lunes, 28 de julio de 2014


-¡Dios santo ¿qué son estos gritos?! ¡¿Le ha ocurrido algo a nuestra Abi?!- salió a la puerta la vecina del segundo A cuando la pequeña, cegada y llena de coraje, chocó contra las piernas de Vega cuando ya alcanzaba el descansillo del segundo piso
-¡Ey, mi dulce melocotón! ¿A dónde vas tan presurosa mi ángel?- repuso tierno Vega soltando de inmediato las bolsas que traía en las manos para recogerla entre sus brazos
 -¡¡Vega!!- exclamó sobrecogida abrazándose inmediatamente a su cuello rompiendo a llorar desconsolada
 -¡¡Abi, detente por Dios santísimo!!- gritó aterrada Alicia apareciendo en la puerta siguiendo a su pequeña con los ojos llorosos y angustiados pero se quedó muda al encontrársela en los brazos de Vega abrazada a él con desesperación, también aparecieron tras ella Esther y Carlos
-Santo Dios, el que faltaba- murmuró Esther mirándolo asustada, Vega frunció el ceño confundido por aquel comentario
-¡Ey mi chiquita! ¿Qué te ocurre mi bien?- le preguntó asustado ante la angustia de su pequeña que se aferraba reciamente a su cuello
-Mami dice… dice que tío Carlos será mi papá después de navidad- Vega abrió descomunalmente los ojos clavándoselos a Alicia que apretó inquieta los labios- y… y no quiero Vega… ¡¡No quiero…!! ¡¡No quiero!!- sollozó afligida y entrecortadamente aferrándose aún más a su cuello, él sintió como el corazón se le oprimía tremendamente de dolor pero también una rabia inmensa lo invadió y sus ojos que aún miraban fijamente a Alicia se encendieron y parecían echar chispas- No me importa ni su casa grande, ni su piscina, ni ese hermanito con el que poder jugar ¡¡No le quiero a él de papá, Vega!! ¡¡Yo ya tengo un papá, díselo tú!!- chilló rotunda
 -¡Claro que ya tienes un papá mi chiquita y no permitiré jamás que nadie ocupe su lugar mi niña hermosa, nunca!- estalló furioso oprimiendo a su pequeña más intensamente contra su cuerpo mientras su mirada furibunda seguía clavada en Ali que la hizo estremecerse al comprender que él ya lo sabía todo- ¡¿Por qué Ali?! ¡¿Por qué también quieres quitarme esto?!
 -Yo no te quite nada Vega- expresó muy nerviosa y confundida
-¡¿Ah no?! Me has arrebatado siete años de su vida con tu silencio ¿te parece poco? ¿Y ahora también quieres quitarme esto?
 -Oh Dios santo Vega- sollozó acongojada Esther cubriéndose la boca conmocionada comprendiendo también que ya lo sabía todo. Las vecinas y Carlos observaban la escena sin atreverse a pronunciar palabra.
-Y usted Esther… ¿por qué?- expresó con gran dolor mirándola ofendido- nunca me hubiera imaginado esto de usted
-Oh por favor hijo yo…- sollozó afligida la mujer bajando la cabeza abochornada
-A mi madre no la metas, es cosa mía- la defendió altanera Alicia enfrentándolo
-¿Por qué me odias tanto Ali? ¿Qué hice para que me odies así hasta el punto de que me hayas ocultado algo tan importante? Ambos tomamos la decisión en conjunto, ninguno obligó a nada al otro- ambos se quedaron mirando desafiantes- ¡¡Mira, tú haz lo que te venga en gana con tu vida, pero ese nunca será su padre ¿me oyes?!! ¡¡Abi tiene ya un padre y jamás te permitiré tal cosa!! ¡¡Jamás!!- aclaró rotundo mirando colérico los ojos de Ali
 -Entonces es cierto, él es…- empezó a hablar Carlos
-¡¡Cállate, él no es nadie!!- lo acalló rotunda Alicia mirándolo asustada por si seguía hablando
-¡¿Cómo que nadie Alicia?! ¡¿Cómo te atreves?! ¡¡Yo soy su…!!- replicó enfurecido Vega pero Alicia lo miró abriendo sus ojos aterrada soltando un gemido sobrecogedor que también lo acalló
-No Vega, así no, ahora no… por favor- le suplicó afligida rompiendo a llorar angustiada, Vega comprendió que no era el momento y, tomando aire profundamente y tragando saliva fuertemente como si quisiera enviar aquella palabra que tanto ansiaba decir de regreso a sus adentros, besó la sien de su pequeña abrazándola más fuertemente contra su pecho al tiempo que cerraba los ojos intentando controlar las lágrimas inútilmente ya que empezaron a correrle por sus mejillas y tragaba saliva repetidamente en un desesperado intento de deshacer el nudo que se le había formado en la garganta al no poder pronunciar la palabra que tanto deseaba pronunciar… soy tu papá mi ángel, tu papá, se repitió mentalmente oprimiendo aún más a su pequeña contra su cuerpo Se formó un incómodo y tenso silencio en el rellano. Abrió sus ojos de nuevo encontrándose con los de Alicia que no cesaba de llorar compungida mirándolo agradecida; le destrozaba el alma verla tan acongojada, aunque en el fondo se lo merecía. Se quedaron mirándose fijamente sin decirse nada, pero sus miradas lo decían todo.
-¿Pero qué es lo que está pasando? No entiendo nada Marta- habló al fin una de las vecinas desde el medio de la escalera que subía al tercer piso
-No hay nada que entender señora Amelia, esto no va con nosotros y aquí no pintamos nada; así que cada mochuelo a su olivo y dejemos a esta gente arreglar sus cosas a solas- expuso resuelta la portera y, haciéndole un gesto a las demás vecinas que se agolpaban en las barandillas observando curiosas, se fueron retirando- Ay muchacho, sabía yo que no podía ser simple casualidad- le murmuró satisfecha a Vega palmeándole amable la espalda antes de retirarse también pero él ni se movió, seguía mirándose fijamente con Alicia
-Yo también es mejor que me vaya; ahora debéis aclarar muchas cosas entre vosotros y tú y yo, cari, ya hablaremos mañana- comentó amable Carlos besando la sien de Alicia sin provocar ninguna reacción en ninguno de los dos que ni se inmutaron y seguían mirándose fijamente; también se fue
-¿Por qué Alicia? ¿Solo dame un por qué?- le reprochó de pronto mirándola muy dolido
-Ahora no Vega, por favor- sollozó angustiada y él le lanzó una mirada ofendida
-¿Por qué no entramos mejor en casa Vega? Aquí no es lugar para hablar de esto- indicó amable Esther y él la miró denegando
-No creo que sea buena idea Esther, podría decir muchas cosas y muy inconvenientes en estos momentos- dijo receloso con voz entrecortada, estaba haciendo un terrible esfuerzo por no llorar aunque las lágrimas se escurrían delatoras por sus mejillas y a Ali se le rompía aún más el corazón al verlo sufrir así
-Por favor Vega; entra, te tomas un café y te serenas un poco, no debes irte a casa así hijo- insistió Esther; él no dijo nada, solo volvía a tragar saliva repetidamente- Piensa en Abi, te echó mucho de menos… por Abi Vega- recalcó enternecida, él tomó aire profundamente y empezó a caminar hacia el apartamento sin soltarse de su hija, Alicia bajó la cabeza abochornada cuando él pasó por su lado sin mirarla siquiera, recogió las bolsas que Vega dejaba olvidadas en el rellano y también entró en el apartamento.
 Cerró la puerta despacio y aún tardó unos minutos en decidirse a darse la vuelta y mirarlo de nuevo; debía calmarse y tomar fuerzas para enfrentar su dura mirada reprochadora y verlo tan abatido haciendo aquel esfuerzo descomunal por no llorar. Nunca se hubiera imaginado que sufriría de aquella manera cuando llegara a enterarse, le dolía tanto el daño que le había hecho con su silencio que se le clavaba en el alma haciéndole añicos el corazón. Cuando se decidió a volverse, Vega estaba sentado en el sofá con Abi entre sus brazos aún aferrada con ansia a su cuello, su madre se había sentado frente a él pero la observaba a ella. Sus miradas se cruzaron, tomó aire profundamente y caminó hacia el otro sofá vacío frente a Vega dejándole sus bolsas a su lado. Guardaban silencio los cuatro. Esther no se atrevía a hablar saltando inquieta su mirada de Vega a Alicia; Vega acariciaba tranquilizador la espalda de su niña con la mirada perdida al frente mientras la pequeña, abrazada aún al cuello de Vega, soltaba profundos suspiros sacando la angustia que la pobrecita acabara de pasar. Alicia no cesaba de llorar en silencio con la cabeza hundida en su pecho y la mirada clavada al suelo
-Será mejor que traiga un té, creo que todos lo necesitamos- expuso intentando romper aquel incómodo silencio pero ninguno pareció oírla.
-¿Qué es eso Vega?- curioseó la pequeña ya más serena cuando Esther regresaba con la bandeja de la cocina, él le sonrió tierno
-Tus regalos mi chiquita ¿no te dije que te traería regalos?- ella le miró y sonrió entusiasmada provocándole una sonrisa más relajada en él; parecía también más tranquilo
 -¡Dijiste uno, no muchos!- aclaró ilusionada, él sonrió más abiertamente, era increíble la facilidad con que se reponían los niños
 -Dije uno grande, pero no lo encontré suficientemente grande para ti así que traje muchos pequeños- ella le rió feliz, lo besó en la mejilla y se bajó de su regazo investigándolos todos de inmediato- espera muñequita…- indicó secándose las últimas lágrimas de su rostro- estos dos no son para ti mi cielo- aclaró recogiendo las dos bolsas de charol rojo más pequeñas, una se la ofreció sonriendo con cariño a Esther que se lo recogió sonriéndole agradecida- este es para la abuelita y este…- él y Alicia se clavaron la mirada de nuevo- es para tu mami, aunque no sé si se lo merece- añadió resentido, Alicia soltó un apagado gemido sobrecogida y las lágrimas volvieron a correrle por las mejillas
-Pobrecilla, sí que se lo merece Vega; es una mami muy buena- la defendió con pasión la pequeña, Vega sonrió tierno mirando dulcemente a la pequeña que lo observaba esperanzada
-¿Tú crees?- expresó y la pequeña afirmó rotunda con la cabeza provocando una dulce sonrisa en su madre- ¿estás segura mi chiquita?- insistió juguetón
-Ajá- instó Abi decidida
-Está bien, pero porque tú lo dices ¿eh mi dulce melocotón? Que yo no se lo daba- resolvió pícaro al tiempo que estiraba el brazo mostrando la pequeña bolsa hacia Alicia
 -Gracias, no tenías por qué- murmuró conmovida mientras lo recogía
 -¿Qué es mami? A ver, ábrelo- la alentó impaciente la pequeña apoyándose en su reposa brazos intentando mirar dentro de la bolsa
-Espera Abi- le regañó cariñosa
-Es una tontería, lo vi en Toulouse y me acordé de ti- expuso intentando parecer despreocupado
 -¿Has tenido tiempo de ir también a Francia en estos tres días?- comentó Esther en un intento de calmar el tenso ambiente de la sala mientras le pasaba una taza de té que él recogió mientras le sonreía entrañable aunque no pudo disimular el temblor de sus manos que ellas percibieron muy bien- De ahí tu mala cara hijo, pareces cansado- expuso cariñosa sin dar muestras de haberlo visto y Alicia lo observó más detenidamente, realmente tenía unas ojeras profundas y oscuras bajo sus hermosos ojos grises que estaban más oscurecidos debido al agotamiento
-Cansado no Esther, estoy reventado; he conducido sin detenerme para nada de Toulouse a Madrid y he cogido el primer vuelo que salía hacia aquí sin apenas descansar… pero tenía ansías por llegar y queriendo hay siempre tiempo para hacer las cosas importantes ¿no cree?- dijo mordazmente lastimado y Ali volvió a suspirar dolida, sabía que ese comentario iba por ella y no haberle dicho en todo ese tiempo la existencia de Abi
-¡A ver mami, ábrelo ya!- la apuró ansiosa Abi que esperaba ávida mirar el regalo de su mamá.
-Siempre tan impaciente como el adoquín cuadriculado de tu padre hija- protestó sin pensar Alicia y al instante sus ojos buscaron abochornados los de Vega que la miraba fijamente provocando que se sonrojara tremendamente
-Mi ángel, dile a tu madre que más vale ser un adoquín cuadriculado que una atolondrada insensata- replicó hostil Vega sin dejar de mirar fijamente a los ojos de Alicia que se la mantuvo ofendida
-Mami, dice Vega que…
-Ya lo oí Abi, no soy sorda cielo- la interrumpió fastidiada provocando unas risas divertidas tanto en la pequeña como en Esther, Alicia miró reprochadora a su madre que escondió sus risas incontrolables tras su pocillo de té
-¿A ver? ¿Lo vas a abrir o no?- volvió a insistir la niña impaciente; su madre movió derrotada la cabeza pero sonriendo dulcemente esta vez y abrió despacio su bolsita encontrándose con una pequeña cajita de terciopelo, tragó inquieta saliva; la abrió temerosa y descubrió unos bonitos pendientes con un diamante romboidal engarzado en oro blanco.
-Gracias, son muy bonitos- musitó acobardada dedicándole una sonrisa agradecida y él le sonrió complacido; la miraba intensamente de nuevo, seguía tan hermosa como recordaba o aún más, y estaba aún tan locamente enamorado de aquella mujer que, a pesar de todo lo sucedido, deseaba inmensamente besarla y borrarle toda aquella tristeza que mostraba sus bellos ojos negros.
 -Sí, muy bonitos Vega- remarcó la pequeña alegre y él rió más animado
-Me alegro de que os gusten, a las dos- respondió satisfecho y la niña se fue directa a su abuela
 -¿Y el tuyo abuelita? ¿Qué es?- preguntó interesada examinando curiosa la bolsa
-A ver, a ver- repuso la mujer abriéndola- ¡Oh Dios mío hijo! ¡Si es el perfume que usaba antes, te has acordado!- clamó entusiasmada Esther y él sonrió alegre
-Me di cuenta que ya no lo usaba y no me gustó nada ese nuevo- dijo chistoso y ellas rieron amenas- ese es tu aroma y así te recuerdo, querida mami…- se calló de repente ofuscado y se sonrojó levemente- querida Esther- remedió finalmente y la mujer le sonrió cariñosa
-¡¡Ahora los míos!!- aclaró resuelta la pequeña dirigiéndose a sus regalos que empezó a abrir ilusionada- ¡Mira mami, cuantas cosas!- decía entusiasmada mostrando a su madre todo rápidamente sin casi darle tiempo a verlo; ellos sonrieron más animados y relajados quedándose mirándola embelesados al verla tan feliz con todos aquellos juguetes nuevos
-Bueno mi niña linda, yo me tengo que ir que estoy realmente extenuado del largo viaje- repuso Vega besando la cabeza de la pequeña un rato después de estar enredando con Abi y sus nuevos juguetes- mañana pasaremos el día juntos mi dulce melocotón…- miró a Alicia fijamente- si tu madre no tiene ningún inconveniente claro está
 -No, claro que no- dijo ella apocadamente y él le sonrió agradecido
 Recogió su bolsa y, después de besar nuevamente a la pequeña en las mejillas, se dirigía a la puerta pero se detuvo y miró a la pequeña a su lado que lo acompañaba- Ey chiquita ¿y mi guitarra?
-Mami te la llevó a tu piso, sabe lo mucho que la quieres y no quería que se rompiera- contestó con desparpajo y él le dedicó una sonrisa agradecida a Alicia que sonreía entretenida observándolo cautivada, a pesar de sus ojeras y su rostro cansado, estaba aún más guapo y atrayente de lo que recordaba y no podía remediar desear besarlo y sentirse de nuevo entre aquellos brazos vigorosos en los que siempre se sentía a salvo y protegida… Amaba a aquel hombre tanto como hacía siete años… No, que va… ¡Lo amaba más aún, mucho más! Él también la observaba deseoso, estaba linda a rabiar cuando sonreía así, pensó cautivado. Seguían con esa loca atracción de antes en que solo con mirarse se deseaban ardientemente. Intentó recomponerse de aquel deseo tortuoso de ir hacia ella y besarla ardientemente besando de nuevo en el pelo a su pequeña oliendo aquel perfume tan característico de su madre: su dulce olor a melocotones
-Hasta mañana mi ángel- musitó amoroso y la niña le sonrió alegre
Aunque estaba cansado, no podía conciliar el sueño, su cabeza no dejaba de pensar y darle vueltas a todo lo sucedido aquella noche. Se levantó exasperado por la falta de sueño y de tantas preguntas que quería hacerle a Alicia… ¿por qué no le había dicho que tenían una hija? ¿Por qué lo odiaba tanto hasta el punto de negarle ver a su hija? ¡¡Si fuera una decisión de ambos la de romper al separarse!! ¿A qué venía ese odio hacia él? Cogió la guitarra e intentó serenarse tocando; puso todos sus sentidos en interpretar “Smoke in the water” para borrar esas ideas de su cabeza pero fue inútil así que probó con “Rock you like a hurricane” pero no lograba concentrarse… Mientras su cabeza seguía dándole vueltas a miles de preguntas sin respuesta y sin darse cuenta, tocaba la canción preferida de Alicia: “No one like you”
Alicia daba vueltas en la cama inquieta, no podía dejar de pensar en Vega ¿cómo se enterara de todo? ¿Y qué haría ahora él? ¿Reclamaría la custodia compartida? Eso seguro, pero… ¿O se propondría quitársela en venganza de su silencio? Bien capaz era de hacerlo, cuando se ofuscaba, él se volvía realmente muy terco y cerrado... Podía intentar llevársela con él a Australia… ¡¡Podía no volver a verla!!
 -¡No!- gritó angustiada tapándose la boca con sus manos ahogándolo al tiempo que se sentaba al borde de la cama; él no podía quitarle a su luz, a su sol… a su pequeña. Tenía que averiguar que se proponía hacer. No podía esperar más para saber sus ideas. Se puso su bata rosa de suave lana de pirineos y salió muy despacio de la casa. Subía nerviosa e inquieta los escalones al tiempo que su corazón latía presuroso al irse acercando al ático. En el descansillo acristalado del cuarto piso empezó a intuir los acordes de aquella canción que tanto le encantaba, una sonrisa orgullosa se dibujó en su rostro y se detuvo ante la puerta deleitándose en escucharlo. Lo hacía extraordinariamente bien, había mejorado tremendamente en aquellos años y se podía notar como ponía toda su alma en interpretarla provocándole que se le erizara la piel. Probó a abrir la puerta sin llamar y cedió; seguía con la misma manía de antaño de nunca cerrar las puertas. Lo encontró de pie de espaldas a ella tocando completamente concentrado. Sí que ponía todos sus sentidos en ejecutarla al tiempo que llevaba el ritmo con pequeños movimientos de cabeza. Entró y cerró despacio la puerta para no interrumpirlo recostándose contra ella y lo escuchó deleitada mirándolo embobada; había mejorado muchísimo también corporalmente, aquella camiseta gris le marcaban sus musculosos brazos y su ancha espalda mientras los bermudas cortos le marcaban aquel trasero tan duro y perfecto que siempre tuviera y sus piernas se percibían potentes y fuertes. Él se volvió descubriéndola y cesó de tocar al instante quedándose mirando fijamente a los ojos uno al otro
 -Perdona por entrar sin llamar pero estabas tan concentrado y esa canción me encanta…- expuso acobardada sin moverse
-Lo sé, siempre fue tu preferida- respondió al instante y el corazón de Alicia dio un brinco ¡aún se acordaba de sus gustos! siguieron mirándose fijamente unos segundos más sin ambos atreverse a moverse

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