa y él le sonrió tranquilizador
-No preciosa, he quedado con Marina para tomar algo- su hermana sonrió pícara- no empieces ya a hacerte ideas raras en esta cabecita loca que solo la invité como agradecimiento por haber sido tan amable el domingo- se defendió raudo y su hermana rió divertida
-No te pongas tan a la defensiva que yo no he dicho nada- exclamó burlona
-No, pero tu “sonrisita” me lo ha dicho todo- remarcó fastidiado y, besándola de nuevo en la sien, se fue de la casa dejando a Beatriz riendo complacida
Norma observaba apoyada en el marco de la puerta como su hermana escogía ilusionada ropa en su armario sin decidirse por ninguno. La miró detenidamente, nunca la había visto así, tan entusiasmada y nerviosa, y aquel brillo alegre en sus ojos... Se sentía incómoda por su comportamiento egoísta sin haber pensado nunca en sus sentimientos como bien le había hecho ver Guillermo. La pobrecilla apenas había tenido vida propia en aquellos años siempre atenta a ellos… Y Gus tenía razón ¿por qué no darles una oportunidad?
-Ponte el de cuadros negros y blancos Marinita- dijo de pronto adentrándose en el cuarto de su hermana que la miró insegura y ella le sonrió cariñosa- De verdad, el de cuadros te queda muy bien -¿Lo dices en serio o quieres que vaya como un espantapájaros?- repuso desconfiada, ella le sonrió franca y sincera
-De verdad boba- contestó dulcemente. Marina suspiró desazonada y se lo probó observándose en el espejo: su escote en corazón con tirantes anchos que se cruzaban atrás dejando media espalda al aire, el cuerpo ceñido hasta la cintura y una falda con vuelo y gran caída; le quedaba realmente bien. La miró agradecida y se sonrieron entrañables. Marina se acercó a su hermana y le tomó cariñosa la cara entre sus manos
-¿A qué viene este cambio, corazón?- curioseó intrigada, ella movió los hombros despreocupada sonriéndole dichosa
-Si no puedo remediarlo, por lo menos que te vea guapa ¿no?- contestó indiferente pero sus ojillos le decían a Marina que estaba complacida con aquella cita; la besó amorosa en la mejilla- ¡Pero si intenta pasarse un pelo, nos lo dices y se la verá con nosotros!- agregó prevenida, Marina sonrió divertida y volvió a besarla tiernamente.
-¡¡Dios ¿esa es mi hermana?!!- bromeó cariñoso Rubén al verla salir del cuarto, ellas sonrieron dichosas- No me gusta nada que vayas así, estás demasiado bonita- repuso incómodo
 -No te pongas celoso- le recriminó Norma- Hoy la dejaremos divertirse, pero pobre de él como quiera propasarse- Se rieron solazados. Norma le entregó el bolso a su hermana- ¿Nos vamos? -¡¿Vais a estar abajo vosotros también?!- se inquietó nerviosa Marina, ellos rieron explayados
-No te preocupes, nosotros nos vamos al parque ¡tengo una apuesta que ganarle al enano!- expuso divertida Norma sujetando a su hermano con el brazo por el cuello y saliendo al rellano. Al salir del ascensor lo vieron esperándola ya con las manos en los bolsillos de su pantalón apoyado sobre su coche gris metalizado. Marina lo observó, estaba muy atractivo y realmente era muy guapo. Su corazón comenzó a latir apresurado
 -La verdad es que hay que reconocer que el tío está bien bueno- comentó efusiva Norma, Marina sonrió complacida
-¡A cualquier cosa le llamáis vosotras tío bueno!- protestó incómodo Rubén- Buenísimo es el coche, menuda máquina se gasta el tío- añadió entusiasmado, se rieron entrañables y salieron a la calle, él se enderezó al verlos. Le sonrió encantado a Marina mientras la miraba cautivado, estaba realmente hermosa
-¿Al final os habéis decidido a venir?- preguntó agradado a los muchachos
-¡Más quisieras, pero tenemos mejores cosas que hacer!- se burló divertida Norma y se sonrieron entrañables todos
 -¿A dónde vais a ir?- preguntó curioso Rubén mirándolo desafiante
-Al paseo marítimo ¿estás de acuerdo?- le habló sincero y afable, el muchacho aceptó complacido. A Marina le daba la risa e intentaba aguantarla para no enfadar a su hermano. Guillermo sonreía divertido observando su esfuerzo por no reírse. Le abrió caballeroso la puerta del copiloto para que Marina entrara cerrándola suavemente después- ¿Queréis que os acerque a algún sitio?- se ofreció amable mientras rodeaba el coche hacia su lugar ante el volante
-¡¡Vale!!- contestó raudo y entusiasmado Rubén abriendo la puerta trasera del coche
-¡¡Si vamos ahí a lado, Rubén!!- le recriminó Norma pero él ya se acomodara dentro. Ella entró disgustada y Guillermo y Marina se sonrieron divertidos
-¡¡Menudo cochazo tío!! ¿Es un dieciséis válvulas, no?- exclamó Rubén entusiasmado con el coche -Eso dijeron, aunque no entiendo mucho de coches la verdad- le contestó ameno
 -¡Jopeé, colega; es una preciosidad! ¿Automático no?- se interesó gustoso mirándolo interesado por el espejo retrovisor
-Ajá- respondió sonriéndole amistoso y él le correspondió recostándose contra el respaldo
-Es una auténtica belleza tío- expuso maravillado acariciando deleitado sus sillones de cuero negro, Guillermo sonrió agradado; parecía que, por lo menos a Rubén, se lo estaba ganando gracias al coche- Y estos asientos de cuero son la leche ¿Es muy cómodo verdad?- inquirió inocente, Guillermo sonrió pícaro
-Para conducir sí, no probé nada más… aún- respondió malicioso sonriéndole burlón a Norma por el espejo retrovisor que le echó una mirada irritada
-¡Tú eres idiota, vamos! ¡¡Solo es un coche tío!!- le reprochó enojada Norma a su hermano que la miró sin comprender y Guillermo rió divertido- ¡Deja ya las preguntitas tontas de una puñetera vez ¿quieres?!- protestó fastidiada
-Para lo que entiendes- exclamó déspota su hermano y Guillermo volvió a reír entretenido
 -Puedes déjanos por aquí- le indicó amena al llegar al parque; mientras bajaban del coche, Guillermo descubrió a Gus que lo saludaba animoso, él respondió a su saludo agradado
 -¡Vaya, si está Gus esperándoos! No sabía que habíais hecho tan “buenas migas” ¿a él no le arañas gatita?- se burló socarrón mirando pícaro a Norma, ella lo miró desafiante
-No lo estropees anda… que ibas bastante bien aguantando con tanta paciencia a este burro- le reprochó fastidiada pero le sonrió entrañable agradando a Guillermo; parecía que también empezaba a aceptarlo.
 Llegaron al paseo y caminaron despacio uno junto al otro por la ancha acera. Era una tarde preciosa y había mucha gente paseando aprovechando aquel bonito día. Al llegar a una multitud, Guillermo la tomó amable de la mano para que no los distanciaran. Marina sintió un cosquilleo encantador al notar su mano sujentando la de ella. Aunque ya habían pasado, no la soltó y siguieron paseando agarrados de la mano.
 La tarde pasaba de prisa, demasiado para disgusto de ambos. Marina le comentaba entusiasmada de sus hermanos y él oía entretenido y feliz mientras paseaban distraídos por el paseo.
-Llevas toda la tarde hablando de tus hermanos ¿no me vas a contar nada de ti?- expuso cariñoso, se sonrojó abochornada
 -Discúlpame- se excusó ofuscada, él le sonrió dulcemente- De mi no tengo nada que contar la verdad- añadió cordial
-Algo habrá- repuso divertido- Por ejemplo ¿qué te gusta además del arte y la literatura?- preguntó interesado, ella le sonrió entrañable
-Pues no sé ¿la cocina?- comentó agradada y él sonrió animoso
 -No lo sé, dímelo tú- replicó gustoso y se sonrieron alegres
 -Pues sí, me gusta mucho cocinar; y ver atardeceres, pasear… No sé qué decirte la verdad, mi vida es demasiado sencilla y monótona; aburrida más bien- repuso abochornada
 -Pero ya sé más de ti ¿ves?- se rieron entrañables
 -¿Y a ti? ¿Qué te gusta a ti?- le preguntó intrigada; él la miraba encandilado, le sonreía con aquella bonita sonrisa que le iluminaba su rostro hermoso y le formaba aquellos hoyuelos divertidos en las mejillas
-¿A mi? Pues mi trabajo me gusta mucho; también me gusta la buena cocina, aunque más comerla que prepararla- explicó resuelto y se sonrieron divertidos- y también disfruto con un bonito atardecer paseando junto una buena compañía- declaró complacido mirándola dulcemente con aquellos grandes ojos negros, se volvieron a sonreír- disfruto mucho con la compañía de mi hermana y nuestras charlas diarias después de cenar y antes de acostarnos… Ya ves, tampoco tengo una vida muy complicada- declaró sencillo y se rieron divertidos.
 -¿Y en qué trabajas que te gusta tanto?- indagó curiosa, él tomó aire profundamente esquivando su mirada
-Soy fiscal- respondió apagadamente sospechándose en ella una reacción como la de Norma
-¡Oh, lo siento!- murmuró abochornada y él la miró confundido
-¿Por qué?- preguntó extrañado
-Por lo que dije de tu profesión el domingo pasado- expuso cohibida sonrojándose avergonzada, él sonrió deleitado; era tan encantadoramente dulce
-No cielo, al contrario- repuso besándola tierno en la mano que aún llevaba sujeta, Marina lo miró desconcertada- fuiste una de las pocas personas que supo explicar realmente lo que sentimos los que nos dedicamos a esto, no es fácil dormirse algunas noches pensando si realmente has tomado la decisión adecuada a pesar del arduo trabajo que has realizado; solo me dolió una cosa de las que dijiste…- expuso y la miró cariñoso a los ojos- que me veas tan frío y duro como has dicho que somos los que nos dedicamos al derecho- aclaró, ella sonrió amena
-No, a ti no te veo así; por eso nunca me hubiera imaginado que serías fiscal- declaró sincera y se rieron alegres
A las diez, la devolvía a casa. La acompañó caballeroso hasta el portal y esperó a que ella lo abriera. -En casa ya, sana y salva a una hora prudente para que la gatita no me arañe- bromeó ameno y ella rió divertida mirándolo amorosa a los ojos.
 -No es tan fiera como piensas, al contrario, es un ángel con un corazón muy grande; solo que le cuesta mucho abrirse a desconocidos- la defendió llena de cariño y ternura, Guillermo sonrió enternecido
-Lo sé, algo me dice que se parece más a ti en eso que a Rubén- expuso acariciándole dulcemente la mejilla con el revés de su mano y ella se mordió inquieta el labio. Se quedaron mirándose sin poder apartar sus miradas cautivadas en los ojos del otro. Se sonreían tiernos aunque sin hacer ningún intento de irse ninguno de los dos, parecía como si no quisieran acabar la velada aún- Creo que será mejor que subas o no me iré nunca- resolvió al fin tomando aire profundamente y la besó cariñoso en la mejilla, ella sonrió complacida.
-Hasta mañana entonces- musitó encandilada por aquel bello y tierno detalle que hizo que sus ojos brillaran emocionados desconcertando a Guillermo que le sujetó la barbilla tiernamente elevándole su dulce rostro un poco más hacia él
-Eres tan bonita y tienes una mirada tan dulce Marina…- murmuró apasionado mirándola a los ojos que lo observaban tan cándida e inocente que lo sobrepasaba y la besó dulce y cálidamente en los labios. Inquieto por su reacción, la miró a los ojos pero ella se quedara mirándolo sin saber qué decir o hacer- Dios Marina, no me mires así o yo…- musitó ardiente y le sujetó raudo por la nuca atrayéndola a su boca besándola de nuevo pero más intensamente, abriéndole sutilmente sus labios con su lengua para poder invadírsela gustoso saboreando complacido aquella deliciosa boca. Cuando se retiró, ella lo miraba tan maravillada y asombrada que lo dejó confuso por aquella expresión extraña de su rostro- Lo siento si te he molestado- inquirió turbado, ella negó con la cabeza suavemente
 -No me has molestado- inquirió fascinada y él la miró más confundido aún
 -Entonces ¿Qué pasa Marina?- interrogó extrañado
-Es que… nunca me besaran así- murmuró embelesada, él la miró desconcertado
-¿Así cómo?- indagó curioso
-Así, como tú lo has hecho ahora- expuso mirándolo extasiada
-Me estás tomando el pelo- repuso incrédulo, ella negó con la cabeza- ¿Cómo no iban a besarte nunca Marina? eso no es posible…- repuso receloso pero ella volvió a negar
-No, nunca- se sinceró cohibida, él abrió atónito sus ojos- ya te dije que mi vida es muy monótona y aburrida- se defendió avergonzada por su mirada incrédula
-Una cosa es que tu vida sea aburrida y otra que nunca te besaran Marina- expuso receloso
 -Pues no; con dieciocho años tuve que hacerme cargo de mis hermanos y solo me dediqué a ellos dejando todo lo demás a un lado…- reveló serena pero avergonzada, él no salía de su asombro y le sonrió encandilado
-Tus hermanos siempre antes que tú ¿no?- expuso cariñoso acariciándole tierno la mejilla y ella sonrió entrañable- Pues ya no podrás decirlo nunca más- y la volvió a besar amoroso y dulce; ella ahora sí entreabrió sus labios tímidamente y Guillermo le abordó la boca invadiéndosela con íntima delicadeza y tiernamente delicioso mostrándole sutilmente toda la pasión y el ardor que un beso puede transmitir. Aquel maravilloso beso hizo que Marina se sintiera transportada a otro mundo donde solo estaban ellos sin importarle nada más. Su cabeza era un torbellino de emociones y sentía una invasión de sensaciones encantadoras por todo su cuerpo sintiendo la calidez de la lengua de Guillermo enredando con la suya y el sabor delicioso de su boca. Aquella cantidad de sensaciones y emociones la embriagaron de tal manera que, cuando Guillermo cesó de besarla, se sintió mareada y la embargó una pena y un gran desasosiego, su boca quería más. Abrió los ojos y él la miraba amorosamente tierno mientras le sonreía fascinado- Eres tan dulce e increíblemente inocente que es sorprendente- murmuró deslumbrado Guillermo. Ella le sonrió cautivad - Dios, como desearía quedarme así, saboreando tu deliciosa boca toda la noche- siguió susurrando mientras le acariciaba los labios suavemente con los suyos y Marina sintió unos deseos inaguantables de que la besara de nuevo- Pero tengo que portarme bien y devolverte a su hora o tus hermanos no me dejarán salir contigo de nuevo el sábado que viene- repuso esperanzado con un toque divertido, ella lo miró sorprendida y él sonrió entrañable- ¿Querrás cenar conmigo el sábado?
-¿El sábado?- inquirió apenada- No cierro hasta las ocho y, además, dejarlos solos por la noche…- manifestaba abatida, él la acalló con un beso dulce en sus labios
-Son mayores ya Marina, y es hora de que vivas un poquito tú ¿no crees? Además, te prometo que regresaremos pronto; solo a cenar, por favor- la animó esperanzado y ella sonrió radiante- ¿Eso es un sí?- repuso ilusionado, ella afirmó con la cabeza convencida; sus ojos brillaban ilusionados y Guillermo se sintió dichoso y extrañamente emocionado como cuando era adolescente- Genial entonces, te recogeré a las diez- expuso entusiasmado, se besaron de nuevo y Marina se sintió otra vez inundada de aquel delicioso goce; ya respondía algo más decidida y Guillermo se sintió encandilado por aquella cándida entrega.

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