lunes, 21 de julio de 2014

Acostados en la cama, ella se quedó absorta en sus pensamientos apoyando su mentón en sus manos colocadas sobre el pecho desnudo de él. Él no podía apartar los ojos de aquel precioso rostro de grandes y brillantes ojos negros que probablemente a partir del día siguiente no volvería a ver nunca más… el corazón se le oprimió tanto que llegó a dolerle inmensamente
-Ali, te quiero tanto, vida mía; recapacita y vente conmigo amor- repitió pesaroso acariciando tierno aquellos divertidos hoyuelos que se le formaban en las mejillas
-Oh por favor Vega, no volvamos a discutir sobre eso de nuevo ¿vale? Sabes muy bien que yo no puedo hacer lo que me pides y eres tú el que debes recapacitar- dijo amorosa tomándole su mano sobre su mejilla y besándosela dulcemente- debes comprender que lo que me pides es demasiado: quieres que abandone mi carrera y mi puesto en el hospital donde tengo una gran posibilidad de conseguir un puesto de cirujano fijo para que te acompañe al otro lado del mundo a intentar poner una empresa en marcha que no es seguro que funcione, aunque espero de corazón que tengas toda la suerte del mundo cielo- se miraron desolados- ¿no lo ves demasiado egoísta Vega? Sabes bien lo que llevo luchado por este puesto: noches sin dormir estudiando fieramente para sacar las mejores calificaciones, días de 26 horas esforzándome al máximo dentro del hospital y ahora que estoy a punto de conseguirlo… ¿me pides que yo lo deje todo y te siga? ¿Que yo abandone un puesto seguro para seguirte a un destino inseguro persiguiendo una quimera? No estás siendo justo Vega; quédate tú, tienes esa otra oferta en Madrid…
-Sabes muy bien que Madrid no es una buena opción Ali; es solo un puesto más, no tiene salida, y nunca llegaré a nada; sin embargo, si esto me sale bien, será un paso gigantesco en mi carrera mi dulce melocotón: puedo llegar a ser el director general más joven de la empresa y ganaría un montón de dinero vida mía, nos forraríamos- ambos se miraban entristecidos
-¿Lo ves Vega? De nuevo lo has dicho, parece que te importa más el dinero que yo…- comentó abatida
-Y a ti ese estúpido puesto más que yo- le reclamó dolido pero al segundo la miró tierno- en Sídney también hay hospitales mi dulce melocotón, podrías conseguir un puesto allá…
-Si ya fuera un médico cirujano Vega, pero solo soy un internista; tendría que empezar de cero de nuevo y sabes lo mucho que me costó llegar aquí- reclamó derrotada, lo miró tierna- déjame titularme y luego te acompañaré ¿sí?- le propuso animosa pero él negó con la cabeza
-Serían dos o tres años separados y sabes que no creo en las relaciones a distancia Ali; todo acaba apagándose y nunca volvería a ser lo mismo… No me fío estando en otra ciudad como para estar a miles de kilómetros de distancia
-Entonces mi cielito…- le sonrió tierna mirándolo con aquellos ojos negros llenos de amor que lo hechizaban pero también tan tristes que le dolían terriblemente- tú lo tienes claro y yo también; así que no desperdiciemos nuestro último día juntos en seguir discutiendo ¿vale?- ella reptó sobre él besándolo ardiente por su pecho desnudo aproximándose a su boca y se besaron apasionados mientras él cerraba afligido sus ojos, ella lo tenía más que decidido y no cambiaría su opinión: allí se acaba aquel amor tan profundo y sincero que se entregaran aquellos tres años juntos donde habían sido la pareja más feliz de toda la ciudad y la envidia de muchos de sus amigos.
-¡Ey Vega! ¿Me estás atendiendo?- le repuso fastidiado Charles sacándolo de sus recuerdos, él reaccionó dándose cuenta que se quedara traspuesto mirando por el amplio ventanal de su enorme oficina recostado en su sillón de piel
-Disculpa Charles ¿qué me decías?- se excusó enderezándose en el sillón y poniendo atención de nuevo a los documentos que tenía sobre su mesa pero su amigo lo miraba preocupado
-¿Qué te ocurre tío? Llevas una temporada muy decaído y algo despistado; te me largas a la primera de cambio a ese otro mundo tuyo dejándome con la palabra en la boca- bromeó ameno y Vega le sonrió tristemente
-Perdona de verdad… creo que añoro mi tierra- aclaró pesaroso recogiendo un balance de cuentas y examinándolo
-¿De verdad?- indagó sorprendido y Vega asintió con la cabeza- ¡Vaya! Pensé que eso le ocurría a quienes dejaban seres queridos atrás, pero tú no tienes ni un pobre perro que te esté esperando- él le sonrió dolido mirándolo con aquellos ojos grises tremendamente tristes
-Gracias, eres muy amable recordándomelo- le reprochó con sorna
-Perdona tío, pero es lo que tú siempre dices ¿no?…- se defendió abochornado Charles
-Una cosa es que lo diga yo y otra que me lo restriegues por la cara, duele más ¿sabías?- comentó desganado
 -Lo siento de verdad, no fue mi intención herirte- volvió a disculparse y se sonrieron apagados- ¿Por qué no te tomas un par de meses libres y te vas allá a dar una vuelta? Te relajas, te sacudes esa morriña de encima y regresas más despejado; llevas siete años entregado exclusivamente a esta empresa sin descanso y bien te mereces unas buenas vacaciones
-¿Tú crees que podría hacerlo?- preguntó esperanzado mirándolo ilusionado
-¡Claro colega! La empresa va como la seda y no haces falta hasta la nueva fusión y está aún demasiado verde; ese viejo testarudo no se da decidido y no creo que se produzca ni para Febrero- se sonrieron optimistas y Charles descubrió un brillo especial en los ojos de Vega, lo miró consternado- pero cuidado compañero: yo que tú no me haría ilusiones y apagaría esa esperanza que te anda fraguando en tu magnífica cabecita aunque algo fantasiosa…
-¿De qué esperanza hablas?- indagó extrañado
-No te hagas que nos conocemos hace muchos años… ¿no estarás pensando que ella pueda estarte esperando aún, verdad?
-¿Quién?- indagó inquieto
-¡¡Venga ya Vega!! ¡¡Esa preciosidad llamada Alice de la que me hablaste y llevas anclada en el corazón desde hace siete años!!- aseveró recostándose en su sillón y Vega lo miró atónito
-¡¿Cuándo te hablé yo de Alicia?!- exclamó asombrado, Charles rió divertido
-Las Navidades pasadas ¿no lo recuerdas?- expuso chistoso aunque Vega seguía mirándolo incrédulo- No me extraña que no te acuerdes, menuda cogorza pillaste tío; hasta Claire se asustó, nunca te viéramos bebido en todos estos años y aquella noche te bebiste todo lo de casa menos el agua de los floreros colega- aclaró socarrón y se rieron amenos- Aunque ya le dieras con fluidez al whisky aquí durante la fiesta de la oficina, o no harías lo que hiciste; nos dejaste a todos boquiabiertos
-¡¿Qué rayos hice Charles?!- exclamó sobrecogido y él volvió a reírse jocoso
-¡Joder tío, tirarte a la hija del jefe aquí mismo ¿O acaso tampoco recuerdas eso?!- exclamó señalando la moqueta del despacho, Vega abrió pasmado sus ojos
-Creí que… no pensé que os dierais cuenta- exclamó sobrecogido sonrojándose abochornado y Charles soltó una sonora carcajada
 -Que todos aquí te queramos, te respetemos e intentáramos disimular no significa que fuéramos sordos colega; y como hiciste gritar a la Gabrielita tío, aquellos gemidos no había forma de aplacarlos, y eso que todos lo intentamos subiendo el tono de voz, pero ni con esas…
 -¡Dios ¿con qué cara veo ahora a todos en la oficina?!- exclamó avergonzado cubriéndose la cara con sus manos
 -Pues con la misma de siempre ¿o acaso te diste cuenta de algo hasta ahora y ya va a hacer un año? Tío, tranquilo, todos lo comprendimos; esa calienta pollas te llevaba buscando las cosquillas hace mucho y al final le diste lo que pedía a gritos, nada más; aunque no es tan fea la tía para que te tuvieras que poner hasta el gorro de whisky- bromeó chistoso y Vega no pudo evitar reírse- y te aviso que Claire también lo sabe
 -¡¿Qué?! ¡¡Eres un bocazas tío!!- le recriminó mirándolo ofendido
-Tranqui ¿eh? Que yo no le conté nada, tú solito te llegaste y bastaste para hacerlo; te pasaste el resto de la noche en mi casa largando que la Gracielita no le llega ni a la suela de los zapatos a tu Alice, que esa preciosidad tuya le daba mil vueltas y largaste con gusto todo lo que llevas guardando dentro todos estos años ¿por qué crees que mi dulce Claire no te volvió a intentar emparejar con ninguna de sus amigas en lo que va de año?- expuso cariñoso y Vega le sonrió conmovido, Charles lo miró más serio- por eso te digo que sé lo que tu cabecita anda fantaseando y te aviso que no te hagas muchas ilusiones, pasaron siete años Vega… y tú vives aun adorándola y respetando su memoria pero ella probablemente no amigo mío…
 -Lo sé…- murmuró apesadumbrado- además era demasiado bonita y dulce para que la dejaran escapar en todos estos años- comentó bromista pero sus ojos se entristecieron de nuevo- y está bien que me lo contarás, ahora ya sé que no debo emborracharme nunca más; al parecer se me suelta demasiado la lengua- añadió guasón
-No solamente la lengua tío, menuda sesión de sexo le diste a la Gabrielita; así no hace más que llamar aunque te niegas a responderle- se burló guasón y él se removió fastidiado en su sillón- ¿sabes una cosa? Yo si me paso un poco de copas no se me levanta pero a ti parece que te pone a cien ¿cómo lo haces?- expuso socarrón mientras reía pícaro, Vega volvió a removerse incómodo en su asiento
-Aguántate siete años sin desahogarte con alguna mujer y a ver cómo respondes- respondió fastidiado recogiendo de nuevo los informes sobre su mesa, Charles rió divertido- Y no me abochornes más por Dios te lo pido, acabemos de revisar estos balances de una vez ¿vale?- prefirió cambiar de tema provocando que Charles riera aún más fuertemente
 -Claro, como usted mande señor director general- respondió chistoso y se sonrieron amenos regresando a su trabajo. Intentó centrarse pero el dulce rostro de Alicia no se borraba de su mente. Aquellos hermosos ojos grandes y negros como la noche que brillaban chispeantes, su naricilla recta y respingona y su tierna boca de labios jugosos que siempre le sonreían con aquella dulzura especial que toda ella rebosaba por cada poro de su tersa y suave piel… su piel, aquella deliciosa piel que sabía a frescos melocotones y sus labios aún recordaban perfectamente recorriéndola cada milímetro con su boca, aquella piel de aquel cuerpo perfecto e increíble que siempre se le entregaba con tanta pasión y completamente demostrándole todo el amor que llevaba dentro… Cerró los ojos reclinándose de nuevo en su sillón mientras se frotaba angustiado la frente- ¡Ey colega! ¿No te me irás a ir de nuevo a tu mundo de yupi verdad?- le preguntó incómodo Charles y él le sonrió ameno
-No, tranquilo que sigo aquí; pero es que tengo un terrible dolor la cabeza Charles- aclaró desganado y se miraron a los ojos- ¿Te importa si lo dejamos para mañana? Estoy realmente cansado y me quiero ir a casa
-Claro, cómo no; la verdad es que sí tienes mala cara desde hace días- respondió considerado recogiendo todos los papeles ciscados por la mesa
-Déjalos Charles; los llevaré conmigo y los revisaré con calma así se me pase algo este malestar
 -De acuerdo ¿sigues sin dormir por las noches?- indagó amigable levantándose de su sillón frente a Vega que movió afirmativamente la cabeza- Pues plantéate en serio tomarte esas vacaciones, amigo mío; realmente se ve que te hacen falta
-Creo que sí haré ese viaje; ya es hora de que me tome un descanso- repuso animado
-Yo también lo creo; llevas siete años enteritos dedicándole a esta empresa sin tomarte ni un mísero fin de semana y ya va siendo hora ¿Quieres que me encargue de los pasajes mañana mismo? no vaya a ser que aparezca algo inesperado y cambies de opinión- él le sonrió agradado
 -Sí hazlo- remarcó decidido -Estupendo entonces- salió de su despacho mientras Vega recogía la documentación guardándosela en su maletín.
Al llegar a su apartamento, dejó descuidadamente su chaqueta de traje junto al maletín sobre el sofá y se dirigió al mueble bar. Se sirvió un whisky mientras se aflojaba la corbata y se sentó en el largo sofá en L frente al gran ventanal desde donde observaba una hermosa vista de Sidney con el fantástico teatro al fondo, al otro lado del río. Pero aunque era hermosa, ya estaba aburrido de esa vista siempre igual en aquellos últimos siete años. Sacó su billetera de su bolsillo trasero de su pantalón y, de debajo de su Master card, quitó la foto de Alicia que siempre llevaba consigo mirándola con todo su amor. Ella le dedicaba su hermosa sonrisa formándole aquellos divertidos hoyuelos en sus dulces mejillas mirándolo con eterno amor con aquellos resplandecientes ojos negros mientras su suave y ondulada melena rubia bordeaba aquel precioso rostro casi infantil a sus 24 años; bebió de su vaso y pasó dulcemente su dedo por la fotografía acariciando aquel rostro hermoso que él amaba aún con locura
-¿Y tú mi dulce melocotón? ¿Aún pensarás aún algo en mí?- le preguntó melancólico a la foto y una sonrisa pesarosa se dibujó en su rostro- incrédulo estúpido, si fuiste tú quien la has alejado de tu lado- se increpó enfadado dejándola sobre la mesa de cristal tomando el vaso, observó el líquido de dentro- Tú y tus estúpidas desconfianzas, cobarde… puede que ella solo echara un par de años en ese hospital y ahora estaría a tu lado… además, no fuiste capaz de engañarla en seis años y necesitaste llenarte de whisky hasta las cejas para hacerlo las navidades pasadas ¿por qué ella no iba a hacer lo mismo en solo un par de ellos, celoso desconfiado?… ahora nunca lo sabrás- se reprochó molesto y se bebió el whisky de un trago, fue a darse una relajante ducha antes de pasarse la noche revisando los dichosos documentos. Regresó al cuarto de hora con unos bermudas negros de algodón que no le cubrían las rodillas colocándose una camiseta gris de manga corta. Recogió el vaso vacío de sobre la mesita y se lo llenó de nuevo, se sentó en el sofá y recogió la foto de Alicia, la miró unos minutos más mientras absorbía despacio su whisky; tomó aire profundamente y lo dejó todo de regreso sobre la mesita recogiendo su maletín. Examinó detenidamente uno a uno los documentos intentando concentrarse pero el dulce rostro de Alicia dominando toda su mente no se lo permitía- Hoy es imposible- expresó derrotado dejándolos despreocupadamente a un lado y se levantó. Se acercó a su guitarra eléctrica que estaba junto al sofá y encendió el bafle bajándole el volumen para no molestar a los vecinos. Se sentó en el respaldo del sofá y empezó a rasguear las cuerdas muy pausadamente, sin intención de tocar algo en claro. Le relajaba muchísimo y después podría poner más atención a los informes… a los pocos segundos, y sin darse cuenta, interpretaba a la perfección la canción preferida de Alicia “No one like you” de los Scorpions, poniendo toda su alma en ello mientras en su mente recordaba el hermoso rostro de ella.
 Recorría despacio la terminal del aeropuerto dirigiéndose a la cinta de las maletas con la funda de su guitarra a su espalda. Observaba como a todo el mundo le esperaba alguien al que recibían alegres y felices… menos a él, a él nunca le esperaba nadie en ninguna parte. Cerró dolido los ojos uno instantes para quitarse esa desazón que le corroía por dentro y recogió su maleta que pasaba en ese momento por la cinta junto al bafle. Mientras iba en el taxi camino de su hotel, miraba despreocupadamente por la ventanilla. La ciudad parecía igual, apenas cambiara… Pero cada vez que su mirada se encontraba con una larga cabellera rubia lisa, algo se le removía por dentro y examinaba ansioso el rostro de la muchacha, para quedarse desolado al percatarse que no era ella, su Alicia.
-¿Toca en un grupo muchacho? ¿Viene a actuar a algún local de la ciudad?- le preguntó cordial el taxista para entablar algo de conversación, él abandonó su inútil búsqueda
-No, vengo de vacaciones; solo toco por distracción
-Ah… ¿Y es la primera vez que viene a la ciudad? Si quiere puedo indicarle algunos lugares muy bonitos que ningún extranjero debe perderse- le decía amablemente el taxista
-Gracias, pero no soy extranjero; conozco la ciudad de sobra- le contestó cordial- nací aquí y me fui cuando tenía ya veintisiete años
-Oh disculpe, su acento inglés me confundió; aunque ya me parecía a mí que hablaba muy fluidamente el castellano- se sonrieron amistosos por el espejo retrovisor- ¿lleva mucho tiempo fuera?
 -Siete años, en Sidney; y, no sé por qué, pero allí todo el mundo tiene la manía de hablar en inglés- bromeó ameno y se rieron chistosos, aunque él clavó su mirada por la ventanilla- siete largos, duros e interminables años que hacen que al final no pertenezcas a ningún lado…- expuso abatido y suspiró profundamente- realmente sí soy un extranjero, pero en todas partes porque ahora no me siento de allí ni de aquí- murmuró pesaroso mirando por la ventanilla sin ver nada en realidad. El taxista lo observó por el espejo retrovisor, su rostro se había entristecido y sus ojos grises apagado profundamente; sintió lastima por aquel hombre, se notaba que se sentía muy solo y esa soledad lo deprimía bastante.
Se detuvo ante la puerta del hotel Hispania y se apeó para sacarle las maletas del maletero mientras un atento portero de librea le abría la puerta galantemente a Vega que descendió del vehículo sin apreciar siquiera al portero que le daba la bienvenida educadamente y pagó al taxista
-No se inquiete muchacho, así de un par de vueltas por la ciudad y se empape de nuestra alegría, descubrirá como aún tiene aquí sus raíces y se volverá a sentir de nuevo en casa- le dijo el buen hombre amablemente y él le sonrió agradecido
-No lo veo yo tan claro pero gracias de todos modos- le agradeció cordial y siguió al botones que llevaba sus maletas hasta dentro del fabuloso hotel con una recepción elegante y maravillosa que él ni se molestó en observar dirigiéndose directamente al mostrador donde una muchacha le sonreía agradablemente
-Buenas tardes, soy Vega Sanlúcar y tengo reservada una habitación- le dijo pausadamente entregándole el pasaporte
-Bienvenido señor Sanlúcar- respondió con su voz cantarina y empezó a teclear en su ordenador- habitación 1501; el botones le acompañará…- expresó sin perder aquella sonrisa amistosa devolviéndole el pasaporte
 -Gracias ¿un ático verdad?- repuso animado guardando el pasaporte en el bolsillo interno de su abrigo de fino paño negro muy elegante
 -Sí señor, la suite del último piso como bien nos indicó… ¡Marcos, habitación 1501!- avisó al botones que recogió raudo la tarjeta magnética de la habitación y las maletas guiándolo hacia los ascensores
Al abrir la doble puerta blanca, se encontraron en una gran salita elegantemente decorada y amueblada con grandes cristaleras al frente que ofrecían una hermosa vista de la ciudad desde las alturas a donde Vega se acercó para vislumbrarla bien mientras el botones abrió las puertas dobles de su derecha entrando en un amplio dormitorio
-¿Le dejo aquí las maletas señor?- preguntó dejándolas sobre el alargado asiento que ocupaba el ancho de los pies de la cama
-Sí hay están bien gracias ¿Marcos verdad?- contestó cordial acercándose a él y entregándole un billete de diez de propina
-Sí señor, para lo que necesite y gracias a usted señor- expresó agradecido recogiendo la propina- le deseamos una agradable estancia entre nosotros- le entregó la tarjeta magnética y se retiró educadamente
Deshizo sus maletas y se dio una prolongada, agradable y relajante ducha. El largo viaje y las largas horas en el avión lo había extenuado pero no tenía sueño. Se vistió unos vaqueros y un jersey de lana beige, recogió su abrigo de sobre el respaldo del sofá donde lo había dejado al llegar y salió de la suite.
-¿Taxi señor?- le ofreció amable el portero
-No gracias, necesito caminar; el viaje ha sido largo y estoy agarrotado- respondió cordial subiéndose el cuello de su abrigo pues la noche estaba fría, el portero le sonrió comprensible moviendo afirmativamente la cabeza

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