miércoles, 23 de julio de 2014

Cuando se hubo desahogado, salió del apartamento y regresó a la portería
-¿Por cuánto tiempo podría alquilármelo?- le preguntó a la mujer que le sonreía agradada
-¿Le ha gustado? ¿A que es precioso?- él le sonrió asintiendo animado- pues el contrato mínimo es por un año
-Vale, es igual; me lo quedo- indicó rotundo y se sonrieron alegres- ¿Podría trasladarme mañana mismo?
 -Cuando gustes muchacho, llamaré ahora mismo a mi abogado y mañana tendré los papeles para que los firmes
-De acuerdo, hasta mañana entonces
 -Hasta mañana muchacho…- él ya bajaba los escalones de piedra de la calle- ¡Ey, ¿cómo te llamas muchacho?!
-Vega, me llamó Vega- le dijo feliz y ella le sonrió amistosa observándolo alejarse lleno de felicidad
-¡Qué muchacho impetuoso!- decía asombrada, movió los hombros despreocupada y entró en su casa.
Llegó al hotel eufórico, se encontraba realmente feliz. Avisó al recepcionista que esa sería su última noche en el hotel y subió a su piso. El ascensorista no era el mismo pero lo saludó amistoso de igual manera
Solo entrar en la suite, se fue directamente a su guitarra dejando su chaqueta de cuero sobre el sofá y tocó entusiasmado “Day tripper” de Jimmy Hendrix
 Se detuvo en su segunda ejecución del tema y sonrió animado
-¿Y por qué no? Hoy es día de locos viajes- expuso dichoso y guardó su guitarra en su funda saliendo de nuevo de la suite
Encontró el pub fácilmente, sonrió animado y entró. Estaba repleto y una muchacha tocaba una guitarra española cantando una composición propia. Se arrimó a la barra y pidió un whisky al camarero
-¿Qué? ¿Te animas a subir?- lo invitó amable mientras le servía, él le sonrió apocado
-Aún no lo tengo claro- expuso cohibido bebiendo de su vaso
-No te preocupes, si lo haces mal solo te abuchearemos y te lanzaremos algunos tomates- bromeó animado y Vega rió entretenido. La muchacha acabó su actuación y todos le aplaudieron amables aunque no parecían muy convencidos
Vio agradado como el ascensorista se subía a la tarima, todos le aplaudían animados mientras se ponía detrás de la batería. Empezó fuertemente con una canción de Sepultura; lo hacía genial y Vega lo observaba deleitado mientras sonreía alegre. En un momento de su perfecta actuación, él lo descubrió y le sonrió dichoso deteniendo su actuación, todos quedaron desconcertados
-¡Ey, amigo, vente; vamos a ver de lo que eres capaz!- lo invitó amistoso y él se decidió a subir- ¿A qué le damos colega?- repuso mientras Vega enchufaba su guitarra; Vega le sonrió animado
 -¿Sabes está?- indicó dando los primeros acordes de “Corrupter” de Sepultura; en el momento justo entró el muchacho dándole el doble acorde del bombo de pie; se rieron alegres y siguieron bien coordinados. Todos los asistentes de pie los animaban con sus saltos y elevando los brazos. Los aplaudieron a rabiar al acabar mientras ellos se abrazaban amistosos
 -¡Lo haces bien tío; muy bien!- lo animó entusiasmado el muchacho
-Tampoco tú eres manco- le contestó alegre
-A ver si me sigues con esta- repuso vanidoso girando presumido entre sus dedos las baquetas, se rieron divertidos y comenzaron a tocar de nuevo una trepidante canción de Dragonforce ante la algarabía del público animado y eufórico. En el momento cumbre de la canción, cuando el mano a mano de la guitarra velocísima contra una batería alocada y furiosa se enfrentan en más de dos minutos, lo clavaron y se rieron completamente felices por aquella coordinación sin esperárselo ninguno rematando espectacularmente entre la jauría montada por el público alocadamente eufórico; eso sí, sudaban copiosamente y respiraban sofocados
-¡¡Tío eres cojonudo con la guitarra!!- explotó entusiasmado abrazándose a él
 -Pues a ti no se te da nada mal mover esas baquetas- expuso asombrado y se rieron alegres de nuevo mientras se bajaban del escenario, todos los felicitaban mientras se dirigían a la barra
-¿Qué? ¿Unas copas para relajarse?- les dijo el camarero a ambos cuando ya se sentaban a la barra, ellos aceptaron
-Me llamo Willy- se presentó el ascensorista
 -Vega- se estrecharon la mano amistosos
-¿Qué os parece tocar juntos aquí tres noches por semana?- les invitó entusiasmado el camarero sin esperárselo ellos que se miraron desconcertados
-Yo solo estaré por aquí un par de meses- le comentó Vega despreocupado
-Pero me sacaré un piquito, lo de ascensorista no da para mucho- le comentó animado el muchacho, Vega le sonrió amistoso y movió indiferente los hombros- ¡De acuerdo, los martes, jueves y sábados ¿a ti te viene bien así?!- dijo estrechando la mano del camarero
-A mí me da igual- respondió Vega satisfecho y los tres sonrieron alegres.
Vega regresó al hotel. Se durmió en seguida y también se despertó temprano, estaba ilusionado por regresar a su casa, a su piso, a su hogar. Apareció un día terriblemente frío y oscuro, parecía que fuera a nevar.
-¿Te vas colega?- le dijo animoso Willy ya de nuevo en su puesto de ascensorista
-Sí, he conseguido un ático precioso en la avenida
-¡Vaya, un sitio muy bonito; a mi mujer le encanta!- repuso animado
-¿A qué sí? Ya viviera allí hace años y, por casualidad, seguía libre el mismo ático
-Pues sí que has tenido chorra compañero- se rieron amenos, llegaron a recepción- Buena suerte en tu nueva vivienda y no te olvides que el sábado te espero
 -No me olvidaré tranquilo- se dieron la mano amistosos, pagó la cuenta y salió al taxi donde ya el botones cargaba sus maletas
 -Esperamos haya tenido una buena estancia- le decía amable el portero
-Gracias Manolo; sí, me habéis tratado de maravilla- se sonrieron amenos- a ver si nos encontramos algún día por el San Marino y os invito a una mariscada
-Gracias Vega- también se dieron amistosos la mano
 El taxi lo dejó delante del portal, pagó y entró con sus cosas al piso de la dueña
-Sí que has madrugado muchacho- se sorprendió la casera al mirarlo ante su puerta
-Me hace mucha ilusión entrar ya en mi piso- se sonrieron entrañables
-No me has dado tus datos para el abogado, no hemos hablado del precio, ni de las condiciones… ni siquiera si lo quieres amueblado
-Así está bien, de las condiciones acepto todo y el precio no me importa- aclaró decidido. La mujer lo miró pasmada y luego sonrió divertida
-¿Sabes? Toma las llaves y sube; instálate tranquilo y, cuando estés listo, te irás a entender tú con mi abogado ¿qué te parece?- se sonrieron amistosos
-Claro, como guste
 -Bien, soy Marta y espero no me seas un hippy de esos que me vienen a armar barullo ¿de acuerdo?- aclaró mostrando su mano amistosa aunque miraba la guitarra desconfiada, Vega rió alegre
 -No se preocupe, soy serio y ensayo muy bajito- se la estrechó ameno y subió sus cosas feliz de regresar a su casa.
Se pasó el día arreglando el papeleo. Comió en el Mamma Lucia, hizo algunas compras para la casa y un teléfono móvil desde el que llamó por primera vez a Charles
-¡Tío era hora, hace una semana que no sabemos de ti y ya empezaba a preocuparme!- le reprochó molesto
-Perdona, estuve algo despistado pero estoy bien ¿todo bien por ahí?
-Sí por aquí bien ¿te encuentras más relajado?
-Sí mucho mejor, gracias; dejé el hotel así que, si ocurre algo, me llamas a este número ¿de acuerdo?
-Está bien
-Me voy Charles, tengo muchas cosas que hacer aún
-Vale estresado, ni de vacaciones dejas las prisas ¿eh?- bromeó y se rieron animados
Al subir a su piso se volvió a encontrar a la niña en las escaleras de su ático que le sonrió alegre bajo su gorrito de lana de colores, llevaba un grueso chaleco rosa de plumas. Ya solo verla sonrió animado, aquella hermosura tenía algo especial en sus ojillos negros que lo encandilaban
-Hola- lo saludó animada
-Hola chiquita, hace un frío terrible en estas escaleras ¿Sabe tu mamá que estás aquí arriba?- le dijo preocupado
 -Estoy abrigada y no, mi mami está trabajando- aclaró despreocupada regresando a peinar su muñeca
-¿Te deja sola?- indagó inquieto
-¡No qué va! ¿Cómo se te ocurre que vaya a dejarme sola?- le preguntó con desparpajo y él volvió a sonreír- me quedo con mi abuelita
-¿Y ella te deja estar aquí con este frío?- comentó intrigado
-No, ella piensa que estoy con la señora Amelia, la vecina del tercero- le contestó animada
-¿Y la señora Amelia cree…?
 -Cree que estoy con la abuela- respondió chistosa mostrándole una sonrisa preciosa y Vega rió divertido, aquella pequeña tenía una desenvoltura deslumbrante- ¿Al final te quedas a vivir aquí?- indagó interesada
-Pues parece que sí
 -¡Oh vaya, guay!- expresó complacida provocando en él otra sonrisa amena- ¿Y cómo te llamas?
-Vega- le mostró la mano amistoso y la pequeña se la estrechó divertida mientras se reían animosos. Se oyó la puerta de la calle y la niña volvió a meter la cabeza entre los barrotes vigilando quien era; también Vega curioseó pero solo logró ver la manga de un abrigo negro y una fina mano femenina sujetándose al pasamanos, detrás también posaba la mano un hombre que, por la proximidad de ambas manos, debía llevar el brazo muy pegado a la espalda de la mujer
 -¡Bah, viene el tío Carlos también!- repuso fastidiada recogiendo desganada sus cosas
-¿No te cae bien ese tío tuyo, eh?- repuso jocoso al oírla tan importunada por la visita
 -No es mi tío, pero yo le llamo así porque me lo pide mamá; aunque no lo soporto, cuando se pone en plan plasta y besucón con mi mamá, me da repelús- aclaró molesta
 -¿Acaso no tienes papá?- indagó curioso
-¡Sí tengo papá idiota, todo el mundo tiene papá!- le bramó furiosa clavándole aquellos ojos negros grandes y chispeantes sorprendiéndolo- Solo que tuvo que irse de viaje y aún regresó… pero yo sé que volverá a buscarme ¡ya lo verás!- lo miraba desafiante, Vega sintió pena por la chiquitina, se la veía tan convencida de ello…- ¡Pues eso! Chao, hasta mañana- añadió rotunda y descendió hacia su casa. Vega entró en el ático y, sonriendo entretenido, colocó la compra en los muebles de cocina. Aquella pequeña le estaba ganando el corazón muy rápido; realmente era alegre y vivaracha, y sus grandes ojillos negros eran chispeantes y llenos de vida; se le formaba unos hoyuelos muy divertidos en sus mejillas cuando sonreía haciéndola aún más linda si cabe.
-¿Dónde andabas mi sol?- le preguntó su madre al verla entrar en casa, ella corrió a besarla con pasión en las mejillas
-Por ahí- respondió esquiva
-Me dijiste que ibas a junto la señora Amelia que te estaba haciendo un vestidito para tu muñeca Abi- le reprochó su abuela sirviéndole un café a Carlos sentado en el sofá junto a su madre, la niña se mordió inquieta el labio pero no respondió
-¿No habrás estado en el ático de nuevo verdad? Abi, te tengo dicho que no subas allí- indicó molesta su madre, la pequeña bajó la cabeza avergonzada
 -Déjala mujer, no hace mal ninguno allí mientras no sea ocupado de nuevo- la defendió su abuela besándola amorosa en la frente, Abi le sonrió dichosa- no sé qué tiene ese ático que la atrae como la luz a una polilla…- añadió pícara y su hija le lanzó una mirada reprochadora- Pero no se te ocurra acercarte a las escaleras de incendios ¿me oyes?- repuso esquivando la dura mirada de su hija
-No, tranquila abuelita- respondió despreocupada y miró a su madre abriendo emocionada sus lindos ojos negros- ¿sabes mami? ya está ocupado por un vecino nuevo, acabo de conocerlo y parece muy agradable- expresó entusiasmada
-Abi, déjalo tranquilo; no se te ocurra ir a meterte en su casa ni asaltarlo a preguntas que te conozco- le regañó de inmediato su madre mirándola muy seriamente
 -¿A quién se lo dices cielo? No vi niña más metomentodo… Pídele mejor al sol que no vuelva a salir, será más fácil que se cumpla- expresó burlón Carlos mirando irónico a la pequeña que le lanzó una mirada dolida por aquel comentario
 -¿Sabes? Cada día me caes peor- exclamó fastidiada entrecerrando enfadada sus ojos
 -¡¡Abi!! ¡¡Pídele perdón ahora mismo a tío Carlos!!- le regañó al instante su madre, pero ella siguió mirándolo irritada y se dirigió a su cuarto- ¡Abi, ven aquí ahora mismo y discúlpate con Carlos!- repitió muy enfadada pero la pequeña hizo caso omiso encerrándose en su habitación con un fuerte portazo- ¡¡Abigail, vuelve aquí de inmediato!!
-No grites hija, sabes que con ella eso no sirve y aún lo haces peor- expresó su madre intentando aplacar su rabia
-Es un adoquín cuadriculado como su maldito padre- masculló irritada entre dientes
-No te pongas así amor, no me importa y ya entrará por el aro cuando vea que no tiene más remedio que soportarme tras nuestra boda- expuso despreocupado Carlos bebiendo tranquilamente de su café. La abuela de Abi miró prevenida y muy inquieta a su hija tras aquel comentario de Carlos pero ella esquivó rauda aquella mirada sin contestar.
Dormía plácidamente cuando lo despertaron unos ahogados ruidos en el apartamento, parecían pasos; sobresaltado, se levantó y buscó algo en el armario con qué defenderse encontrando una raqueta olvidada de la antigua inquilina; salió del cuarto tomándola con firmeza dispuesto a darle con ella al primero que se encontrara. Su asombró fue encontrarse a la pequeña dentro de su apartamento intentando abrir la ventana de la cristalera del tejado subida al sofá, ella lo miró serenamente y le sonrió alegre con aquella tierna sonrisa encantadora
-¿Juegas al tenis?- le preguntó animada desconcertándolo como siempre le ocurría con ella
-No ¿por qué?
-Como tienes una raqueta- expuso tranquilamente regresado a intentar abrir la ventana que se le resistía debido al hielo de la noche, él miró pasmado la raqueta y, riéndose divertido, la dejó en el sofá pequeño
-¿Cómo has entrado?- indagó confuso
-Por la escalera de incendios, desde ella se llega a la ventana de tu baño que no cierra porque, si no lo sabes, tiene el pestillo roto- explicó pausadamente mientras forzaba la ventana con sus pocas fuerzas que al final cedió y sonrió satisfecha
-¿No te tienen explicado que no debes entrar en casa de desconocidos?- expuso entrecerrando el ceño, ella lo miró despreocupadamente
-No eres ningún desconocido: eres Vega y tengo que darle de comer a don Gato que hoy no apareció ¡Michu, michu… gatito!- lo llamaba cariñosa asomando medio cuerpecito por el ventanuco
-¿Pero no decías que andaba por ahí?
 -Claro, por ahí: por tu tejado; siempre viene a la escalera a buscar su comida pero hoy no me obedeció- aclaró resuelta, él rió entretenido; observó que aparecía un gran gato blanco de angora de pelo suave, también percibió que le echaba cachos de pan
-¿No deberías estar en el colegio o en algún sitio así?- expuso desconcertado mirándola echarle las migas al pobre gato
-Hoy es sábado colega- explicó resuelta provocándole una sonrisa amena
-¿Sabe tu madre que te cuelas así en las casas ajenas?
-No, no lo sabe... y si se entera de que ando en las escaleras de incendios me mata- lo miró despreocupada- ¿Tú no se lo dirás verdad?- él sonrió animado
 -¿Qué le estás dando de comer?- indagó sorprendido
-Migas de pan- contestó serenamente
-Los gatos no comen pan, eso son las palomas- expuso rotundo
-Pues este sí listo- repuso satisfecha
-Mucha hambre debe tener ese pobre animal- murmuró pesaroso dirigiéndose a la zona de la cocina- ¡Anda, mételo dentro y cierra el ventanuco o te quedarás ahí tiesa! le daremos un poco de leche y una lata de atún a ese don Gato
 La niña obedeció feliz, él observó que su naricilla de una rectitud asombrosa que parecía haber sido tallada por la mano de un escultor, estaba colorada del intenso frío y sonrió enternecido mientras ella observaba satisfecha como el gato se comía hambriento el atún y lamía la leche al tiempo que se desasía del plumas y el gorrito de colores mostrando una hermosa melena negra algo ondulada en dos divertidas coletas; el perfume a melocotones apareció de nuevo y Vega sonrió melancólico: era la pequeña la que también olía así, no fuera su mente que jugara con sus recuerdos sobre su Ali el día que llegara allí
-¿Te apetece un chocolate caliente?- la invitó cariñoso mientras ya los preparaba sobre el mesado de la barra para introducirlos en el microondas
-Vale, el mío con una cucharada de azúcar porfa- le indicó resuelta, él la miró fascinado- ¡¿Qué?! ¡A mí me gusta así!- le soltó fastidiada y Vega volvió a reírse
-Nada, solo que echarle azúcar al chocolate… eso solo se lo vi tomar a una persona- comentó nostálgico y su mente voló de nuevo con Alicia, cuando en las frías tardes de invierno se tomaban un buen tazón de chocolate caliente enroscados en una manta sobre el sofá y él se reía de ella por quererle azúcar al chocolate
-Te vas a poner como una foca con tanto azúcar ¡¿echarle azúcar al chocolate?! ¡¿Dónde se ha visto tal cosa?!- se burlaba socarrón
-A mí me gusta así… por eso soy tan dulce y melosa mi bien ¿tienes alguna queja?- respondía zalamera besándolo juguetona en los labios y sus enredos siempre acababan provocándolo gustoso y terminaban haciendo el amor apasionados sobre el sofá.
 -¡Ey Vega!- lo sacó de sus cavilaciones la pequeña tirándole suavemente de la camiseta gris, él la miró desubicado- ¿Los vas a hacer de una vez o te vas a quedar ahí como un pasmarote?- reclamó, Vega sonrió divertido y acabó de prepararlos

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