miércoles, 2 de julio de 2014

-¡¡Dios Norma, me tienes loco chiquita!!- gimió ya completamente desatado retirándose raudo su camiseta al tiempo que su boca atrapaba ansiosa aquellos deliciosos pechos saboreándolos deleitado mientras sus manos acariciaban su espalda desnuda percibiendo aquella piel tan suave y tersa, Norma gemía complacida arqueando su cuerpo hacia atrás en total entrega. Ella lo detuvo y, mirándose fogosos, empezó a besarlo por el pecho. Su piel ardía al contacto de aquellos cálidos labios que caminaban muy despacio recorriéndole su cuerpo. Aquello era una auténtica delicia y extremadamente excitante. Le despojó de su pantalón y su corazón aún se aceleró más. Cuando sintió su aliento caliente sobre su miembro, la miró desconcertado ¿se atrevería a…?
Pero su respuesta no se hizo esperar y Norma se lo introdujo en su húmeda boca hasta el fondo provocándole un tremendo espasmo de placer que le recorrió el cuerpo soltando sin poder contenerse un profundo gemido mientras ella sonreía dichosa sin detenerse en su bien hacer. Se lo retiraba muy lentamente de su ardiente boca acariciándoselo habilidosa con su lengua para introducírselo fulminante y diestra de nuevo mientras acariciaba con sus suaves manos sus testículos, Hugo sentía como su cuerpo se descontrolaba apresuradamente e iba a estallar de placer en cualquier momento- Para cielo o ya no podré controlarlo- expresó deleitado sujetándole suavemente la cabeza deteniéndola y la guío hasta su boca, se besaron complacidamente gustosos al tiempo que ella se cabalgaba de nuevo sobre él requiriendo una intrusión precipitada pero él la frenó suavemente- tranquila panterita ¿no querías saber si sé hacerlo tiernamente?- expuso divertido y ella sonrió reluciente; él también sonrió amoroso y la besó ardoroso en su boca bajando muy dulcemente por su cuello hasta su escote y siguió descendiendo despacio hasta sus pechos entreteniéndose gustoso en ellos mientras comenzó a realizarle caricias sugestivas en su sexo provocando en ella leves gemidos que iban acrecentando con avidez; le introdujo tres dedos y ella gimió más placentera moviéndose contra su mano, aceleraba el baile buscando su deleite y él la ayudó acariciándole hábil su clítoris mientras le mordisqueó el pezón tirando levemente con sus dientes; ella gimió gustosa y cabalgó ansiosa sobre su mano hasta sacudirse entre sus brazos mientras su cuerpo explotaba en placer que ella descargaba en gemidos hondos y aferrándose con sus dedos en sus hombros con fuerza; jadeante y complacida lo miró a los ojos sonriendo dichosa y él le correspondió satisfecho retirando su mano. La sujetó por la cintura y la cabalgó sobre él insertándola calmadamente sobre su erecto miembro, con ternura; ella gimió gustosa nuevamente mientras lo rodeaba con sus piernas ensamblándose completamente hasta el fondo y él también gimió deleitado al sentir la humedad y el calor de aquel delicioso rincón. Comenzó a acariciarla dulcemente al tiempo que la guiaba muy despacio en un baile lento y controlado sobre él mientras le rozaba tiernamente con sus labios en el cuello y por su hombro; ella jadeaba deleitada por el ritmo pausado de aquel maravilloso baile y sus caricias. Notó en sus jadeos afanosos como ella estaba preparada para soltar una nueva descarga de placer, le ayudó a conseguirlo tomándola por las caderas y guiándola hábilmente hasta que sintió como se estremecía enérgicamente entre sus brazos descargando una pasión incontrolada que la hizo gritar sutilmente. Hugo la besó deseoso de atrapar aquel dulce grito apasionado y Norma le entregó una gran pasión con su boca como nunca nadie le había entregado antes apremiándolo irremediablemente y arrastrándolo sin remedio al apoteósico final sin poder detenerlo ya. La rodeó por la cintura con sus brazos y la guió en una marcha delirante, llena de ansia, que los transportó a una desbocada carrera final sin retorno. Gemían y jadeaban al unísono mientras los embistes eran más vigorosos hasta llevarlos a una culminación final extrema y llena de inmenso placer que le hizo clamar imperioso también mientras se miraban fijamente a los ojos perdiéndose uno en los del otro convirtiéndolo en un momento maravillosamente indescriptible. Aún se quedaron mirándose embriagados un rato más hasta que Hugo la besó extremadamente amoroso entregándole todo lo que sentía en su interior y ella le correspondió con gran pasión enamorándolo aún más si aquello era ya posible. Norma se retiró muy despacio de su boca y posó mimosa su cabeza en su hombro. Hugo la abrazó fuertemente contra él, como si deseara fundirse con aquel cuerpo perfecto y maravilloso. No quería separarse nunca de aquella hermosa mujer que lo tenía completamente enamorado, estaba totalmente loco por ella y sin remedio; pero aquello era un error… un tremendo error al que debía ponerle freno ya… La acostó suavemente sobre la cama besándola apasionado e impetuoso en aquella suculenta boca para poder llevarse su dulce y apetitoso sabor por largo tiempo y la miró fijamente a los ojos, ella sonreía placida y satisfecha
 -Esto se acabó ¿me oyes?- expresó definitivo y rotundo, Norma lo miró desconcertada- Esta locura debe acabarse aquí y ahora mismo- se levantó y se vistió los pantalones y la camiseta rápidamente ante la mirada confundida de Norma que se arrodilló en la cama ante él y le acarició los brazos
-¿Por qué?- inquirió abrumada, él observó su encantadora desnudez sintiendo como su cabeza se turbaba de nuevo; la agitó enérgico como para desprenderse de su bella imagen
 -No podemos seguir con esto chiquita y es mejor detenerlo ahora antes de que se líen más las cosas… Si no están ya liadas claro- expuso intranquilo, ella lo miraba ensombrecida y llorosa; provocándole una profunda pena y al mismo tiempo una emoción inmensa al verla tan desolada por sus palabras, le acarició amoroso la mejilla- Mi niña, eres preciosa y me vuelves loco pero no puede ser ¿no lo entiendes? Esto es disparatado y no debemos seguir con este juego peligroso… Yo soy demasiado mayor para ti cielo; además, pronto me iré pues el juicio está a punto de comenzar y regresaré a mi vida lejos de aquí…Tú volverás a la tuya con tus estudios, tus amigos y Gus, un muchacho que te quiere y es de tu edad como debe ser… Esto fue precioso mi chiquita; pero hasta aquí llegó ¿lo comprendes, verdad?- ella asintió no muy convencida con la cabeza- De acuerdo, entonces todo aclarado- repuso contundente dándose la vuelta para irse pero ella le sujetó la muñeca deteniéndolo, él resopló angustiado- Norma, por favor…- imploró fastidiado; si seguía reteniéndolo allí y mirándolo con aquellos preciosos ojos azules que lo hechizaban, su moral se minaría y ya no podría alejarse de ella…
-Te comprendo Hugo… pero no te entiendo- expuso en un murmullo, él la miró curioso- No sé por qué debemos dejarlo como dices ¿Por qué Gus me quiere? Pero yo ahora sé que a quien amo es a ti…- declaró apasionada y el corazón de Hugo brincó dichoso pero se prohibió recaer
-¡Cállate Norma! ¡No sabes lo que estás diciendo! ¡No puedes amarme; olvida eso!- le increpó furiosamente aturdiéndola
-¿Por qué no? Acaso…- se calló unos instantes mirándolo amedrentada- ¿Acaso tienes una novia esperándote?- preguntó de pronto sin dejar de mirarlo inquieta, él se sintió confundido y la miró a los ojos; ella esperaba esperanzada una respuesta negativa…
-Sí- mintió contundente y Norma abrió sus ojos sorprendida por la noticia- y probablemente nos casemos al acabar con todo esto- remarcó categórico, ella lo miró dolida y sus ojos se llenaron de lágrimas; él apartó su mirada, no podía verla llorar o se derrumbaría en su mentira- Solo fuiste un desahogo para mí Norma, nada más- le repuso tajante aunque se sentía atormentado y conmovido por estarle haciendo tanto daño pero parecía la única manera de hacerla recapacitar en acabar con aquello; la miró de nuevo, ella lo miraba afligida y las lágrimas corrían silenciosas por sus hermosas mejillas, sintió unos deseos terribles de abrazarla, besarla y decirle que era mentira, que la amaba con locura ya... pero se contuvo- Lo siento Norma, pero yo nunca te hablé nada de que te amaba ni niñerías de esas de adolescente mimosa- fue duro, cruel, pero efectivo; ella ahora lo miraba enfurecida y con odio mientras le soltaba el brazo como si una descarga eléctrica le atravesara la mano- Créeme que lo siento, pero las cosas son así- se dirigió a la puerta sin atreverse a volver a mirarla
-Te voy a amargar la vida mientras estés aquí- le aseguró llena de rabia
-Tú misma- repuso calmoso y salió al pasillo metiéndose en su cuarto rápido. Se recostó contra la puerta cerrando los ojos atormentado ¿qué tenía aquella muchacha para volverlo loco tan rápidamente? Sentía que se había instalado de manera increíble en su corazón y cada poro de su piel demandaba atormentado una caricia o un roce suyo. Acababa de separase de ella y ya estaba angustiado por su lejanía; tenía que reponerse y desecharla de su mente, debía alejarse de ella o acabaría necesitándola hasta para respirar pues sentía como ya se había introducido bajo su piel y, solo pensar en ella, le ardía de deseo.
La semana pasaba lentamente, realmente le estaba haciendo los días insoportables con sus gestos y miradas provocadoras. Comer una simple manzana lo hacía irremediablemente excitante poniéndolo a cien al instante. Procuraba no mirarla, esquivarla lo máximo posible pero no podía; sus ojos la buscaban ansiosos y entonces sus labios ardían de deseo por besarla, sus manos por acariciarla y sus brazos ansiaban tremendamente abrazarla haciéndolo sufrir terriblemente. Tampoco se cortaba ante él para demostrar su fogosidad con Gus que parecía encantado y abrumado por tanta pasión de repente, entonces Hugo sentía que la sangre le hervía y los celos le corroían las entrañas teniéndose que alejar de ellos ante la mirada burlona de ella que le hería tremendamente. Si supiera cuánto daño le hacía… su humor cada vez estaba más rancio y saltaba a cualquier cosa teniendo que disculparse avergonzado y turbado a cada momento por su comportamiento ante la sonrisa cínica y burlona de Norma que aún le lastimaba más. La que más sufría su mal humor era su madre que lo miraba extrañada sin poder comprender su estado tan alterado.
Una tarde, después de haber vuelto a discutir con su pobre madre sin motivo, estaba intentando relajarse debajo del roble para irle a pedir disculpas cuando le asaltó suavemente la dulce Marina que se acercara silenciosamente; su barriga ya le sobresalía hermosamente bajo su vestido rojo
 -¿Te molesto si me siento a tu lado?- le preguntó dulce y educada
-Tu misma, es tu casa y tu jardín- respondió calmoso, ella hizo intento de sentarse junto a él pero la detuvo de pronto amable- Espera, la hierba está fría y húmeda- repuso galante, se quitó el chaquetón y lo colocó en el suelo para que ella se acomodara, Marina se lo agradeció sonriéndole con aquella dulzura que impresionaba y él le ofreció cariñoso la mano para ayudarla
-Eres una persona tan cariñosa y amable Hugo…- le dijo dulcemente con una voz envolvente y tierna mientras se abrazaba a su chal cubriéndose el pecho ante el aire fresco que los rodeaba- que me desconcierta la manera en que le hablas a veces a tu madre, explotas irracionalmente y sin motivo contra ella- lo miró intrigada y él bajó la cabeza avergonzado- ¿qué te ocurre, Hugo?
-Tengo la cabeza echa un lío y las pago con ella- explicó apesadumbrado, ella movió la cabeza comprendiendo
 -Entonces es lo que dice Guille- expuso serena, él la miró extrañado
-¿Qué dice Guille?- preguntó intrigado
-Que estás preocupado por el juicio además del agobio de estar aquí encerrado tanto tiempo- le tomó su mano fría entre las cálidas de ella, le sonrió cariñosa- ¡Qué manos frías tienes!- se sonrieron entrañables pero no se la soltó y comenzó a acariciársela suavemente para entrarla en calor- Pues eso, que estás preocupado por el juicio y culpas a tu madre de esta situación ¿es cierto?
 -Sí es cierto que ya estoy harto de todo esto y ardo en deseos de que se acabe y poder regresar a mi casa y a mi vida… pero no culpo a mi madre; ella bastante tiene con lo suyo por haber estado en un mal momento donde no debía y ver lo que no tenía que ver- expuso amoroso y preocupado- Pero no voy a remeter mi mal genio contra nadie de la casa ¿no? Por eso las paga mi pobre madre- se sonrieron ensombrecidos
-Entonces también tiene razón Guille en eso de que vendría bien colgar un saco en el estudio para que te desahogues- bromeó divertida y él rió entrañable
-Pues, la verdad, no sería mala idea- aclaró guasón
-Hugo, dirás que me meto donde no me importa y puede que hasta me merezca una mala contestación de tu parte pero… ¿estás enamorado por un casual?- preguntó de repente sorprendiéndolo y la miró fijamente a los ojos
-No… ¿por qué?- indagó intranquilo mirándola desconfiado. Ella le sonrió tiernamente
-Porque lo pareces- respondió decidida mirándolo indagadora, él evitó mirarla a los ojos- perdona que insista, pero no me engañas y sé que estás sufriendo porque te has enamorado… o deslumbrado, o encariñado… o como quieras llamarlo, pero algo de eso te sucede- insistió rotunda, él la miró fijamente a los ojos
 -Creo que la palabra adecuada es hechizado- contestó sincero y profundo, ella asintió levemente y él volvió su mirada al frente quedándose unos segundos callado y pensativo
-Hugo…- musitó cariñosa y él volvió a mirarla, Marina descubrió tanto dolor y abatimiento en sus ojos que la impresionó y tragó inquieta saliva- no le hagas daño Hugo, es una niña aún que empieza a abrir los ojos a la vida aunque se crea ya muy mayor y tú eres un hombre hecho y derecho; no me la lastimes por favor te lo pido- declaró dolida y él abrió sus ojos incrédulo
-¿De qué estás hablando?- intentó hacerse el confundido
-Sabes de lo que estoy hablando cielo, lo sabes muy bien- remarcó confiada, él cerró los ojos abochornado y apretó afligido sus labios; pero de repente, los abrió de nuevo y la miró fijamente a los ojos
 -No te preocupes Marina que eso no sucederá- exclamó tajante poniéndose de pie rápidamente- este maldito hechizo pasará o moriré con él devorándome las entrañas pero no me acercaré a ella… ¡¡Nunca más!!- clamó rotundo pero su voz sonó con gran dolor y se alejó con paso apurado y sin rumbo dejando a Marina impactada y apenada por tanta angustia que demostró en aquellas palabras. Había observado las miradas entre él y Norma y sus caricias disimuladas, pero creía que solo era atracción, que era solo un enamoramiento pasajero debido a aquel encierro… pero oírle decir tan afligido que nunca más se acercaría a ella, comprendió que el beso del que le hablara Norma fuera suyo y le demostró que aquello que sentía Hugo era amor y amaba muy profundamente a Norma. -¿Qué ocurrió Marinita?- le preguntó preocupado Gus que se aproximara a ellos acompañado de Rubén y observaran la escena, ella les sonrió amable
-Nada cielo, está muy angustiado con este encierro- le mostró la mano para que le ayudara a levantarse, él lo hizo cariñoso mientras Rubén recogía la zamarra devolviéndosela- gracias cielo pero es de Hugo- le explicó dulcemente
-Trae- dijo Gus recogiéndola- Voy a devolvérsela y hablar con él… a lo mejor con otro hombre se desahoga más fácilmente
-¿Y ese hombre eres tú?- bromeó burlón Rubén
-¿Quieres hacerlo tú?- le propuso divertido mostrándole la zamarra decidido
 -¡¡Ni loco, tío!! Con ese genio que se trae ni me acerco- repuso enérgico provocando la risa de ellos- Creo que con quien debería hablar es con Norma- expuso convencido, ellos lo miraron intrigados- ¡¡Tienen un genio parecido: o hablan o se matan a dentelladas, pero acabarían con ese mal genio de una vez!!- volvieron a reírse divertidos, Gus le dio una colleja cariñosa y echó a andar tras Hugo
 Lo encontró hablando con una de las policías en el límite de la finca, se aproximó a ellos despacio; la policía fue la primera en detectar su presencia. Hablaron algo, se sonrieron y Hugo se volvió caminando hacia Gus que se detuvo a esperarlo, al estar más cerca, le mostró la zamarra amable y él le sonrió agradecido
-Gracias- le dijo recogiéndola y vistiéndosela- ¿Qué haces aquí?
-Seguirte para devolverte la cazadora; ya hace frío- respondió siguiéndolo hasta unas rocas dónde se sentó quedándose con la mirada perdida en el horizonte, pensativo; se sentó junto a él. Sacó el paquete de tabaco y le ofreció uno, él lo miró intrigado
-¿No eres muy joven para fumar chaval?- indicó autoritario
 -Y para beber, y para trasnochar, y para hacer el amor…- encendió su cigarrillo expulsando el humo hábilmente por la nariz- Menos para estudiar, para todo el resto y que es lo más divertido: soy demasiado joven- añadió socarrón, Hugo sonrió entrañable y tomó uno encendiéndolo y también echó el humo hábilmente
-No sabía que fumabas- indicó sorprendido Gus al verlo veterano en la cuestión
-¿Qué crees que hago cuando me alejo de la casa? No voy a fumar delante de Marina en su estado- Gus le sonrió agradado
-¿Qué piensas hacer aquí sentado?- le preguntó amable
-Dejar pasar el tiempo y esperar a que toda esta mierda se acabe de una puta vez para poder irme y desaparecer- contestó atormentado
 -¡Coño, pareces bien jodido colega!- repuso sorprendido Gus, Hugo le sonrió divertido- Me dijo Marina que andabas agobiado con el encierro pero no me esperaba tanto ¿Acaso hay más? ¿Alguna chica por ejemplo?- indagó pícaro
-No quiero hablar de eso- le cortó tajante
-Vale- expuso amable; tomó aire profundamente y estiró sus piernas al tiempo que se acomodaba plácidamente sobre sus codos- ¿Parece que va a llover, no?- preguntó interesado, él lo miró sorprendido y observó el cielo enrojecido por el atardecer y limpio de nubes, volvió a mirarlo atónito -No, no tiene pinta… aunque de eso no entiendo - respondió extrañado
-Ah, yo tampoco- respondió sereno- ¿Has visto el partido de fútbol de anoche? ¿De qué equipo eres?- volvió a preguntar curioso; Hugo lo miraba desconcertado
-No me gusta el fútbol y ni siquiera sabía que hubiera partido anoche- respondió confuso
 -A mí tampoco y, la verdad, no sé si hubo o no- confesó entrañable, Hugo estaba liado, turbado
-¿A qué viene todo esto? No le encuentro sentido, Gus- expuso trastornado
-Si dos hombres no hablan de mujeres, tengo entendido que solo les queda el tiempo y el fútbol… No entendemos de ninguna de las dos últimas, así que solo nos queda la primera- explicó divertido y Hugo rompió a reír a carcajadas
-Eres único chaval- declaró animado palmeándole ameno el hombro y ambos rieron entretenidos.

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