sábado, 26 de julio de 2014



Esther observaba conmovida el dolor que se había instalado en el rostro de su hija al ver marcharse a Vega, la muy terca seguía negándolo aún amarlo pero sus ojitos no podían mentir y mostraban que seguía amándolo tremendamente
-Alicia- pronunció cariñoso Carlos posando compasivo su mano en su brazo
-¿Qué?- repuso mirándolo desubicada
-¿Qué ocurre? ¿Quién es ese hombre que tanto te afectó ver aquí?- le preguntaba entre confundido por su reacción y temeroso de la respuesta
-Nadie- respondió cortante saltando su mirada de él a Abi en la camilla, él comprendió que sí- solo es el vecino del ático ¿verdad mi rayito de sol?- repuso acercándose de nuevo a su pequeña dedicándole mimos tiernos
-Y no es malo como tú dices mami- aclaró la niña que le sonreía feliz.
Llegó al pub abatido y desolado
 -¡Dios tío ¿dónde te has metido? me estabas empezando a preocupar!- le asaltó inquieto Willy al verlo llegar- Tu jersey está manchado de sangre ¿se puede saber qué ha ocurrido?
-Vengo del hospital, atropellaron a mi vecinita y la tuve que llevar a urgencias
 -Oh Dios, lo siento… ¿pero está bien verdad?- se inquietó amable
-Sí, solo fue un susto pero no me encuentro con ganas de tocar hoy Willy; verla así me deprimió
-Lo comprendo, además con esa pinta que traes asustarás a la clientela; anda, vete a casa, yo me las arreglaré solo
-Gracias colega- se sonrieron amistosos y salió del pub en dirección a su casa.
Caminó despacio por la acera con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, el agua nieve le calaba el abrigo y le empapaba su pelo negro bien cortado que se le ondulaba con la humedad y algunos rizos rebeldes le rozaban la frente; pero él no se daba cuenta de nada. Caminaba lentamente pensando en todo lo sucedido, ahora comprendía tantas cosas… Como el por qué aquella pequeña le ganara tan pronto su corazón, aquellos ojitos alegres y vivarachos eran de Ali, igual que aquella sonrisa dulce que formaba aquellos hoyuelos graciosos como su Ali… pero no podía entender el por qué esa prohibición tajante de verlo y estar con él a la pobre pequeña ¿Tanto lo odiaba por haberla abandonado como para llegar al extremo de prohibirle a la pequeña acercársele? Eso le rompía el corazón en mil pedazos, él que la seguía amando como el primer día y ella lo odiaba a muerte, increíblemente eso le dolía mucho más que saberla con otro hombre. Había llegado a casa pero no le apetecía subir, se sentó en las frías escaleras de piedra bajo la fina lluvia. Marta lo vio por la ventana y salió a su lado
 -¿La pequeña Abi está bien?- preguntó angustiada posando cariñosa su mano en su hombro
-Sí, ya está bien; no se inquiete- le respondió cordial mostrándole una sonrisa agradable
-Entonces ¿qué hace aquí bajo la lluvia tan abatido? Está calado hasta los huesos muchacho; venga, le daré un café caliente
-No se moleste, estoy bien- denegó amable
-Nada de eso, va a coger una pulmonía si se queda aquí muchacho- insistió sujetándolo por el brazo intentando levantarlo aunque le era imposible; era un hombre grande y fornido. Él se levantó desganado y se dejó llevar.
Sentado en uno de los sofás frente a la mujer, saboreaba el rico café sujetándolo con sus dos manos heladas que agradecían el calor del tazón; realmente estaba congelado. La mujer lo observaba sin decir nada, tomándose también su café despacio, a pequeños sorbos
-¿Se encuentra bien Vega?- preguntó al fin preocupada por su rostro abatido y tan triste que conmovía
-Sí, solo que me llevé un gran susto con mi chiquita que no me logro quitármelo de encima- aclaró intentando sonreírle a la buena mujer, pareció funcionar; la mujer se relajó y bebió más calmada de su tazón
-Sé lo que es muchacho, yo también tengo hijos y sé lo que es; es muy difícil sobrellevar el ver a un hijo enfermo, aunque sea una simple gripe, para más un accidente de este calibre; aunque parece que un ángel los guarda siempre gracias a Dios- comentó despreocupada la buena mujer desconcertándolo
-No, está equivocada Marta- le repuso amable y la mujer lo miró sorprendida- Abi no es mi hija, es verdad que le tomé muchísimo cariño en el poco tiempo que la llevo conociendo, pero no es nada mío
-¡Oh! Yo creí… me imaginé que… como siempre está hablando de ti y además tenéis cierto parecido yo… ¡¡oh, pero que bocazas soy, perdóname!!- balbuceaba confundida, él le sonrió entrañable y la mujer abrió los ojos asombrada- ¡Caray es que si no me lo dices no me lo creo, parece increíble; os parecéis mucho!… además cómo nunca conocí al padre de la pequeña y eso que nació aquí… discúlpame de verdad- aclaró asombrada y Vega volvió a sonreírle y moviendo desganado los hombros
 -No tiene por qué disculparse tanto, no tiene importancia; esa pequeñuela le gana el corazón a cualquiera y al mío lo hizo añicos en este poco tiempo que la llevo tratando- comentó cariñoso bebiendo de su café y la mujer le sonrió enternecida. Oyeron llegar un coche que se detuvo ante el portal, Marta fue a mirar por la ventana
 -¡Ya están de vuelta y traen a nuestra chiquita!- expuso alegre saliendo del apartamento
-¡¿Cómo?! ¡¿No la dejan en observación esta noche?!- expuso Vega acercándose a la ventana para observar como de un BMW último modelo azul oscuro se bajaba Carlos y Esther, Ali sostenía amorosa entre sus brazos a su pequeña apeándose del asiento delantero, la pequeña llevaba un brazo enyesado y algunas curas en el rostro
-Trae, te la subiré yo cielo- se ofreció amoroso Carlos intentando recoger a la pequeña, Vega sintió como los celos le producían un nudo en las tripas
-No, no quiero que me lleves tú- se negó rotunda Abi abrazándose fuertemente al cuello de su madre con sus bracitos mientras se aferraba a su cintura con sus piernas, Vega sonrió satisfecho de la negación de su chiquita mientras Alicia y Carlos se sonrieron abatidos pero no insistió. Esther explicaba a Marta ya dentro del portal lo sucedido cuando ellos las alcanzaron. Vega deseaba enormemente salir y recogerla, sentir a la pequeña sujetándose a su cuello como hacía siempre que la sostenía en brazos; pero se contuvo como pudo, si Ali lo odiaba tanto era mejor no afligirla más con su presencia, por hoy ya había sufrido bastante su dulce Ali.
-Gracias a Dios está perfectamente; solo fue un susto- decía Marta regresando a la casa
-¿Realmente no le ocurrió nada?- preguntó inquieto
-Parece ser que no, que está todo bien; estos pequeños parecen de goma y, como le dije antes, tienen un ángel con ellos que los protegen
-¿Seguro? ¿Le habrán hecho bastantes pruebas?- indagó inquieto y muy preocupado por la pequeña
-Eso seguro querido, siendo su madre una cirujana tan importante en el hospital y su prometido uno de los mejores pediatras de la ciudad, no creo que lo dejaran pasar así como así ¿no crees?- le decía la mujer animada pero a él solo le retumbaban las palabras dichas sin pensar la buena mujer en su cabeza una y otra vez:” su prometido… el prometido de su Ali; su amor iba a casarse con aquel tipo” la mujer lo miró confundida por su rostro furioso y lleno de dolor que mostraba de pronto- ¿Te ocurre algo muchacho?
-No; gracias por el café Marta- respondió secamente recogiendo su abrigo del respaldo del sofá y marchándose sin decir nada más.
-¡Espera, tienes aquí…!- expuso la buena mujer intentando seguirlo pero él ya subía frenético las escaleras de dos en dos sin prestarle atención-… la guitarra- acabó la frase Marta casi en un murmullo cuando ya no lo encontró en las escaleras.
Cerró de un portazo la puerta de su apartamento y tiró el abrigo con furia contra el sofá asustando al pobre don Gato que salió despavorido soltando un bufido mientras él caminaba de un lado a otro desesperado y lleno de furia: Ali se iba a casar, se iba a casar con ese tipo y no podía soportar pensar en ello ¡No podía ni suponerlo siquiera!... Imaginar a su Ali besando, abrazando ¡Entregándose a aquel hombre!… Una rabia inmensa le corroía por dentro no dejándolo ni siquiera respirar; aquellos iracundos celos que tenía lo devoraban hasta la exasperación.… ¡¿Por qué rayos había vuelto?! ¡¡Saber aquello era aún más insoportable que añorarla desde Australia!! Soltó un angustioso grito que le salió de lo más profundo de las entrañas al tiempo que soltaba fieramente un fuerte manotazo a la lamparilla de sobre la mesita saliendo disparada estrellándose contra la pared.
La noche parecía eterna. Desesperado porque el sueño no le acudía y cansado ya de dar vueltas en la cama agobiándose cada vez más con aquellos pensamientos de Ali con ese estúpido, se levantó de la cama. Se sirvió un café y se intentó relajar con su guitarra
-¡¡Mierda!!- gritó enfurecido entre dientes soltando un fuerte puñetazo al respaldo del sofá al encontrar el soporte vacío, la había olvidado en algún lugar cuando recogió a Abi para llevársela al hospital. Se tumbó boca arriba en el sofá y observó la noche tras la cristalera. Las nubes se apartaban dejando ver de vez en cuando un cielo estrellado, las estrellas parecían brillar más que nunca y el rostro de Ali se le apareció de nuevo ante él, cerró los ojos y se la imaginó como tantas veces en aquellos años gozando dichosa mientras su tibio cuerpo se agitaba deseoso bajo él, le encantaba siempre observarla disfrutar intensamente mientras hacían el amor, sus gemidos le acariciaban complacientes sus oídos mientras sus manos acariciaban ardientes su cuerpo, como recordaba aún cada rincón de su piel… pero no era él quien la hacía gozar ahora, el rostro de Carlos se le apareció de repente ante él. Abrió los ojos de golpe tomando con desesperación una bocanada de aire mientras se sentaba de un impulso en el sofá. Respiraba presuroso, aquella angustia regresaba y no podía respirar de nuevo. El teléfono lo sobresaltó haciéndole dar un respingo, descolgó rápido
-¿Quién?- preguntó molesto
 -Ey Vega, soy yo Charles- se escuchó la voz animada de su amigo
 -Oye tío ¿sabes qué hora es aquí?- comentó sarcástico pero él rió ameno
-Pero estás despierto porque has contestado en seguida; así que ¿qué más da?- aclaró desenvuelto, Vega rió divertido- tío, aún no has aparecido por Madrid y el jefe me está agobiando
-No recuerdo haberte dicho nada de que fuera a ir a Madrid…
-Supuse que le harías una visitita a tú ya sabes quién- declaró malicioso
-Gilipollas- masculló fastidiado y lo oyó reírse divertido- ¿Por qué el apuro del jefe? ¿Acaso ocurre algo?- se inquietó
-Parece ser que sí, y necesita verte inmediatamente; saber que andabas por España lo alegró mucho y dijo que le venías al pelo para solucionar un problema en la sucursal de Toulouse
 -Vale, mañana intentaré acercarme entonces- repuso fastidiado- Ey Charles ¿parece serio?
-Pues al parecer sí; una fusión que estaba casi cantada y de pronto uno de los socios se echa atrás, si no se llega a acuerdo perdemos la oportunidad de un gran negocio
 -Bien, me iré en cuanto amanezca a Madrid; coméntaselo si hablas con él
-De acuerdo, así lo haré ¿cómo andas?
-Más o menos… ahora solo más o menos, estuve mejor
 -Bueno, espero te recuperes ¡Vete a Madrid de inmediato!
-No seas plasta ¡Y controla el reloj tío, aquí no son ni las seis de la madrugada!
-Vale para la próxima, te lo prometo; aunque tú para lo que duermes tío…- dijo despreocupado colgando
Después de preparase y llamar al aeropuerto dejando alistada una bolsa de viaje, se fue al hotel para avisar a Willy que encontró en uno de los ascensores
-¡Ey colega ¿qué haces tú aquí tan temprano?!- lo saludó ameno
 -Lo siento Willy, debo viajar a Madrid inmediatamente; se presentó un problema de trabajo y debo arreglarlo de inmediato, intentaré regresar cuanto antes
 -Ah, no te preocupes; yo se lo comentaré a Félix y nos arreglaremos por unos días; Buen viaje y que se arreglen fácil esos problemas
-Gracias
 Regresó a casa y recogió su bolsa. Le echó un vistazo al apartamento por si olvidaba algo y se fijó en el pie vacío de su guitarra. Cerró la puerta. Se detuvo ante el segundo B. Levantó su mano para llamar pero no llegó a golpearla; tragó nervioso saliva, tenía miedo que fuera a abrirle Ali aunque también deseaba que fuera ella quien le abriera y así poder verla de nuevo. Llamó despacio para no despertar a la pequeña; abrieron en seguida pero no fue Ali, era Esther
-Vega- nombró sorprendida
-Buenos días Esther, siento molestarla tan temprano pero tengo que salir de viaje y quería saber de la pequeña antes de irme ¿pasó bien la noche?
-Sí, durmió toda la noche como un angelito pero pasa, tomaremos un café- lo invitó animosa
-No gracias, no quiero molestar; además debo irme
-No molestas Vega, además, tienes aquí la guitarra; Marta te la llevaba ayer por la noche cuando vino a preguntar por Abi y nuestro ángel se empeñó en devolvértela ella misma- la mujer recogió la guitarra para devolvérsela
-¡Vega!- lo saludó entusiasmada apareciendo de repente aún con un pijama rosa y saltando a sus brazos; él la recogió encantado y la abrazó fuertemente contra su cuerpo al tiempo que ella se ceñía amorosa a él; la abuela sonreía enternecida
-¡Ey dulce melocotón ¿qué tal te encuentras hoy?!
-Bien, muy bien- avispada como era, en seguida descubrió la bolsa a su lado- ¿te vas Vega?- indagó estirando sus bracitos aún alrededor de su cuello para mirarle a los ojos fijamente, él le sonrió dulcemente
 -Unos días muñequita, apareció un problema de trabajo y debo ir a Madrid a solucionarlo- ella seguía mirándolo con aquellos inmensos y hermosos ojos negros ¡Dios, como se parecía a Ali aquella pequeña ¿cómo no había caído antes en ello?!
-¿Pero volverás verdad?- remarcó inquieta; él la observaba intrigado, tenía parecido con Ali pero aquella carita aguileña... aquella boca tan bien formada de labios finos le recordaba a alguien más...- ¿Volverás verdad?- remarcó nerviosa y él sonrió ameno besándola en la mejilla
-Claro chiquita ¿no te estoy diciendo que son unos días nada más? Voy, soluciono todo y me regreso en seguida... tres días como mucho, te lo prometo- la besó enternecido en la mejilla de nuevo y la dejó suavemente en el suelo al tiempo que se acuclillaba delante de ella sin dejar de sonreírle cariñoso, le mostró las llaves de su piso que ella recogió en su manita- toma cielo, no te olvides de darle de comer a don Gato ¿eh?- ella lo miraba tristona y lo estaba destrozando; también Esther sentía que se le rompía el alma al verlos juntos, él era tan tierno con ella sin saber nada; la pequeña estaba a punto de romper a llorar y lo estaba desolando, la besó en la frente- ¡Ey! Puedes ir a jugar con él siempre que lo desees, pero no me juegues en las escaleras que hace frío y ni se te ocurra acercarte a las escaleras de incendios, me lo prometiste ¿eh?- ella asintió con la cabeza- yo volveré pronto, te lo juro mi dulce melocotón- su mentón temblaba ya a punto de llorar, descubrió que se le marcaba un apreciable hoyuelo en él- No me llores mi chiquita o no podré irme si te veo llorar- repuso afligido abrazándola fuertemente contra él, Esther los observaba conmovida- estaré de vuelta en tres días, te lo juro por lo que más quiero en esta vida que es a…- iba a decir tu madre pero se calló a tiempo al ver el rostro de Esther mirándolos llorosa también- ¡Ey, chiquita mi guitarra!- dijo animoso tomando su dulce carita entre sus manos mirándola sonriendo tierno- nunca me separé de ella desde que una persona muy querida me la regaló hace muchos años- Esther y él se miraron y se sonrieron cariñosos; ella se la regalara las primeras navidades estando viviendo con Ali- te quedas a cargo de ella, no me la llevo y así sabrás que hablo muy serio, soy hombre de palabra- se sonrieron amenos- ¡Vigílamela muy bien ¿eh?! Es muy valiosa para mí, casi tanto como tú mi chiquita- se sonrieron complacidos y él volvió a besarla en la frente- te voy a traer un regalo, un enorme regalo ¿de acuerdo?
 -Vale, pero vuelve pronto- insistió desconfiada
-Así de rápido mi niña- dijo rotundo haciendo chascar sus dedos- cuando te des cuenta, estoy de vuelta ya; te juro que serán tres días solamente- la niña se abrazó amorosa a su cuello y él la oprimió contra su cuerpo mientras cerraba los ojos emocionado, se levantó despacio, nunca creería que le sería tan difícil separase de una niña que apenas conocía- obedece en todo a mami y no la enfades ¿vale? Y cuídate mucho ¿de acuerdo?- ella asentía con la cabeza, la besó de nuevo en su pelo negro ensortijado de venir de la cama y recogió su bolsa- Hasta la vuelta Esther
-Buen viaje muchacho, espero se te arregle ese problema y no sea serio
-Eso está hecho, no se preocupe ¡Ojala todos los problemas fueran así de fácil solucionarlos!- comentó animado y ella le sonrió amena; regresó su mirada a la pequeña que seguía mirándolo entristecida, le sonrió dulcemente y ella intento corresponderle pero solo le salió una leve mueca torciendo su boquita hacia la derecha formándosele de nuevo el hoyuelo en el mentón y algo extraño ocurrió: la imagen de su madre le abordó de pronto la cabeza; frunció su ceño desconcertado y se lo acarició ensimismado. Esther lo miraba contrariada ante su rostro intrigado
 -¿Ocurre algo hijo?- indagó ante su quietud pensativa observando a la pequeña
-Ese gesto y este hoyuelo de Abi.... me recordó muchísimo a mi madre- murmuró distraído y Esther se sobresaltó
 -Oh- musitó apagadamente la mujer y él la miró confundido, la descubrió mirándolo muy inquieta; estaba de repente muy nerviosa.... demasiado nerviosa...
-Bah, qué tontería ¿no?- expresó despreocupado sonriendo divertido y la niña le correspondió, la volvió a besar en la mejilla y se marchó sin decir nada más.

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