martes, 1 de julio de 2014


-Eso no es nada fácil cielo; tiene esa mirada impresionantemente dichosa y ese brillo tan especial de todas las mujeres embarazadas- explicó Betty cariñosa- Será un gran reto si consigues plasmarla a estas alturas de tu nivel en pintura, date cuenta que llevas solo un año de clases
-Menos de un año, Betty- aclaró orgulloso Rubén y su hermana le sonrió dulcemente
-Eso, menos aún- repitió sorprendida Betty
-Caray pues lo haces muy bien pequeña- indicó asombrada Gabriela recogiendo el bloc, Hugo también se interesó por los dibujos que su madre pasaba examinándolos- Este te quedó perfecto querida- exclamó admirada mirando el retrato de Gus
-Es que a ese le pone algo más que empeño ¿verdad Normita?- bromeó socarrón Rubén, todos sonrieron divertidos y Graciela la miró enternecida
-¡Ah, es algo más que “un amiguito” ¿no?!- inquirió maliciosa Gabriela mirándola dulcemente, Norma se sonrojó y descubrió que Hugo tenía una chispa molesta en la mirada; ella sonrió gozosa -Algo así- repuso cariñosa y la mujer le sonrió deleitada.
 -¡¿Algo así?!- repuso pasmado Rubén- ¡¡Si andan todo el día comiéndose el pico los muy tortolitos!!- añadió guasón
-¡Rubén!- le reclamó sonrojada y las mujeres rieron divertidas pero Hugo la miró encrespado y se levantó bruscamente sobresaltando a todos
-Me voy a duchar para la cena- aclaró tajante entrando en la casa seguidamente. Rubén miró intrigado a Norma dándose cuenta que aquella huida presurosa de Hugo era debida a su comentario pero ella movió los hombros desprendida y continuó hablando tranquilamente con las mujeres de sus dibujos. Apareció Marina y Guillermo abrazados sonriendo dichosos y se sentaron junto ellos en la terraza -Parece que ya tienes mejor cara- le indicó cariñoso Guillermo a Norma que le sonrió agradada
-Pero mira que ojeras le están apareciendo- expuso preocupada Marina- Acuéstate ya cielo, te llevaré algo caliente y una aspirina- le indicó dulcemente
-Ahora voy- contestó ella amable recogiendo su bloc, todos la observaban y ella se sonrojó aún más -¿Te encuentras mal?- inquirió cariñoso y preocupado Rubén
-Un poco, tengo un día de eses tontos como tú me dices siempre- le contestó bromeando
-¿Por eso estabas llorando en el cobertizo?- siguió preguntando curioso, ella lo miró reprobadora -Sigues siendo el mismo bocazas de siempre… Aunque no quiera siempre tengo que acabar enfadándome contigo- le increpó irritada pegándole fuertemente con el bloc en la cabeza y desapareció dentro de la casa dejándolo quejoso ante la mirada atónita de todos.
-Pero… ¡¿Qué rayos dije ahora?!- protestó desconcertado provocando la risa de los demás. Ella corrió a su cuarto, se tiró boca abajo encima de la cama, ese Rubén siempre tenía que sacarla de sus casillas. Pensó sulfurada y sus ojos se encontraron con su móvil sobre la mesilla. Lo tomó y lo estuvo mirando largo tiempo; abriéndolo y cerrándolo repetidamente sin atreverse a llamar. Lo dejó a un lado, se levantó y se puso el camisón regresando a la cama donde volvió a quedarse mirando fijamente su teléfono. Finalmente se decidió y llamó a Gus
-Hola preciosa mía- le respondió cariñoso y su voz sonaba encantada de haber recibido aquella llamada; su corazón empezó a latir dichoso al oír su voz
-¿Estás ocupado, te estoy molestando?- preguntó amable
 -Tú nunca me molestarías corazón- expuso dulce y entrañable- Pero en estos momentos menos, estoy solo en mi cuarto, mi madre está preparando la cena
-Ah ¿y qué estás haciendo?
-Nada… pensar en ti tirado sobre mi cama ¿y tú?
-También tirada en la cama llamándote ¿o no me estás oyendo?- bromeó divertida y él rió entrañable -Muy graciosa- repuso socarrón- ¿Y a qué se debe tu maravillosa llamada?
-A que te echo de menos- le contestó mimosa dándose cuenta que era verdad, extrañaba a Gus a su lado
-No me creo nada- contestó burlón y ella sonrió entrañable
-Gus- dijo en un murmullo
-Dime- contestó amoroso
-Hablé con Rubén- él quedó en silencio- Estás equivocado Gus… Te quiero mucho y sí te estoy echando de menos- siguió sin hablar- Referente a lo que piensas de mi con…- se calló al oír que se abría la puerta de su cuarto apareciendo Marina con una bandeja que la miró sorprendida
-Pensé que ya estabas metida en la cama, te traía algo de consomé y la aspirina- aclaró confundida acercándose y dejando la bandeja sobre la mesita- perdona por la intromisión… ¿hablas con Gus? -Sí- contestó sonriéndole amistosa- Tengo que dejarte Gus, Marinita ya me trajo la cena
-¿Por qué cenas en la cama? ¿Acaso estás mala cielo? ¿Qué tienes?- se interesó preocupado, ella sonrió agradada
-Solo estoy cansada y tengo un poquito de dolor de cabeza, nada preocupante; me voy a cenar antes de que enfríe… Hasta mañana… ¿mañana ya nos vemos, verdad?- indagó ansiosa, Marina sonrió entrañable
 -Supongo que sí… Te quiero mucho, Norma- dijo resuelto y sincero
-Y yo a ti so bobo- respondió feliz, lo oyó reír divertido
-Cena, descansa y sueña conmigo- recomendó amoroso
 -Lo mismo te digo- cortaron la comunicación. Norma se sentó sobre la cama y tomó la bandeja que le ofrecía Marina al tiempo que se recostaba a los pies de ella mirándola intrigada
-Referente a aquella conversación que tuvimos hace unos días…- comenzó a hablar amorosa Marina mirándola fijamente
-Estoy segura de que le quiero mucho Marinita- respondió serena y definitiva, Marina le sonrió dichosa
-Me alegro de que hayas aclarado tus dudas, corazón- la besó en la frente levantándose- Me voy a cenar, vendré luego para recoger la bandeja; tú acuéstate y descansa- pero apareció Rubén con otra bandeja y se miraron asombrados los tres sonriéndose divertidos
 -Vengo a cenar con mi hermanita para que no esté solita- expuso rotundo, se rieron entrañables y Marina los dejó solos en el cuarto mientras hablaban entretenidos y reía divertidos sentados en la cama uno frente al otro con sus respectivas bandejas sobre las piernas; en el pasillo se encontró con Guillermo que los observó encantado mientras la abrazaba amoroso por la cintura, ella se recostó contra su hombro
-¡¡Que dos!! Así cómo hace un momento estaban discutiendo, él corrió a acompañarla para que no estuviera sola y ya están bromeando entrañables- declaró amoroso, Marina lo miró cariñosa
-Cosas de gemelos- expuso maternal
-No solo es eso cielo, estáis los tres enorme y maravillosamente unidos- repuso admirado besándola tierno en la frente y regresaron al comedor.
-Normita, no quiero que te enfades de nuevo conmigo pero… ¿puedo hacerte una pregunta y te juro no volver a tocar ese tema nunca más?- preguntó receloso Rubén mirando prevenido a su hermana, ella percibió preocupación en sus lindos ojos azules y asintió con la cabeza sonriéndole amena- Observando la brusca huida y la cara de rabia de Hugo al oírnos antes hablar de Gus… ¿tú estás totalmente segura de que él también sabía que lo vuestro solo era un “inocente juego”?- interrogó seriamente mirándola inquieto a los ojos, ella la mantuvo la mirada serenamente
-Claro que sí Rubén; estoy segura- contestó despreocupada siguiendo con su cena
 -Pues perdona, pero a mí no me lo pareció…- murmuró apagadamente bajando su mirada a su plato -¿Qué quieres decir?- se interesó curiosa y él volvió a mirarla fijamente a los ojos
-Que más bien parece que se está enamorando de ti Norma ¿o acaso no has notado cómo le brillan los ojos cuando te observa o como le cambia el semblante cuando te ve con Gus?- indicó rotundo y se mantuvieron la mirada unos segundos antes de que ella sonriera despreocupada
-¿Pues sabes qué hermanito?- expuso cariñosa posando tierna su mano en la mejilla de Rubén- que es su problema y ya se le pasará, porque yo soy muy feliz con Gus y no pienso dejarlo; y ahora cenemos que se enfría- resolvió desentendida y, aunque Rubén aún la observó durante unos segundos con rostro inquieto, pronto sonrió placentero y continuaron cenando amenos.
-¿No esperamos a Rubén y a Norma?- se interesó Hugo al observar cómo se disponían todos a cenar sin ellos
-Hoy no cenarán con nosotros- le contestó sonriéndole dulcemente Marina, él la miró intrigado- Normita no se encuentra muy bien- aquel comentario inquieto a Hugo- y Rubén prefirió cenar con ella en su cuarto para no dejarla sola- acabó de exponer despreocupada y continúo con la cena sin dar más explicaciones y él no se atrevió a preguntar, aunque ansiaba saber qué tenía Norma…
Hacía ya rato que todos se habían acostado ya. Pero Hugo daba vueltas en su cama sin poder dormirse; el remordimiento de haber sido tan violento con Norma y que su malestar fuera porque le hubiera hecho daño lo atormentaba y no le dejaba conciliar el sueño. Al fin y al cabo, solo era una niña y él había sido demasiado brusco con ella. Se levantó enérgico, tenía que averiguarlo o no podría descansar en paz; resolvió decidido vistiéndose el pantalón de chándal y la camiseta de asas que dejaba siempre a los pies de la cama pues le gustaba dormir desnudo y salió despacio al pasillo. Al llegar delante de la puerta del cuarto de Norma se detuvo con toda la intención de llamar… pero no fue capaz y continuó su camino dirigiéndose a la cocina; se sirvió un vaso de leche fría y regresó a su cuarto. Volvió a detenerse ante la puerta de Norma y sujetó el pomo quedándose mirándolo unos segundos nuevamente sin atreverse a entrar. Le echó una visual al pasillo, el resto de las puertas estaban cerradas y no se oía nada. Abrió decidido la puerta y entró raudo en el cuarto apoyándose con su espalda contra la puerta para calmar un poco su inquietud por el arriesgado gesto que había cometido ¿Qué rayos estaba haciendo? Si alguien lo descubría allí sería muy complicado y demasiado difícil dar una explicación lógica y, sobre todo, creíble… Pero observó la suave silueta de Norma bajo la sábana iluminada por la tenue luz de la luna que entraba por el ventanal con los cortinones sin correr y su corazón empezó a palpitar ansioso. Se aproximó a ella despacio, sin hacer ruido, y la observó encandilado. Sonreía levemente en sueños y tenía un rostro precioso y angelical. Se sentó en el borde de la cama y le apartó dulcemente el pelo del rostro acariciándole tiernamente la mejilla con el dorso de sus dedos; estaba loca y perdidamente enamorado de aquella muchacha y aquello era otra estúpida locura por su parte ¡¿cómo había podido enamorarse así de una chiquilla?! Porque Norma era aún una chiquilla a la que debía llevarle por lo menos diez años y, si alguien se enteraba de aquella locura, sería su perdición. Debía irse, salir de allí inmediatamente y procurar aplacar aquella demencia… Pero ella abrió los ojos en aquel instante y se sentó sobresaltada en la cama sorprendida de su presencia. La sábana descubrió su torso cubierto por un fino camisón que dejaba traslucir sus turgentes pechos marcando sus erectos pezones, la imagen excitó a Hugo.
-¿Qué rayos haces aquí?- le peguntó asombrada, él le tapó levemente la boca con su mano acariciándole aquellos jugosos y sugerentes labios
-Chisss, no levantes la voz que todos duermen- indicó en un susurró
-Con mayor motivo ¿qué haces en mi cuarto?- murmuró inquieta
 -Quería saber cuál fue el motivo real por tu ausencia en la cena- repuso en voz baja mirándola intrigado, ella lo observaba curiosa- Necesito saberlo Norma, esta duda me está atormentando: ¿Realmente solo es un malestar o acaso te hice daño con mi brusquedad?- preguntó preocupado mirándola tiernamente, ella sonrió levemente
-Algo de las dos cosas- expuso sincera bajando su mirada turbada
-¡Oh, Dios!- repuso dolido tomándola entre sus brazos abrazándola amoroso mientras la besaba en el pelo, le sujetó el mentón suavemente y la obligó a mirarle a los ojos- Discúlpame por haber sido tan bruto cielo- imploró abochornado, ella le sonrió levemente- Pero me desquiciaste con lo que me dijiste y me hiciste perder los estribos… Tienes una forma de expresarte que no sé cómo no te mete en más líos, pequeña- expuso entrañable y Norma le sonrió candorosa
-Lo tiene hecho muy a menudo, te lo aseguro- contestó sincera y se sonrieron cariñosos, él le acarició la mejilla amoroso
-Tienes un rostro angelical pero una boca endemoniada ¿lo sabías?- bromeó tierno y se sonrieron encandilados; la besó en la frente apasionado y se puso en pie- Te dejo seguir durmiendo… ¿me perdonas verdad?- preguntó mirándola intrigado, ella asintió con la cabeza; él se dio la vuelta para dirigirse a la puerta pero ella le sujetó rápida la muñeca deteniéndolo
-Hugo- repuso melosa, él la miró curioso y se encontró con su mirada incitadora y seductora- Quédate un poco más… por favor
-No creo que sea buena idea, mi panterita hermosa; si alguien me descubre aquí será el final de mi retiro en esta casa y probablemente hasta de mis atributos masculinos- bromeó temeroso
-Por favor- imploró mimosa mirándolo con ojitos tiernos, él se sentó nuevamente en la cama vencido por aquella carita dulce y suplicatoria
-De acuerdo… pero que conste que creo que es una locura- insistió inquieto, ella sonrió triunfadora -No vendrá nadie, todos duermen- explicó animosa tirando de su brazo obligándolo a recostarse contra la cabecera a su lado. Él obedeció dejando el vaso de leche sobre la mesilla mientras Norma se recostaba gustosa contra su pecho abrazándose a su cuerpo fornido, él la envolvió tierno entre sus brazos- Hugo, tengo que decirte algo- comentó mirándolo a los ojos- Me gustó… me gustó mucho- declaró sincera
-¿Lo qué pequeña?- preguntó intrigado
-Esa mezcla de placer y dolor- él la miró sorprendido- El dolor que sentía que parecía abrirme en canal con tus violentas embestidas acentuaban y aumentaban el placer a grados infinitos- lo miró cautivadora a los ojos, él estaba atónito- Me has hecho sentir un placer desconocido y descomunal- repuso subiéndose provocadora sobre sus piernas, Hugo se sintió provocado y acobardado por el ímpetu de la muchacha
-Estate quieta Norma ¿acaso te has vuelto loca?- expresó prevenido intentando quitársela de encima pero ella lo empujó despacio y firme contra la cabecera mientras comenzó a besarlo provocadoramente por el cuello, recorriéndoselo despacio, lamiéndole suavemente la piel; él gimió estimulado por la excitante caricia
-¿Sabes hacerlo también tiernamente o solo salvajemente?- le murmuró al oído incitadora, él la sujetó por los hombros y la retiró levemente para verla a los ojos
 -¿Cuántos años tienes, Norma?- preguntó intrigado y sorprendido por su hambre devoradora -Dieciocho… ¿qué pasa? ¿Aún le tienes miedo a mi cuñado? No estás corrompiendo a ninguna menor, tranquilo- expuso burlona mirándolo retadora y lo besó en los labios rozándoselos con la punta de su lengua atormentadoramente provocativa, él sintió como su miembro inflamado estaba ansioso de introducirse entre aquellas piernas que le cabalgaban; ella también lo notó y sonrió dichosa comenzando un baile lento y tentador rozándose aún más contra él. Aquel insinuante roce lo estaba enloqueciendo de placer y desesperación por poseerla
-No; es que ya sabes demasiado para ser tan niña- expuso asombrado sujetándole las cimbreantes caderas para detenerla antes de perder por completo el control, ella rió divertida
-Es que… leo mucho- le murmuró melosa besándolo suavemente al borde de los labios y fue rodeándole muy lentamente y tremendamente excitante su boca sin tocársela; él la entreabría ambicioso buscando ese delicioso contacto pero ella seguía jugando a su alrededor sin entregársela definitivamente y aquel provocador y excitante juego lo desquició totalmente; en un arrebato de ansia desesperada, le sujetó la nuca y atrapó al fin aquella boca que lo estaba enloqueciendo besándola ardientemente apasionado, ella le correspondió entregada, urgente y deseosa excitándolo aún más. -Esto es una locura Norma… una auténtica locura…- musitaba sobrecogido pero sin poder dejar de saborear aquella deliciosa y tentadora boca. Ella sonrió pícara desatándose los lazos que sujetaban el camisón sobre sus hombros y resbaló hasta su cintura mostrando aquellos turgentes y redondos pechos trastornando por completo a Hugo. Ya no tuvo fuerzas para seguir oponiéndose. Aquello ya no había manera sobrehumana de detenerlo: la deseaba, deseaba a Norma como nunca había deseado a nadie…

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