martes, 3 de junio de 2014


Se dirigió a la cafetería del instituto y quedó alucinada, había un autoservicio con toda clase de platos distintos además de frutas y postres; en el otro centro había tres platos básicos y el resto lo sacabas de las máquinas expendedoras
-Pobre enano ¡Aquí disfrutaría mogollón!- se apenó por Rubén pues era un comilón empedernido aunque se preguntaba siempre en dónde metía toda la comida que devoraba pues estaba muy bien, nada gordo aunque sí muy fuerte.
Las mesas estaban casi todas ocupadas con los típicos grupos de instituto: los deportistas, haciendo alarde de su musculatura; los chapones, hablando en susurros para que nadie les oyera como si descubrieran algo súper importante y no quisieran que nadie se enterara; las tontas pijas que se creían el centro del mundo donde lo más importante era la pintura de labios y la laca de uñas; los radicales, con sus pintas estrambóticas… Un instituto más. Decidió sentarse sola ante la mirada fisgona de todos, pero hizo caso omiso y se centró en su comida
-Hola, soy Fran ¿me puedo sentar aquí?- le preguntó amable un chico frente a ella dejando ya la bandeja sobre la mesa y sentándose en la silla
-¿Para qué preguntas si ya lo estás haciendo?- repuso socarrona, él le sonrió entrañable
-¿Eres nueva, verdad?- confirmó distraídamente mordiendo su hamburguesa
-¡No que va!- denegó tajante- Estoy aquí desde principio de curso solo que era invisible... ¿Y tú idiota, verdad?- el muchacho la miró sorprendido- ¿No sabes entrar en conversación de otra manera que no sea tan ridícula preguntando lo obvio? ¡¡Quedabas mejor hablando del tiempo joder!!- siguió comiendo tranquilamente, el muchacho estaba desconcertado y no decía nada, solo la miraba embobado- Vamos a ver ¿Dijiste Fran, verdad?- él asintió- Quedaría mucho mejor así: Soy Fran ¿Cómo te llamas tú?- le explicó divertida- Yo me llamo Norma, te contestaría y comenzaríamos a hablar inteligentemente… Pero así como has hecho solo has quedado como un rematado idiota- le explicó tranquila y amable, él muchacho sonrió divertido
-¡Me caes bien!- aseguró alegre sonriendo explayado
-Lo que siempre digo: ¡¡los hombres sois incomprensibles!!- aseguró burlona y estupefacta acabando de comer
-Me fijé en ti en clase- comentó amistoso
-Pues yo en ti no, lo siento- aclaró serena
-Estoy dos mesas detrás tuya ¿no me has visto?- le explicó amable
-¡Mierda! ¡Me vuelven a fallar los ojos del cogote!- expuso preocupada golpeándose la nuca, se miraron a los ojos y se rieron divertidos
-¿Cómo has empezado a mitad curso?- le preguntó curioso
-Porque acabo de salir del correccional; en mi último instituto mate a un compañero plasta que hacia demasiadas preguntas- se acercó a él sobre la mesa y él puso atención- Pero chisss, eso no debe enterarse nadie- le murmuró cómplice posando su dedo índice sobre los labios, él muchacho la miró receloso primeramente pero luego se echó a reír explayado
-Me estás tomando el pelo- declaró más resuelto
-¡Vaya, que listo es mi niño!- se burló socarrona pellizcándole la mejilla y él rió divertido
-Si necesitas alguna ayuda cuenta conmigo- se ofreció amistoso
-¿Cómo sabes que no necesitarás tú la mia?- le preguntó ingeniosa descolocándolo de nuevo
-Vale ¿nos podemos ayudar mutuamente si necesitamos algo?- preguntó amable, ella le sonrió agradable
-Eso está mejor… De acuerdo- le ofreció la mano y él la estrechó- ¿Cómo no estás con un grupito? -Sí lo estoy ¿miras aquellos cuatro?- le mostró un grupo de cuatro, dos chicas y dos chicos, parecían más normales que el resto- Son Gabi, Helena, Marta y Dani; a ellos les daba corte venir pero están deseando conocerte
-¡Ah, y mandan al más inteligente! Pues eso no dice nada bueno de ellos- bromeó burlona y les saludó con la mano sonriendo amable; ellos también la saludaron y le sonrieron amistosos
-¿Quieres acompañarnos?- le ofreció animado
 -No, hoy ya he llenado mi cupo de conocer gente, gracias; mañana a lo mejor- él aceptó entusiasmado
-¿Para qué te llamó la directora?- inquirió curioso
-¿Qué parte de “liquidé al otro porque hacia demasiadas preguntas” no pillaste?- expuso señalándole con su dedo índice haciendo amago de apretar un gatillo y se fue del comedor.
La primera clase de la tarde era literatura. Al ver entrar a la directora en su silla de ruedas se quedó abatida, no se había dado cuenta en el despacho. Sintió una gran pena por ella, todas las personas con problemas o discapacitadas le hacían sentir mucha tristeza y la desconsolaban terriblemente
-Hoy empezamos con las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer- decía alegre y animada aunque un murmullo asqueado sonó por toda la clase- ¿Tienes tu libro, Norma?- consultó amable, ella se lo mostró- estupendo- se sonrieron entrañables- ¿A alguien le gusta la poesía?- preguntó alentada. Norma levantó su mano y se dio cuenta que era la única; se sintió abochornada poniéndose colorada al instante- Muy bien, Norma; veo que eres una chica sincera además de inteligente- la felicitó alegre- Solo una persona inteligente entiende y le gusta la poesía- todos murmuraban por lo bajo y Norma se sentía fatal, quería que la tragara la tierra- Sabrina comienza a leer por favor- pidió amable Beatriz. La muchacha comenzó a leer de corrillo, sin entonación, sin sentimiento; a Norma la estaba irritando oírla, y apretaba los labios fuertemente para no saltar pero no aguantó más
-¡¡Por el amor de Dios, cállate de una vez; si te oye mi hermana se hace el Hara Kiri!!- la amonestó furiosa poniéndose en pie, todos la miraron sorprendidos callando de repente. Beatriz la miró encandilada sonriendo levemente- ¡¡Tía, joder, que estás leyendo poesía no el periódico!!
 -¡¡Yo leo como me da la gana, idiota!!- le reprochó dolida la muchacha mirándola ofuscada
 -¡¡Pues lees como el culo, chica!!- le increpó irritada
-¡¡Basta!!- amonestó Beatriz golpeando la mesa con su libro, las muchachas la miraron sorpresivas- A ver, Norma: ya que dices saber, muéstranos cómo se lee poesía entonces- la incitó provocadora. -Encantada, cualquier cosa antes que seguir oyendo a esa momia- replicó déspota y comenzó a leer, era fantástico oírla; ponía gran sentimiento, con sus pausas dónde debía y su entonación perfecta. Beatriz quedó gratamente sorprendida y la oía encandilada. Igualmente ocurría con la clase, la escuchaban en silencio y prendidos de la bella poesía. Norma acabó y los miró a todos extrañada, sus compañeros la miraba absortos y encandilados
-¿Sigo o lo dejo?- le preguntó a Beatriz confundida de que todos la miraran tan raramente
-Sigue leyendo, por favor Norma- le pidió encantada y ella obedeció.
 -¡Tenías que oírla leer a Bécquer, Guille!- le decía emocionada a su hermano durante la cena, él la miraba entrañable sonriendo divertido- ¡¡Qué forma de entonar y colocar las pausas adecuadas!! ¡¡Cuánto sentimiento ponía en cada estrofa!!
-Que fastidio ¿no hermanita? Al final no era tan fiera la bestia como esperabas- bromeó él agradado -No lo sé, la verdad es que no lo parece- comentó serena
-Ten cuidado, a lo mejor es uno de esos lobos con piel de cordero- la avisó cariñoso
-No lo creo, pero me andaré con ojo- aseguró cariñosa- Habla mucho de su hermana y con una ternura increíble, deben tener una relación muy especial- reparó intrigada, él la miró extrañado -Tendrá una relación como cualquiera con su hermana- comentó tranquilo
-Eso creía yo al principio también… Pero cuándo Sabrina leía tan mal, saltó como una furia y le gritó: ¡Si mi hermana te oye se hace el Hara Kiri!- se rieron divertidos- La hermana debe inculcarle ese amor por la lectura- resolvió amorosa
 -Cosa que tú no lograste aunque lo intentaste- se burló él guasón
-¡Aún no me di por vencida hermanito!- aseguró señalándolo con su tenedor, se echaron a reír divertidos
-Hablando de lectura ¿qué tal el libro que te conseguí?- preguntó intrigado y su mente fue invadida por aquellos hermosos ojos de Marina y su hermoso rostro iluminado con aquella preciosa sonrisa -¡¡Maravilloso!! ¡¡Está impecable, gracias!!- se mostró entusiasmada y feliz- Solo debo repararle un poco las tapas pero, del resto, está impecable… ¿dónde conseguiste esa maravilla?
 -En la librería que te comenté- ella lo miró desconcertada- La de la chica con los hermanos gemelos -¡Ah, sí!- recordó de pronto- ¡La que el destino primero te la puso en tu camino ante un coche!
-¡¡No empieces con tus paparruchas del destino por favor y cenemos en paz!!- cortó él irritado, ella sonrió divertida
-Está bien, cambiemos de conversación entonces… ¿cómo va la exposición?- se interesó animada -¡Perfecto Betty!- se ilusionó él- en dos semanas es la inauguración ¿te animas a venir?
-No cielo, sabes que no me gusta ir el día de la inauguración; estará lleno de cotillas insulsos a los que les interesa más los canapés y el champagne gratis que las obras… eso te lo dejo a ti que eres el experto en tratar con gente de esa calaña- respondió esquiva y su hermano sonrió dulcemente
-Pero ¿vendrás algún día verdad?- se interesó esperanzado
-Claro corazón ¿no lo hago siempre? pero no el día de la inauguración y lo sabes- remarcó tajante -¡¡Te daría un soponcio si la oyes, Marina!!- decía Norma aprensiva en la cocina mientras su hermana preparaba la cena escuchándola deleitada, se la veía muy ilusionada con su nuevo instituto- ¡¡Aquello no era leer!! ¡¡Escupía las palabras!!
 -Bueno, pobrecilla; si nadie le enseñó no tiene la culpa, corazón- la defendió cariñosa Marina -¡¡Aquello no tiene perdón Marinita!! ¡¡El pobre Gustavo debía estarse revolviendo en su tumba al escucharla!!- repuso desconsolada y Marina le sonrió cariñosa
-Entonces, el nuevo insti bien ¿no?- le preguntó apesadumbrado Rubén
-¡¡Genial, enano!!- repuso entusiasmada, él bajó la cabeza apenado; ella se aproximó a él y lo besó en la mejilla; Marina la miraba asombrada- ¿Sabes que te eché de menos y todo?- añadió amorosa, él la miró entusiasmado- ¡¡Para darte una colleja!!- repuso de pronto pegándole en la nuca y se echó a reír divertida
 -¡¡Marina!!- protestó él dolorido
-Norma, por favor- inquirió Marina cansadamente
 -No en serio- lo agarró cariñosa por el cuello con su brazo- Me acordé mucho de ti; sobretodo a la hora de comer enano… ¡Tenías que ver pedazo de comedor tenemos!- comentó maravillada- ¡¡Tienes cientos de platos distintos a cual con mejor pinta!!
-¿Y has hecho amigos?- se interesó él cariñoso
-Ahí me pillaste enano, sabes que no soy muy dada a hacer amistades- expuso apenada- Se me acercó un compañero en la comida, pero es idiota… ¡Echo de menos nuestras conversaciones durante el almuerzo!- se sonrieron amorosos y se abrazaron- por cierto, tienes que ayudarme con la química… ¡Ahora no puedo copiarte los ejercicios!- se rieron los tres alegres- ¡Ah! ¿Sabías que la directora es la profesora de literatura?- le preguntó a su hermana
-No, no lo sabía- respondió Marina- Le va la profesión, parece una mujer tranquila y entrañable
-Sí que lo es- aseguró encantada Norma- ¿y sabías qué está en una silla de ruedas?- se apenó ensombrecida, su hermana la miró cariñosa, sabía que esas cosas le afectaban demasiado
 -Sí, eso lo sabía corazón- le respondió tierna
-¿Qué le habrá ocurrido?- preguntó absorta
-¡Ya está ésta buscando meterse en líos!- repuso Rubén picajoso
-¡Cállate enano!- le recriminó irritada
 -Quietos los dos- repuso autoritaria Marina- Tú no piques Rubén- lo avisó rotunda señalándolo firmemente con el dedo índice- Y tú no te metas dónde no te importa- ahora señalaba a Norma
-Tú siempre nos enseñaste que hay que hablar con propiedad, Marina- le recriminó Rubén socarrón, ella lo miró extrañada- Di: no te metas dónde no te llaman; no dónde no te importa… ¡Porque, conociéndola, sí le importa!- bromeó burlón y se volvieron a reír los tres.
Pasaron las semanas, Marina estaba realmente feliz, los mellizos parecían llevarse mejor que nunca desde el cambio de escuela de Norma. Se ayudaban cariñosos en las tareas diarias sin peleas ni protestas. A Norma se la veía más tranquila y sosegada, entregada al estudio nuevamente. Y Rubén había pasado aquel mal momento de su separación y parecía agradado con el cambio de su hermana. Todo parecía andar mucho mejor… sonrió encantada y observó todo el papeleo ante ella sobre la mesa de su oficina en la librería, suspiró profundamente; todo parecía ir mejor menos aquellas dichosas facturas, últimamente tenía que hacer auténticos malabares para cuadrar las cuentas, la librería sufría un grave bajón en las ventas…
-Marina- la interrumpió Cris en sus pensamientos entrando en su oficina, ella la miró intrigada- Ya llegaron los blocs de notas que Arturo encargó para el restaurante ¿se los llevas tú o voy yo?- le indicó animosa
-Voy yo que ya es la una, tú ve a comer- le habló resuelta, su compañera le sonrió agradecida recogiendo su abrigo del perchero en la oficina y se marchó.
-¿Hoy vas a comer a casa Guille?- se animó su secretaría al verlo salir del despacho con el abrigo de paño negro puesto
-No, quedé para comer con el juez Ventura, parece ser que tiene algo importante que quiere que hablemos; pero regresaré pronto Rita, aún quiero darle un último repaso al caso Vallejo antes del juicio de esta tarde- contestó ameno y la mujer movió desalentada la cabeza- ¿Te pasa algo corazón?- se interesó al verle hacer aquel gesto descorazonado
-Hijo, hasta tus citas para comer solo son de trabajo; un día de estos te aparecerá una úlcera- le regañó cariñosa y ambos se rieron divertidos, Guillermo la besó cariñoso en la frente antes de salir del despacho.
El centro se ponía imposible para aparcar a aquellas horas, no sabía por qué Vallejo había escogido un restaurante tan lejos de los juzgados cuando había por lo menos media docena mucho más cerca y hubiera podido ir andando… Al fin un hueco. Dirigió hábilmente su vehículo dejándolo aparcado a la primera. Se apeó presuroso y corrió hacia el restaurante examinando nervioso su reloj, no se retrasaba, perfecto; odiaba tanto llegar tarde como que le hicieran esperar… Dio vuelta a la esquina y se tropezó de frente con otra persona
-Disculpe, lo siento…- se excusó amable y ambos se miraron a los ojos- ¡¡Marina!!
-¡¡Guillermo!!- exclamaron al unísono y se echaron a reír divertidos- ¿Te vas tropezando con todo el mundo o es que tienes algo contra mí?- expresó chistosa
 -Pues realmente no suelo tropezarme con los demás viandantes, debo tener algo contra ti- expresó ameno y volvieron a reírse- ¿vive por aquí? Está algo lejos de la librería- expuso cordial
-No, solo vine a entregar un pedido- respondió dedicándole una de aquellas preciosas sonrisas que fascinaban a Guillermo- ¿y usted? ¿Vive por aquí?
 -No, tampoco; he quedado para comer…- expuso examinando de nuevo su reloj- ¡Dios, se me hace tarde! lo siento Marina pero tengo que dejarla… a ver si nos tropezamos alguna vez más- bromeó divertido siguiendo su camino y Marina rió entretenida mientras lo observaba entrar en el restaurante. Aquel domingo apareciera precioso, soleado y caluroso. Los mellizos salieran a dar una vuelta con sus amigos y ella estaba sola en casa. Se preparó un tazón de té y se disponía a relajarse en el sofá con su nuevo libro aprovechando aquel momento de paz y serenidad sin el rebumbio de los gemelos alrededor. Pero el sol maravilloso que entraba por la ventana de la sala parecía llamarla; animada, se cambió de ropa y salió a dar un paseo. Paseando sin rumbo llegó a una exposición de pintura, el cuadro del escaparate era precioso: una puesta de sol radiante que parecía trasmitir el calor de los últimos rayos de sol que atravesaban por entre aquella hermosa arboleda. Se decidió a entrar. Examinaba los cuadros entusiasmada y entretenida, era a cual más hermoso. Llegó a uno algo incomprensible, era un enmarañado de fuertes colores contrastados con otros más suaves al que no conseguía encontrarle explicación. Marina daba pasos atrás ensimismada con el cuadro sin darse cuenta de que un camarero pasaba cargado con una bandeja llena de copas. Alguien la apartó tomándola suavemente por la cintura pero ya era tarde; el camarero, intentándola esquivarla, perdiera el equilibrio y las copas rodaron por la bandeja cayendo algunas al suelo salpicando otras a su rescatador. Marina lo miraba aturdida, era Guillermo que le sonreía divertido mirándola amable -Vamos a tener que dejar de vernos así o alguien acabará sospechando- bromeó entrañable y ella le sonrió aunque estaba terriblemente avergonzada y aquel sonrojo aún la ponía más bonita.

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