sábado, 28 de junio de 2014


La encontró en el estudio lavando los pinceles, se le acercó despacio
-¿Podemos hablar sin que me muerdas?- preguntó amable, ella lo miró de soslayo
-Depende- respondió esquiva y él rió divertido
-Vengo a pedirte disculpas por lo del otro día… Tenías razón, soy egoísta e imbécil y me hice una impresión errónea antes de conoceros- expuso entrañable, ella lo miró fijamente a los ojos, desafiante y con un bello brillo en ellos que hizo palpitar el corazón de Hugo, aquella muchacha era realmente preciosa y aquellos ojos seducían al más pintado
 -Gilipollas- exclamó serena y él la miró sorprendido- Te llamé también gilipollas además de imbécil y egoísta- aclaró estoicamente y él rió divertido de nuevo, Norma se fijo que tenía una risa muy bonita y un hoyuelo en la barbilla que se remarcaba aún más al reírse; ella también rió alegre.
 -Cierto, gilipollas… Lamento mucho haber sido tan descortés con vosotros, reconozco que sois buenas personas ¿estoy perdonado?- preguntó animado
-No sé, aún es pronto…- respondió vanidosa- por ahora lo vas haciendo bastante bien… esperemos a que acabes, no vaya a ser que metas la pata nuevamente- aclaró resuelta y él la miró extrañado
-No iba a decir nada más- expuso desconcertado y ella lo miró sorprendida
 -¡¿Ah no?!- se extrañó irónica dejándolo aún más confuso
-No… ¿qué más debo decir?- preguntó confundido observando como aquellos bellos ojos azules chispeaban burlones y su boca bien formada cuyos labios contraía intentando disimular una sonrisa que se le escapaba; él sonrió divertido- ¿Te estás burlando de mí, verdad?- indicó impreciso acercándose a ella, Norma abrió aún más sus grandes ojos simulando sorpresa, eran tan expresivos como hermosos- ¡¡Te estás riendo de mí!!- aclaró definitivo y desenvuelto, ella no aguantó más y soltó una sonora y alegre carcajada iluminando su bello rostro- Eres increíble…- dijo turbado acercándose aún más a ella- eres realmente desconcertante y… tan bonita- remató y la besó; la besó apasionado y ansioso, tomándola firmemente por la cintura y aprisionándola contra su cuerpo; Norma lo miraba confundida sin moverse ni un ápice- Tan atrayente y bella como salvaje- susurró acariciándole suavemente sus labios con los de él, ella entreabría su boca anhelosa y suspiró ambiciosa; Hugo sonrió complaciente y la besó de nuevo apasionado e impresionante entregándose ella anhelosa y complacida; pero de pronto, él la soltó y Norma perdió levemente el equilibrio, se tambaleó hasta que pudo sujetarse a la mesa que tenía a su espalda; él reía satisfecho y gozoso- No se debe reír uno de la gente más mayor, sabemos cómo tomarnos la revancha- comentó divertido, sonrió dichoso y salió del estudio dejándola desconcertada, sofocada y confundida. Aquel beso la había hecho sentir cosas extraordinarias que hacía tiempo no sentía con Gus, los labios le ardían aún y su embriagador perfume aún la envolvía turbándola. Un gran deseo de volver a besarlo le recorrió el cuerpo produciéndole un exquisito escalofrío de placer; se sujetó aún más fuerte a la mesa para no perder el equilibrio pues las piernas le temblaban.
 Los días siguientes ella se sentía muy gusto con su cercanía, un simple e inocente roce de brazos le producía un escalofrío de placer que le recorría por la espalda y le erizaba la piel. Intentaba disimular pero la sonrisa burlona en el rostro de Hugo le hacía entender que sí se daba cuenta de su perturbador estado; decidió huir de su proximidad, esquivaba todo contacto o cercanía con él acercándose más a Gus. Era más coqueta y amorosa con él pero no podía evitar comparar sus besos con el de Hugo y no tenía comparación; Hugo besaba maravillosamente y sabía excitar a una mujer como nadie. Tenía que hablar con Marina, echaba de menos sus charlas nocturnas y tenía que contarle tantas cosas, preguntarle tantas dudas… Delante de su puerta, indecisa, golpeó suavemente. La entreabrió y se asomó levemente, ella estaba recostada sobre unos mullidos cojines contra el cabezal de madera con un libro en las manos, sonriéndole cariñosa
-¿Qué tienes cielo?- le inquirió dulcemente
-¿Puedo hablar contigo un momento? Sé que Guille está liado en el despacho por un ratito- comentó entrando en el cuarto, Marina la miraba cariñosa y descubrió la cama a su lado invitándola a acompañarla; Norma sonrió dichosa y se deslizó debajo de las sábanas junto a su hermana abrazándose a la cintura de ella como ya no hacía mucho tiempo y extrañaba terriblemente; inspiró profundamente para captar su aroma y sonrió feliz- ¡Cuánto echaba de menos estar así a tu lado, Marinita!- repuso satisfecha, su hermana sonrió encantada y la recogió amorosa entre sus brazos capturándola contra su pecho mientras le acariciaba el rostro suavemente
 -Yo también empezaba a extrañarte, mi corazón- repuso embargada besándola en la frente sonriéndose felices- ¿Qué te preocupa, cielo?- Norma la miró sorprendida por aquella pregunta y ella le sonrió suavemente- Llevas unos días muy extraña, esquivas a casi todo el mundo y solo buscas la compañía de Gus pero no se te ve contenta… estás distraída, ensimismada… y él también se dio cuenta y lo pregunta a menudo…- le elevó el rostro empujando suavemente el mentón de la muchacha y la miró a los ojos. Los ojos de Norma se inundaron de lágrimas preocupando a Marina- ¿Qué tienes mi cielo?
-Nada y de todo, Marinita- repuso en un murmullo recostando su cabeza contra su pecho escondiendo su rostro lloroso, Marina la abrazó amorosa contra ella mientras la besaba consoladora en el pelo- ¿Alguna vez has dudado del amor que le tienes a Guille y te has preguntado si no te habrás equivocado?- Marina se asombró de la pregunta
-No, corazón; nunca hasta ahora- respondió indudable y absoluta- ¿A qué viene esa pregunta?- Norma la miró a los ojos, estaba entristecida, arrepentida y muy insegura
-Yo creo que sí- repuso angustiada
-¿Dudas del amor de Guille por mi o del mío por él?- inquirió preocupada y perturbada, Norma sonrió levemente
-No mujer, no me refiero a vosotros- expuso entrañable- a Guille se le ve enamoradísimo de ti y de ti no creo que nadie tenga dudas- notó como su hermana resoplaba tranquila y sonrió cariñosa- Me refiero a mí y a Gus
-¿Dudas del amor de Gus? Yo lo veo muy entregado por todo lo tuyo y preocupado por lo que te suceda… No tengo dudas de que te quiere de verdad, cielo
-Pero yo sí dudo de mi amor por él…- murmuró desalentada, Marina guardó silencio impresionada por su confesión- Creo que me lancé demasiado rápido y no lo pensé bien… Creo que es cariño y no amor lo que siento por él Marina- la volvió a mirar a los ojos, Marina estaba desconcertada- ¿O será que se acabó el amor que sentía, Marinita?
-No logro entenderte aunque lo intento, corazón- confesó aturdida- ¿Qué ha cambiado? ¿Qué pasó para que dudes así de tu amor por él?
 -Lo intento Marinita, te juro que lo intento… pero ya no es igual, ya no me llena- expuso ensombrecida- sus caricias no me erizan la piel como hacían antes, como si mi cuerpo se acostumbrara a ellas y ya no las precisara… Sus besos no me sacian, no me transportan a otro mundo como hacían antes… no como él- murmuró ensimismada y Marina notó como se estremecía entre sus brazos
-¿No cómo quién, Norma?- inquirió curiosa pero ella guardó silencio- Norma ¿con quién más te has besando?
-Solo fue una vez- rumoreó avergonzada, la miró de pronto con los ojos brillantes y entusiasmados- ¡Pero que beso, Marina! ¡La piel se me puso como escarpias y la cabeza me daba vueltas, las piernas me temblaban tanto que creí no poder sostenerme…!- hablaba apurada, asombrada, maravillada, los ojos le relucían entusiasmados
-Norma- le recriminó pasmada- ¿Qué me estás contando? ¿Es qué nunca has sentido todo eso con Gus?
-Sí… pero solo al principio ni tan intensamente; ya hace mucho tiempo que no…- miró fijamente a los ojos de su hermana inundándoseles de lágrimas- Marina ¿no estaré tan enamorada de Gus como pensaba? ¿Habré cometido un serio error al entregarme así a él y no haberlo pensado más?- lloraba angustiada, su hermana le acarició la mejilla amorosa apartándole los mechones que le cubrían las sienes
-Cielo, tú te entregaste a Gus porque estabas enamorada y lo decidiste sin presiones, porque así lo deseabas; lo hecho, hecho está y no tiene vuelta atrás… Si resulta que Gus no es el hombre de tu vida y aparece otro, lo comprenderá si te ama realmente; no es el fin del mundo- explicó amorosa- pero antes de romper con Gus, debes asegurarte de lo que sientes por ese otro cielo, no vaya a ser un deslumbramiento momentáneo, solo fue un beso cariño mío; quien te dice que no sea solo algo pasional, que no te cogió en un momento de debilidad y sentiste todo eso por placer y no por amor, que no es un deseo corporal y no un sentimiento profundo como el que tienes por Gus
-¿Y por qué ya no siento todo eso con Gus, Marina?- increpó entristecida
-No sé corazón… ¿La rutina?- comentó aturdida- A veces pasa, estáis todo el día juntos y puede que se apagara un poco esa ilusión de la seducción y de lo prohibido; no tenéis esa ansía por veros ni la terrible angustia de que las horas pasan y os debéis separar de nuevo… Al vivir juntos y aquí encerrados, puede que perdieras algo esa ilusión de aprovechar al máximo eses breves momentos juntos
 -¿Tú crees?- preguntó desconcertada
-Cielo ¿después de que ocurrió todo eso, qué hiciste?
-Busqué a Gus, intenté encontrar otra vez esa magia con él y sigo intentándolo, te juro que lo intento -¿Lo ves, corazón? buscas encontrar otra vez todo eso con él… deseas volver a encontrarlo entre sus brazos y no en los de ese otro que te besó, eso significa que quieres Gus; dale tiempo a las cosas cielo, todo se te aclarará cuando menos lo esperes pero no debes agobiarte ni agobiarlo a él; proponle veros menos, no estar tanto juntos… Volver a sentir esa ansia y la ilusión de encontraros
-¿Crees qué funcionará?
-O para bien o para mal, funcionará cielito- ella la miró extrañada- o te darás cuenta de que lo echas de menos o te darás cuenta de que te da igual, en ambos casos encontrarás tu respuesta, corazón- ella se recostó contra su pecho satisfecha y así se quedaron largo tiempo, calladas, mientras Marina le acariciaba tierna su cabeza; al poco, notó como la respiración de Norma se ralentizaba, se había quedado dormida. La besó amorosa en el pelo y retomó su libro concentrándose en la lectura. Guillermo llegó al cuarto para acostarse y se quedó parado bajo el dintel sorprendido por la presencia de Norma en su cama, las miraba intrigado y Marina le sonrió cariñosa
-¿Y esto?- inquirió divertido- ¿Qué hace aquí la gatita?
-Estuvimos charlando y se quedó rendida- expuso amorosa- Pero no te preocupes, ahora la despierto- aclaró resuelta
-No cielo, déjala estar; no la despiertes- la detuvo dulcemente, ella lo miró extrañada
-¿No me irás a dejar aquí sola?- inquirió preocupada, él sonrió dichoso acercándose a Norma
-Ni loco duermo sin ti a mi lado cielo mío- aclaró rotundo besándola tierno en los labios y se sonrieron agradados- la llevaré con cuidado a su cama- expuso tomándola suavemente en brazos, se la llevó a su cuarto regresando al poco tiempo; se acostó a lado de Marina- ven aquí mi dulce caramelo- expresó amoroso envolviéndola tierno entre sus brazos besándola apasionado en la frente- ¿cómo se te puede ocurrir la absurda idea de que vaya a dormir lejos de ti? Si todo el día estoy esperando deseoso este momento- se sonrieron enamorados besándose amorosos. Hicieron el amor apasionada e intensamente, quedándose gustosamente complacidos. Marina, cobijada amorosamente entre sus brazos, jugaba distraída con el vello de su pecho; él la besó en el pelo amoroso- ¿En qué piensas mi vida?- inquirió curioso, ella lo miró melosa sonriendo dulcemente
-Guille ¿Siempre nos amaremos así o algún día perderemos esta pasión?- preguntó intrigada recordando la conversación con Norma, él la miró inquieto ¿acaso estaba nuevamente desatendiéndola sin darse cuenta y aquellas absurdas ideas de Rubén la estaban agobiando ahora a ella?
 -¿A qué viene eso mi ángel? ¿Acaso dudas de mi amor por ti?- indagó desazonado, Marina sonrió feliz negando enérgica con la cabeza y él la besó tierno en la frente- ¿Entonces?
-No me hagas caso, cielo- resolvió despreocupada recostándose sobre su pecho nuevamente besándoselo amorosa
-No Marina, a algún motivo vendrá ese comentario vida mía- insistió inquieto tomándola por el mentón obligándola a mirarlo, ella sonrió dulcemente
-A que soy tan inmensamente feliz que me da miedo, nada más- declaró sincera y apasionada, se sonrieron complacidos
 -También yo amor mío, por eso no tengo dudas de que nos amaremos siempre ¿vale? así que aleja esas bobas ideas de esta linda cabecita- expresó meloso y, sonriéndose dichosos, se besaron embelesados
-Guille, quiero volver a la librería- murmuró recelosa de su reacción; pero él no dijo nada, solo le acarició tiernamente la espalda; lo miró a los ojos intrigada, él tenía la mirada perdida y estaba serio- ¿me has escuchado?
-Sí cielo, siempre te escucho aunque a veces no lo parezca- remarcó rotundo besándola tierno en los labios, ella sonrió deleitada- Pero mi ángel… ¿Acaso no estás bien aquí?
 -Sí mi vida, y estoy muy contenta de cómo Alicia lo está llevando todo, pero necesito regresar- aclaró animada
-¿Por qué? Creo que ya tienes bastante trabajo aquí aunque Tina te eche una mano y no creo que sea conveniente que te agotes demasiado en tu estado mi vida- expuso preocupado acariciándole dulcemente su pequeña pancita que empezaba ya a notarse, ella sonrió encandilada posando su mano sobre la de él
-Estoy bien Guille, ambos estamos muy bien; así que estate tranquilo- contestó cariñosa besándolo amorosa en los labios, él sonrió relajado- pero necesito regresar por dos motivos: uno, quiero adelantar trabajo y dejarlo todo organizado para que, cuando nazca nuestro bebé, esté tranquila en ese aspecto; y dos y más importante… ¡¡la pobrecita de Ágata Guille!! ¡¡Sabrá Dios cuanto lleva sin comer debidamente!!- añadió preocupada, él sonrió enternecido
 -De nuestra querida Ágata ni te preocupes que me estoy encargando yo de que nada le falte- declaró amoroso y ella le sonrió dichosa
-¿De verdad mi vida?- se entusiasmó mirándolo deleitada
 -Claro mi ángel ¿acaso pensabas que iba a dejar olvidada a mi brujita preferida?- inquirió tierno mientras le acariciaba dulcemente la mejilla y ella sonrió feliz, aquel hombre era lo más maravilloso del mundo- Y referente a lo otro, aún tienes más de cinco meses para solucionarlo vida mía, no corre ninguna prisa ¿no crees?- resolvió despreocupado, ella hizo una leve mueca desconforme suspirando profundamente al tiempo que se recostaba de nuevo sobre su pecho- ¿Qué pasa ahora mi chiquita?- expresó arrastrando las palabras desarmado y ella sonrió amena mirándolo melosa
-Es que los chicos y Betty pronto comenzarán el curso nuevamente Guille; y tú te irás ya todo el día a los juzgados… me voy a quedar aquí sola…- protestó mimosa mirándolo embaucadora, él rió deleitado abrazándola apasionado contra su cuerpo
 -Serás zalamera…- expresó seducido besándola amoroso en la frente y ella rió pícara- pero mi vida ¿no comprendes que a ti te necesito aquí mi ángel?- expresó tierno y ella lo miró confundida a los ojos- necesito que te quedes con Graciela y la sigas teniendo entretenida y relajada como solo tú lo estás haciendo cielo; si se queda sola con Hugo, empezará a pensar demasiado y puede agobiarse echándoseme atrás- expuso resuelto en un intento casi desesperado de sacarle aquella idea de salir, solo pensar que pudiera pasarle algo lo angustiaba…
-¿De verdad?- expresó sorprendida mirándolo atónita
-Claro mi ángel, solo tú con tu dulzura y tu ternura puedes seguir ayudándome cómo ya lo estás haciendo- recalcó satisfecho y ella sonrió complacida
-Está bien, me quedo entonces- decidió decidida acomodándose nuevamente sobre su pecho y él respiró más tranquilo; la besó amoroso en el pelo y apagó la luz resuelto ya dormirse- Guille- le murmuró cariñosa sin moverse de encima su pecho
-Dime cielo- repuso acariciándole nuevamente su espalda desnuda
 -Te quiero- dijo apasionada
 -No sabes cuánto me gusta oírtelo decir, mi amor- respondió emocionado y ella sonrió dichosa.
Los primeros que comenzaron a salir a diario fueron Guillermo y Betty; él a trabajar a la fiscalía y Betty para preparar el nuevo curso. No podían ir nunca solos, tenían un chofer fijo y siempre tenía que ser el mismo: Eduardo y Franco. Si alguna vez no era alguno de ellos el que se presentaba, tenían que dar aviso a la central antes de salir de la casa por muchas credenciales que presentara. Lo mismo les ocurría a ellos cuando tenían que salir a realizar las compras para el inicio de curso. Debían avisar de víspera a Andrés, su conductor destinado, de quienes saldrían y a dónde pretendían ir, y nunca se separaba de ellos en ningún instante. A los muchachos les divertía la nueva situación, bromeaban diciendo que ya parecían gente importante con guardaespaldas sacándole hierro al asunto pero a Marina todo aquello la hacía sentir muy incómoda, su férrea vigilancia la agobiaba.

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